jueves, 2 de julio de 2009

Siguiendo con el lema...

Ya es de todos conocidos los cambios que han ocurrido en Venezuela en los últimos años; no tiene mucho sentido indicar si estos cambios han ocurrido en los pasados 10 años, o 50 años; TODOS los cambios están encadenados los unos a los otros, formando en los individuos primero, y luego en el colectivo, una conciencia, que a su vez crea la intensa dinámica que vivimos.
Inútil es pues, discutir si primero fue "el huevo o la gallina", cuando nos referimos a algún evento particular en este país; en todo caso, eso si, busquemos entender, sin "analistas profesionales" de por medio, lo que nos está ocurriendo.
No nos cegamos ante los actores politicos y sociales actuales, pero si ante los historicos; incluso ante esos detalles que han suscitado la construcción de cada eslabón en la mencionada cadena.

Por esta razón no nos detendremos a criticar nada en particular en un principio, aunque si lo haremos en lo general, unicamente con el proposito de mencionar lo que pudo ser, y lo que invariablemente, será en el futuro, cuando nuevos eslabones tengan que construirse.

Por eso comenzamos con aquellas palabras unidas entre sí: Dios, Justicia y Pueblo.
La primera pregunta que les vendrá a la mente es: ¿Por qué elegir estas?; o quizás incluso: ...¿Por qué razón debemos hacernos de esas palabras como un lema nacional, cuando ya tenemos uno?

A mi manera de ver, -y aspiro que a la manera de Uds tambien-, la frase actualmente es uso es, cuando menos, "poco original", debido a que se inspira en las usadas por otra nación, con gente e historia distinta. Además, si en nuestras vidas aceptamos que siempre puede surgir una mejor alternativa, ¿Por qué no reconocer que pueden haber mejores frases para nosotros como pueblo?...

Ah,...Pueblo; que gran palabra; que calidez se siente al escucharla. suena a amistad y confianza; a comida del hogar, al primer amor, aunque,...al final ni nos saludamos al pasarnos los unos a los otros al lado por las calles, en nuestros pueblos y ciudades.
Este será un tema recurrente en este espacio: las contradicciones que a diario vivimos y que ignoramos o dejamos a un lado por costumbre.
No podremos tampoco dejar a un lado el hablar sobre las hipocresias, y el odio que como seres humanos somos capaces de expresar, aquí, en lo que con orgullo llamabamos "tierra de Bolivar", o "tierra de la amistad". Cúantas veces no hemos escuchado que:"¡...los venezolanos te reciben como hermano!"; si, como el hermano que se ganó la lotería y despilfarró lo que tenía...(!).

Quizás cause curiosidad que esta sea la última palabra en esa frase en la que tanto insisto escribir, pero es por una razón bien fundada. Quizás aquí radica el primero de los quebraderos de cabeza que podemos enfrentar: Aunque somo Pueblo, involucrando a cada alma viva sobre esta tierra llamada Venezuela, NO somos lo mas importante!.

¡Un momento!, ¡vayamos por partes!: Como venezolanos, tenemos que admitir que a muchos les cuesta aceptar (y mas aún reconocer en público) dos cosas: Primero, que Dios es lo supremo en todo, y que -según nos han enseñados independientemente de la religión que nos levantara desde niños-, es su infinito amor el que nos tiene vivos aquí.
Segundo, -y muy triste-, que igual desde niños, hemos aprendido que... la "viveza mata ley". Si se pusiera preso a cada individuo que faltase en algún momento a la ley o a su norma, de seguro ¡más de la mitad del país estuviara tras las rejas!. Desde tirar basura en la calle hasta pasarse un semáforo, pasando por adelantarse en una cola, pagar para que nos atiendan primero o relacionarnos con el que consideremos, tiene "influencia" para ayudarnos a no esperar como los demás "quedaos"

Por eso, por nuestra naturaleza imperfecta y signada por el continuo ensayo y error, es que debemos reconocer que en un lema que represente nuestra identidad como nación, debemos poner indiscutiblemente a Dios por delante, a la Justicia de seguido para concluir con el Pueblo...

Veámoslo asi: Dios es el viento que sopla nuestra esperanza, la Justicia la vela que nos permite controlar nuestra dirección y el Pueblo, conforma la embarcación en la que como individuos, navegamos...juntos.

Sentimos terror a admitir que debemos navegar en el mar de la ignorancia, si queremos aprender el arte de la navegación -entiendase, el arte de vivir-. Atrás quedaron los tiempos donde un sólo hombre definía el destino de una nación, como la dirección de un barco, o el color de éste. Entre ruinas quedaron las esperanzas que se depositaron sobre los hombros de un sólo individuo.
Nos toca empuñar el timón a todos juntos, para llegar al puerto seguro donde nuestros hijos fundarán una mas avanzada nación, porque, acaso ¿No es eso lo que todos queremos?

De nada sirve que peleemos entre nosotros en el mismo barco...
...Con eso sólo le damos ventaja a nuestros contrincantes, que están escondidos en nuestros corazones!.

Reflexionemos con la mano en ese corazón, y no con el corazón en la mano, dispuesto a arrojarlo a quien creemos odiar!.

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