martes, 1 de octubre de 2013

Como los "boomerangs", las palabras se pueden devolver, Maduro.

 El presidente proclamado ha dicho:

"Hasta que el gobierno de EEUU no entienda que tiene que respetar a Venezuela como un país soberano no habrá relaciones de cordialidad"
Pregunto yo entonces, ante esas contundentes palabras de las que supongo, no se arrepentirá:
¿Cuándo esta expresión, dicha con la soberbia propia de los países subdesarrollados, será utilizada en el caso de Guyana y su sistemática apropiación territorial de lo nuestro?
¿Por qué razón hemos cedido tanto en nuestra reclamación territorial con ellos?
¿Por qué por mucho menos intentado por Colombia, en nuestra frontera occidental, -y pese al poderío militar que pueden desplegar-, hemos plantado posiciones mas contundentes que con la pequeña Guyana?
¿Por qué seguimos dejando en las manos de gente que se ha mostrado incapaz de realizar algún avance significativo en más de dos décadas (ONU), la resolución de este problema que con cada día, no arruina territorialmente?
Entiendo que tanto Chávez en su momento, (y durante 14 años), como Maduro al presente, saben que no pueden emprender ninguna acción militar contra Guyana, sin darle con ello una excusa política a mas de uno fuera de nuestras fronteras para embarcarse en una intervención bélica en esta región y hasta en nuestro país  pero: ¿Cual es el miedo?; ¿Por qué este grado de sumisión?
Lo único cierto hasta el presente, es que no hemos podido recuperar el Esequibo; lo único cierto es que en estos 55 años de mamarrachadas políticas, de patrióticos golpes de pechos nacionalistas de lado y lado en el cuadrilátero político, y de cánticos de hermandad latinoamericana y mundial, lo irritantemente cierto, es que seguimos sin esperanzas reales de ver ondear la bandera venezolana, sobre ese suelo, otrora parte de nuestro imaginario nacional.

Te toca, presidente "proclamado" Nicolás Maduro, cargar con el saco de excremento que no has sido tampoco capaz de convertir en pelotas y firmeza política, económica, militar y diplomática, para hacer valer nuestro soberano e irrenunciable derecho sobre esas tierras.
Es la misma actitud que tienes con todo.

Una última pregunta:
¿Tenía tan poco de donde escoger el comandante, que terminó seleccionándote a ti?
¿Por qué?

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