domingo, 23 de octubre de 2016

¿Qué pasa en Venezuela?

Estoy convencido de que lo que está ocurriendo, estaba cantado desde hace años.
Este es un país usufructuado, y los verdaderos dueños se están hartando del trato injusto.
Habían opciones más democráticas, y también opciones menos democráticas, pero se ha dado lo que vivimos por la calle del medio de la sinvergüencería y a la vista de todos, como la resultante de una profunda y nefasta mezcla entre lo civil y lo militar, con los bienes de la nación como adhesivo, en medio de lo que visto desde afuera, se antoja como una orgía de deprave moral y fornicación constitucional.
Que los que gobiernan en Venezuela se quiten ahora la careta solo porque ya se sienten cómodos dentro de capas tras capas de protección creada por años de tecnicismos pseudo-legales, teorías revolucionarias acomodaticias y justificaciones épicas, no significan necesariamente que sea porque se les cae alguna parte de la estructura de poder que han levantado, como tampoco es porque se esté haciendo más visible lo que estaba a la vista en realidad desde hace más de diez años: una dictadura informal, que no necesitaba ni siquiera “formalizarse” para hacerse con el poder, pues ya lo tenían, y ante eso, los que estamos vivos aquí en la Venezuela del presente, nos toca comenzar a experimentar, -ya por fin con las mayorías cada vez más conscientes de que ello ocurre-, el sabor agrio de la dictadura de los que hoy nos dominan.
¿O acaso, no nos tienen “dominados”? (como sociedad nacional).
La riqueza distribuida a las masas hambrientas de paternidad, definitivamente consolidó el poder, y no porque cegara a las masas con esa riqueza (pues ciegas están en realidad desde que nacieron en cuanto a la definición republicana; ceguera levantada por cierto, como monumento al fracaso cuartorepublicano), sino porque hizo sentir cómodos a millones de almas que siendo venezolanos o no, terminaron adquiriéndose a la membrecía revolucionaria con gusto.
Venezuela no solo ha rodado cuesta abajo cayendo desde las altura de lo moral y de lo ético; también ha terminando cayendo en el fango de lo pesetero, poniéndole precio a todo, y viviendo a través de esa valoración materialista de las cosas, que ya no acepta trámite alguno en ningún tipo de gestión, sin que haya dinero de por medio, aunque se tratase en principio de un asunto gratuito.
Aquí, como en cualquier país y tiempo humano, nunca se repartió poder: solo se creó la ilusión de ello a través de la distribución no auditada pero siempre bien direccionada en términos de beneficios políticos para los gobernantes, de las riquezas del Estado (con infinidad de “peajes” y cobro de favores de por medio), y eso fue suficiente sin embargo, para hacer sentir a gusto a millones de seres. Tantos de ellos fueron seducidos en Venezuela, que en realidad resultaron suficientes para permitir la llegada al poder de aquel que siendo conocido por todos como incapaz y zalamero en extremo (Nicolás Maduro),  bastó el haber sido ungido por el líder mesiánico al calor del delirio de su enfermedad terminal,  para que se lanzaran a sus brazos, con el deseo casi secreto pero por todos anhelado, de seguir disfrutando de todo cuanto se les obsequiaba en la revolución bonita.
Hoy, cuando postergan hasta quién sabe cuándo las elecciones regionales, o cuando  suspenden el referéndum revocatorio ya de por si herido de muerte para el 2016, (en espera quizás de un 2017 que a su vez les permita redistribuir a lo interno del PSUV y de las Fuerzas Armadas el poder una vez que Maduro fuera revocado), o  incluso cuando se prohíbe la salida del país y se persigue a ciertos personajes de la chiripero oposicionista (sea en la calle o en la Asamblea Nacional, con los colectivos comandados por los mismos personajes de siempre), resulta que impresionante que a pesar de ello, las cosas parecieran seguir inmersas en un absurdo juego que solo pareciera ratificar el reinando de la confusión entre las masas, mientras mantienen/retienen las riquezas bajo el control de las minorías que gobiernan o co-gobiernan (empresarios aliados, testaferros, factores político-económicos externos, entre otros).
El gobierno ha sabido llevar con premeditación y manejo psicológico, el uso de técnicas distractoras, (como aquella de tirar dos “piedras”, para ocultar su verdadera intención, pues solo un instante después recogen una de ellas y hacen creer a quien caiga en su juego, que se ha rectificado en el proceder gubernamental, logrando al final siempre, con la “pedrada inicial bien colocada”, su discreto propósito de control y mantenimiento en el poder a expensas de los engañados). Es en parte por eso que entre los diez personeros más importantes del país en el gobierno, han dicho suficientes afrentas a la República y a sus ciudadanos al lanzar públicamente esas “piedras”, como para haberles detenido y enjuiciado por lo menos una decena de veces a cada uno, y sin embargo, la “nada” sigue operando impunemente, como prueba del efectivo alcance hasta ahora conseguido por sus singulares técnicas de gobierno utilizadas.
Y no se escapa de esto la oposición, sean que estén presos, en “casa por cárcel”, en la Asamblea Nacional, en Gobernaciones o Alcaldías. TODOS SON CULPABLES de algún modo, por dilatar la toma de medidas estrictamente legales, pero en profundo concierto con el espíritu constitucional (que es social), de nuestra carta magna. Pilatos no puede señalar de inmoral a Judas, porque al final todos ellos son igualmente responsables de cometer injusticias; al menos tanto como la misma turba de “pueblo soberano” que eligió a Barrabas, en vez de al Jesucristo de la Palestina del siglo uno.
Si se preguntan por qué una caminata de mujeres en Caracas, dirigida por María Corina Machado no tiene más efecto que el de perder calorías al calor del cielo caraqueño, es porque aun no existe  la “masa crítica de sociedad” orientada hacia una misma idea, y eso ocurre porque la oposición y el chavismo no han sabido resistirse a la tentación de pasarle por encima cada vez que se requiera, al espíritu de la constitución, a favor del poder puro, como medio de estatus y riqueza personal.
Las caminatas que no van a ninguna parte, solo desgastan.
Por no haber mostrado ninguno de ellos precisamente  la capacidad para poner sobre sí mismo y sin condiciones a la constitución, es que las cosas pasan como vemos y padecemos. Le pasa lo mismo a cualquier país, (incluyendo a EEUU), en cuanto la “dictadura de la constitución y la ley” son dejadas de ser leída con ojos de consenso social, siendo entonces tergiversada y adaptada su interpretación al capricho del interés de pocos, que no dudan en usufructuar el bien común.
No hemos entendido que realmente vamos a “vivir y disfrutar” cuando veamos que la constitución y las leyes se cumplen; nos “regocijaremos” seguramente al contemplar cómo lo injusto es castigado, y sus víctimas resarcidas en sus pérdidas de alguna manera. Nacerá de inmediato la esperanza, y con ella la resolución a pasar por sacrificios, no ya para aguantar y sobrevivir por nuestros hijos, sino para construir precisamente para ellos, un país a imagen de nuestros sueños, pero abierto a la mejora y a la incorporación de los propios sueños de nuestras generaciones de relevo, porque estaríamos entonces ante la letra del espíritu nacional (la de la constitución que hayamos aprobado) cumpliéndose a cabalidad, dando origen a la semilla del árbol frondoso nacional donde todos conseguiríamos cobijo, alimento y buena semilla para el futuro.
No insistan queridos compatriotas en ser opositores o  chavistas a ultranza; olvídense de aquello que no dé pie a la concordia; suelten las amarras que los atan a los pensamientos de un solo hombre en un bando o en otro; es necesario que se arrojen por la borda las arrogancias, pues debemos recordar en todo momento que únicamente los radicales están o bien sedientos de llegar al dominio del poder, o bien fanáticos por retenerlo, o bien, resentidos por no haber alcanzado jamás dicho poder. A eso se resume la miseria humana: A los tres conjugaciones del poder: pasado, presente o futuro.
No se sorprendan por lo que ocurre; más bien céntrense en qué soluciones quieren para las cosas, porque son esas las que tenemos que exclamar a viva voz para que los que se pretendan convertir en voceros y articuladores políticos de la voluntad popular (la verdadera voluntad: la de todos), llegue a materializarse en un plazo razonable de tiempo, cuidándose de que esas soluciones sean de provecho para cada uno, al menos en lo que se refiere a la oportunidad igual para todos. Lo demás, lo iremos canalizando con el profundo sentido de justicia social y cero viveza que anhelamos contemplar con cada amanecer en esta bella tierra.
No permitan que la situación los haga desfallecer; estos son tiempos en que hasta a Dios algunos pueden poner en duda, pero como les he dicho en el pasado: ¿No es acaso en los momentos de tribulación donde los verdaderos valores de los que estamos hechos, se ponen a prueba?
Maduro y sus cómplices, esos que no dudaron en dejar de ejercer la constitución en su letra y espíritu, viven un tiempo prestado. La tragedia llegó a Venezuela porque su gente no supo empoderarse de la ley, y solo ahora que cada uno está sufriendo las consecuencias, es que la larga cadena de eventos que harán dejar atrás a la quinta república, ha acelerado su movimiento.

Tengan Fe; tengan buenas ideas y manifiéstenlas. No les dejen a los demás el trabajo de pensar y vivir por ustedes.

miércoles, 12 de octubre de 2016

La ilusión de la impunidad.

Tierra arrasada por la barbarie de la que es capaz el ser humano; así se presenta Venezuela: Desde el frenesí por el perpetrado robo de dólares por parte de los llamados cuello blancos (funcionarios y relacionados con éstos), pasando por los crímenes “comunes” en una sociedad “acostumbrada”, hasta llegar a la locura del canibalismo y lo bizarro en las cárceles sin ley, a la sombra de un  sistema penitenciario corrompido y nefasto.
Toda acción tiene una reacción, como todo efecto ha sido originado por una causa. Por eso es que hasta el sol de hoy, hemos sido incapaces de ver el problema antes de que este aparezca, y ello ha traído el lamentable “cuadro situacional” que se nos presenta delante de nuestras narices, aunque no como el anuncio de final de los tiempos que muchos parecieran esperar, sino más bien como el ultimo crujir de algo que no puede seguir doblándose y cediendo más, amenazando ahora con devolverse hacia nosotros con violencia inusitada, a razón de la energía acumulada a través de los años de tanto errar al andar.
Ciertamente la justicia se antoja hoy inalcanzable, quizás de la misma manera en que la impunidad pareciera revolotear sin limitación alguna sobre nosotros, aunque siempre en medio de un aire que por ser transparente, no oculta la verdad de cómo aquello que es ofensivo, llegó hasta aquellas alturas.
El presente no es fácil para la mayoría de los venezolanos, y la verdadera dureza de estos tiempos viene del hecho de que los años que precedieron esta debacle anunciaban el desenlace que tales circunstancias toleradas por la sociedad, generarían más tarde.
Ese fue en parte el origen de este blog con sus  “reflexiones sinceras sobre Venezuela”, (y sobre los venezolanos); al menos así pensaba cuando lo titulé y así he procurado llevarlo desde que en el 2009 comencé a escribir sobre esta querida tierra que de a poco en poco se venía a menos en manos de gente que no terminaba de atinar que hacer para asumir un camino congruente de crecimiento y justicia social permanente.
He sido testigo, (como todos ustedes), en la manera en que la nación ha caído victima de su propia sociedad, incapaz de articular un gobierno coherente mas allá de las apetencias particulares de periodos tras periodos de gobiernos, y esto, que podía sin embargo verlo sintiéndome un poco como espectador, ya hoy no puede seguir siendo así, pues me encuentro envuelto en todas las vicisitudes concebibles que podía padecer el venezolano de a pie (esos que somos mayorías, insisto), y que en todo caso es como lo está pasando cualquier persona que en esta nación haya optado por ser honesto y en su propia capacidad, correcto.
Escribir se ha vuelto difícil, porque por un lado siento con cada vez más fuerza que lo que había que decir, dicho está, y las acciones que han de tomarse esperan más bien por las mayorías que en algún momento despertarán y reaccionarán al calor de sus conciencias, más que por la visceral reacción de sus estómagos.
Por otro lado, no puedo renegar que mi vida se ha estado circunscribiendo cada vez con mayor intensidad al solo esfuerzo de intentar lograr llevar el sustento del día a mi familia (ni de lejos para la semana), no ya con lo que gano en una quincena (que no representa en mi empresa ni un salario mínimo), sino con lo que logro hacer casi que en el día a día, consiguiendo algún trabajo extra, o vendiendo algo que tenia.
Ver en cada jornada que pasa con una lentitud angustiante, el cómo mi familia pierde peso y se desnutre por los desatinos nacionales de otros, resulta muy duro, y más cuando veo que a todos los que me rodean (compañeros de trabajo, familiares, amigos, vecinos) pasan por el mismo proceso al estar cada vez más limitados por sus menguados ingresos frente a la inflación galopante y sin control, donde reina la aberración de los precios en la economía nacional.
Desamparo frente a tanta injusticia; frustración ante tanta impunidad; impotencia ante los que se escudan en el hecho de ser gobierno para hacer lo incorrecto y censurable. Un cuadro desgarrador y desolador donde únicamente los valores propios y la resolución a no ser aplastado por las circunstancias te mantienen de pie, aferrado a lo que has concebido como moral y ético, como correcto y enaltecedor, pero sin saber a ciencia cierta a dónde te llevará aquella obstinación por hacer lo correcto.
Y es que la limitación como sino de todo cuanto nos rodea, se ha instalado entre los venezolanos, solo para mostrarles a los pocos que quieran verlo, que lo más difícil apenas comienza a tocar nuestras puertas, a causa de los responsables primarios de todo esto: El mismo pueblo, -el colectivo que somos todos-, hoy ultrajado y arrasado, dividido y aún así arrogantemente incapaz de dejar la prepotencia a un lado y buscar en comunión, la salida a la crisis conceptual que se han negado a aceptar, pero si a padecer.
Mientras, los responsables secundarios (los elegidos a cargos públicos, y los funcionarios que aun recibiendo una paga mensual, optan por el tráfico de influencias y el robo de bienes del estado), siguen “enlodazados” en medio de sus propias heces productos de tanta ineptitud y desprecio por lo moralmente correcto, hundiéndonos a todos nosotros en el proceso final de esta etapa humana en la que nos hemos empeñado en vivir y hacer eterna. Nada cambia en apariencia, y el fin de la republica (que no de la nación), pareciera casi que la única salvación concebible para sacudir desde sus cimientos a toda la sociedad, hambrienta de autoestima (como de alimentos), y por ello crédula ante la lisonja de quienes terminan abusándola.
Estas cosas las digo porque es claro a estas alturas de los acontecimientos y tendencias, que los que están aferrados del poder (el chiripero que hace vida bajo el cadáver del PSUV), no quieren perderlo a través de un “referéndum” que saben perdido de antemano, por lo que  lo entorpecen mediante el recurso del ardid político-jurídico, declarando abiertamente que no quieren que no se hará fuera de sus propias condiciones y tiempos.
A esto debemos unirle las declaraciones realizadas por varios diputados oficialistas, defendiendo que no se hagan elecciones de gobernadores este año, por los “problemas económicos” que hay en el país, lanzando con ello a la letrina todo mandato constitucional que apuntara al ejercicio de la voluntad popular en los plazos previstos, en una acción que resulta ser hecha a imagen y semejanza de lo hasta ahora orquestado por el gobierno y el CNE para impedir que el espíritu de la constitución se cumpla mediante un ejercicio soberano y democrático.
Ante estas cosas no podemos quedarnos con la boca abierta contemplando bizarras pretensiones, como si sorprendidos estuviéramos ante tamañas osadías, cuando lo que es realmente impresionante es la ceguera social que ha impedido ejercer entre todas las partes, ese ejercicio de soberanía que cualquier empeño republicano exige de todos.
El adjudicado presidente de la Republica (Nicolás Maduro), es ya poco menos que un loco jugando con su propio excremento en los pasillos del manicomio, mientras que el retorcido jefe de enfermeros que le cuida (Diosdado Cabello), se complace ante el espectáculo grotesco que le permite seguir tras bambalinas al mando de tan patético equipo de “cuidadores” del “psiquiátrico” en el que se ha convertido Venezuela.
No me pidan entonces que ante tanto sufrimiento personal y colectivo que nos rodea y atraviesa, siga siendo considerado con quienes abusan de lo que somos; no me pidan que no diga que metiendo en una licuadora a oposición y oficialismo juntos, no lograría conseguir ni siquiera comida para cerdos, porque ya no puedo. Todos somos patéticamente culpables de esta debacle que ahora nos arropa y ahoga: “ciudadanos y extranjeros” que en este país creyeron que con solo ir a votar cada 5 o 6 años por el personaje de turno que prometía amor eterno para su pueblo (Chávez incluido), todo se resolvía, sin que mediara algún tipo de control efectivo por parte del ahora ya desdibujado “soberano”.
Patética ilusión, que pareciera ser convalidada entonces por esa recientes encuestas misteriosas que afirman que la esperanza del venezolano está creciendo, al igual que su optimismo, y que mas que demostrar alguna mejora en la percepción que tienen los venezolanos sobre la situación, en realidad estarían demostrando qué tan disociados estamos del origen y sustento de la crisis existencial que vivimos, primero como sociedad, y luego como nación capaz de ser estructurada estratégicamente mediante el concepto de republica, para alcanzar un progreso determinado.
Cual territorio en guerra, solo devastación y dolor van quedando, y como siempre, únicamente los sobrevivientes podrán superar las barreras firmando la paz para cambiar aquellas cosas que dieron origen a la debacle original. Únicamente queda resistir y declarar a viva voz nuestra inconformidad con la situación, sin dejar de intentar actuar bajo todos y cada uno de los mecanismos institucionales disponibles y aún sobrevivientes, como única vía racional y controlable en el tiempo para obtener cambios, no ya para nosotros, sino para nuestros hijos.
No perdamos de vista que en ese cielo despejado donde revolotea la impunidad, también la justicia planea señorialmente y a mayor altura a la espera de un cambio social, que como en la Europa de la postguerra con los juicios de Núremberg, llegará y la impunidad no será más sobre este tiempo y esta tierra.
El referéndum debe ir, aunque sea en el 2017 para sacar a Maduro y marcarlo en la historia como el primer presidente revocado por su mal gobierno. Las elecciones para el 2019 llegarán, y otros cambios arribarán, en la medida en que el dolor de paso franco a la verdadera esperanza: Aquella forjada al calor de acciones coherentes, de pasos firmes dirigidos hacia la verdadera soberanía. La que nace de los que aquí vivimos, obsesionados por las verdad, el honor y el recuerdo de quienes quedaron en el camino intentando cambiar las cosas.
No lo olviden: “El honor no está en la rigidez con que procede, sino en la honestidad con que se hace”.

Consigan un político que trabaje en función de ello, buscando siempre el consenso de la gente, y tendrán un buen dirigente; un buen líder para iluminar el camino que nosotros hayamos escogido…