martes, 7 de julio de 2009

Sobre lo elemental de ser venezolano...(IV)

Responde entonces la pregunta: ¿Qué es ser venezolano?
Creo que es una buena pregunta; como aquella de ¿Quién soy yo?, o ¿Quiero vivir en esta nación y ser parte de su pueblo?,-aunque hayas nacido aquí en Venezuela, debes hacerte esa pregunta-. Es una interrogante que en realidad podría hacerse cualquier ciudadano en cualquier país del mundo, pero obviamente, la centraremos en nosotros mismo, ya que estamos claros en que lo nuestro es Venezuela.

¿Saben?, a veces creemos que lo expresado de manera complicada y/o muy elaborada, debe ser cierto; en ocasiones olvidamos que existen analogías muy interesantes entre algo aparentemente muy complejo, y un evento, o pasaje cotidiano. Es por eso que acá podemos establecer comparaciones entre un adolescente, y Venezuela, o entre la familia "equis" que vive en una casa cualquiera, rodeados de vecinos variopintos en sus actitudes. Ejemplos simples a veces nos permiten introducirnos en aspectos nacionales que son complejos, sea por su dinámica, o por la cantidad de errores y vicios que en ello, como nación, hemos generado.
En fin, hablamos de qué es ser venezolano. ¿Se han hecho esa pregunta?. No es lo mismo que ser Canadiense, o Filipino, ni mucho menos Botsuano.

Para comenzar, estamos en surámerica, donde mas de una vez se ha dicho, con razón, que somo el crisol del mundo; el sitio donde confluyen todas las culturas y razas del planeta, con todas sus culturas, creencias y vicios
-por eso este "arroz con mango"-. No es lo mismo que podríamos decir de USA; ellos básicamente fueron inmigrantes Ingleses y europeos del norte y centro que crearon una nación en una tierra conquistada y colonizada por el imperio británico -¡eso si era un imperio!-, donde desde muy temprano, en comparación con el resto de América, se estableció una nación con una visión pragmática del mundo de ese entonces.

En el resto del continente, el amalgamiento fue distinto, y menos contundente de alguna manera en sus concepciones libertarias; brillaron los trabajos de Bolívar, de San Martín, o de O´higgins entre otros, pero los resultados no fueron iguales, ni mucho menos homogeneos. A partir de aquí, mejor dejárselo a los historiadores para que no los expliquen. Lo que queríamos tomar de esto es que la resultante acá fue una nación con ambiciones libertarias, pero también una nación cándida (si me permiten la definición para una época tan dura como esa), que signó desde entonces, lo que Venezuela ha sido, y lo que sus vecinos no.

Saltemos al presente. Planteemos nuevamente la pregunta: ¿Qué es ser venezolano?. Hoy, en medio de consignas de hermandad latinoamericana e igualdad de todos, que de paso son validas, pareciera diluirse aún más nuestra débil concepto de venezolanidad. Creo que no podemos decirle a la familia de al lado, como deben comportarse, si nosotros tan sólo le estamos diciendo lo que aspiramos ser, porque aún no lo logramos. Algo parecido pasa con nuestro poder económico como nación: Podemos ofrecerle al vecino pintarle y arreglarle la casa, pero se vería mal si eso lo hacemos antes de tener la nuestra impecable; algo debe estar fallando.

De todas maneras, el punto de la venezolanidad queda en suspenso; esta pregunta debe cada uno de nosotros responderla con claridad, pues de ello depende nuestra convicción y empeño para hacer del alma de la nación algo tangible mediante la constitución y sus leyes. Recordemos con humildad, que nuestros derechos terminan donde comienzan los de los demás, que son iguales en toda su extensión. Igual nuestros deberes, aunque estos a veces pueden traspasar nuestra propia identidad, para ser absorbidos por el colectivo, como inspiración de valor y rectitud. Esto debería ser el caso de servidores públicos, -contratados o elegidos-, maestros, policías y médicos, cuando menos.
El caso contrario también sucede, cuando alguna falla en la aplicación de las leyes permite la creación de coyunturas, que facilitan la transgresión de las mismas, y aún servir como ejemplo e inspiración para el colectivo, siendo esto peligroso por su naturaleza visceral, de cabeza caliente.

Recordemos que sólo reconociendo nuestras fallas, podremos superarlas; por muy buenas intensiones que tengamos, al final son nuestros actos los que terminan escribiendo nuestra historia, que no auguran dulces recuerdos cuando se escapan al control del alma escrita de la nación, y a los que sentimos que en verdad, debe ser un venezolano...

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