miércoles, 30 de noviembre de 2016

¿Cómo justificar "la nada" en la que vivimos?

“…Aquel en quien bulle un pensamiento sobre otro pensamiento, se extravía, porque el fuego del uno ablanda al otro.
El cielo os llama y gira en torno vuestro, mostrando sus bellezas inmortales, y ponéis en la tierra la mirada; y así os castiga quien todo conoce.
Mas vosotros hacéis un religioso de quien nació para ceñir espada, y hacéis rey del que gusta de sermones; y así pues vuestra ruta se extravía.”
                                                                                                  Divina Comedia, Dante Alighieri

“Pareciera momento de actuar, pero solo he podido contemplar. Espero un masivo accionar y me pregunto por qué no he ser yo quien los lidere por el camino de la reivindicación de lo justo. Morir como murió Renny Ottolina pasa por mi mente, y reflexiono: ¿Acaso un pueblo que no ha terminado de despertar, merece que un alma inmole su cuerpo en la hoguera de la futilidad?”

Supongo que no se extrañarán en lo absoluto al preguntarse el por qué a estas alturas de lo que definitivamente no se nos antoja como “divino”, aunque si como de “comedia”, poco salga de mi “rutina de supervivencia” como venezolano, para sentarme a escribir sobre las atrocidades (que ya no estupideces) que se suceden sin parar en el país, mientras que pareciera que el colectivo humano que somos, se declara incapaz de atender el llamado silente que hace la constitucionalidad perdida, por un profundo accionar social de carácter democrático que lograse al fin corregir el entuerto en el que nos hemos estado acostumbrado a vivir, tolerando en el proceso a la mayor y más depravada corrupción concesible de la mano del madurismo y del MUDismo, sobre los restos del chavismo que a su vez reemplazó al clientelismo adeco-copeyano.
Y es que observo como “la nada” sigue reinando en Venezuela, llevada por un lado, de la mano del incapaz más grande que ha podido llegar al poder en el país, (en clara muestra del poco sentido republicano que exhiben quienes gobiernan y disfrutan con gobernar desde los espacios donde pueden delinquir sin ser tocados), y por el otro, por la complacencia impúdica de una sociedad nacional toda, que cómodamente optó por la entrega de las conciencias o por el silencio de la inacción, donde todo esfuerzo individual y circunstancial, resultó disminuido y hasta ridiculizado, sacrificando en todo caso frente a ese enfermo proceso de gobernar para lucrar, a los mecanismos propios de la manifestación democrática de los que tanto nos pavoneábamos como prueba del gentilicio venezolano.
Es por eso que ahora con irresistible chocancia vemos como todas las marchas, los llamados y reclamos, las manifestaciones y las protestas, no hacen más que girar en círculos -cada vez mas agotadores y pequeños-, sin cruzar nunca la imaginaria barrera social que separa la sumisión, del sacrificio, en ese estrecho e incomodo espacio donde insistimos en mantenernos no ya para vivir, sino para subsistir, a sabiendas ya de que dar cualquier paso adicional contra la ahora clarísima dictadura reinante, supondría riesgo cierto para la vida o la libertad, y con certeza, ninguna garantía de que dicho esfuerzo supusiera la llegada al poder de la justicia y la constitucionalidad a través de hombres y mujeres probos y transparentes en sus actuares.
NOTA: DICTADURA es, porque al igual que la de Augusto Pinochet, ésta no dejará de tener su carácter dictatorial y represivo por el mero hecho de llamar en algún momento dado, a un instrumento de consulta popular.
Así, el vacío se encuentra con el precipicio de nuestras esperanzas, y la resultante en todo caso es apenas una vaporosa niebla que irrita nuestros ya cansados ojos, inhibiendo con ello  el espíritu, para que las masas no reaccionen.
Una diáspora de humanidad a lo interno de Venezuela no logrará direccionar en algún sentido de progreso real al país,  mientras esta diáspora se encuentre como sociedad, dispersa y sin valores o principios éticos en crítico equilibrio con lo que debe ser nuestra resolución a esforzarnos y perder temporalmente comodidades en el camino.
En estas semanas en las que solo contemplo y conjugo ideas para escribirlas, (mientras llega el momento en que el resto de nosotros se cuestionen a sí mismos y decidan qué hacer), he podido contemplar como cual patética comparsa de carnaval que busca entretener y festejar soterradamente la orgia resultante del usufructo del poder y de los dólares nacionales, sus protagonistas (funcionarios electos y no electos, herederos todos de Chávez y participantes del bochorno hecho gobierno dejado por él), manosean casi en frenesí, todo cuanto intacto debiera estar, como superestructura ética necesaria que soportara todos nuestros esfuerzos por determinarnos exitosamente como sociedad con algún grado de coherencia entre lo que se dice, y lo que se hace.
La resultante de que las cosas estén entonces en total contraposición a lo que debieran ser de acuerdo a lo que nuestros corazones intuyen, es la aparición de esta inmensa represa de opulencia y desaire social enquistado en todos los niveles de gobierno en el país, que ahora se resiste al avance de aquella masa humana arremolinada sobre sus propias agonías, ignorante aún del verdadero poder que subyace en ella en cuanto al unísono decidiera moverse en una sola dirección.
Chocante seguramente suena todo cuanto digo, pero como escribía Dante: Ahora, si te han bastado mis palabras y si me has escuchado atentamente, si recuerdas aquello que te he dicho, en parte habrás tus ganas satisfecho al ver por qué la planta se marchita, y verás por qué causa yo te dije “Que hace avanzar a quien no se extravía”.
Y esto es así porque solo avanza quien no se extravía; solo avanza quien se decide a detenerse al sentir la aprehensión por la necesidad  de ubicarse en el tiempo y el espacio que le rodea, para lograr en un momento de introspección, el poder para cuestionar todo sobre la idoneidad o futilidad de su andar y por extensión, la de su propia sociedad, porque es verdad gritada a los cuatro vientos que solo las sociedades que se detienen a valorarse, pueden evitar el extravío de sus propios pasos, entendiendo que para llegar a ello primero han debido buscar tener el coraje para aceptar que pueden estar equivocados todos como nación en la dirección hasta un momento dado tomada.
Para esto que hay que comenzar con una de las cosas más elementales dentro de las que constituye de por sí la esencia de nuestra sociedad bipolar: reconocer la obsesión por marcarnos como carneros en un rebaño, tercamente empeñados en diferenciarnos en cuanto a quien es nuestro “dueño” en el terreno político, económico o social, dificultando con ello cualquier movimiento libre de conciencia entre líneas de pensamiento políticos siempre en desarrollo.
Fatalidad absoluta el haber abrazado la idea absurda de la polaridad; el “bueno y el malo”, el “blanco y el negro”, el “capitalista y el socialista”, el “escuálido y el chavista”; el “estás conmigo, o estas contra mí”.
Enferma estrategia terminó siendo aquella que abogaba puertas afuera por la “pluripolaridad”, pero puertas adentro maldecía todo cuanto no pasara por el lente oscuro y borroso de la polaridad absoluta.
La exitosa consecuencia de esto para los pocos, pero extremadamente dañina para los muchos en la particular manera de interpretar el mundo humano en la Venezuela de hoy, que ha resultado en el encasillamiento político de las masas, y la dificultad de estas para explorar y abrazar opciones conciliadoras.
Así, hemos terminado en el patético estado actual de las cosas, donde cual cocina abandonada, el chiripero bajo la nevera “A”, se pelea al amparo de la oscuridad con el chiripero bajo la nevera “B” al otro lado de la habitación, por las migas que hacen en su pequeño y polarizado mundo, valiosos tesoros por los cuales despreciar y matar al bando contrario, ignorando que sigilosamente al principio, (y ruidosamente después, cuando la tasa de reproducción los amenaza con las practicas de canibalismo entre ellos mismos), las ratas (políticos y operadores económicos), que están más arriba, como verdadero origen de las migas, se devoran todo cuanto valioso había tras aquella inmundicia convertida en modo de vida nacional.

La nada en la que vivimos no puede ser justificada más, porque la verdad ha ido quedando desnuda conforme los sucios ropajes que tenía puesta se han desgarrado ante tanta injusticia e inoperancia.
Así, quienes la intuyeron (esta degradación casi imperceptible que daba lugar a la nada) en la cuarta republica, que otros validaron en el comienzo de la quinta, y que ahora todos la declaran consumada en lo que constituye la segunda mitad de ésta etapa ya agonizante e incapaz de sustentar la oprobiosa ambivalencia de los abusadores que usufructúan el poder por el poder mismo.
Por eso es que el exitoso dueto Maduro/Flores quiere bailar salsa, mientras pagan (no sin nerviosismo en sus rostros), los ingentes prestamos que idos por el vertedero de la corrupción, fueron captados con hambrientas intensiones durante el gobierno de Chávez. Por eso Diosdado recoge tienda discretamente para salvaguardar sus beneficios económicos, al tiempo que los demás testaferros y operadores terminan de saquear lo que queda suelto por aquí y por allá, empujando el dólar negro hasta la locura, mientras que una oposición que se empecina en ser inútil, encabezada por el MUDismo y sus tristes (por inútiles) personajes investidos de secretariados y de presidencias respectivamente, les hacen el juego al gobierno, al decretar sin más razón que la estupidez o la complicidad, la muerte del referéndum revocatorio, haciendo hasta suyos el lenguaje oficialista para referirse a tales resoluciones nacidas de supuestos “diálogos”, terminando así el oposicionismo neutralizado y en minusvalía frente a los desaciertos que pocos advirtieron, pero muchos desoyeron.
Por estas cosas es que el MUDismo -y personajes secundarios por sus roles de “tontos útiles”, como el gobernador de Lara, Henry Falcón, o “radicales”, como María Corina Machado-, se presentan agotados y demasiados comprometidos frente a una población escéptica antes sus posibilidades, ya no mayores que las propias de un PSUV a su vez secuestrado por sus dirigentes y bases con poder.
NOTA: Es por eso que a estas alturas, pedirle a un simpatizante chavista que ha renunciado a depositar su voto o apoyo en los rastreros maduristas que actualmente ejercen el control de la herencia Chávez, que tenga a bien endosarse a las filas del oposicionismo-MUDismo, viene siendo como pedirle a un astronauta, estando en pleno vacio del espacio, que se aguante la respiración y se quite el traje que lo mantiene vivo, solo con la promesa de que si aguanta lo suficiente, la oposición (MUDismo), lo salvará con un traje mejor, sin especificar el por qué es superior al que tenia puesto. Algo así. ¿Se lo imaginan?

Es por estas cosas que vale decir que Nada está de más cuando se ignora, pero todo comienza a sobrar cuando se conoce; porque es en esa transición donde nos encontramos justo ahora como sociedad, despertando entre los restos de una republica que vemos ahora como terminan de ser saqueados por las hienas y los buitres del stablishiment político-económico venezolano, y de donde tiene necesariamente que surgir un cúmulo de ramificaciones conceptuales que aunque en apariencia caóticas al principio, convergerán eventualmente como líneas que dibujan la trayectoria de cuerpos en movimiento atraídos por un mismo centro de gravedad: Es decir, la superación como sociedad, de la posibilidad cierta de ser aniquilada como república.

El cambio que nos permitirá zafarnos de estas lacras hoy en el poder, es impostergable e inevitable, aunque de momento escape a nuestra comprensión el momento exacto de estas cosas que han de ocurrir para que cual capullo que se abre mirando hacia un cielo azul y despejado, logremos salir de esta restringida zona de “confort” para la supervivencia, en la que nos hemos metido y abracemos sin temor a perdernos, al sacrificio como parte del precio a pagar por la auto infringida ceguera que permitió toda la cadena de desmanes que finalmente con el nombre humano (y probablemente colombiano) de Nicolás Maduro, se instaló mediante el ejercicio de la zalamería y la confabulación de todos nuestros vicios, en el trono de poder erigido por Chávez para sí mismo, en donde encumbramos sin más resistencia que nuestra propia prosperidad, a la figura de una dirección presidencialista totalmente sujeta a la vulnerable falibilidad de un jerarca inobjetable por el resto, incluso, por quienes pretenden ser sus torpes opositores.
No hay necesidad de vivir en un infierno como el que Dante describía, pero entiéndase que mientras no estemos dispuestos a cambiar todos, ese precisamente seguirá siendo nuestro hogar, y el de nuestros hijos.
Despertaremos este mismo año, o ¿requerimos que el puñal de la hipocresía continúe penetrando aún más profundamente entre las viseras de la sociedad?
Recuérdenlo: NADIE va a sacar por nosotros a un gobierno que es manifiestamente mediocre y perverso; al menos no sin pedir un precio impagable a cambio.

¿Moriremos algunos si lo intentamos?; es probable, pero ¿No es mejor acaso morir por una causa, teniendo a los políticos de oposición que han permitido llegar las cosas hasta aquí, como escudos delante de nosotros, que morir a manos de la delincuencia en una buseta, al atardecer de un día cualquiera con estos miserables como gobernantes?