jueves, 14 de febrero de 2013

La naturaleza aborrece el vacío.

...Mientras, el país se comporta como un huérfano,   tratando de entender su puesto en el mundo y hasta su propio significado...

Una bandera hecha gorra; una gorra que como la bandera, da para todo, como si de una prostituta que por costumbre más que por necesidad, trabajara en el viejo y siempre buscado oficio.

Cuesta conseguir las palabras adecuadas para describir el ruinoso estado de las cosas y de las actitudes en Venezuela, mientras que los barrabas de la política contemporánea, dan sin saberlo, sus últimos pasos.

Como las antípodas del viejo y querido mesías,  los protagonistas de esta historia trágica nacional llegaron no para unir, sino para sembrar la división; el gran choque contra la pared de la ironía  es anunciado con trompetas rojas tocadas sobre mesas de unidad, mientras los atrileros, antes a la sombra, ahora juegan a ser los actores principales.

Triste contradicción que enceguece a los que estaban llamados a ver, y da voz a los que debieron callar...

Voces vacías, que critican por ver que el país se cae a pedazos, mientras que nadie alza la voz para exclamar que todos somos culpables. Bolívar, el grande, el mancillado por quienes siempre detentan el poder, decía: "Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad publica: la ignorancia y la debilidad".

El tiempo más difícil se va aproximando inexorablemente: el tiempo de reconocer y decidir. El que y el por qué, quedan como preguntas para vuestros corazones.

No permitan que los errores pasen en vano, ante una supuesta incapacidad manifiesta para sacar una lección de vida.

El resto de nuestra vida republicana está esperando por todos, a la vuelta de la esquina de la razón.