sábado, 28 de mayo de 2011

Las siete superpotencias de la ciencia. BBC mundo, 21/05/2011.

Decía la nota de BBC mundo en su web, al comienzo:

El panorama internacional de la ciencia está cambiando. El rápido crecimiento de la producción científica de las potencias económicas emergentes podría redibujar el mapa.”

(Ver: foto anexa a esta entrada del blog, donde se muestra los “epicentros” de investigación)

Muy bien por todos ellos. Es realmente bueno ver como los “motores” científicos del mundo comienzan a distribuirse cada vez más equitativamente, conforme emergen naciones organizadas y más claras que otras sobre su destino y sus prioridades.

Todo bien, aunque de seguro se imaginarán que debía haber una pregunta importante a la vuelta de la esquina: ¿Y Venezuela donde está?

En parte la “coincidencia” entre esta noticia, y unos días después, la de la firma entre Venezuela y China de un acuerdo para la construcción y lanzamiento, de un satélite de observación terrestre, nos hace ver que cosas buenas y correctas se están dando, mientras que otras no tan buenas y más bien oscuras, se siguen desarrollando. Este último aspecto se extiende por todo el país, y cruza desiertos en la sociedad venezolana, a través de sus universidades, sus pocos centros de investigación pura, y los vacios escondrijos de más de un ministerio relacionado al tema.

Este es un “clásico” ejemplo de cómo el sector que adversa al gobierno de turno, no reconoce nada positivo en su gestión, y mantiene el mismo estilo de negación y “ley de hielo” de la que hablábamos hace un tiempo, por parte del gobierno y los sectores oficialistas. Una actitud cancela a la otra, en una muestra de impresionante futilidad.

Hay una terca tendencia a negar todo lo que pueda estarse haciendo en la dirección correcta, como hay una obsesiva tendencia a publicitar tanto lo hecho, que termina dudándose de su existencia real, sin que exista “algo raro” de por medio. Al final de esta “triste” y deficiente ecuación, tenemos como resultado un país igualmente dividido en lo que a ciencia y tecnología estratégicamente concebida se refiere, y con ello, se aprecia un desgaste innecesario, que se ha ido llevando por delante y desde hace décadas, a las universidades, a los institutos tecnológicos, y a los centros científicos, así como a toda su obra, utilizada y convertida en bienestar y progreso con la misma “eficiencia” que un bombillo incandescente convierte la energía eléctrica en luz (recuerden que la mayoría de la energía, el filamento la transforma en calor y luz no visible, dejando un amarillento halo de luz visible con el que nos damos por satisfechos pese a la ineficiencia)

No pretendo tampoco hoy lanzarme en un “discurso” estéril con repetidas y ya conocidas soluciones. Prefiero una vez más, enumerar brevemente aquellos puntos débiles, -eslabones terriblemente débiles-, que en esta cadena nacional, no son capaces de levantar un progreso medible y verificable, mucho menos, sostenible en el tiempo:

1. Las universidades nacionales, a modos de islas sin república, concebidas sobre una errada interpretación de autonomía, mas a modo de una embajada extranjera, que de una oportunidad de desarrollo social autóctona, que han “capado” de facto, sus capacidades reales para engranar esfuerzos permanentes entre ellas y las políticas nacionales que obedecieran a planes rectores maestros proyectados a décadas por venir.

2. Los centros de investigación venezolanos, acéfalos y en su mayoría afectados por la inflación y los cada vez menos recursos efectivamente convertidos en conocimiento y patentes tecnológicas, con carencias tan profundas en términos de cohesión y planificación estratégica, como la de las universidades.

3. Una estrategia científica a nivel de gobierno, donde priva lo político circunstancial más que lo político nacional planificado, ante las continuas trabas que los adversarios políticos plantan por doquier.

4. Un sistema educativo que no estimula la investigación y su aplicación mediante el aparato tecnológico nacional, sino la capacitación para hacer dinero, aunado a una estructura económica de servicios y venta de productos terminados (¿Recuerdan cuando hablábamos del país de la bodeguitas y abastos?)

Cosas estupendas como la posesión de un satélite de comunicaciones, próximamente uno de observación terrestre, así como de enormes potencialidades en el sector humano, no son suficientes para alcanzar un éxito sostenido e irreversible, cuando los esfuerzos se atomizan y estos se declaran enemigos unos de otros. Obtuso es una palabra que define nuestro actual comportamiento. Decidido, ha de ser el término que nos describa en el futuro, si no queremos perecer sin sentido, como aquella generación que nos precedió, incapaz de hacer realidad, el sueño de una Venezuela fuerte, sabia y desarrollada.

¿Repetiremos aquellos errores?

¿Lograremos abrirnos un espacio en el mapa mundial de la ciencia y la iniciativa?

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