viernes, 18 de octubre de 2013

¿Qué pasó con la segunda parte del audio de Mario Silva?

Nuevamente el tiempo pasa y los políticos, actores secundarios detrás de esta obra de tercera categoría en la que se ha vuelto la “gerencia” pública del país, se frotan las manos al ver como la memoria de los actores primarios (la sociedad toda, extranjeros cedulados incluidos), dejan el tema de los famosos audios incriminadores en el olvido. Por ello es que debo preguntar:

¿Qué acuerdo pudo haber tras candilejas, en este “teatro” que se cae a pedazos, para archivar esa segunda parte?

¿A quién benefició?

¿Cómo se supone que algo que pregonaron los oposicionistas como “impactante”, y que “removería” al gobierno en sus cimientos, termina enterrado por ellos mismos?

Yo veo que lo único que les puedo decir ante estas situaciones, es que mientras la negociación política que conviene a pocos esté por delante de la verdad y de la justicia que conviene a muchos, siempre habrá espacio para lo escuro, para lo inmoral. Como la grabación de Mario Silva, hay otras igualmente comprometedoras, -seguramente realizadas de la misma manera ilegal-, que no hacen más que rasguñar con su mera existencia oculta, a la corruptela presente. Quizás de la misma manera permanecen celosamente resguardadas, las grabaciones que a manera de testamento, habrá dejado Hugo Chávez, porque nadie me va a decir que un hombre con semejante verborrea y protagonismo absoluto como el de él, que podía intuir su “secuestro” por parte de su más intimo circulo de lame pelotas antes de su muerte, no dejar ni una palabra grabada para la posteridad...
…eso, en lo “humanamente Chávez”, es imposible de concebir. Ergo, alguien tiene escondidas esas grabaciones también.
En todo caso, (y sea como sea), tenemos que entender que no habrá cambio en esta distorsión social, y en esta conspiración contra la nación y su historia, si no comenzamos en algún momento determinado, -aunque lamentablemente será luego del inevitable crujir de dientes que aún tenemos por delante-, a levantar un verdadero y blindado sistema judicial que valiéndose de la transparencia, -allá donde exista corrupción, sea roja, o del color que sea-, pueda arremeter con la constitución y las leyes en las manos, contra este flagelo mortal. Solo en ese momento, y nunca antes de eso, la gente comenzará a recibir un mensaje claro, contundente y simple: de esos que devuelven la confianza ante la certeza de que un cambio a comenzado.
Es ese tipo de mensaje del que los venezolanos no reciben uno desde hace mucho; me atrevo a decir que desde aquellos de Simón Bolívar.
 “La verdad no ha sido dicha”, parafraseándolo. Admitámoslo.

Mientras, pareciéramos obnubilados ante la miseria de un país que no despierta, para tristeza de muchos, mientras que pocos se llenan sin rubor alguno, con los millones de dólares de la nación. Solo una guerra fratricida puede ser más terrible que esto que vive Venezuela.

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