lunes, 10 de mayo de 2021

Venezuela al cierre del primer trimestre de 2021; situación y retos.

Escribo esto porque hay que salir del letargo si queremos sobrevivir; lo escribo también porque la verdad tiene que ser abordada y no ignorada, animándonos entre todos a saltar los dogmas que nos enceguecen, pues siento y visualizo que Venezuela (es decir, nosotros), podemos sincerarnos y dejar que de una buena vez, que nuestra intuición -allá donde se resguarda desnuda, pero por encima de cualquier temor-, tome con firmeza el control de las acciones que se deben acometer en consenso.

 

I.- LOS HECHOS:

Ha pasado penosamente el primer trimestre del 2021, con la “bola de paja existencial” en la que nos hemos convertido, rodando aún cuesta abajo de la mano de la más negligente y dañina corporación de mezquinos intereses y personajes que jamás se haya visto reunidos en un sólo propósito en esta tierra venezolana, y ante ello se hace necesario reconocer entonces que hoy, el resumen de la situación nacional es como mínimo, calamitosa.

No le demos muchas vueltas más, ni dejemos de ponerle el “cascabel al gato” sólo por no "lastimar" a alguien: digamos entonces las cosas como son y cómo las estamos tolerando que ocurran:

1-       La oportunidad “Guaidó” nunca fue real y hoy luce gris y desmantelada aunque acaudalada con los dineros nacionales y muchos de sus protagonistas en el extranjero;

 

2-       La estructura del régimen que opera y gobierna al país, en sus “departamentos” oficialistas y opositor, siguen estancados en todo sentido, pero no por ello dejando de dominar casi totalmente el escenario, con la población en el territorio (y en ultramar) cautiva y sólo con el “derecho” de negociar con la mafia (es decir, en el rol de mantener el uso de las apariencias republicanas) para subsistir callados, o en caso contrario, saltar del barco como las ratas y sobrevivir, cuando éste se hunde;

 

3-       El país consolida su entrada en el 2021 como un colonia regentada por el crimen organizado y liderada por un capo con doble nacionalidad, dejando el mote de “República”, estacionado en el discurso del "departamento" opositor del régimen y para el uso en los trámites burocráticos; el objetivo de estos regentes sin resistencia ni enemigos en las cercanías, no es en modo alguno la prosperidad nacional, sino la explotación y extracción de todo lo que de valor vaya quedando explotable sin el uso de tecnologías afectadas por las sanciones;

 

4-       El “Covid” y las mencionadas sanciones internacionales (la primera porque llegó sin la cura de la mano, a un país devastado, y las segundas por no lograr ejecutar cambios en la gobernanza del país), se mantienen como tapadera para la administración criminal del poder, que ven en medio de su control absoluto comunicacional, la oportunidad adicional de distraer a la gente con la propia muerte de la población y su deterioro, ante la depauperada realidad del sistema de salud y del poder adquisitivo, en una economía reducida a la de una colonia del siglo XVIII;

 

5-       El dólar asumió casi totalmente su función monetaria ilegal (*) en la depredada economía del país, con la planificación y visto bueno del régimen, que ve con ello la posibilidad perfecta para recibir y traficar ingentes capitales grises desde el extranjero (vía “repatriación voluntaria” de dineros robados por testaferros y políticos ahora en el exterior, o vía delincuencia y tráfico de drogas), para ser lavados y legitimados en Venezuela. Nadie se pregunta de dónde salen los dólares, ni el por qué la moneda americana es un negocio en sí mismo; sólo las usan, como los usan a ellos mismos, en calidad de colonizados;

(*): De circulación ilegal, porque no existe acuerdo alguno con EEUU para su uso, ni hay control sobre el origen de dicha moneda, ni la manera en que sus dueños se hicieron con ellas, y como las negocian en el mercado colonial venezolano.

 

6-       El “Bolívar” como moneda nacional fue desplazado, tras ser progresivamente devaluado y despreciado socialmente, tras su destrucción ininterrumpida por más de 30 años de inflación inducida por el régimen cuarto y quinto republicano hasta el presente;

 

7-       El “PETRO” como criptomoneda nació atrofiado, ya que al estar anclado al precio del petróleo, -que es fijado por los mercados internacionales, sin influencia venezolana-, nunca tuvo soberanía real de tipo alguno, con lo cual pasó a ser evidente su uso propagandístico, -más que económico-, ya que el régimen lo viene usando con el mismo propósito del que le da a la impresión de dinero inorgánico, -Bolívares-; el resultado: obtención de capacidad de compra y pago a lo interno de la colonia, pero con igual o peor efecto inflacionario al conseguido con la impresión de los mencionados Bolívares;

 

8-       La población civil pasó irreversiblemente a ser un “estorbo” que se tolera pero a la que sistemáticamente no se le ayuda de manera decisiva: tras salir la gente de la ecuación de poder y por tanto, el no ser requeridos ya sus votos para mantener a los actuales actores en el control de la colonia, su mera existencia es irrelevante;

 

9-       Sin amenaza interna o externa creíble en el corto plazo, el régimen no se ha visto ante ninguna razón para dialogar, negociar o en todo caso, dimitir a la administración del poder que disfruta sin resistencia de parte de la población, y que llegó a sus manos tras las manipulaciones del ciclo histórico AD-COPEI y la consolidación del modelo clientelar chavista, como paso previo a la instauración de facto, del modelo colonialista;

 

10-       Colapso del país petrolero, que se observa atónito a sí mismo sin combustibles ni infraestructura vigente para producirlos o comercializarlo a precios reales, tal como ocurre con la electricidad y el gas, tras décadas de celebrar su población en general, los bajos costos y el robo impune de estos;

 

11-       Las más recientes “irrupciones” de algunos actores “invitados” desde hace ya dos décadas por la corporación de la mafia regente, que ahora reclaman y enfrentan al régimen exigiendo el “respeto” a sus cuotas de poder y territorio en la frontera con Colombia y a lo interno del territorio venezolano, enfrentando cuando ellos lo han considerado necesario, a las actuales FANB (Frente Armado de Nicolás y su Banda);

 

12-       Se reduce casi totalmente la producción interna de literalmente todos los rubros necesarios para una sociedad activa (metalmecánico, electrónico, eléctrico, alimenticio, farmacéutico, entre otros), a causa de la intervención gubernamental corrupta, en beneficio de la exportación a discreción de los regentes de la colonia y de sus cuadros de intereses.

 

 

II.- LA SITUACIÓN:

Destruidos o no, sobreviviendo o no, todos los que vivimos en esta situación nacional estamos ante la necesidad de evaluar con urgencia, como personas y bajo la “forma” del colectivo social que aún seamos (que no como ciudadanos, pues ni ejercemos dicha condición, ni el régimen pretende que la ejerzamos…) lo que está ocurriendo. Para esto hay que asimilar primeramente la idea de que no hay liderazgo alternativo (la triada Guaidó/Leopoldo/Allup lo han demostrado sobradamente), y luego, (más grave aún), aceptar que no sabemos el cómo darle espacio a un líder alternativo, conociendo que todo ese "espacio" está saturado y sometido por el régimen a través de sus departamentos oficialista y opositor. 

A estas alturas, la gravedad y lo patético de la situación nos obliga a decir sin cortapisas, que tenemos un puñal enterrado en el abdomen, y que nos hemos negado tan siquiera a mirarlo, con la idea de que así “no podrá” matarnos, cuando en realidad de a poco nos ha ido desangrando y quitando la vida.

La existencia misma como seres humanos está esperando a que reaccionemos ante lo que vivimos y que se antoja contemplar como una inmutable consecuencia de esa incapacidad existente hasta hoy para crear alguna afiliación social basada en valores. (puesto que no nos sentimos relacionados a nada a partir de lo que podamos confiar los unos en los otros, y muchos menos en los que han dicho y dicen aún “representarnos”, en esas dos caras de la falsa moneda que insistimos en llamar "política venezolana", y que no es tal).

Nos estamos acostumbrando obstinadamente -como en muchos otros sitios del planeta-, a ser sólo una inmensa masa de gente irritantemente estructurada en lo superficial (conductual), pero siempre acomplejada, que se niega -más por miedo que por conciencia-, a darse un puesto más realista y congruente frente al panorama que el conocimiento colectivo nos ha llevado en teoría a enfrentar en el contexto del Universo todo. 

Lo digo ahora y no antes, porque siento que estamos en lo que podemos denominar como la consolidación indudable de esa especie de entrada a la “etapa” más oscura de nuestra sociedad; aquella donde la premisa que domina es: “sigamos con nuestras vidas como podamos”, y esto hay que abordarlo desde la óptica del profundo control que hemos permitido que tenga el régimen, lo cual se manifiesta con estridencia en este presente que vivimos a los mandos visibles del mismísimo Nicolás Maduro.

Insisto en esto porque ni siquiera con Hugo Chávez y Fidel Castro vivos y unidos  en una misma causa a través de esa vasta corporación de mafias coordinadas que crearon con profundos tentáculos multinacionales, pudieron juntos llevar el estado de las cosas a un nivel tan “deseable” (para los que detentan el poder sin ningún tipo de escrúpulo) como lo que exhibe actualmente el país con su cuadro gobernante.

Obviamente, hizo falta para llegar a esto, el desgaste producido por el periodo AD-COPEI hasta principios de los noventas, y la posterior demolición social ejecutada por Hugo Chávez tras llegar al poder a hombros de la vieja guardia cuarta republicana.

El resultado es lo que hemos descrito anteriormente en éste blog al referirnos a la Venezuela actual, -definitivamente distópica-, como un estado fallido, ahora colonizado.

Tenemos que retomar la pregunta elemental, que requiere una respuesta personal y grupal como venezolanos: ¿Qué nos pasó para llegar a esto?

 

III.-EL PRESENTE SITUACIONAL.

Aristóteles decía que los tiranos se rodean de hombres malos porque les gustan ser adulados, y ningún hombre de espíritu elevado les adularía; en nuestro caso los tiranos se fueron, más que rodeando, más bien "arropando" con la sociedad en general, bien sea porque esta no atinó a encontrar maneras de expresar su disconformidad y ser escuchados, o bien porque en la miseria en la que se encontraban, la opción de apostar todo a un mesías era mejor que seguir conviviendo con las mismas injusticias y desprecios más que comprobados de quienes siendo los políticos de oficio de la AD y COPEI del siglo XX, habían propiciado a su vez la irrupción de este nuevo dogma progresivamente llamado chavismo.

Todo esto ha ocurrido, -guste o no-, porque dentro de nuestra “sociedad”, la adulación mostró ser más efectiva como mecanismo hipócrita para acceder al poder, que la misma fuerza bruta de las armas o incluso de los votos que cabalgan a lomos de grupos y tendencias de moda, con sus propios intereses inconfesables.

Fue justamente de esta manera que hombres como Nicolás Maduro y otros ascienden al poder, mientras que los espíritus elevados a los que hacía referencia Aristóteles en sus sabias palabras, terminaron refugiados, exiliados o señalados bajo la cruz del estigma, porque al no unirse, (como si lo hizo la mediocridad que finalmente se hizo con el poder), terminaban también dándole la razón a Edmund Burke: “Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”.

Democracias enteras han perdido su camino tras caer presa de la adulación de aquellos sobre cuyos hombros endurecidos por el interés particular, se termina levantando todo el aparato del Estado, que eventualmente los reduce a una masa sumisamente controlada y descartable.

Ese mismo interés personal del que hablo, es el que como sociedad en deterioro y disgregada nos llevó a padecer una incontrolable "diarrea" de peticiones y exigencias, como ejercicio exclusivo de los “derechos”, mientras que los “deberes” a los cuales está atada toda sociedad de ciudadanos, fueron ignorados y sistemáticamente desprestigiado y hasta llegar a ser utilizados para calificar de “tonto” al antiguo ciudadano que se atreviera a diferir.

Una y otra vez la historia universal nos ha mostrado que el mismo mal termina destruyendo a todas aquellas sociedades que conciben y concilian una vida llena de dadivas con el acto de prescindir de los deberes más elementales en el proceso.

Insisto en esto: si el mal se apropia de toda la realidad, eventualmente esta -junto con la población condescendiente que se acostumbra a convivir con ello-, termina arrasada.

Esto es relevante mencionarlo porque a estas alturas sabemos muy bien que todo, -absolutamente todo- lo que podía ser tocado y mancillado por la corrupción de alguna forma en Venezuela, ya lo fue; por eso es que paradójicamente, estamos ante la evidencia irreductible de que el cambio (tras la oscuridad reinante), es inevitable, y que este llegará con más contundencia (por no decir “violencia”), conforme más se tarde la masa lerda en entenderlo.

Como país, nos encontramos disgregados mortalmente; a tal punto que ya la Venezuela “5.0” donde vivíamos (refiriéndonos con ello a la famosa “quinta república”), y nacida de la que fue su cuna -la “cuarta república”-, dejó de existir en la práctica, permaneciendo ahora en un limbo existencial que es insostenible, con lo cual estamos obligados a dar un salto al “vacío” (por ser una acción inédita para la sociedad venezolana), y pasar a la Venezuela “6.0”, si es que pretendemos salir del estado actual de las cosas, y eso sólo para así en un momento previamente contemplado y planificado, poder llegar a una Venezuela “7.0” en la que podamos decir efectivamente, que le estamos dejamos una real y responsable herencia a nuestros hijos y nietos en la forma de una nación congruente con sus valores y principios.

Sí, es cierto: estamos profundamente debilitados en términos de esos valores y principios, casi en la misma magnitud en que lo estamos anímicamente, por lo que la tarea no se hace fácil, cosa que no podíamos esperar que fuera de otra manera tras décadas de una permisiva actitud que nos ha llevado a un decaimiento generalizado. Confrontar el desierto existencial tras descubrir todos que el líder mesiánico que haga las cosas por los demás no llegará jamás, nos llevará también a darnos en la cara con aquello descrito por Hermann Hesse, cuando sentenciaba que “Aquellos que no pueden pensar o asumir responsabilidades por sí mismos, necesitan y claman por un líder”

El concepto de un líder todopoderoso es tan arcaica como inútil, pues constituye la acción de dejar en las manos de uno como nosotros, el destino de todos. En ello Chávez fue la escandalosa exhibición de nuestra carencia de amor propio como personas y sociedad, como luego lo fue la breve esperanza puesta en Juan Guaidó, por aquellos que aún buscaban creer en algo más allá de ellos mismos, pero sin conexión real con todos los que somos. A consecuencia de esto se levantó ante nosotros un país degradado en todo, que no cuenta con estructura de gobierno alguna, que no pase por el uso permanente de la fuerza para imponer sus conveniencias.

Entiéndase que una nación que lo dice ser (porque tiene leyes basadas en principios que por consensos son mantenidos y ejercidos por la mayoría), no necesita de la fuerza y la coerción para ejercer los diferentes mecanismos administradores de lo justo y transparente.

 

Miren, esto es crudo y rudo, pero directo: No podemos seguir viviendo de ideas “superiores a todos nosotroscuando estas son impuestas por las castas políticas; es inviable seguir creyendo en modelos que sin importar si son "derechistas" o "izquierdistas", sólo representan los intereses de pocos: los de aquellos que terminan llegando al poder -o aliados a éste-, y donde hasta el mayor de los revolucionarios, se vuelve burócrata y burgués.

Tenemos que dejar atrás el anacronismo del dogma mantenido por políticos de oficio, como si fuesen ellos sacerdotes custodiando una religión. 

Lo que requerimos es retomar los valores más elementales, y conjugarlos con la realidad humana en la cual existimos, si queremos manejar las cosas y no ser manejados. No hay romanticismo en esto, sino más bien una profunda sensación de que el progreso en paz está en ser tremendamente sinceros y capaces de detener cualquier desviación a la hoja de ruta política que nos planteemos para despejar nuestro panorama social y económico.

Dijo Winston Churchill: “La principal diferencia entre los humanos y los animales es que los animales nunca permitirían que los lidere el más estúpido de la manada”; leerlo es reconocernos a nosotros mismos en esa sentencia, al dejar una y otra vez que "los más estúpidos" nos gobiernes y manejen; darse cuenta es ver que nuestro “talón de Aquiles” es el no confiar ya en nadie, y eso significa también no confiar en nosotros, no lo olviden. 

Si lo detallan, ven que es un auténtico círculo vicioso, del cual sólo veo que podemos salir si acordamos manejar valores y controles comunes para todas las acciones que establezcamos como necesarias para dar el siguiente paso nacional. Entendamos que si no nos enfrentamos el hecho de que la política de oficio “es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria” (Voltaire), seguiremos escribiendo con nuestra sangre y la de nuestros hijos, el epitafio de todos los que en el camino van muriendo esperando soluciones venidas de todos lados, menos de nosotros mismos.

O nos levantamos, o perecemos como sociedad y país, porque lo que quede y dé paso a lo que vendrá, poco tendrá en común con lo que fuimos y llevó a este purgatorio.

 

IV.- LA DECISIÓN:

Postrarnos o progresar.

Es duro, pero tenemos que aceptarlo si queremos cambiar y avanzar, pues esta sociedad venezolana como está, no llegará a ver el amanecer ras la profunda oscuridad de hoy.

Tenemos que decidirnos a ser mejores, a entrar con solemnidad y sentimiento a la labor conjunta de construir una Venezuela mejor, que firmemente se aferre a no repetir ni posturas, ni políticas ni actores. Este mismo blog ha ofrecido sencillas herramientas para comenzar a hacer ese mapa mental que requerimos para dar el “salto cuántico social” que todos deseamos en mayor o menor grado de comprensión. Desde los decálogos hasta la hoja de ruta, las condiciones y las estrategias básicas, o la guía del ciudadano (*), todo está allí para ser desarrollado y divulgado, sin más intención que el crecimiento, partiendo de oportunidades al alcance de cada uno, en la medida de su propio esfuerzo e inteligencia para asociarse en el marco de los valores y leyes que como sociedad venezolana –ahora sí-, abracemos.

(*) disponibles en los artículos anteriores a éste, en el blog.

Y es que aunque sea por el egoísmo de la supervivencia, estamos ante la exigencia de abrazar el marco de ley y trabajo que acordemos ejercitar si en verdad queremos salir de la pocilga que este barro existencial ha propiciado, de la mano de cuantos “intelectuales”, "analistas", "influencers" “cultores”, “militares tapa amarilla”, “empresarios” y “políticos” han dicho tener la razón, y los demás no.

 

Al final, como en la vida, lo que nos queda es elegir, como lo hemos venido haciendo día tras día hasta hoy: despertar y crecer, o dormir en el letargo y terminar de desaparecer, primero como el reducto de sociedad que ya somos, y luego como país, colonizado y alienado hasta los tuétanos.

No tengo dudas de que la colonia mafiosa en la que se convirtió Venezuela -con la mayoría de nosotros dentro, y muchos otros de nosotros afuera-, eventualmente desaparecerá; el asunto es que lo haga de nuestra propia mano, y no de la de otros, porque sólo partiendo de los venezolanos mismos el impulso del cambio, es que estos podrán sostenerse en el tiempo con un nuevo rostro, un nuevo aire e invariablemente, con una nueva alma.