lunes, 23 de mayo de 2022

En respuesta a la pregunta: “¿Es la nueva prosperidad en Venezuela, una ilusión suficientemente buena con la cual vivir?”

 

Bueno, ya se imaginarán que les diré que sea cual sea la “prosperidad” a la que nos podamos referir, en definitiva, el existir en una ilusión de país, no es vivir.

Es algo así como la noción de la felicidad: no hay manera de permanecer montado en ella permanentemente, como tampoco se puede estar eternamente en la cresta de una ola surfeando, o mantenerse en el breve clímax generado por el consumo de un alimento o una sustancia en particular.

Entonces, ¿Significa eso que no existe la tal “nueva prosperidad” en Venezuela?

La respuesta: No, no existe.

Siento con total convicción que antes de hablar de prosperidad, hay que hacer entre nosotros mismos una profunda introspección para así continuar la andadura de este particular camino existencial que atravesamos, y desnudarnos ante una fría verdad: estamos en un búnker emocional.

Ese “encierro” es lo que nos ha dado la “piel gruesacomo para existir y seguir por este laberinto existencial, aunque no sin consecuencias nefastas: con nuestro “progresivo repliegue defensivoal despojarnos voluntariamente de la condición de ciudadanos, se fue creando el espacio adecuado, a causa de la impunidad resultante, en donde los que menos exhibían escrúpulos entre nosotros (es decir, los políticos de oficio, los testaferros y los traders de la compra-venta de influencias), aprovechando nuestra docilidad e incoherencia, lograran la progresiva toma del control del Estado, arrojándonos a todos juntos hacia el presente estado existencial, jurídico y social que dio forma a esta Colonia Bolivariana de Venezuela del siglo XXI.

Lo sé; es duro reconocer que ese búnker emocional ha nacido de nuestro propio miedo; de ese miedo visceral y silenciosamente vergonzoso entre nosotros a la noción de un sacrificio que ya no veíamos que pudiera llevar a algo; ese mismo miedo patente entre aquellos que en primera instancia estaban llamados a liderar, pero que tras ser paridos por una sociedad inoperante, no fueron capaces de sobreponerse a ellos mismos.

Ahora, esa visceralidad que exhibíamos discretamente como individuos y sociedad, resulta imposible de ocultar cuando nos enfrentamos al hecho de haber perdido toda capacidad de creer que el esfuerzo de uno o de muchos (es decir, el sacrificio entendido como el dejar de hacer algo personal para dedicar el tiempo a hacer algo coordinado por el colectivo social del que somos parte), serviría para algo.

Por esa razón nos sentimos calladamente perdidos: no encontramos cómo pavimentar un camino claro y definido en los términos de la estabilidad nacional y la oportunidad personal que ansiamos para prosperar y vivir dignamente en términos de justicia, trabajo, educación y salud.

Entiendo que esta es otra manera de decir lo que ya he mencionado en el blog reiteradamente: que hemos perdido la capacidad de confiar en algo mas allá de nosotros mismos o de ese inmediato círculo de confort nuestro, resumido muchas veces al entorno familiar o grupal mediante la administración de alguna forma o proporción de poder, en la escala que sea que tenga este último.

Salir de esa zona es bastante difícil; muy a nuestro pesar, con el búnker emocional sólo creamos una “burbuja” que lejos de estallar a los ojos de todos, se refuerza y aglutina con millones de otras burbujas, haciendo de la sociedad una “espuma” enorme pero esencialmente vacía y sin estructura que soporte la más mínima fuerza venida desde exterior.

Y es que hay que aceptar que, tan complejo como lo es para un sólo individuo salir de sus propios miedos, lo es para una sociedad que resulta ser la suma de millones de esos miedos bajo una misma idiosincrasia o nacionalidad.

Miedos; de esos viscerales, paralizantes.

Piénsenlo: Viscerales han sido nuestras respuestas al dejarnos llevar desde el principio de la mano de personajes que tenían sobre sí el aura de la duda entorno a sus liderazgos de papel; Paralizantes han sido junto con las consecuencias, porque nuestros egos han encontrado en las consecuencias mismas de un mal liderazgo, el argumento para la paranoia colectiva y la renuncia a soportar sobre nuestros hombros un país completo y su bien más preciado: la libertad que siempre exigirá de nosotros, la vigilancia permanente.

Con todo esto hemos olvidado como sociedad, lo que también a nivel personal se aplica cuando el entusiasmo nos abandona: el ejercicio de la disciplina. A causa de ese olvido circunstancial, la vigilancia del estado de las cosas, de los signos vitales de nuestra sociedad, no resultaron nunca ser permanentes, y con ello la noción del mantenimiento de la libertad se disolvió, yéndose al traste la posibilidad de conservar una dirección nítida en el camino nacional, no ya en el contexto de una igualdad hacía la baja impuesta por pocos, sino de unas deseadas oportunidades igualitarias por la mayoría desde donde progresar congruentemente.

No lo olvidemos: no hay prosperidad que pueda ser medida ni avalada con honestidad en Venezuela, -ni tampoco liderazgo efectivo capaz de conducir a alguna prosperidad-, porque el miedo a perder cualquier esfuerzo y sacrificio que nos pudiera llevar a buen puerto nos inmoviliza, mientras que en consecuencia, el crecimiento descontrolado de la mentalidad colonial va predominando entre nosotros, atando de manos en un primer momento a los que pudieran emerger para liderar.

Un laberinto que parece construirse a sí mismo, y que requerimos demoler ya.


La libertad sólo se queda entre aquellos que luego de luchar por ella, la vigilan y cuidan.

La alternativa a la lucha, es sólo la servidumbre en naciones convertidas en colonias.

jueves, 19 de mayo de 2022

Las manos que mecen la cuna...

 


¿Por qué la oposición en Venezuela no ofrece alternativa ni operatividad real fuera de los canales que el mismo régimen impone?

 

(Es una pregunta previa y necesaria a la de “¿Es la nueva prosperidad en Venezuela, una ilusión suficientemente buena con la cual vivir?”)

La pregunta que viene por titulo quizás es más propia de ser abordada por un sociólogo que por un politólogo, y aunque no soy ninguno de los dos, siempre he partido en este blog desde la posición de ciudadano (además de que no soy graduado precisamente en esas disciplinas), por lo que considero que es buen momento para que exploremos esta pregunta que más que una interrogante, describe en sí misma una encrucijada social y existencial en Venezuela.

En nuestro país la situación es única, y lo es porque luce como la etapa final hacía donde más de un país latinoamericano se dirije, aunque seguramente pocos de ellos logran entenderla y mucho menos admitirla: no necesitó el régimen venezolano apelar a la absoluta censura de Nicaragua y Cuba; bastó con lograr una mezcla inteligente y perversa entre apresamientos selectivos, compra de medios de comunicación y condicionamiento de licencias radioeléctricas (para estimular la autocensura), perseguir y amedrentar a los pensadores libres y maquillar el sistema electoral con el aval del resto de los poderes, al tiempo que manipulaba la economía del país para que con el empobrecimiento general y la exacerbación del clientelismo, poder conseguir el hacerle perder peso especifico y de forma progresiva a la población en sí misma como factor de cambio, con lo cual el país "enmudeciera" por la vía del exilio, la migración espontanea y la apatía generalizada, a tenor del mantenimiento artificial por parte del Gobierno, de una oposición no mas peligrosa que un petardo mojado en el suelo.

¿Sin un movimiento masivo del pueblo venezolano, o sin una intervención militar extranjera decisiva, puede cambiase el paradigma en el cual vivimos?

La respuesta a esto pasa por resolver la encrucijada existencial que permita concretar un liderazgo de oposición real, y que lo será porque se oponga a través de un modelo de gestión y de valores diametralmente opuesto a lo existente en la Venezuela actual como mecanismo de poder y control, lo que implica que debe superar los escollos que significan la apatía generalizada, la escasa comunicación activa a cuenta de la infiltración del aparato de espionaje cubano-venezolano, la inseguridad personal y la “robusta” estructura corrupta que sustenta al país, además de una fosilizada visión del derecho a liderar, que entuba y condena a través de ella a quien lo intente a la premisa de tener que ascender por el sistema de partidos políticos remanente en el país, que en todo caso están sujetos en sus cúpulas a los más recalcitrantes protagonistas inamovibles. NOTA: Hacer lo que en su momento hizo Chávez, (enamorar a la gente vía la intentona golpista), es el otro mecanismo válido, aunque altamente improbable al día de hoy, por las mismas razones antes mencionadas.

Obviamente la opción tampoco pasa por la creación de un nuevo partido; esa es una tarea inviable en el contexto de un sistema de participación condicionado por el mismo régimen que gobierna nuestra colonia.

Son estas cosas entonces las que parecen levantarse como cordilleras de dificultades "imposibles" de cruzar, y que a ojos de los mas tímidos para intentarlo, hacen atractiva la “opción” de la “transición pacifica y democrática” enarbolada por la actual “oposición” que negocia sin ningún elemento de fuerza real, en México.

Así, el circulo no deja de retroalimentarse, con la única conclusión posible de que a esta tierra venezolana, le toca vivir el árido trabajo de cruzar el mas estéril de los desiertos mientras no consiga nuevos y determinantes liderazgos que no estén atados de manos, y que hayan logrado previamente superar la crisis existencial que el miedo ha instalado permanentemente entre nosotros.

No hay oposición, porque el miedo a lo que se puede perder en lo personal, es más grande que la certeza de lo que se puede lograr colectivamente.


...De no ser así, ya la actual oposición, liderada por un "claro" y "estadista" Juan Guaidó, estaría gobernando y reestructurando el país mediante una Junta de Gobierno, mientras que hacía del juicio oportuno a los responsables y la recuperación de los robado, sus banderas de esperanza y fe en lo posible, de nuestra propia mano.


Obviamente, lo escrito en el párrafo anterior, es sólo una fantasía.

miércoles, 18 de mayo de 2022

Recordando un ejercicio literario de hace más de 10 años...

https://blogdeunvenezolano.blogspot.com/2011/02/debo-admitir-un-pecado.html

Nuevas negociaciones, mismo asunto negociado: la continuidad.

 

Les digo que el panorama no es alentador en manos de los políticos de la política reinante: Quieren negociar la transición del poder a largo plazo, tan suavemente, que en realidad ninguno de ellos pierda la impunidad con que han reinado sobre nosotros, a expensas de nuestra aún omnipresente y parasitaria incapacidad para ser una sociedad, un pueblo, y arrebatarles la risa del rostro a punta de justicia bien administrada.”


Así terminaba la entrada pasada del blog; con esa misma intención que describo allí, se darán las nuevas-viejas-mismas negociaciones entre venezolanos que aunque parecen opositores unos de otros, la realidad es que se complementan y retroalimentan en esta sádica relación que pretende perpetuar la manera de hacer política en el país, y lo vemos tan solo con valorar el panorama a partir de los personajes que en el escenario y tras bambalinas, protagonizan el nuevo-viejo-mismo encuentro.

Les voy a decir algo: Gran parte de estas cosas pasan, porque nos hemos acostumbrado a que "está bien" esa imagen del político que no cambia, de como si se tratase de una “marca registrada” invaluable tal y como está, como si fuera a permanecer inmutable en el tiempo para nuestro beneficio, y eso que aun frente a nuestras narices, ese mismo político no dude en degradarse en todo valor humano digno, conforme su desvergüenza y descaro crecen con el paso del tiempo a la hora de gestionar una y otra vez el poder a su favor.

Es lo que tenemos con esta nueva etapa de la “negociación”: Ante todo, a unos EEUU demostrando su filosofía pragmática: que a los pueblos se les inmola en la fogata del altar del dios que convenga en el momento a sus propios intereses; luego tenemos a una oposición que sigue sin tener NADA real con qué negociar la restitución de una Venezuela republicana fundada sobre valores dignos, y por ultimo, a un régimen dictatorial que se sabe inmune e impune mientras se mantengan unificados y en el poder que detentan sin rubor alguno.

Simplemente NO PUEDE SER que nos vayamos a tener que conformar con darle las “gracias” al régimen, (y de paso a los EEUU), por haber tenido (en un supuesto negado), la “nobleza y caridad” de haber “soltado” el poder, a favor de los personeros de la “oposición” para que estos hagan una transición “pacifica y democrática” en Venezuela. Eso sería más de lo mismo en el fondo, y se los pongo así: si ese escenario se cumpliera, seria para el país, lo que el gel es para un dildo a punto de entrar donde no quiere ser introducido. ¿Se entiende?.

Es un absurdo.

El oficialismo sabe que si renuevan y hacen transparente el registro electoral y el proceso eleccionario en si, con un cumplimiento estricto de la ley, pierden buena parte del poder (*), como le pasó a AD y sus políticos tras el triunfo de Hugo Chávez, aunque un mal manejo por parte del “ganador” de turno, podría traerlos a la vida nuevamente, en ese interminable y vicioso circulo político autosustentado que permite el relevo de la “derecha” por la “izquierda” y viceversa, hasta el infinito.

(*): A la luz de las ingentes cantidades de dinero robado de las arcas del Estado, es claro que su protagonismo difícilmente cesará en los próximos años, a menos que seamos testigos de un ejercicio de la Justicia casi "utópico" para la mentalidad del venezolano predominante.

Disculpen la aspereza, pero entendamos que si se salen con la suya oficialismo y oposición, lo que quedará en Venezuela será el “alivio” incomodo e injusto que siente el que ha estado siendo ultrajado y sólo dejó de serlo porque el violador decidió por voluntad propia, "irse" de la casa, mientras la familia y los vecinos guardan silencio y se hacen los que no vieron nada.

Esa es la incomodidad que solapadamente nos está carcomiendo hoy en día, y que no cambiará hasta que tomemos la justicia en nuestras manos, y hagamos ejercicio de ella, como un solo pueblo mayoritariamente de acuerdo en algo.

martes, 17 de mayo de 2022

EEUU y su errático proceder con el caso Venezuela.

 

!Cuando el rio suena, es porque piedras trae!”

La persistente información que circula sobre múltiples contactos entre funcionarios del gobierno de EEUU y el régimen liderado por Nicolas Maduro, que viene siendo reconocido a regañadientes y tras eufemismos diplomáticos por uno y otro bando, solo dejan ver las inconsistencias que el vivir a través de la política de los políticos, nos trae como consecuencia.

Lo digo por ambos protagonistas, pero particularmente por los Estados Unidos, pues es claramente un contrasentido que su DEA tenga recompensa sobre la cabeza de Maduro, y aún así envíen representantes a hablar con el, -y peor-, acordar ciertas concesiones a favor de destrabar ese juego político, hecho por los políticos.

La consecuencia es clara: Una poderosa erosión de la credibilidad del gobierno de EEUU, y una ya imposible de hundir más, imagen de la oposición venezolana.

El poder es tan firme en el régimen, que Estados Unidos con cada movimiento de acercamiento que tiene hacía éste, solo demuestra quien es el que tiene el “sartén por el mango” en esto del control sobre Venezuela.

La posición que adopta el gobierno del norte, es cuando menos odiosa, aún cuando se entiendan los hilos a los que obedece en el contexto de sus intereses a la vista de una inflación descontrolada en su territorio, y una invasión militar que a medio mundo de distancia, les recuerda que no todo se hace como ellos quieran.

Nos toca ser testigos voluntariamente impotentes de esta situación, al haber dejado toda opción de resolución al asunto de la tiranía que nos oprime en manos de unas tibias sanciones blandengues, y una oposición totalmente inoperante en cualquier cosa que no sea administrar y usar para su día a día, cualquier recurso monetario que caiga en sus manos, tras embaucar a algún político extranjero desprevenido de la “viveza” criolla.

Negociar es el pretexto de USA (y la excusa de la oposición para seguir “respirando” dinero) que le permite cambiar de políticas respecto al régimen de Maduro, reconociéndolo tácitamente con sus acercamientos, y de paso tomándonos el pelo al mismo tiempo, al obviar escandalosamente el hecho de que teniendo todas las cartas en la mano el oficialismo, nada tiene la oposición para exigir cambios importantes o medulares en el país, más sabiendo estos que cualquier cambio, supondría su probable remoción del poder y el más que posible enjuiciamiento de sus protagonistas.

Les digo que el panorama no es alentador en manos de los políticos de la política reinante: Quieren negociar la transición del poder a largo plazo, tan suavemente, que en realidad ninguno de ellos pierda la impunidad con que han reinado sobre nosotros, a expensas de nuestra aún omnipresente y parasitaria incapacidad para ser una sociedad, un pueblo, y arrebatarles la risa del rostro a punta de justicia bien administrada.


Aunque no lo crean, la decisión está en nuestras manos, y en la de un unos pocos lideres aún por salir del relativo anonimato.

No, la industria petrolera venezolana no necesita miles de millones de dólares para su reconstrucción.

 

Necesita es de un cambio en nuestra manera de pensar, de organizarnos y de administrar al país.


Toro Hardy probablemente no deje de tener razón en cuanto a la cantidad de dinero que pudiera necesitar la industria petrolera venezolana cada año y durante varios de ellos para remontar al menos dos décadas de retroceso, desidia y negligencia, y así nivelarse en algún punto que consideremos razonable a la luz de nuestras necesidades de desarrollo, y de las realidades energéticas del mundo que ahora existe.


De lo que carece Toro Hardy es de la constancia e insistencia en el eje de todo lo que acontece y padece el país: La perdida de conexión total entre los valores que consideramos loables, y la administración del poder a través de un Estado que velara por la prosperidad de la población, bajo un único estandarte: el de la propia ley.

Todos los que piensen y actúen como Hardy, insisten en centrar los indicadores de prosperidad en términos exclusivamente económicos, aunque como veíamos en el anterior articulo, no lo hacen bajo la premisa de una economía donde predomine la administración de la casa donde vivimos, sino de aquel torpe concepto que descontextualizado del valor humano de la existencia misma, se limita a medir todo en términos de dinero en movimiento.

Dinero en movimiento” es lo que ha tenido este país en los últimos 50 años, (por decir sólo un pequeño numero redondo), y ya vemos a dónde nos ha conducido eso: a la debacle y a la ruina de la mayoría no solo en terminarnos de verdadera riqueza circulante (dinero legal, productividad, vibrante mercadeo nacional e internacional, programas de desarrollo sostenibles y en marcha permanente), sino también de aquellos valores que fueran efectivamente defendidos, cultivados y honrados por una población aglutinada sobre un solo concepto de sociedad sensible pero pragmática.

El mismo Toro Hardy puede incluso que sea uno más en ese archipiélago de grandes hombres y mujeres que en nuestra tierra resguardan los mas hermosos valores humanos de ciudadanía y amor, pero al menos en lo “económico”, no hace más que hablar encasillada y limitadamente sobre una supuesta prosperidad a través del mejoramiento de una industria petrolera que de darse hoy, sabemos que con el resto de las condiciones actuales presentes (invariables en los términos de quienes manejan, disponen y gozan del dinero y el poder del país), no serviría para otra cosa que para hundirnos en la vergüenza por lo que aún hoy, casi parece que aupamos a que ocurra. Es en eso en lo que rueda por el piso miserablemente opiniones entubadas como las que casi en exclusiva, vemos por los medios venezolanos.

Por esa razón, no coincido con Hardy, y les invito a mirar con ojos críticos a personajes que como él, buscan cegarnos de la verdad completa, para ofrecerse siempre como guiás “útiles y desinteresados” de los demás, aunque al final no sirvan mas que para extraviarnos aún más.


No crean en nadie que como él, haya tenido protagonismo de alguna manera en la historia que nos trajo hasta acá; no lo hagan, PORQUE NINGUNO DE ELLOS ha admitido los errores, reconocido sus fallas, ni mucho menos, se ha puesto a la orden de la justicia para ser investigado.


¿Se preguntan por qué seguimos en este marasmo?: Precisamente por eso, por que nadie reconoce nada de lo que nos ha traído hasta aquí. He allí nuestra tragedia.


lunes, 16 de mayo de 2022

El Nacional se equivoca.

Veamos el titular en la imagen anexa.

Ahora apelemos al concepto de "Economía" de un país decididamente socialista (Chile), es decir, analicemos el asunto desde la perspectiva menos capitalista posible, para el gusto de los más escépticos; su Instituto Nacional de Estadística nos dice:

"La economía es la ciencia social que estudia cómo las familias, empresas y gobiernos organizan los recursos disponibles que suelen ser escasos, para satisfacer las diferentes necesidades y así tener mayor bienestar"

Dicho esto, dejemos claro que el oprobioso titular del diario El Nacional, decide hacer a un lado toda la retorcida realidad de la Venezuela convertida en Colonia criminal, haciendo énfasis en un dato que por si sólo, no muestra ningún crecimiento real, porque NO HAY MANERA DE QUE EN UN PAÍS SOMETIDO A UN RÉGIMEN DICTATORIAL DE ORDEN CIVICO-MILITAR, SIN EJERCICIO POSIBLE DE CIUDADANÍA EN LO ÚNICO QUE SUSTENTA TODO LO DEMÁS (la libertad), y que no sea por la vía de la rebelión, pueda hablarse de indicadores de "mejoramiento económico", cuando todos sabemos que más de tres cuartas partes de la población están sometidas invariablemente a la condición de supervivencia, pues dependen de salarios y pensiones regulados por el mismo régimen que los somete.

El "Observatorio de Finanzas", no tiene menos "miopía" que las encuestadoras que bullen entre los pasillos de Miraflores y la oposición.

Incluso si esos "indicadores" mejoraran en un 100 por ciento, seguirían siendo sólo los "indicadores" del régimen y de quienes estén alineados a éste, tal como le ha pasado en diferentes periodos de la historia al régimen cubano, o al de Corea del Norte, pero nunca en definitiva a sus respectivos pueblos, sometidos todos a nuestra misma tragedia.

Mientras no haya libertad real, no hay manera de hablar más que de "una posible y circunstancial mejora en la dieta entregada a los encarcelados", (es decir, nosotros).

No podemos nerviosamente buscar interpretar signos económicos a nuestro favor, cuando la mano que nos estrangula no da signos de aflojar.

Saben que no se trata de ser pesimista, sino ¡carajo!, de ser realistas, pisar tierra, y decidirse a hacer lo que se tiene que hacer para cambiar las cosas: salir todos a la calle.


NOTA: No, ni Guaidó ni nadie en la oposición tienen ni un sólo elemento de fuerza que sirva de amenaza al dominio absoluto que tiene el régimen; por tal motivo, no hay razón externa alguna para que el gobierno negocie algo que no sea el correr la arruga hasta el infinito.

domingo, 15 de mayo de 2022

¿Somos débiles por no tener líder, o nuestra fortaleza se cuece lentamente dentro de esa verdad?

El político se vuelve estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”

Wiston Churchill.



Pasamos por las manos de los líderes heroicos del pasado; cruzamos el desierto del líder mesiánico al que se le seguía u odiaba porque estaba contra todo lo demás dentro del mismo país; ahora estamos en un laberinto, cargando sobre nosotros el peso de los lideres muertos, al mismo tiempo que llevamos el peso de los que se han pretendido como lideres, todos malformados y discapacitados, mientras que parecemos ansiosos por seguir siendo guiados por esa antinatural mezcla entre personajes “muertos y vivos”, que sólo dejan como resultado “políticos zombis come-dinero”. (Entiendo que por eso hoy en día en Venezuela muchas personas aún acuñan bajo esa denominación de “líder” a apellidos como Guaidó, Leopoldo, Radonsky, Allup, Maduro o Chávez, y a quienes en consecuencia, siguen y defienden en cada bando que corresponda).

Obviamente a ellos no van dirigidas estas palabras; lo están hacia aquellas personas que han denotado en el paisaje político venezolano un suelo estéril en cuanto a liderazgo se refiere, y buscan explicaciones y también soluciones a esto.



¿Somos débiles por no tener líder?

No”, no somos débiles, pero si en definitiva, vulnerables; terriblemente vulnerables, hasta el punto de estar amenazados de no sobrevivir, porque lo que va quedando por Venezuela no es una tierra de ciudadanos, ni un país que se comporte más que como una colonia al servicio de terceros intereses.

Todos los “liderazgos” de los que hemos sido testigos en los últimos 30 años, han sido el epitome de lo que se podía construir malamente con lo que quedaba por país disfuncional, y como consecuencia directa de habernos acostumbramos previamente a dar por sentado que un “líder” era el personero del partido de turno que estaba a su cabeza o que había sido nombrado como candidato, y luego, cuando ya creíamos que nada peor podía pasar, en 1998 optamos por el que mas parecido hablaba a nosotros en nuestras arrogancias de pasillo y mesas de reunión, con el resultado en el que ahora estamos sumergidos hasta el cuello (y no precisamente en bendiciones).

Hay que entender que si hablamos de “ideal” en esto de liderazgos, entonces cada uno de nosotros debería liderar mediante su participación activa como ciudadano que ejerce lo político: Empapándose de lo que acontece, (cruzar siempre información para evitar manipulación y luego divulgar las criticas a que se diera lugar), para así poder estructurar opiniones a través de los canales colectivos (redes sociales digitales, presencia física en concentraciones y comunicaciones dirigidas a los representantes políticos designados para cumplir el mandato de las leyes que hayamos aprobado), con el fin de que se ponga en practica aquello que por consenso se haya estructurado como mecanismo transparente de Gobierno y Nación.

Sin embargo, cuando nos bajamos del podio de lo ideal, una “escalera” de opciones se despliegan ante nosotros: desde el peldaño más bajo ellos, (donde han estado todos nuestros “políticos” con los resultados que vivimos hoy), hasta el peldaño inmediato a lo ideal, desde donde poder exigir no sólo un currículo ético y profesional acorde a la responsabilidad exigida a los ADMINISTRADORES que requerimos, sino también con los acuerdos de compromiso a cumplir en mano, para hacer el seguimiento requerido mediante auditoria y así en caso necesario separar del cargo y enjuiciar oportunamente a quien se desviara de su función.

No haber tenido lideres “sanos” sólo nos ha puesto en el incómodo pero necesario escenario de asimilar lo que no puede seguir teniendo un “líder” o “dirigente” para poder funcionar, puesto que en todo caso SOLO ESTÁ LLAMADO A ADMINISTRAR LO QUE YA ESTA DESCRITO EN LA LEY.

Recalco esto porque nuestra mayor desgracia ha sido el creer que el político se nombra exclusivamente para que nos diga cómo hacer las cosas, como si la Constitución y las leyes no estuvieran ya sobradamente claras y detalladas.

Creer que necesitamos guía para vivir como nación es sin pretenderlo, reconocer que no entendemos en lo absoluto de lo que es ser ciudadano, y de qué en consecuencia, se trata eso de vivir organizados bajo un concepto de sociedad nacional.



Entonces, ¿nuestra fortaleza se “cuece” lentamente dentro de esa verdad?

Si”, definitivamente se está cociendo con una lentitud desesperante, y admitamos que se debe en parte a que la “leña” del necesario “fogón” para cocer ese caldo de “dignidad colectiva” ha emigrado, y la restante leña que aún queda, decidió “mojarse” en sus asuntos cotidianos relacionados al tema de ver cómo sobreviven, por miedo a terminar hecha cenizas sin aparentemente lograr nada, como la leña que le precedió.

Digamos entonces que esa fortaleza finalmente cocida hasta su correcto punto consistirá en:

1: Entender que nadie hará la tarea por nosotros, el pueblo;

2: Que necesitamos y podemos asignar la función temporal de líder a mucha gente, con la única condición de que no sean ellos los que decidan por nosotros nada, ni sean capaces de escapar impunemente con la cabuya en la pata, diciendo luego “yo no fui”;

3: Que el liderazgo “vitalicio” se hace innecesario una vez se nombran por elecciones a los funcionarios que administrarán el poder de las leyes y permanecerán bajo observación por parte de ellas, hasta que sea necesario la irrupción de nuevos liderazgos;

4: Que la única fortaleza que cuenta, es la de estar convencidos como mayoría, de que el proyecto que defendemos para vivir juntos puede funcionar, si y solo si estamos dispuestos a ejercer la justicia para la supremacía de la libertad individual ciudadana.



Mientras ello ocurre, pasará que seguiremos en manos de estos rufianes disfrazados de las más variopintas tendencias políticas en boga, hasta que I: Ellos mismos cedan el poder y se lo “transfieran” al otro bando cómplice, o II: Nos levantemos estimulados por 1: la verdad ya inocultable que nos ha llevado a unificarnos y sentir orgullo y emoción por ello, o 2: por la ocurrencia de un terrible acontecimiento que fracture de muerte el stablishment presente.

Como siempre, depende de la decisión colectiva que tomemos, pues el cambio verdadero está en nuestras manos, por la vía pacifica del levantamiento total(*), o de la violencia generalizada(*).



(*) ¡Cuidado!: Si bien Ghandi logró la inflexión del subcontinente indio por la vía del “mínimo” derramamiento de sangre posible para el contexto cultural e histórico de las naciones que se formarían luego, a personajes como el alemán Adolf Hitler en Europa, no se les saca jamás más que con el uso de la violencia total.