sábado, 21 de enero de 2017

La muerte del referéndum revocatorio. ¿Por qué pasó?

Los políticos venezolanos acobijados o no bajo el estandarte de la MUD, han optado por dejar a un lado el mecanismo del referéndum revocatorio, a favor de concentrar sus “recursos” en la realización de las elecciones de gobernadores y alcaldes, a pesar de que estas se realizaran cuándo y cómo el gobierno dicte a través de su Consejo Nacional Electoral (CNE).
Eso lo saben todos ustedes. Ahora, lo que no se menciona, es que en esa decisión opera con más peso el repliegue hacia algo menos traumático y sacrificado pero con mayor número de puestos disponibles para repartir entre los abanderados de las distintas toldas políticas que finalmente el CNE autorice a existir.

Ellos, -no nosotros-, han decidido que el revocatorio no se puede intentar hacer. El que ellos actuaran descoordinadamente, y pusieran en bandeja de plata al gobierno la pobre y raquítica excusa (pero suficiente, dada la institucionalidad inexistente), para no poner en acción la soberana petición revocatoria que debía ser consultada, se ha escapado a lo que nosotros como colectivo podemos controlar a nivel de los partidos, en una clarísima evidencia de que la dictadura de los pocos, ya abrazada sin rubor por el gobierno -y los despojos del PSUV-, también opera a su modo y en espera de su turno en el poder, en la maltrecha y dispersa oposición venezolana.
Primero: Queda el precedente de que la solicitud de referéndum fue realizada en el tiempo previsto, por lo cual el estado ha debido, -y debe aún- promocionar su realización, separando su resultado de cualquier lapso de tiempo generado a partir de tecnicismos. Luego, Aun si no se cumpliere con lo primero, el Estado aún difícilmente puede esquivar frente al mundo la realización de un nuevo llamado a referéndum consultivo, para esta vez sí, decidir si Nicolás Maduro se va o no del poder.
Ninguno de los dos escenarios se realiza sin embargo, porque a nadie (gobierno y oposición), le interesa en el fondo la ejecución de tal mecanismo constitucional y republicano, lo que a su vez viene a reforzar la noción ya materializada de una dictadura de facto, operada por el gobierno y de algún modo (al falta de acciones contundentes y razonables), por la misma oposición.
La aparición de una tercera vía (no comprometida ni vendida a los dos bandos existentes, sino separada legal y éticamente por la misma distancia hacia ambas partes, pero en estrecho consenso de acción con la corriente principal existente en la sociedad venezolana), se hace necesario no meramente como requisito de triunfo, sino más bien como garantía de coordinación social y ejercicio real del concepto republicano social y justo en nuestro país.
El referéndum revocatorio DEBE HACERSE, independientemente de que se programen y efectúen las elecciones que constitucionalmente ya están en mora. Seguimos teniendo la necesidad de hacer pasar a la historia a Nicolás Maduro, como el primer presidente revocado, por negligente y traidor a los valores republicanos establecidos en la constitución. Necesitamos comenzar a ver la rueda andar; necesitamos salir de esta nada en la que vivimos.
Recuerden que concretar cualquier referéndum o elección, -y acatar en los tiempos previstos, sus resultados-, supondría el fin de la dictadura, y no la demostración de que esta, no existía.


En dictadura, es posible cualquier interpretación jurídica.

(A propósito del truculento asunto del "nacimiento y sin otra nacionalidad”)

No puedo comenzar esta entrada al blog asumiendo que el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, esté cometiendo en una imposible y desafortunada seguidilla, una especie de cadena de malas interpretaciones referidas a la constitución de la nación, porque por lo menos yo si reconozco que estamos en dictadura, y que dentro de las mismas, la manipulación de la ley es un proceso cotidiano para darle piso jurídico y político al régimen impuesto

Permítanme recordarles puntualmente que se está en dictadura, cuando los medios que tiene una sociedad para cambiar una situación nacional, son neutralizados mediante subterfugios pseudo-jurídicos; cuando los derechos de los ciudadanos y los medios de organización de esta, son violentados e irrespetados, y cuando el presidente se abroga para sí, la toma de decisiones reservadas expresamente por la constitución a alguno de los poderes que constituyen la república.

Lo demás, (y me disculpan la expresión), son pendejeras de gente intimidada que no quiere aceptar la realidad en la que vive.

Todo esto viene en este instante a colación, por la reciente decisión del TSJ que libera a los de doble nacionalidad, del único impedimento que les impedía acceder al poder que supone en Venezuela, el ejercer la presidencia de la república, y esto, naturalmente, porque actualmente la vice presidencia y la presidencia, son ejercidas inconstitucionalmente por ciudadanos con esa condición.

NOTA: No pierdan de vista que en Venezuela se han dado cientos de casos donde ciudadanos de otros países han llegado a nuestro territorio y en cuestión de semanas adquieren número de cédula de identidad que los acredita como hombres y mujeres nacidos en el país, aun cuando ese mismo día les hagan una entrevista y no sepan nada de castellano.

Para quienes gustan leer las referencias legales antes de emitir juicios, les dejo acá los artículos en cuestión, dentro de la constitución venezolana:

Articulo 41: Plantea que solamente los venezolanos por "nacimiento y sin otra nacionalidad", podrán "ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal o Fiscala General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la seguridad de la Nación, finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos”.


El artículo 227: "Para ser elegido Presidente se requiere ser venezolano o venezolana por nacimiento, no poseer otra nacionalidad, mayor de treinta años, de estado seglar y no estar sometido a condena mediante sentencia definitivamente firme y cumplir con los demás requisitos establecidos en esta Constitución”.


Ahora entremos en materia y contemplemos una prueba “viviente y en estado salvaje”, de un acto cómplice con la dictadura referida, ejecutado en esta ocasión por el mencionado “Tribunal Supremo de Justicia” de Venezuela:

 “Esta Sala, como máxima garante e intérprete de la Constitución (…) establece que el requisito de poseer  la nacionalidad venezolana por nacimiento, como única y excluyente, es una condición esencial para quien aspire a los cargos públicos que requieren tal condición expresamente en la Constitución, por ello los ciudadanos y las ciudadanas que aspiren a un cargo público y que en el Texto Fundamental se establezca tal condición, estarán sometidos al presupuesto de la nacionalidad venezolana originaria como única y excluyente, y por ende obligados a abstenerse de optar a otra nacionalidad o si es el caso, a renunciar a la otra nacionalidad u otras que ostenten, para poder participar en la elección o en la postulación del cargo”,  (magistrado Juan José Mendoza).


Como imaginarán, el articulo se puede interpretar al menos en dos vías muy distintas: la primera, la que precisamente (y conveniente para los que son actualmente vice y presidente, respectivamente), ofreció el TSJ (que se encuentra éticamente señalado por su irregular manera de ser nombrado y por su forma de obrar a partir de ese punto); la otra:

Que habiendo adquirido o teniendo otra nacionalidad por la razón que fuere, lo descalifica para el cargo.

En mi opinión, la segunda priva sobre la primera, por un principio elemental de conservación del valor y el interés de Venezuela:

No hay manera de comprobar que los intereses nacidos de una segunda nacionalidad, no vayan a tener influencia en las concepciones, posturas y decisiones del que asume esos cargos y gobierna, con relación al país que fue origen de su segunda nacionalidad, independientemente de que se renuncie a ella.

En esto, únicamente un tribunal coordinado con un régimen dictatorial, puede justificar lo injustificable y aun permanecer incólume.

Como vemos, la renuncia a una nacionalidad especifica no implica por si mismo que los intereses adquiridos a través de una crianza y lazos familiares y de otras lealtades por dicha condición desaparezcan o se mantengan en privado; más aún si consideramos que incluso nuestra propia constitución establece mecanismos para que un ciudadano pueda “renunciar a ella (la ciudadanía), y luego retomarla (*), y si ello existe en algún instrumento legal en el mencionado país de origen de la nacionalidad cuestionada, suficiente es entonces para revertir la condición modificada y con ello hacer del acceso a la presidencia de Venezuela, una cosa posible y potencialmente vulnerable para nuestros intereses.

(*) Artículo 36. (CRBV)

“Se puede renunciar a la nacionalidad venezolana. Quien renuncie a la nacionalidad venezolana por nacimiento puede recuperarla si se domicilia en el territorio de la República por un lapso no menor de dos años y manifiesta su voluntad de hacerlo. Los venezolanos y venezolanas por naturalización que renuncien a la nacionalidad venezolana podrán recuperarla cumpliendo nuevamente con los requisitos exigidos en el artículo 33 de esta Constitución.”


Miren, no podemos perder las perspectivas del por qué fundamos la constitución como alma escrita de la nación: Su existencia fundamental todas nuestras acciones morales y éticas, para obrar consecuentemente en un clima de justicia social y participación protagónica, donde el ejercicio de la ley (y cito a Bolívar), sea el ejercicio de la libertad. (**)

(**) Artículo 1. °
“La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador.”

Cuando anteponemos entonces en las acciones conscientes (públicas o privadas) de un individuo, la posibilidad de modificar su condición de nacionalidad para luego revertirla, entramos justo en los terrenos movedizos de la traición, y ello nos pone en camino de lo que el código penal venezolano establece. Nadie puede dudar que razones emotivas (lealtad al terruño de los padres, por ejemplo), económicas (ganancias aspiradas), y políticas (ambición de influencia en regiones extranjeras, prestigio político a lo interno), son motivaciones medulares y plausibles a la hora de estar inmersos en las faltas que describe y pena el código penal venezolano:

CAPITULO I

De la traición a la Patria y otros delitos contra ésta


“Artículo 128- Cualquiera que, de acuerdo con una Nación extranjera o con enemigos exteriores, conspire contra la integridad del territorio de la patria o contra sus instituciones republicanas, o la hostilice por cualquier medio para alguno de estos fines, será castigado con la pena de presidio de veinte a treinta años.”

“Artículo 129- El que dentro o fuera de Venezuela, sin complicidad con otra Nación, atente por si solo contra la independencia o la integridad del espacio geográfico de la República, será castigado con la pena de presidio de veinte a veintiséis años.
Con la misma pena será castigado quien solicite, gestione o impetre, en cualquier forma, la intervención de un Gobierno extranjero para derrocar al gobierno venezolano.”

Artículo 132- Cualquiera que, dentro o fuera del territorio nacional, conspire para destruir la forma política republicana que se ha dado la Nación será castigado con presidio de ocho a dieciséis años.”
(¡Upsss!, ¡disculpen!; ¡el articulo 132 lo estaba guardando para el proceso que aguarda a Nicolás Maduro!)

En definitiva, sobran razones para considerar, (nada mas realizar con un soberano derecho a la duda y a la crítica hacia procederes inmorales o antiéticos que como ciudadanos venezolanos, nacidos en el territorio, tenemos), que la palanca de la justicia no solo se ha doblado y quebrado, sino que también la robaron, la pintaron y ahora tratan de vendérnosla como nueva y mejor, trayendo consigo en realidad luz sobre el lúgubre escenario de gobierno dictatorial que en verdad se extiende por todo el país.

Queda en mano de los abogados éticamente solventes, el armar la demanda formal en contra de esta sentencia signada por el ambiente dictatorial, que aunque no llegue a feliz término de acuerdo a la constitución y las leyes, si servirá de prueba irrefutable del abuso de poder del que se es capaz cuando un tribunal que debería ser “Supremo y de Justicia”, es escogido a dedo, “entre gallos y media noche”, sin apego a los procedimientos éticos existentes, y que ahora reposan en el baúl de los recuerdos, toma decisiones que van en contra de los más altos valores establecidos en el preámbulo de la constitución, como soberanos.

No dejemos que pase esta falta grave bajo la mesa; no de la misma manera en que permitimos que los políticos y el TSJ terminaran abusando casi que sexualmente del referéndum revocatorio, debido a su constante actuar basado siempre en sus conveniencias, y no en las de las mayorías.

¿Se han dado cuenta?: Aquí suspender un mandato constitucional con una mera “nueva” interpretación, es tan fácil como olvidarse de que aún el referéndum revocatorio puede  (y debe) hacerse, porque la intención inicial del soberano, no puede ser atada a vacíos argumentos leguleyos que obvian los precedentes establecidos y que exigen el cumplimento de la solicitud de ejercer dicho mecanismo constitucional, sin tener que ignorarlo nada más porque los fracasados que se hacen llamar oposición, no fueron capaces de articular adecuadamente el clamor popular, prefiriendo centrarse en unas futuras elecciones de gobernadores y alcaldes (adivinen donde hay más cargos a repartir), que solo se harán cuando el régimen decida cuándo y cómo.

Por cosas como estas, es que en Venezuela resulta más fácil tener doble nacionalidad y ser presidente, que poner en práctica un elemental derecho soberano de todos nosotros. Prueba fehaciente más del catatónico estado de la sociedad y su república.


Aún hay tiempo, pero francamente no sé si nos lo merecemos.

Lo que la leche líquida dice sobre Venezuela…

Pocas veces he comenzado una entrada al blog partiendo de un hecho tan cotidiano como lo puede ser la compra y consumo de un producto alimenticio, pero es que quizás como una prueba de que todas las cosas están interrelacionadas, siento la necesidad de detenerme para hablarles de la leche que se puede conseguir en el mercado al detal venezolano.
Como muchas personas, disfruto del consumo de este producto lácteo, que nuestra muy criolla crisis económica ha ido alejando de la nevera de mi hogar, conforme su precio ha ido subiendo y mi poder de compra disminuyendo. Antes era más bien algo en lo que no se pensaba mucho, pues siempre estaba disponible (como la comida). Hoy, como con casi todo, su ausencia es notada.
Ahora bien, una cosa era comprarla antes (la leche), y otra es ahora, y no me refiero con ello a que se podía adquirir, sino a lo que en la actualidad puede comprarse como tal. Hoy en día se comercializa en teoría en Venezuela la leche aproximadamente de 8 maneras: Liquida (pasteurizada o en presentación de larga duración), por su contenido graso (descremada o normal), o en polvo (completa, semidescremada o descremada), y como “bebida láctea” (reconstituida a partir de sólidos lácteos extraídos como subproducto de otros procesos industriales).
Eso es en teoría, debo insistir; la actual situación económica ha hecho que conseguir la leche en cualquiera de sus siete primeras presentaciones mencionadas, sea cuando menos, muy difícil en el mercado formal, reduciéndose en muchas regiones del país, -y donde yo vivo en particular-, su disponibilidad únicamente a la ultima forma de presentación: la “bebida láctea”.
Aquí comienza lo interesante: ¿Por qué existe esta presentación?; ¿Quién querría tomar una bebida láctea (leche en exceso manipulada), cuando puede tomar la leche completa?; ¿Será porque es más económica la bebida hecha a partir de residuos lácteos?
Pues la respuesta a estas interrogantes nos llevará a una triste realidad (tolerada por la sociedad venezolana), lo que nos mostrará cómo el modo de hacer política y vida social organizada como nación, termina haciendo valer tan poco a la ética para casi todas las cosas en el país.
La bebida láctea, como su nombre lo indica, no puede ser denominada técnicamente como “leche”, puesto que su composición  difiere particularmente en una cosa: el volumen de agua presente por cada unidad de materia láctea existente: La bebida láctea tiene en esencia, una parte de agua por cada parte de leche.
Esto para quienes la elijan, debería suponer que su precio ha de ser menor, por cuanto tiene menos contenido de “aquello” que tiene un costo importante en la producción de la misma (la leche en sí), pero ¡sorpresa!: ¡Su costo es tres o cuatro veces mayor que el equivalente al de la leche pura pasteurizada!.
Aquí comenzamos a adentrarnos en uno de los pérfidos ángulos de la política reguladora alimentaria del mercado venezolano, aplicable a los jugos (100%, 60%, 30%, y “bebida sabor a jugo”), a las pastas (diferentes tiempos de cocción), al arroz (saborizados o parvolizados), al café (“Gourmet”), y a las mantequillas (saborizadas), por mencionar algunos: Volviendo al ejemplo de la leche, el gobierno y las autoridades “competentes” en la materia, regulan “severamente” la curva de crecimiento del precio de la leche pasteurizada, (haciéndola prácticamente inviable como negocio frente a una inflación indómita), pero no tocan el de un concepto relativamente nuevo en Venezuela como lo es el de la bebida láctea. Resultado: Esta última es legalmente mucho más cara, lo que supone un estimulo irresistible para que la industria láctea prefiera agarrar la leche líquida (a veces mal refrigerada y dudosamente manejada), diluirla en un 100% o más y comercializarla (con lo cual por cada litro de leche, realmente sacan por lo menos dos litros para venderla), triplicando o cuadruplicando las ganancias en el proceso.
Llegado a este punto comenzamos a denotar como se interceptan la debilidad ética en el manejo político y técnico de los asuntos nacionales más cotidianos, con el descaro de quienes sabiéndose afectados por la crisis económica, optan por atajos productivos que les reditúan mayores beneficios, en perjuicio de quienes se supone son el motivo de la producción de bienes.
No ha habido manera en que el gobierno haya podido controlar los precios y estimular a su vez la producción. El crecimiento desmedido de la inflación ha creado un cáncer social que ha hecho metástasis en todo el cuerpo social, mientras que la importación que se había convertido en la solución vía “intravenosa” de quienes gobiernan para la sociedad, para paliar las necesidades de estos productos, que se agotó rápidamente en pocos años de “sobredosis” de malas “terapias” continuas, anunciando con ello el ya necesario final de esta etapa, sin que el “paciente” (sociedad), se dé por enterado, aunque ya esté en los huesos por la falta de alimento y dignidad.

Así, un enorme círculo vicioso es en el que giran gobierno y sociedad, como si de un triste carrusel de caballitos que no va a ninguna parte se tratara, mientras se mantiene en movimiento inútil. Entretanto, yo solo puedo ver ocasionalmente la blanca y aguada bebida láctea en las depauperadas panaderías y mercados del país, de donde la puedo sacar si estoy dispuesto a pagar más que el equivalente de una jornada de trabajo, en triste evidencia de una muerte andante de la que si podría hacerse una película real de zombies, a la venezolana.

domingo, 15 de enero de 2017

¿Qué es peor en el 2017: ¿Un presidente mentiroso, o una sociedad que le tolera las mentiras?

Leía en BBCmundo (www.bbcmundo.com), sobre el problema de la procrastinación en la educación actual, al señalarlo como uno de los mayores problemas a la hora de comprender su deterioro, (Según el psicólogo Tim Pychlyl, de la Universidad de Carleton en Canadá, Procrastinación se define como “tomar la decisión de no hacer algo a pesar de que sabes que a largo plazo será peor”; luego prosigue con esta perla: "Cuando procrastinamos, estamos tratando de mejorar nuestro estado de ánimo evitando hacer algo que nos parece desagradable").
Seguramente esa última frase les habrá hecho encender las alarmas dentro de sus mentes:
¿Tratando de mejorar nuestro estado de ánimo evitando algo desagradable?
“Tomar la decisión de no hacer algo a pesar de que sabes que a largo plazo será peor”:

¿Será ese justamente nuestro diagnostico como sociedad?

¿Somos un conglomerado acostumbrado a tolerar la impunidad y el consecuente estado degenerado de las cosas, debido a esta tendencia sostenida de procrastinar en todo?

Bajo esta interpretación, veamos la realidad del presente en tres partes:
I: Legitimidad versus impunidad tolerada
Simple y directo: Todos estamos claros en que Nicolás Maduro perdió legitimidad desde hace tiempo como presidente, por su continuo y desfachatado actuar fuera de lo constitucional. No hace las cosas bien, y no deja que otros lo hagan. Es negligente, y por mantener el estado conveniente de las cosas para los suyos, ha sido permisivo con lo indefendible: La entrega del bienestar de todos.
Tan claros debemos estar en esto, como lo podemos estar a estas alturas de las circunstancias nacionales, sobre el hecho muy tajante e incomodo referido a que si él y toda su maquinaria burocrática y partidista aún permanece en el poder, es precisamente porque todos los medios sociales de presión legítimamente presentes en la constitución, fueron sistemáticamente coartados ante la mirada indiferente de una mayoría muchas veces más bien entretenida con los beneficios económicos directos e indirectos que recibía solo con la procrastinación como requisito.
Ahora nos encontramos con que si la sociedad (o pueblo, como deseen llamarle), no tiene forma de accionar, debe recuperar el aire de los pulmones ante la “patada” nacional que ha recibido, para entonces darse cuenta de que conceptual y prácticamente, estamos ante una dictadura, porque tal es la definición de un gobierno donde solo él que decide cuando y como se hacen las cosas, y en donde la impunidad flota libremente en medio de un país en consecuencia paralizado, estando ella (la impunidad), más institucionalizada que la misma justicia.

NOTA:
Se  antoja que hay tres tipos de dictaduras al presente en el mundo: 1: Las que teniendo  un carácter militar, ordenan  y coartan abiertamente todo lo constitucional. 2: Las que originadas en un voto popular, luego manipulan todo el marco legal para permanecer ad infinitum en el poder mediante la conveniente administración de los recursos, y 3: La que dejando hacer a la gente, los encausa hacia un sistema donde finalmente las minorías poderosas deciden el rumbo y destino al que toda una sociedad nacional o continental se mantendrá sometida y en marcha.
¿O será que el mundo está en realidad sometida simultáneamente a estas tres formas pérfidas de control?
¿Qué extraña programación gobierna a estas formas de control de masas?

Se viene a evidenciar que por esta perturbadora razón, nos estamos acercando a la parte más oscura y desesperanzadora del precipicio donde nos hemos lanzado como sociedad toda, y de donde solo quizás un delicado y riesgoso uso del artículo 350 de la constitución, (extremadamente riesgoso diría yo, por la inexperiencia social frente a escenarios que requieren consenso, así como por la escasa fortaleza institucional de la nación, que da pie a cualquier accionar inesperado por parte de uno o más componentes del Estado a favor o en contra de lo manifestado/interpretado en la “constitución de la República”), pudiera alterar el estado actual de las cosas, aunque debo insistir en que nadie podría apostar por un final previsiblemente conveniente para las mayorías, considerando la existencia siempre en potencia de un complot con cualquier cantidad de tentáculos e intereses, además de una indeseable montaña inicial de muertos y desaparecidos imposible quizás de contar en las primeras de cambio.
Quisiera decir que todo esto ocurre por tener como presidente a un individuo que está desdibujado del todo, pero no puedo hacerlo, porque él en realidad es consciente de cada paso que da (no en balde ha permanecido tres años como gobernante, sin señas de debilitarse como figura inamovible).
Deben recordar que él es consecuencia de lo construido (y dejado de construir) durante el gobierno de Hugo Chávez, por lo que Maduro termina siendo en ese sentido, subproducto no deseado pero necesario dentro del complejo político-económico construido bajo una línea estratégica particular, y por ello Nicolás resulta en algunos aspectos similar a Dilma Rousseff, (salvando las distancias intelectuales y de verdadera lucha social entre ambos personajes, puesto que Maduro fue solo un mal sindicalista): son herederos de una estructura de gobierno fundamentalmente basada en la opulenta riqueza mal gerenciada, nacida de los impuestos y la venta de un petróleo que insistía en rondar los 100 $ el barril.
Caído el ingreso, en ambos casos el mantener la fachada supuso para estos gobiernos el descalabro de sus aparatajes de poder paralelos y bajo control de las elites partidistas-oficialistas (círculos bolivarianos, juntas comunales, comunas en el caso de Venezuela), distribuido entre los círculos concéntricos de burocracias creadas aguas abajo de la superestructura del estado, quedando entonces expuestos en los dos casos tras la referida caída del ingreso, los filamentos de poder y de influencias que rápidamente se marchitaron y fueron sustituidos por clientelismos más directos y notorios.
Para ambos casos (Dilma y Maduro), el pecado primario ha sido el no reconocer que decidieron gobernar sobre un castillo de naipes, y que por ello las consecuencias de sus propias inacciones terminaron siendo más  funestas y distractoras que las generadas por los desatinos de sus populares predecesores.
NOTA: No estamos ante un pecado exclusivo de los pueblos de Latinoamérica, pero no es excusa para aceptar tales lacras en los niveles de gobierno.
Pese a todo esto, y como dice el refrán, (“ya lo hecho, hecho está”), lo que queda frente a todos nosotros es dilucidar de la mejor manera lo que nos puede pasar en el 2017, para implementar proverbiales reparos a la crisis existencial venezolana.

II: El balance anual 2016
Para empezar, entendamos cómo ya ha cerrado el año 2016: La balanza de los acontecimientos se ha inclinado hacia el actual gobierno, que pese a su muy deficiente actuar en cada una de sus competencias legales, mostró una capacidad sobresaliente para anular a la Asamblea Nacional, a la Constitución, a la MUD, a los todos partidos políticos, al Referéndum y a cuanta cosa hiciera ruido en contra del stablishment chavista-madurista, mientras que sin lugar a dudas, el lado perdedor (*) en ese balance se lo ha llevado la oposición con su torpeza supina para hacer frente a quienes se evidenciaron totalmente al margen de la ley.
NOTA: (*): Ni gobierno ni oposición deberían ser los principales protagonistas de esta historia, sin embargo, como así lo ha permitido la misma sociedad (cosa que hemos establecido ya, y que viene a reforzar el viejo precepto que afirma que “cada pueblo tiene el gobierno que merece”), es justo decir que en los términos superficiales en los que se ha manejado la realidad venezolana, acertado es hablar por ahora de ganadores y perdedores respectivamente, al señalar al mencionado gobierno y su “escuálida” (por incapaz), oposición como principales protagonistas, a falta de una sociedad en ejercicio real de su soberanía.
Los episodios que ponen en evidencia el truculento éxito del gobierno y el consecuente desplome de la oposición, pasan necesariamente por el continuo descaro presidencial, (comenzando con el hecho de que ni siquiera se ha podido despejar la incógnita de si es colombiano-venezolano, -o solo colombiano- y sin que por ello se mueva un dedo para zanjar el asunto), materializado en cualquiera de sus declaraciones, aunque ninguna tan altisonante y descarada como la relacionada al patético caso del retiro intempestivo de los billetes de 100 Bolívares, que en un sádico ir y venir, solo sirvió para poner en evidencia la negligencia que se ofrece cada día como un “blindaje” a la impunidad existente, intocable y brillante, la cual pasa por nuestras narices una y otra vez sin que por ello ocurra la activación de cualquier mecanismo constitucional capaz de castigar semejante desparpajo, lo que viene finalmente a decir mucho del estado catatónico de las cosas, y de la más que enfermiza tolerancia social reinante en este “procrastinado” país.

III: Los escenarios del 2017
Aunque el año 2017 pareciera haber decidido seguirle los pasos al pie de la letra al 2016 en su tendencia a la futilidad y a la “nada” debido a la evidente insistencia presidencial de atacar y despotricar de todo y contra todos, al tiempo que la oposición en la Asamblea Nacional no tiene mejor idea que seguir flotando en el limbo jurídico que se dejó imponer por el TSJ, enfrascándose mientras tanto en el torpe y cuestionable artificio leguleyo (por rebuscado y poco creíble), del “abandono del cargo” por parte de Nicolás Maduro, cuando lo correcto era (y es), declarar primeramente su traición a la patria por cada uno de los hechos puntuales que resultan obvios para ustedes como para mí, y que comienzan frente al Este con Guyana por la entrega de facto del Esequibo, para acabar en la frontera colombiana con el bachaqueo/tráfico y la corrupción militar rampante, no sin antes pasar  por el “arco minero”, las “concesiones petroleras”, “los contratos con Odebrecht”, los “Panamá Papers”, la inflación, así como la carestía sanitaria y alimentaria, entre otros, para dejarnos hoy, con una sensación de vacío y desasosiego enmarcada en esa procrastinación que nos domina, al no encontrar ruta legal capaz de ser activada para salir de un mal gobierno, de la misma manera en que cualquier empresa se deshace de un mal gerente o de un empleado ladrón.
Maduro insiste en ser el heredero loco y desnudo que juega tirado en el patio de su castillo con sus propios excrementos, mientras sus cuidadores (Cabello, El Aisami), -a los ojos del pueblo-, disfrutan del poder usurpado y amasado.
El conjunto de estas cosas dejan en evidencia (aún para quienes no lo ven, pero lo presienten), que ante nosotros únicamente existe una alternativa equilibrada donde viene a reposar cual manantial, el “agua” de la constitucionalidad que saciará está colectiva “sed” de justicia, aunque para llegar a ella, debamos transitar probablemente por uno de dos caminos (**), cualquiera de los cuales deberá andar por el mismo puente construido de una premisa sencilla pero aplastante:
El gobierno existente es de carácter y proceder dictatorial, y solo puede demostrar lo contrario cediendo a la realización de todas las elecciones y transiciones de poder pautadas por la constitución, en los tiempos que dicta esta, sin uso abusivo o ventajista de su posición ni de sus magistrados”.
(**): Hablamos de dos caminos únicamente, porque debemos por conveniencia en este análisis, obviar eventos naturales (mega terremotos en el área de la Gran Caracas, vaguadas devastadoras, o situaciones fortuitas como accidentes de aviones presidenciales, entre otros).

·       CAMINO 1: Todo sigue igual, represado por la “exitosa” estrategia ejercida por el gobierno y tolerada de forma ininterrumpida por la sociedad desde los años 2000, en espera de una hipotética elección “honesta y cristalina” en el venidero 2018, en caso de haber recursos económicos para ello.

·         CAMINO 2: La sociedad sale a la calle (con dirigencia política o no), y logra acceder al cambio de gobierno conforme a lo establecido por la constitución, o de acuerdo a petición soberana extraordinaria (asamblea constituyente).

NOTA: No, no hay en apariencia una tercera opción: Los militares están muy cómodos y bien atendidos como para desbaratar el conveniente “orden constitucional” existente, donde no tienen que dar la cara ante nadie; solo disfrutar de las prebendas obtenidas. (ADVERTENCIA: Recuérdese que aspirar a un cambio de situación montando en el vendaval del ímpetu militar, es caer innecesariamente en viejos esquemas practicados en la Venezuela del pasado, -incluyendo el intento de golpe del 92 y la posterior llegada al poder de Hugo Chávez-, que es precisamente lo que socialmente nos tiene otra vez en esta disyuntiva al ser pueblo eminentemente caudillista y ahora presidencialista). En todo caso, es conocido históricamente que solo los golpes no esperados, son los que triunfan, desencadenando nuevos giros en la rueda de la vida nacional, que rara vez evitan a su sociedad volver al punto de inicio, donde tenían por sí mismos, que tomar las decisiones correctas.
Hemos de reconocer que realmente complejo es el panorama que se nos avecina, dado que la cantidad de oportunidades perdidas en el camino, han ido cerrando el abanico de opciones posibles, dejando únicamente las más fuertes y sacrificadas. Ante esto, pareciera resumirse ambos caminos a una especie de frustración, daño moral y ético en uno, mientras que en el otro, incertidumbre y esperanza se asoma.
Recuérdenlo:
“Cuando tu propia cosecha es la fuente de tu alimento, las consecuencias de la semilla mal sembrada no puede revertirse ni evitarse; solo comerse.”

No hay atajos. Ya los probamos todos. De eso encargamos a Chávez.

No puedo decirles que el futuro inmediato será color de rosas, porque pendejadas no  quiero decir. Otra cosa es hablar de confianza: esa si puede llegar pronto, pero únicamente conforme decidamos, (pese a los sacrificios involucrados), a decir y hacer las cosas correctas, para 1: elegir nuevos gobernantes; 2: exigir la aplicación de todo el peso de la ley en cada uno de los ciudadanos y extranjeros en territorio venezolano; 3: reconstituir los pilares de la creencia en la republica: Educación, Salud, Trabajo, Seguridad, Justicia. 4: restituir la institucionalidad a toda prueba, de los poderes del Estado. 5: Crear un sistema de apoyo temporal para los más desvalidos, como paso previo para la disolución de todo el aparataje burocrático y clientelar existente. 6: despolitizar las FAN, que pueden seguir siendo bolivarianas, pero no protagonistas.

Si las cosas más elementales no podemos hacerlas por consenso, mucho menos podremos enfrentar los grandes retos y sobrevivir. De los que estamos vivos ahora, (a duras penas en su mayoría),  depende que Venezuela como país, siga existiendo.
Recuerden: Capitalismo y socialismo son solo patrañas del pasado que únicamente resultan efectivas frente a tontos útiles. No lo seamos más.

No sigamos procrastinando lo que hay que hacer.

NOTA: La imagen corresponde a una caricatura publicada en el diario "El Nacional", de Venezuela. Espero me disculpe el Sr, EDO por tomarme la libertad de utilizar su excelente ilustración para acompañar esta entrada al blog.