miércoles, 19 de agosto de 2009

¿Comprando para armarnos, o renovando armamento para defendernos?

Aunque tengo la convicción de que algún día el mundo no necesitará de armas, y que la cordura llegará a los hombres y mujeres por igual, sabemos que eso está un poco lejos, y más aún, mientras los habitantes de la tierra se peleen incluso por asuntos tribales.

Debido a esto, es que me atrevo a abordar este tema, y más cuando recordamos que la defensa de la nación, es un aspecto abordado por la constitución.

Se que de esto se ha escrito bastante; entiendo también que la opinión de muchos es que Venezuela se ha lanzado a una carrera armamentista, pero déjenme decirles que no estoy de acuerdo, y que más bien este tema en particular es uno de los mejores ejemplos que hay sobre cómo se manipula, conciente o inconcientemente, la información. Vean: por un lado, están los sectores políticos de oposición. Ellos dicen que es armamentismo a secas; derroche de recursos que deberían ser usados en hospitales. (Ya comentamos antes, sin embargo, que el problema del sistema de salud no es que no se les asigne dinero suficiente, sino que se roba, desvía, o mal invierte el mismo).

Por el otro lado, está el gobierno, que busca crear su propia matriz de opinión -favorable claro, a sí mismo-, pero sin llegar con ello a explicar contundentemente la razón más importante que existe, de manera clara y desapacionada, limitándose únicamente a excusarse en los supuestos escenarios de "invasiones imperialistas", como si acaso cualquier cosa que compráramos, fuera capaz detener o repeler una hipotética acción bélica de los EEUU contra nosotros…

La razón para la compra en Venezuela de sistemas militares en general, debemos buscarla no en el armamentismo, y ni siquiera en la desconfianza casi visceral de la que sufren varios pueblos latinoamericanos hacia algunos de sus vecinos, o incluso, ni se debe a que no sepamos en que gastar tanto dinero. El motivo esencial para la compra de armamento, es la renovación y/o el aprovisionamiento básico de la FAN (Fuerza Armada Nacional), lo cual por cierto, debemos admitir que no se hace de manera regular o sistematica, obedeciendo en muchas ocasiones a factores coyunturales.

¿Qué la renovación parece que está matizada con política?; ¡por supuesto! Revisen el concepto de política, mézclenlo con diplomacia, sazónenlo con nacionalismo más los intereses de algunos mercaderes de armas internos y externos, y tendrán durante cualquier gobierno, el "pastel" explosivo perfecto.

¿Que ha existido y existe corrupción?; seguramente, pero eso no implica que no se adquiera armamento, y que éste sólo se utilice de manera preventiva, y nunca para atacar sin justificación, durante la estrategia de la defensa.

¿Que se ha comprado armamento ínutil, o no adaptado al país?; bueno, también es cierto, y creo que ninguna nación en latinoamerica se ha escapado a eso. Logicamente, honrando el espiritu del motivo de este blog, tenemos que aceptar que la planificacion, y el apego estricto a lo establecido en la constitución y las leyes, debe ser incondicional, al igual que nuestro deseo de emular al Libertador, quien empuño las armas unicamente para liberar, y nunca para oprimir.

Ya sabemos que el tema del aprovisionamiento de armas afecta a todos las naciones del mundo. La forma en que se expresa, es distinta en cada uno de ellos, y definitivamente, partiendo de la escala global, podemos ir desde los casos en los que el dinero para la prosperidad social es gastado en armas, sin importar las consecuencias nutricionales, educactivas y laborales en el pueblo, hasta los casos como el de nosotros, donde tradicionalmente la fuerza armada cuentan con limitados presupuestos.

En Venezuela, como decíamos, se ha hablado insistentemente sobre las compras, que algunas veces, en tiempos de mejores ingresos, han resultado cuando menos, “llamativas”. A veces me ha parecido que los "criticos" ayudan más a nuestros vecinos que a nosotros mismos. (Por eso les hablaba de la escencia corrosiva y dañina de las criticas).Veámos un ejemplo de estas compras masivas que llaman la atención: ¿Recuerdan cuando la corbeta Colombiana Caldas, en el año 1987, incursionó ilegal y provocadoramente en aguas territoriales venezolanas?; Ello disparó una rápida compra de equipos necesarios para solventar las debilidades detectadas durante las movilizaciones para repeler dicha incursión. En ese proceso, más de un mercader de armas logró imponer su producto, por sobre las especificaciones militares del momento y propósito. (Insisto: ..."el país que esté libre de pecado, que lance la primera piedra").

Lo mismo ocurrió con la adquisición reciente de fusiles para la FAN. Aunque no obedeció quizás a la mejor selección del tipo de arma ganadora del concurso realizado para ello, si fue seleccionada ante una situación-coyuntura política adversa a nivel externo a la nación, como lo fue la torpe prohibición estadounidense a la venta de cualquier armamento con tecnología “made in USA” a Venezuela, y la consecuente “autoprohibición” de sus países amigos, igualmente grandes productores y vendedores de maquinaria bélica. Esto degeneró en la lógica, y previsible aproximación a la industria militar rusa y a la no alineada con Washington en general, con la consecuente adquisición de armas para los cuatro componentes de nuestra FAN, de esos inusuales proveedores.

Ahora esta prohibición, -insisto-, ha sido la detonante de las compras "llamativas", al menos así la califican nuestros vecinos y los sectores extremos de la oposición venezolana; veámos otro ejemplo: de no existir tal bloqueo estadounidense, seguramente el sistema de aviones F-16, justamente con ese país de origen, estuviera repotenciado, operativo y complementado con nuevos ejemplares, con lo que la adquisición en Rusia no habria tenido efecto. Nuestras tropas estarian apertrechadas con fusiles europeos y armas israelíes, así como la Armada con buques franceses, italianos o alemanes. Sin duda los bolsillos de los perros de la guerra tradicionales, estarían a estas alturas, llenos de dólares venezolanos. (Perdonen la ironía).

El hecho es que no se puede negar la necesidad de mantener una mínima capacidad de respuesta ante las amenazas extranjeras, de acuerdo siempre a la constitución aprobada por todos nosotros, y ello supone entonces la renovación frecuente (al menos idealmente, y si fuera posible con material fabricado en el país), del material de guerra. ¿Sistemas antiaéreos?; se necesitaban desde hace décadas y nadie hacía nada. ¿Vigilancia militar de radar a nivel nacional?, ya resultaba impostergable su implementación. ¿Helicópteros?: la escasa cantidad de unidades presentes no podía seguirse tolerando (¿recuerdan las limitaciones logisticas en este aspecto que tuvimos en el desastre de Vargas en 1999?). ¿Sistema de aviación de combate SU-30MK?; algo definitivamente había que comprarse con urgencia. No podiámos quedarnos sin defensa aérea efectiva ante la situación crítica del sistema F-16. Malo es haber hecho que USA llegara al extremo de bloquearnos en términos de comercio militar, pero buena en general fue la opción del sistema aéreo Su-30MK. Aunque estemos concientes de que existen mejores aviones (muy pocos en realidad, y seguramente mas caros y con mayores lapsos de espera para su entrega), y que la compra a supuesto un choque casi cultural frente a los tradicionales proveedores occidentales, esto no ha evitado que se elevara el nivel tecnológico de la Fuerza Aérea.

De la misma manera, los demás componentes de la FAN, requieren hoy, otras adquisiciones importantes.

Pero,...¿Gastamos mucho en estas cosas?; no más que Chile, o Brasil, sólo por citar dos ejemplos en Latinoámerica, y quizás lo más importante: no pretendemos atacar a nadie.

Tema aparte es la compra de material contra motines y de control de multitudes: ese si puede ser usado incorrectamente a lo interno, contra el pueblo, y las implicaciones son mayores.

En conclusión, y siempre con la humildad que la opinión de un ciudadano común tendrá, afirmo que la compra se justifica, siempre y cuando el alma escrita de la nación, inspirada en Dios, contenga nuestras tentaciones, que en un arrebato de soberbia, puede hacernos caer en la trampa de la violencia y la destrucción.

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