miércoles, 31 de agosto de 2016

Una marcha que dejará aún más en evidencia la fractura republicana, al tiempo que se sigue desdibujando el referéndum como instrumento legal y ético en el país.

Insistir en que solo marchan los de la oposición a solicitar el ejercicio constitucional del referéndum, es un error que deja por fuera a todo aquel que no siendo de la oposición, censura y reclama la renuncia de Maduro por incapaz; igualmente errado es la pretensión del gobierno de descalificar toda expresión de disidencia o critica, enfrentándolo con contramarchas, campañas millonarias y movilización del aparato policiaco y militar, en compañía de los colectivos no pocas veces armados y |violentos.
Expresiones radicales leídas reiteradamente en medios electrónicos y redes sociales en el país, que estigmatizan a oficialistas y opositores por igual,  parecieran reforzar simultáneamente esa miope visión de “exclusividad opositora” o de "exclusividad oficialista", que no hacen mas que mostrar la intransigencia que  domina a los bandos políticos y de poder en disputa (mientras las verdaderas mayorías son ajenas a sus intríngulis, pero no a sus consecuencias económicas y sociales), exhibiendo en el ínterin el desespero con el que dichos bandos se apoderan de lo que constituyen instrumentos republicanos y de “dominio público” (Como el referéndum), tergiversando con ello el panorama nefasto que la intransigencia gubernamental, devenida en una especie de régimen a conveniencia de quienes gobiernan, más que a nombre de los “gobernados” (en franca contradicción por cierto, con la idea republicana de colectivo soberano y participativo).
Hay miseria y miserables de bando y bando; eso no puede ocultarse, ni dejará quizás de verse en la marcha del 1-S, aunque ello no sea garantía de que serán señalados y criticados, en lo que pareciera una obstinada obsesión social por defender a los indefendibles (a muchos de los políticos protagonistas de hoy), dilatando con ello el sufrimiento que padecemos como sociedad.
En resumen, la marcha del 1-S puede ser un bello gesto de manifestación popular, aunque seguramente no será traducido con atino por quienes deberían escuchar y obedecer.
En cualquier caso -y a nuestro pesar-, probablemente solo se convierta esta manifestación en un hueco esfuerzo que ningún cambio acabará produciendo, simplemente por estar muy atado aún al trauma de viejas manifestaciones, por pretender cambios inmediatos sin poder militar que lo catalice constitucionalmente, ni moral que lo inspire en la estructura ética del Estado (hoy disfuncional y en descomposición), o por caer en la creencia infantil de que vivimos en una república amante y practicante de la constitución y sus leyes, mientras la estupidez se apodera de gente encumbrada y acolchada ($$$) en el poder que significa en Venezuela ser gobierno.

Si no hay ética, no puede moverse nada a favor de lo ecuánime y de lo sublime.

En cuanto al referéndum solicitado para revocar a Nicolás Maduro, quiero insistir en lo más importante, y lo cual se está pisoteando sin pudor alguno:
En la voluntad popular reside el concepto de pueblo soberano, y la manifestación de éste en su resolución a efectuar el referéndum en sí (que no implica su destitución hasta la realización de la medición electoral), debe ser respetado en el hecho de haber sido solicitado al cumplirse la mitad de su mandato (el de Nicolás), y por tal razón, aunque los tecnicismos del CNE pospongan hasta enero o febrero su realización, el resultado final debe buscar cumplir la voluntad popular planteada en el 2016, y por tanto, respetarse el resultado con el consiguiente llamado a nuevas elecciones presidenciales. Si el referéndum fuera solicitado en el 2017, -siguiendo la misma lógica del espíritu constitucional-, debe entenderse que la consulta solo busca revocar al mandatario, mas no a su partido político (cosa que si está planteada con claridad en el presente).
Difícil resulta obtener estas altas interpretaciones de la boca de nuestros políticos; más difícil aún será sacarles del capricho en que viven y hacerlos obedecer, pero el tiempo está a nuestro favor, porque no hay manipulación que dure lo suficiente para cubrirlos, ni continuidad en el poder que soporte los cambios que incluso la aparente inmovilidad produce en las sociedades.
El tiempo de la desconfianza ha llegado; es otra manifestación del desierto de las ideas y de las arenas de la futilidad.
Debo apelar a la vieja literatura, para decir: “Los perros de la guerra están sueltos”.

Solo espero que no muerdan a los inocentes más de lo necesario antes de que despierten y actúen.

domingo, 21 de agosto de 2016

¿Por qué la oposición y el gobierno no atinan a solucionar nada aún?

¿Por qué seguimos flotando en esta “nada” desesperante, secuestrados todos por tan pocos negligentes en el poder?

Respuestas:
1.    Porque la MUD no entiende que ser “oposición” no supone que sea oponerse a todo lo que hagan quienes no estén con ellos.
2.    Porque el oficialismo no entiende que estar en el Gobierno no es hacerse “uno” con el Estado, amoldando el marco legal a sus conveniencias, al tiempo que reniegan de todos aquellos que disientan. (Pues eso es autocrático y eventualmente dictatorial, como es el caso presente).
3.    Porque aunque hay una sola masa social sufriente, existen dos cúpulas políticas, que impiden cualquier solución que no pase por la aniquilación del otro bando politico.
En la Venezuela de estos tiempos es clarísimo que la manifestación de la voluntad popular no es suficiente para ejercer gobierno (Comenzando con el ignorado hecho de que la expresión del “50 más 1” en una votación -no exenta de polémicas en este país sin ética en sus funcionarios-, no puede ser entendido a priori como una Democracia que atiende también a las minorías en una Republica: es decir, a ese “50 menos 1” que termina siendo el perdedor, al quedar relegado, desdibujado, e inexistente frente a los que gobiernan, como “pueblo” al que por ley a de tomarse cuenta en sus necesidades y derechos); tampoco ayuda la actual componenda interinstitucional “CNE-TSJ-FANB” que hace imposible asociar cualquier concepto de “soberano”, al de un mandato emanado de la población, haciendo que entonces cualquier mención por parte de un político a la idea de “soberano”, termine siendo solo un discurso vacio, “populista, pero sin pueblo que lo escuche”.
No resulta suficiente la “chatarrera de motores fundidos” (que ya son 15) que el gobierno se empecina en mantener como estrategia de acción en su agenda ya inútil e irreversible; ahora también toman turno en esta vorágine de inutilidad política, personajes fuertemente asociados con la cuarta republica que se vuelven voceros y actores principales de la actual “vanguardia” opositora venezolana, haciendo fútil casi toda esperanza que quisiéramos anidar, cuando se escuchan expresiones como: “Nosotros junto al pueblo organizado estamos luchando por tal cosa…”
Frases como esas, alegóricas a un pueblo que no resulta soberano ni en su casa,  resultan presentes a diario tanto en el vocabulario del cinismo oficial, como en la prepotencia opositora, siendo de uso común y sin restricción moral, resultando en un engaño sistemático (por premeditado) y continuo (por el tiempo que lleva practicándose) de la población, que entonces viene y cae en la errada  creencia de que “solo organizándose de acuerdo a lo que se le dice”, (y no solo ejerciendo lo que en la constitución se establece), pueden obtener algo en concreto.
Esa sugerencia político-partidista resulta en un desprecio directo a la idea de republica esgrimida por nuestra constitución, como noción clave y fundamental de organización, capaz de garantizar el ejercicio pleno de los derechos y deberes constituidos como elementos básicos de interacción y progreso de todos nosotros, sin excepciones ni discriminaciones de alguna índole.
Déjenme decirles que no hace falta la existencia de una “burocracia” paralela nacida de colectivos, comunas, consejos, misiones, entre otros, para que los derechos y deberes de los individuos sean respetados y exigidos, a condición esto de que la noción republicana se mantenga por consenso sobre todos nosotros, como la expresión máxima de ciudadanía entendida y practicada en Venezuela. Es así únicamente como los funcionarios honrarían sus compromisos con la gente, y los políticos prometerían cosas que de no cumplir, saben que supondría su destitución y caída en desgracia frente al colectivo.
Fíjense que tan corrosivo como es ese engañoso mensaje de paralelismo burocratico, resulta ser también la idea que ha ido tomando fuerza en la oposición como principal argumento para apelar al referéndum revocatorio, referida a la sustitución del actual “modelo” (refiriéndose ellos a la revolución chavista), lo que a falta de un modelo alternativo (difícil de ver nacer de las “entrañas” de la actual MUD o de algún movimiento conciliador de tercera vía, pues aún no existen), ha hecho que varios políticos de vieja “estirpe” sugieran la idea de la vuelta a un “pasado posible” (entiéndase: todo lo anterior a Chávez), como solución casi mágica a los problemas actuales, obviando con ello el hecho inocultable de que la semilla de lo que hoy nos ofrece estos amargos frutos (la forma de hacer revolución, sus protagonistas y las consecuencias socioeconómicas y políticas que padecemos), fue creada, sembrada y “cuidada” al calor de los errores políticos, económicos y sociales de ese mismo pasado que ahora dicen, era “mejor”, con el agravante de que muchos de esos “cultivadores” originales, aún son protagonistas de lado y lado en el actual mundillo político venezolano.
Insisto: ¿No es acaso mejor procurar entonces recolectar bajo un concepto y nombre de aceptación universal para todos nosotros, todos los aciertos de ambos modelos, (descartando en el proceso todo lo negativo), como base entonces para construir un renovado y fresco modelo de desarrollo socio económico que pueda ser abrazado por todos sin resquemores, al ser reflejo fiel y sin interpretaciones adicionales, de la constitución?
Por estas cosas ocurridas hasta hoy, es que Venezuela se ha vuelto un peligroso desierto donde las mayorías pasan todas las penurias de tan aventurada acción sin rumbo claro ni organización practica; por eso vemos al mismo tiempo presos comunes y presos políticos envueltos en la misma tramoya jurídica inoperante, injusta y clientelar; pacientes sin medicamentos y hospitales sin tratamiento ni ética que los mantenga de pie; poderes del estado poniendo de rodilla a otros poderes, por ser todas instituciones parcializadas con sus propios intereses en medio de una sociedad victima de la inmoralidad que la hace traficante de su propia existencia.
Un país entonces en desasosiego, críticamente desorientado y organizativamente disfuncional, incapaz hasta hoy de autocorregir ese rumbo que pocos en un poder mantenido de facto a través de la esquiva de los mecanismos legítimos constitucionales, siempre a costa de las mayorías ya acostumbradas a la miseria, como quien se pudiera “acostumbrar” a ser pellizcado permanentemente con un alicate de presión.
Resulta positivo (en medio de la amargura) sin embargo, el reconocer que ese desasosiego y esa desorientación experimentadas hoy (se admitan o no), suelen ser los principales indicadores previos a importantes cambios sociales por venir. (Por eso nada cambió mientras había dinero para repartir: casi todos se sentían “comodos”)
El débil piso conceptual sobre el que 99% de nosotros tratamos de hacer equilibrio (entre la sobrevivencia y la subsistencia), en tanto que el 1% que mantiene el poder político y económico, vive en una orgia de dinero y posibilidades casi infinitas para los suyos, sus amigos y sus “socios”, nacionales o internacionales, tarde o temprano cederá, y solo la previsión que seamos capaces de establecer, podrá evitar una caída desoladora, donde Venezuela solo sería un eco lejano en la historia, para dar paso a otra cosa.
La única opción al final estará íntimamente relacionada con la noción que vamos a tener que lograr concebir de lo que debe ser un gobierno de consenso, que sea por cierto, imposible de asociar con un partido político especifico (*).
(*): Entiéndase sobre todo MUD y PSUV, porque se habrá comprendido que estos no han sido más que enormes fachadas tras las cuales las personas de débiles escrúpulos podían someter a las mayorías y ponían en práctica la impunidad frente a lo mal hecho, arrasando con sus verticales y cupulares estructuras, a las voces de quienes se atrevieran a alegar por la verdad.
Solo al entender que el éxito nacional viene de las masas de personas comprometidas con la noción de Republica como único instrumento de superación social, y que sea verificable “en tiempo real” por las mayorías para garantizar la aplicación de la voluntad soberana  bajo los designios de la carta constitucional y las leyes nacidas a partir de ellas, es que podremos romper el enfermizo paradigma que nos está hundiendo en esta situación tan agobiante.
El ejercicio de la justicia ciega e imparcial (pues nace de la noble intención de proteger al colectivo constitucionalmente organizado en republica), se erige como el primer paso para construir la confianza requerida en toda propuesta social de paz y desarrollo.
No es por accidente que este tiempo se levanta como el momento del desespero y de los desesperados; las voces altisonantes en el oficialismo y en la oposición admiten las más depravadas conductas sin castigo alguno aplicable, pues se trata de que el final de un ciclo se acerca, aunque no sin antes exigir el pago del precio de tanta injusticia, inmoralidad y complicidad tolerada de parte de un pueblo bipolar en su conducta, -al hacerse víctima y victimario-, que no supo exigir sus derechos sin gritos ni violencia, ni obligarse a cumplir sus deberes sin haber apelado a la corrupción o a las excusas.
Mientras sigan privando los tecnicismos y los burocratismos sobre la voluntad del “soberano”, la mentira se mantendrá “fresca y mandona” en un territorio, antes pretendido como sana ofrenda a la vida por el civilismo y a la búsqueda de justicia y progreso que creíamos desear.
Pero no nos mortifiquemos; el gran ciclo de cerrará: recuerden que antes fueron los llamados adecos y copeyanos en el antiguo congreso nacional quienes haciendo uso del ardid político, dividían elecciones  y creaban obstáculos en contra de la llegada de un entendido cambio de gobierno de la mano de un ex militar, mientras que ahora son los llamados hijos del ex militar los que con iguales argucias políticas y administrativas usadas en el pasado (de allí la idea de que esto sea un gran ciclo), buscan obstaculizar, retrasar o anular, cualquier cambio que los aleje de la embriagante orgia de poder conquistada.
Los que hoy se erigen como “adalides y paladines de la causa justa en contra de los ogros sádicos que nos gobiernan”, no son mejores que quienes detentan el poder en la actualidad, y que usaron la misma frase para justificar sus pretendidos cambios de gobierno.
Entender esto es clave para ver que aún cambiando gobierno en este preciso momento, y aún tomando las medidas adecuadas en lo económico, no significaría para nada que estaríamos saliendo de “la noche a la mañana” del desierto en el que poco a poco hemos estado perdiendo la vida republicana, pues aspectos claves como la justicia, la ética y los valores morales que emergen necesariamente del núcleo familiar, también han perdido peligrosamente su sentido al calor de esta sofocante percepción nacional en donde nos hemos metido.
Insistamos en que no se trata de ser pesimista; recuerden que hemos conversado de estos aspectos tan abstractos en el pasado: se trata más bien de ser optimistas pero razonablemente realistas, frente a las consecuencias que hay que asumir.
Ya no son tiempos de improvisar; más bien lo son para adaptar, sin perder de vista valores intangibles pero demoledoramente influyentes y determinantes como la moral y la ética.
No hay amor sin moral; no hay moral sin verdad; no hay ética sin educación, y no hay educación sin registros fidedignos de lo elevado y de lo oprobioso que nos ocurra.

Pese a estar caminando peligrosamente cerca del borde del abismo, también es cierto que siempre hemos estado a un paso de tomar la dirección correcta; a un paso de despegar en un nuevo vuelo, deslastrados quizás de tantos errores. Todo aguarda en definitiva por una decisión colectiva, lejana de figuras mesiánicas o demasiado centradas en sí mismas y en su “infalibilidad” como líder. En resumen: Todo aguada por un consenso nacional.
Como en un tratamiento doloroso para una enfermedad, la recuperación comienza en el mismo momento en que aceptamos el sacrificio y el dolor del momento, a cambio de un futuro mejor. Aún tenemos tiempo de deslastrarnos de esa prostituida definición de “pueblo”, y pasar a la de “colectivo de personas ciudadanas”, que se dice fácil, pero que implica un cambio profundo hacia la buena estructura del pensamiento verdaderamente republicano.
Nos ha costado avanzar, porque hemos desatendido la necesaria estructura ético-moral que mantenga a la sociedad en cohesión y evolución. Vivir de épica, de mesías políticos, de grandes figuras históricas, asfixia al presente, porque todas esas cosas pertenecen consecuentemente al pasado. Es lo que cultivemos en el hoy, -con las lecciones del pasado-, lo que nos da verdadera energía e impulso para progresar.   

Aún somos merecedores de cosas buenas; solo tenemos que ganarlas, esforzándonos.

lunes, 1 de agosto de 2016

El error que significa no buscar el referendum revocatorio, juntos.

La tragedia que vive el país no solo llama a la acción; más que nada lo hace a la reflexión profunda y sostenida, libre de pasiones y revanchismos, pero sin dar concesión alguna contra la justicia que se requiere imponer para castigar al culpable y ejemplificar lo quer será el camino a seguir.

Lo digo porque este “circo gubernamental” de Nicolás Maduro (con la oposición-MUD sentada en las gradas), que se empeña en seguir con su show sin ningún reparo ni remordimiento, (de la mano de sus máximos jerarcas y protectores en el CNE, FANB y TSJ), ha arrastrado de tal manera la otrora polarización de las masas, en una especie de dilución al calor de una situación económica, política y de seguridad en todo ámbito, que ha permitido que unas verdades que antes no resultaban obvias, ahora comiencen a ser percibidas más claramente por esas mismas mayorías:
El revocatorio no puede ser una transición automática hacia un gobierno controlado exclusivamente por un bando, ni va a ser la solución inmediata a las cosas.

Permítanme explicarles: Sabemos que el “oficialismo” no quiere el referéndum, pues obviamente la materialización de éste mecanismo significaría perder el poder de la misma manera en que la oposición (ahora conglomerada en la MUD) lo perdió en su momento por tanto desatino; por otra parte, en la “oposición-MUD” (distinta a la “novedosa” “oposición-PSUV” ahora arrumada en la asamblea nacional, sirviendo de peso muerto más que de otra cosa), quieren y promocionan el referéndum, con la certeza de que podrán ocupar el puesto que dejarán vacios los personajes que comandan el presente gobierno.

El punto es sin embargo, que los millones de chavistas que hoy deambulan por el país, (sin orientación propia una vez fallecido el comandante-deidad), han resultado ser casi que “convidados de piedra” a la hora de plantear el referéndum, debido por sobre todas las otras razones que pudieran existir, al hecho medular y perturbador de carecer de liderazgos autosuficientes y vigentes (entendiéndose por ello aquellos con la habilidad y el poder de convocatoria para evitar la persecución y el peligro de desaparecer por la acción siempre cuestionable de la cúpula de gobierno), capaces de guiarlos en el proceso de plantea y solicitar el referéndum revocatorio como mecanismo autentico de democracia participativa y protagónica, para que una vez defenestrado de la presidencia el “error” de Chávez (es decir, Maduro) a través de esa consulta nacional, pueda concebirse que desde las líneas “revolucionarias”, puedan surgir liderazgos naturales que asuman con solvencia moral y ética una posterior candidatura presidencial.

Comprenderán entonces ante esta realidad de resultados más bien flojos (visto ello bajo la óptica de que siempre el gobierno logra neutralizar mediante la fuerza ilegitima las intenciones de expresar la voluntad popular), que la “oposición-MUD” quizás no ha sabido hasta hoy “vender” el revocatorio a estas masas decepcionadas y sin guía.
Hay que entender que resulta muy difícil (y en ocasiones imposible para un seguidor del chavismo), aceptar que firmaría en contra de Maduro, sin sentirse como un traidor a la causa, y ello se debe a que no ha podido ser instalada en el imaginario colectivo “revolucionario”, una visión de conjunto superior a lo visto hasta ahora, con lo que precisamente sería posible concebir una marcha como nunca se ha visto en Venezuela: Chavismo y MUD reclamando en la misma calle y siguiendo el mismo camino, la realización de un referéndum en beneficio real y comprobable, para todos.

Pocos entienden aun que la verdadera revolución venezolana seria el trabajo político mancomunado.

(La polarización política lograda por Chávez, no es peor que la polarización partidista que existía antes, y que perversamente pretenden algunos instalar nuevamente, como mecanismo “natural y correcto” de democracia). Simple: Donde hay polarización, hay interés oculto, y donde hay interés, esta plantada la semilla de la corrupción, geminada en el semillero del tráfico de influencias y dinero.

Así que, visto esto, tenemos que la verdadera traba que ha evitado la insurgencia del principio revocatorio con la contundencia que la constitución establece, es la manera en que el único promotor de este (la oposición-MUD), lo ha vendido: “Saquemos a Maduro para que lleguemos nosotros a arreglar las cosas”, cuando lo correcto es: “Hagamos el revocatorio para que oposición y chavismo puedan proponer una opción más eficaz que pueda ser seleccionada por el soberano para llevar el gobierno hasta el 2019”.

Es un error suponer que los adeptos al oficialismo, irán mansamente a un referéndum considerando que la única opción luego será elegir a un presidente surgido de la MUD. Se entiende que el “polo patriótico” (como se autodenominan los afiliados que sobreviven alrededor del gobierno), está recogiendo los frutos de haber dejado pasar casi dos décadas sin permitir la aparición de líderes de relevo al propio Chávez, y que ello los tiene ahora acéfalos e incapaces de entablar a lo interno de sus propias corrientes, canales democráticos de dialogo y selección de posibles reemplazos de Nicolás Maduro, que elegido finalmente por primarias, lograran perfilar a un conductor efectivo, ahora si capaz de llegar a Miraflores en campaña justa y equilibrada, a establecer un cogobierno (OJO: No significa “Gobierno de cogollos”; significa: “Gobierno de todos”), ya más bien de transición hasta el mencionado 2019, entonces caracterizado por la participación de todos.

Allí está la verdadera encrucijada en la que se encuentra todo aquel que tuvo esperanza en la revolución de Chávez: No sentirse como el “Judas” de aquella Jerusalén del Nuevo Testamento Cristiano, que traicionó aquello en lo que creyó. (Aclarando en esta alegoría, que ni Chávez ni Maduro eran Jesús de Nazaret).

Por esto es que la MUD no termina de representar más que a la suma de los pedazos que quedaron de la cuarta republica (Como la quinta republica no representa más que a otro sector antes marginado del poder), y se mantiene incapaz por sus propias ambiciones (la MUD), comparables a los que hoy gobiernan (el PSUV), de concretar una estrategia ligera y digerible (por ser honesta) que cautive a la gente en ese difícil (*), pero no imposible camino que lleva a construir una nueva y superior republica.
(*): (Retador es el camino para movimientos como Primero Justicia, Voluntad Popular, o Alianza Bravo Pueblo, (o sus contrapartes en el “polo Patriótico”), pues no terminan de deslastrarse de aquellos fantasmas que viniendo del pasado, amenazan con seducir a quienes siendo de nuevo cuño, pudieran ser tentados a reproducir viejas y fatídicas formulas políticas, siempre casadas con la adulancia, la corrupción y la mas abyecta falta de ética)

Una nota importante: No piensen que la solución interna del PSUV a este problema pasa por los denominados “congresos de la patria”, que Maduro y la cúpula enroscada del mismo PSUV promueven: En realidad, en la atomización de tales congresos, está la prueba irrefutable de cómo se manipula a la gente para evitar la aparición de líderes naturales y definitivamente alternos a los autoimpuestos tras la muerte de Chávez (directo responsable de ese vacío de liderazgo, precisamente); “Divide y vencerás”: Esa es la bizarra estrategia que tan buenos frutos les está dando: Es más fácil quitarle relevancia a un líder que habla en un congresillo, (entre decenas de congresillos creados conforme tantos grupos se les ha ocurrido formar mediante la división de la sociedad por color, origen, condición, etc.), que lidiar con un solo gran evento donde si uno se levanta y dice las verdades, metería en problema a la cúpula gobernante, ya sin poder real frente al “soberano” reunido).

Estemos claros: Pendejos no son; lo que si son es faltos de ética, corrompidos por el poder.

(NOTA: Tan buen fruto les brinda estas traicioneras estrategias políticas, que no tienen reparo en incorporar en los mismos congresillos a los ciudadanos colombianos, (justo en esa condición, sin importar que no sean ciudadanos venezolanos por naturalización); solo importando para ellos como cúpula gobiernera, el soterrado hecho de que se les ceduló como venezolanos iguales, en busca del voto de esa masa de hombres y mujeres que ya supera los 6 millones de almas, y que como he dicho en el pasado, tienen poder para decidir por todos nosotros, si lograran coordinarse entre sí). ¿Culpa de quien es esto?: del gobierno que lo concibió e implementó, y del colectivo venezolano que lo permitió.

En resumen, si la oposición-MUD promoviera el referéndum como la oportunidad para colocar a otro más capaz como presidente en Miraflores, INDEPENDIENTEMENTE DE DONDE VENGA ESTE, sin duda que la presión venida de TODOS los sectores políticos del país por la puesta en acción de tal instrumento democrático, haría que a estas alturas fuera incontenible e irresistible para un gobierno que solo se mantiene de pie, por los intereses de muy pocos (Observen con atención: Solo hacen falta que sean visibles: 4 mujeres en el CNE; 1 hombre en el MPPD, 1 mujer en la fiscalía, varios hombres y mujeres en el TSJ, para que lo indefendible, se mantenga de pie y prospere).

Y en otras palabras, por si alguien aún no lo entiende: Nadie le está vendiendo al sector que votó por Maduro, el referéndum, como el inicio de la solución a sus propios problemas.

Ellos también lo quieren (el revocatorio), pero no encuentran una base pública donde poder anclar sus esperanzas de continuar el camino de la lucha  por los más altos valores sociales y éticos, aunque ya ese personaje (hombre o mujer), no pase por la deidad a la que elevaron a Hugo Chávez.

El desasosiego que se experimenta en la nación, nace justamente allí, en la consecuencia de haberle entregado a uno o a pocos, la dirección de la nación. Todo lo demás fue y es un espejismo; desgranar algo del poder en manos del pueblo, “a condición de que sigan mis indicaciones y mandos como líder indiscutible e irrefutable que soy”, no es el cliché a utilizar como camino para el mantenimiento de una republica, ni mucho menos el de una nación justa y ética como la que estamos anhelando.

No es necesario esperar a que los ciegos de hoy, enterrados estén, solo para tener la esperanza de que quizás los hijos de estos y los nuestros, serán capaces de mirar distinto las cosas que les rodean, y ejerzan por fin el poder real para cambiar esas cosas.

Nosotros hoy, y en este mismo año, también lo podemos hacer. Aún hay oportunidad de cambiar las cosas, de tomarnos de la mano con la moral y la ética, y sin el marco conceptual de la MUD o del chavismo, pero respetando a todos los que lo intentaron en el pasado, construir algo nuevo y emocionante.

Nos guste o no, ha sido la falta de unidad entre todos la que permitió que se engendrara este régimen que ahora sí, nos ahoga juntos por igual, escapando de ello solamente aquellos que mediante el asalto y el asesinato de la ética, se enriquecieron cometiendo los hechos punibles que castigados en su momento, cimentarán, -en un giro irónico pero inevitable del destino-, el futuro de justicia y progreso que queremos.

El referéndum revocatorio es instrumento de uso público y soberano, que solo tendrá éxito con la participación de todos. Para eso, cada ciudadano debe sentirse representado por la propuesta que se haga, y ello pasa por un concepto virgen en nuestra tierra: El consenso entre las partes.