jueves, 23 de mayo de 2013

Los errores de Maduro


Es una paradoja estar frente a los acontecimientos que de a poco fueron previstos  uno tras otro en este blog,  producto de las decisiones políticas de los que a la fuerza han retenido los poderes públicos, y desear al mismo tiempo estar equivocado, pero no me está permitida esa salida cómoda para lo que parece ser el humilde entendimiento de los sucesos que ocurren en nuestro país.
A la luz de los acontecimientos recientes que han buscado la retaliación política a lo interno de las empresas del estado, hablar de justicia y de verdadero bolivarianismo, se han vuelto cosas peligrosas. Mientras, no me ha quedado más opción que contemplar cómo el gobierno autoimpuesto, da de trastabillazos y se aleja, -más rápido de lo que pareciera posible-, de los objetivos nacionales que el sentido común recomiendan.
Desde su recientemente  largo (pero poco productivo) peregrinar  por Suramérica, pidiendo comida y asistencia técnica para sembrar y producir alimentos, -como si fuéramos unos inútiles incapaces de producir por nuestra cuenta con los ingentes recursos humanos y técnicos disponibles autóctonamente, limitados únicamente por la corrupción y la falta de disciplina organizativa-, mientras abría nuestra cartera para llenar la de los industriales y comerciantes (nada socialistas, por cierto, de la misma manera en que lo hacia el fallecido Chávez), desde Brasil hasta Argentina, comprando desde lecha hasta rollos de papel higiénico, como si del “Supermercado Suramérica” se tratase, pasando por sus leoninas ratificaciones de tratados inauditables con algunas naciones, o por la manera tan brusca, -para lo que debe ser un presidente-,  al descalificar con el escatológico término de basura, a quien ose emitir denuncias y críticas a su gobierno o a su aparato inquisidor, (mantenido en el poder ilegalmente al haber cerrado filas tras ese propósito todos aquellos protagonistas directamente beneficiados por las mieles resultantes de tener a la mano la chequera de petrodólares), nos encontramos ahora entonces con la triste verdad que comienzan muchos a entender, pero con la cual es ya poco lo que queda por hacer antes de entrar en una fase más difícil para el colectivo nacional.
La alternativa opositora, pese a tener un terreno llano frente a sí, no comprende la vía a construir, e insiste en el poco afortunado juego comandado por quienes no dudarían en sustituir en sus corruptos negocios, a los que hoy detentan ese poder.
Capriles no ha logrado aún sincronizar su espíritu con el interés estratégico necesario para sacarnos del pantano de donde Chávez no fue capaz de salir. La camisa del luchador social, aún le queda grande a todos los que han intentado medírsela, cuando no es que le han pasado por encima.
Nicolás se ha mostrado incapaz hasta el momento de empuñar el timón nacional; su inmadurez como hombre llamado a administrar honorablemente un puesto tan relevante, -pese a tener  tantos poderes adosados ilegalmente-, no deja mucha esperanza de cambios profundos y reales en el corto plazo, asumiendo que continúe en el poder.
(Merece un comentario aparte, la forma patética en que se ha manejado Nicolás a la hora de negociar con los grandes poderes económicos venezolanos, comenzando con el emporio Polar: ponerse en el mismo plano del empresario, dándole poder sobre la mesa de negociación, -incluso físicamente en las posturas y posiciones elegidas-, acabó con sus posibilidades de imponer justicia social y económica, al tiempo que le permitió al Sr. Mendoza, adquirir puntos políticos.
Craso error, Sr. Presidente Maduro: ¿Quieres convertir a Mendoza en el fatídico Sebastián Piñera de Venezuela?
Ahora, de a poco, un periodo referendario puede estarse abriendo en el país; desde la idea de un referéndum consultivo, pasando por el llamado a constituyente, hasta llegar al revocatorio presidencial, en menos de tres años, son instrumentos interesantes, que sin embargo, aún aguardan por verificar si queda algún vestigio de legalidad sobre la cual soportarlos, al tiempo que el gran problema para este periodo, es de hecho,  la incapacidad mostrada por el colectivo para utilizar alguna de estas herramientas.
Pero siempre hay esperanza de cambio, y de haber aprendido de los errores.
Debo insistir en que el actual presidente de la republica logró mantenerse en el poder mediante la argucia de dejar que el  tiempo cansara a quienes le adversan, a la vez que asumía la política oficial del desprecio hacia la disensión y la crítica, independientemente de que fueran ciertas o no. Episodios recientes como el de Mario Silva (conductor del degradado en el tiempo programa oficialista “La Hojilla”), inquisidor tarifado por el  gobierno para acabar con todos los “pecadores” políticos e intelectuales  propios y de oposición, no dicen en realidad  más de lo que todos sabemos que ocurre a lo interno del gobierno y del circulo de poder construido en torno a él durante más de 14 años.
A propósito de ese audio, les puedo decir con total certeza, que no era necesario grabarlo o editarlo: Cualquiera en Venezuela sabe que Cilia Flores es despótica; que Diosdado Cabello es manipulador y lleva su propia agenda de intereses y negocios; que los cubanos están metidos hasta el fondo en los asuntos internos venezolanos, -en función claro está, de sus intereses antillanos-; que la familia de Chávez aún desea mantener cuotas de poder, como si de un derecho de sucesión al trono monárquico se tratara; que sectores de Brasil, Uruguay, Argentina, Guyana, Ecuador, Nicaragua, Colombia, y de los demás países con intereses en nuestra nación, mueven sus propios hilos a fin de conseguir las mejores tajadas económicas de nuestra economía de puertos; que los ministros en el gobierno obedecen a sus propios intereses, y que el mismísimo Chávez estaba secuestrado por la cuerda de jala pelotas que de un año para otro, se levantaron como gobernantes disque legítimamente elegidos.
Cualquiera en Venezuela sabe que la inflación nos está matando, mientras nos dedicamos a importar hasta rollos de papel higiénico. Por supuesto, poco se dirá de eso, mientras los grifos del bolívar falsamente fuerte, se mantengan abiertos para dar dadivas,  que no terminan de resolver los verdaderos y profundamente medulares problemas que nos aquejan.
De más está que hable de los contrabandos de alimentos que de a poco han puesto de rodilla al gobierno, obligándolo no a enfrentar el problema que han generado con la incontrolable inflación y los precios de los productos básicos congelados desde hace casi diez año, que los hacen traficables y susceptibles de permitir el soborno a toda escala: desde las autoridades, hasta el pueblo llano que se presta a la sinvergüencería contrabandista, con tal de ganar unos bolívares de esos “fuertes”.

El tiempo de las rectificaciones llegará, pero no es ahora. Es el momento de sufrir, de ver como las buenas ideas que pudo Chávez recoger, se terminan de convertir en instrumentos útiles,  pero para atornillar a la corrupción y al tercermundismo en nuestras instituciones, gobierno y colectivo.
Ante eso, Nicolás Maduro, llegado a presidente por las carambolas de la zalamería, poco tiene para ofrecer. Su conducta hasta ahora lo demuestra. Ah, y no creas que hemos pasado por alto el asunto rocambolesco del CNE: Te hiciste el loco y te fuiste con la “cabulla en la pata”: No era el reconteo de votos lo importante; era el reconocimeitn0o de las múltiples irregularidades y actos ilegales que sistemáticamente se cometieron para forzar el paupérrimo resultado obtenido.
Y sobre tu reciente afirmación: “No hay gringo que pueda venir aquí a ordenar nada a nuestros oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”, (23/05/2013), te recuerdo yo: Que no haya cubano o extranjero alguno con la habilidad que tu tan asertivamente le niegas a los Gringos.

En fin, es la hora de la corrupción social. La hora del poder popular corrompido a sí mismo.

domingo, 5 de mayo de 2013

Repetir elecciones en Venezuela: ¿Llegaremos a eso, pese a los riesgos?


¿Podremos arriesgarnos a realizar un proceso electoral, pese a los hilos de poder que parecen moverse desde todos lados para controlarnos?
Leía hace poco al buen periodista venezolano Miguel Salazar (Las Verdades de Miguel), donde en uno de sus tweets proponía unas preguntas bien interesantes:
I.-¿Quiere Ud. si o no que se repitan las elecciones?;
II.-¿Estaría de acuerdo con un referéndum consultivo sobre el tema?
Aunque resulta una empresa difícil de realizar, lo cierto es que no es imposible, y lo hemos mencionado anteriormente en el blog. En principio, decía, se trataría de una cosa de todo aquel que se considere  “hombrecito”, dispuesto a poner el honor por delante; luego, no resulta tan fácil, cuando pensamos que quien detenta el poder, -secundado por el resto de la estructura del Estado-, no tendría por qué soltar lo que ya tiene en las manos, menos para que quizás lo tomen sectores con componentes ciertamente igualmente radicales en la oposición venezolana, y donde no habría garantía de continuidad de aquello que Chávez muy ineficientemente, logro comenzar a canalizar.
Por supuesto, esto último expresado sería negar que el pueblo venezolano haya aprendido de todas estas variopintas experiencias, aunque hay preguntas que subyacen detrás de toda buena voluntad en ese sentido:
¿En verdad el pueblo venezolano se reconoce como tal?;
¿Es capaz de autocriticarse y corregir mediante acuerdos donde todos participaran?;
¿Podría manejar un sentido equilibrado de las cosas, manteniendo a los extremos izquierdosos y derechistas bajo control?
Si las respuestas son negativas, tendríamos que preguntarnos si Venezuela merece entonces un destino mejor que el que tiene, o el que tendría, en caso de un hipotético gobierno de Capriles.
Estoy consciente que esto supone enfrentarnos a un vacio, -un precipicio si preferimos denominarlo así-, frente a nosotros; eso no lo quiere nadie, obviamente, pero… ¿Hemos hecho realmente algo para controlar nuestro propio destino?
¿Hay manera en que la palabra soberanía verdaderamente pese en el imaginario colectivo?
No es cosa fácil, cuando vemos como nos lanzamos a comprarle arroz con pagos generosos a los guyaneses, cuando ellos se niegan a devolvernos el territorio que no les pertenece (Guayana Esequiba), o cuando los estadounidenses o los cubanos pueden estar detrás de otros intereses más cercanos a ellos mismos que a los nuestros, en lo que a Venezuela se refiere, o cuando nos endeudamos hasta el cuello con los Chinos, o cuando aceptamos abiertamente opiniones injerencistas de parte de cuanto gobernante o personaje latinoamericano, decida decir sobre Venezuela.
Mientras estas cosas ocurran, el termino “soberanía” resulta un concepto ambiguo en lo que a las masas se refiere.
No dudo ni por un minuto que los últimos 14 años han servido para deshacer algo de esta ignorancia al respecto, como no dudo tampoco, en que estamos quizás a la mitad del camino en lo que a esto se refiere.
Así las cosas, proponer un referéndum, aunque resulta correcto, también resulta riesgoso frente al peligro ignorado por muchos: El de nuestra desdichada tendencia a aceptar “ayudas” de donde vengan, siempre y cuando “apoyen” a una de las partes, -particularmente si es la que gobierna-, de las dos que tan bien definidas están ahora en el país, y sin que cada una por su cuenta, deje de entregar soberanía.
Lo decía al principio del blog: Dos remando en un bote, pero en direcciones contrarias, solo logran dar vueltas sobre el mismo punto, sin avanzar.
Estoy de acuerdo en que requerimos repetir elecciones, y no porque Maduro lo esté haciendo bien o mal junto a su combo de “refritos” políticos, o porque Capriles o su sequito de radicales que comienza con Julio Borges, pasa por María C. Machado y termina con D. Arria, hayan acertado en sus señalamientos, sino porque la credibilidad del CNE es tan baja por las razones que hemos mencionado infinidad de veces en el pasado, que una diferencia de menos de 2%, no es suficiente para decir que el ahora gobierno,  ganó sin hacer trampa.
Simple y crudo como suena, pero cierto.
El periodista Miguel Salazar es digno de respeto y reconocimiento por lanzarse a decir algo que puede valerle la enemistad del alto gobierno en ejercicio, pero lo apoyo totalmente, pues en un país republicano, el interés de algunos, y ni siquiera el interés de la mitad de la población, -en contraposición a la otra mitad-, puede anteponerse a lo ético, a lo correcto, y a lo que la constitución en su esencia dicta hacer, inspirado en el ideal Bolivariano. No hay nada más.
Maduro se está haciendo el pendejo con los grandes y apremiantes asuntos nacionales, mientras dedica su tiempo a hacer gobiernos de calle, sin que las mayorías se den cuenta de que con ello, tácitamente está reconociendo que solo “bajando” él hasta la calle, se logra ver un gobierno a la “altura” de la gente, que sin embargo, no escucha lo que la misma gente dice.
Pareciera que consolidar de alguna manera populista la endeble base de su gobierno, resulta más importante que abocarse a realizar los correctivos que verdaderamente lograrían mantener el bienestar y la justicia en el diario vivir de cada ciudadano, protegido por un Estado humanista, claro de lo que es ser venezolano, y capaz de hacer respetar nuestra voz en el contexto de las naciones que nos rodean.
Insisto: Mientras creamos que la retención del poder justifica los medios para lograrlo, estaremos engañándonos a nosotros mismos, aceptando con ello que lo correcto y justo, abrazado de la verdad, no tienen cabida entre nosotros. El fin de la republica comienza allí, donde la tiranía venida de donde viniere, se comienza a abrir paso sin resistencia alguna.
Una Venezuela dividida en dos mitades políticas, no significa un atraso para el chavismo, o un avance para la oposición; significa que la parálisis comienza a afectar de manera peligrosa al país todo, y solo una medida sensata y equilibrada puede destrabar a la nación de su inmovilidad. La repetición de elecciones presidenciales es una de ellas.
Depende de nosotros.