sábado, 26 de agosto de 2017

Un regimen que se queda desnudo, ...como lo está la sociedad venezolana

Cómo sociedad, no hayamos donde meternos...

Con la misma rudeza con la que el régimen ya desnudo y sin pudor se ha elevado a la cúspide de su pedestal de abuso e inmoralidad, la sociedad venezolana se ha lanzado al suelo a vivir la resaca que deja la certeza de saber otra oportunidad perdida.

El país se antoja para el ojo del que la ve desde lejos, como un archipiélago de pequeños intereses totalmente expuesto a los elementos del "clima" oceánico donde trata de sobrevivir,  en medio de una enorme extensión de inconsistencias y desatinos que parecieran marcar a todo ser que habita estas tierras, incapaces hasta el sol de hoy, de aglutinarse entorno a una sola idea, aunque esa fuera para luchar por ser libres.

La "nada" en la que nos empeñamos en flotar, como si en realidad de un lento pero profundo latir se tratara, vuelve a resonar en toda la geografía de la nación, mientras los dolientes de todos aquellos caídos en las pasadas semanas, entierran los cuerpos de quienes claramente son desmerecidos por la nación donde derramada quedó la sangre, y tras lo cual solo ha quedado la arrogancia de aquellos que auguraban el "ahora sí" del fin de un proceso político al cual nunca supieron dibujarle un sustituto que no se pareciera demasiado al propio pasado del que venimos, y frente a lo cual no hay posibilidad de evocar la visión de un mañana mejor.

Por esto es que en la Venezuela de hoy, no hay nada en movimiento, salvo los cadáveres de una revolución y una oposición que ruedan cuesta abajo en la historia.

Ante nosotros y en la distancia,  permanece una MUD patéticamente arrasada por sus propio actuar, en tanto el PSUV se muestra a sí mismo como si de una vieja piel disecada se tratara, que colgada en una pared, solo es removida ocasionalmente cuando la necesidad de hacer algún ritual pagano lo requiera. Esa oposición resulta que yace en el suelo inmóvil, ante la estampida que sus propios miembros protagonizaron nada más escuchar la engañosa invitación a participar en unas elecciones regionales inconcebibles en cualquier marco ético imaginable, como si de gallinas hambrientas se trataran, ante la mano que premeditadamente ahora les arroja maíz para que en su frenesí de hambre y desespero, se picoteen entre ellas...

El silencio cómplice y sepulcral se hizo dueño del panorama politico venezolano, y al clamor de "mejor eso que nada" todos acuden al antes repudiado CNE a "formalizar" sus candidaturas, con lo que parecieran querer arrollar ahora cualquier pensamiento que pretendiera obrar en dirección al consenso nacional y a la sindéresis, lo que nos alejaría de toda salida extrema que se antoja para los más impacientes, como la "única" opción existente frente a la dictadura y su ANC títere que ahora gobierna al país.

La "implosión" a lo interno de una oposición que ya languidecía en su inoperancia frente al llamado a la honestidad que hacía el país, y que fue “detonada” por quien pareciera ser el arma secreta de Nicolás Maduro dentro de la MUD, (Ramos Allup), terminó por derrumbar lo que podía quedar de esperanza por parte de algunos inocentes, hacia el viejo sistema, presentando ante nosotros el vacío que amenaza ahora con gobernar la escena, más allá de la negligencia y profunda mediocridad de Nicolás Maduro y su entorno de patanes y rufianes.

"Y cuando todo pareciera perdido, cuando se llega finalmente al fondo, donde la rodilla lacerada por los impactos de tanto desatino toca el suelo frio, la sociedad misma se ve obligada a comenzar el prolongado esfuerzo de levantar la mirada, buscando la certeza de los distinto, de lo novedoso, y por cierto, de lo ético"

Las acciones militares, paramilitares, cívico-militares y de cualquier otra marca conspirativa, parecen agotadas debido a su uso abusivo y extensivo en el trascurso de la historia del país; invasiones y bloqueos por igual lucen también inadecuados e inoportunos, cuando lo que se mantiene inmaculado sobre todos nosotros, es la nunca usada conciliación de las mayorías, dispuestas a ceder el protagonismo propio ante lo que debe ser una idea superior a todos nosotros, (y solo con Dios sobre ella): El apego irrestricto a la palabra que escribimos en la Constitución.

Nunca un preámbulo constitucional fue tan despreciado y sin embargo, nunca tan necesario para abrir la puerta a la verdadera oportunidad. 
Nunca antes habíamos estado tan cerca de la verdadera aparición de un sentimiento genuinamente nacional, humano, e invariablemente atado a lo justo y a lo moral, capaz de saciar el hambre y la sed de toda una sociedad.

Es la desnudez el estado final previo al cambio; es el momento donde nada se puede ocultar, ni nadie puede decir mentiras sin escupirse a sí mismo en el proceso.

La “Venezuela en las nubes” de Chávez cae porque nunca la idea de un solo hombre, ha podido ser impuesta a la fuerza a los demás a través de un gobierno hecho Estado y voluntad autoritaria, como tampoco podría sobrevivir por mucho tiempo más una nación en esa extraña tierra opositora llama "Allup-landia", hambrienta y delirante por el poder, donde los errores del pasado, se convertirían en el presente, en lapida del futuro. 
Es por eso que el preámbulo constitucional se erige tan necesario en el imaginario colectivo, como sostén creíble de conceptos que si pueden ser asimilados por todos sin resquemor ni suspicacias: Justicia, Transparencia, Protección del desvalido; Educación gratuita y planificada, Ética laboral, Castigo al infractor, Honor al merito, Trabajo para todos, Inclusión, Participación social, y Salud

El sufrimiento vivido hasta hoy por todos, de la mano de la indefensión que sentimos frente a un aparato gubernamental represor y sádico, fruto de la impunidad que reina sin pudor, no puede quedar sin castigo para siempre, y los que han muerto no pueden pasar bajo la mesa de la historia sin que gobierno y oposición cómplice paguen en justa ley por cada gota de sangre y por cada lagrima derramada en las calles, en los hospitales, o en las colas donde la dignidad se queda perdida.

Esta monstruosidad que nos agobia, fruto de una sociedad laxa frente a sus gobernantes que como maridos infieles fornican en orgias de clubes elitescos levantados con dólares a 10 Bolívares, no puede coexistir con los valores morales y éticos que les enseñamos a nuestros a nuestros hijos. 
Tendrá que llegar el día del sacrificio supremo, pero eso solo será cuando la recompensa por esa acción esté aunque sea mínimamente garantizada por el obrar correcto de una sociedad toda que aún parece no descubrir su predicamento: Su incapacidad para lograr un consenso nacional espontaneo, que luego pueda ser mantenido en el tiempo mediante el surgimiento de un gobierno de unidad nacional, ético, bolivariano y temeroso de Dios.


Con mucho respeto por los compatriotas caídos, (y en honor a ellos también), debemos ahora tener confianza en nuestra capacidad aun no practicada de superarnos a nosotros mismos y triunfar donde las generaciones anteriores, no pudieron. Esa es la esencia de la evolución humana; la certeza de poder.