sábado, 8 de agosto de 2009

Nuestra relación diplomática con toda la América. (I)

O como un país amante de su constitución (es decir, con espíritu propio, con carácter), se maneja frente a sus vecinos.

Este tema es forzosamente largo; será imposible cubrirlo todo, primero por mi escaso conocimiento en el área, y segundo porque la intención es centrarnos en lo tradicionalmente débiles que hemos sido en política exterior, y en la interpretación de las razones que muchos han tenido para aliarse con nosotros.

Manteniendo nuestra costumbre de partir de allá, de lo básico, analicemos con cuidado los conceptos que sobre diplomacia, existen. Nos apoyaremos en los amigos de la Wikipedia:

“El concepto de diplomacia reviste distintas acepciones de acuerdo al mayor o menor grado de inclusión de objetivos y prácticas que a través de ella se desarrollan. De este modo, y de acuerdo con autores referentes en la materia, podemos definirla como:”

  • El manejo profesional de las relaciones entre soberanos” (Cohen)
  • Sentido común y comprensión aplicados a las relaciones internacionales. La aplicación de la inteligencia y el tacto a la dirección de las relaciones oficiales entre Gobiernos de Estados independientes” (Nicolson)
  • La conducción de las relaciones internacionales por negociación, más que por la fuerza, la propaganda, o el recurso del derecho, y por otros medios pacíficos – como recabar información o generar buena voluntad- que están directa o indirectamente diseñados para promover la negociación. Una actividad esencialmente política y una institución del sistema internacional” (Berridge)
  • El conjunto de reglas y métodos que permiten a un Estado instrumentar sus relaciones con otros sujetos del derecho internacional, con el doble objeto de promover la paz y cultivar una mentalidad universal fomentando la cooperación con dichos sujetos en los más diversos campos” (Cantilo)”.

Vemos que en principio, las mentiras y los intereses ocultos no están en estos conceptos; son las prácticas cotidianas de los políticos inescrupulosos, sean de carrera o elegidos temporalmente, los que desvían lo que debiera ser un camino de honorabilidad. Llegara el día, empero, en que esto sea una realidad.

La diplomacia y el "cuando se creen sus propias mentiras":

Creo que hemos visto lo complicado la diplomacia se vuelve a menudo; el ejemplo reciente de la situación de Honduras es más que elocuente. Cualquier cantidad de manipulaciones a la información se han hecho de lado y lado; con los días, se hizo obvio la influencia que algunos países, (el nuestro a la cabeza del lado más desordenado e improvisador), han tenido en este evento. Pudimos ver como los hilos del interés se movieron, y mientras un torpemente derrocado presidente, intentaba volver a su país, sin importar las victimas que pudieran haber en el proceso de llegada, observábamos como hasta ahora, nadie se ha molestado en preguntarle al pueblo soberano de Honduras, qué es lo que quieren.

Las organizaciones internacionales, a saber, los centros neurálgicos de la hipocresía diplomática, fueron inoperantes, como cada vez más lo serán, dado que se alejan de continuo, de lo que los pueblos soberanos del mundo desean: Paz, respeto y amistad.

Las relaciones del solo “la justicia ante todo” es la que deben imperar. No podemos seguir regalando recursos a cambio de espejitos y falsas doctrinas. Ayudar a otros, si, pero solo cuando estemos en condiciones internas de hacerlo, al haber superado la falta de un presente justo, y la de una nación con necesidades importantes no cubiertas.

¿Regalar petróleo?, por que no, pero a condición que se establezca allá donde el vaya a ser entregado, el imperio, pero es de la justicia y la democracia. Esa será nuestra única ingerencia.

En política internacional, no podemos tener respuestas “viscerales”; estas han de estar sujetas al libro de procedimiento que igual que la constitución, debe ser creado en tiempos de cabezas frías. Es obvio que mientras más dependa la diplomacia de un hombre, más titubeante y errática será esta.

Tampoco un libro mal escrito nos sirve; la continua perdida de territorio que hemos tenido ha sido justamente por esta falla a lo interno, que nos ha dejado sin un importante porcentaje de suelo patrio, y aún hoy, esa falla cuelga como espada filosa sobre nosotros. No podemos postergar mas el asumir las actitudes correctas frente a quienes, primero, nos discuten territorios, segundo, sobre aquellos que pudieran salir beneficiados injustamente de nuestras riquezas naturales, y tercero, de quienes nos pretendan manipular o someternos con los viejos trucos ingerentistas de siempre. La estructuración sólida de una política clara, de un sistema diplomático “lubricado” y eficiente, y de un conjunto de fuerzas de defensa e inteligencia, es lo único que nos puede garantizar, medianamente, la soberanía.

El resto dependerá de nuestra agilidad para mantener sobre la mesa diplomática de los pueblos del mundo, la noción clara de una justicia universal, que camine junto a la amistad y el respeto mutuo.

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