lunes, 29 de abril de 2013

Venezuela; débil aún en su soberanía, solo que de manera distinta.


El problema sigue siendo este; Proponer principios sociales y nacionales, consensuados y respaldados por resultados de trabajos concretos e incuestionables,  mediante la exaltación de lo moral y lo ético, es muy distinto a imponer principios sociales unilaterales, basado en resultados cuestionables, y para completar, sin medir la más mínima ética, en caso de que esta pudiera atentar contra los resultados de una elección favorable.
Poe eso, aunque no pareciera haber fin para esta cadena de acontecimientos que de a poco se va construyendo en nuestro territorio, donde  vemos como eslabones al multiplicarse, crean una encrucijada en la Venezuela dividida y neutralizada de hoy.

Quisiera basar esta entrada del blog, en dos declaraciones presidenciales de estos días:
1.-Según Maduro, la gente no estaba dividida: Sólo triste y confundida.
EFE; 25 DE ABRIL 2013 - 04:49 PM
El presidente de Nicolás Maduro dijo hoy que en Venezuela 60 % de la población está de acuerdo con la revolución bolivariana pero aseguró que el pasado 14 de abril muchos chavistas no votaron por "tristeza" por la muerte de Hugo Chávez y otros lo hicieron "confundidos" por la oposición.
"Tenemos un pueblo que llega casi al 60 % que apoya a la revolución, pero que había una parte importante que estaba muy triste y que no salió a votar, usted saben también quién, dónde", dijo Maduro durante un acto de Gobierno.

Bueno, me imagino que el presidente en ejercicio de alguna manera descubrió que ya están contentos. Ahora, -explica él-, “las mayorías” se encuentran satisfechas y apoyando al nuevo gobierno.
Pese a esa “inocentona” explicación de parte del llamado a ser más serio y congruente en este país, resulta obvio que aún la división sigue en el país, aunque quizás el gobierno, -ya no tan revolucionario-, haya perdido adeptos en las últimas  semanas, al mostrarse tan intolerante con quienes se aventuren a mostrar una opinión crítica, desbalanceando este precario equilibrio que solo ha servido para inmovilizar las cosas. 
Resulta interesante descubrir que para Nicolás Maduro, solo un tipo de sentimiento es digno de comprensión: el de los tristes y confundidos.
Aquellos que estén arrechos y claritos, no cuentan.
Ahora, ¿Cómo hablamos de lo que él denomina “mitad sólida” del electorado, que casualmente es la que lo apoya?; supongo que la otra mitad para él será entonces una cosa “aguada” y “fofa”, apátrida y de paso,  contraria a su figura como presidente.
Les digo algo: Que fácil es para un presidente y su círculo íntimo de poder, decir y hacer lo que les venga en gana, cuando todos los poderes obedecen al mismo dueño, que no es precisamente “el soberano”.
Eso de dictaduras, golpes de estado y regímenes totalitarios, son solo reminiscencias del pasado, -ahora innecesarias y burdas-, cuando se tiene al presente la receta mágica para el éxito: recursos nacionales monetarios inmensos, y un estado incapaz de auto limitarse, criticarse y corregirse.
Cualquier nación donde aproximadamente  el 60% de una asamblea nacional es del partido de gobierno, con un poder electoral en el que el 90% de los rectores son oficialistas, un poder judicial laxo y acomodado en la estructura del ejecutivo, de la misma manera que la cúpula militar y el “poder” moral de la republica, díganme ustedes, ¿Cómo podría un país evitar que el que manda haga lo que le venga en gana sin reparo alguno, más al saberse elegible por siempre?  
¿Cómo puede un país emerger de esto rápidamente, si su población aún no comprende la importancia del acuerdo, la negociación, la organización y el sacrificio justo?

2.- La opinión de Juan M Santos, y de la de UNASUR, como protagonistas de una situación interna venezolana.
Todos han leído las declaraciones y los comunicados oficiales de UNASUR, luego de recibir al nuevo presidente venezolano. Veamos a hora las de Santos, en fecha muy reciente:
Cuando una autoridad respetada por las dos partes da un veredicto, la obligación de todo el mundo es aceptarlo”, añadió Santos.
(Domingo 28 de abril de 2013 10:32 AM  . AVN / Redacción WEB / Caracas)
Dentro de la dinámica política latinoamericana, estas declaraciones parecieran muy bien ajustadas a la diplomacia que se podría esperar de un presidente vecino, pero nuevamente, -como ocurrió con lo declarado por la UNASUR-, las mismas resultan peligrosamente injerencistas, pese al maquillaje de hermandad y buena amistad que parecieran acompañarlas. Esto lo digo porque en el fondo, representan evidencia del cinismo que nos rodea y al mismo tiempo, emana de nosotros como colectivo venezolano.
Evalúen bien como el apoyo internacional para un triunfo, es bien recibido, pero el apoyo a la duda de ese mismo triunfo, es descalificado y amenazado al identificarla como acto de traición a la patria a lo interno, y de intromisión, a lo externo. Independientemente de que sea cierto o no el triunfo de un bando, el sentido común, llano y cristalino (como el que cualquiera de nosotros, -como pueblo-, podría expresar), sugeriría dirigirnos a un ambiente más bien equilibrado, el cual podría recomendar el realizar un conteo completo de los votos, o en su defecto, realizar la repetición de las elecciones.
Quisiera decir que Juan Manuel Santos tiene razón, pero al sacar su declaración del plano general y diplomático, para llevarlo al plano específico venezolano, la cosa adquiere otro matiz, y lo hace, porque aunque muy probablemente el CNE haya hecho un trabajo impecable y diera resultados congruentes con lo votado por la población que decidió ejercer su derecho al sufragio, lo cierto es que el CNE basó su actuación sobre un registro electoral con desviaciones intolerables, permitió el abuso desmedido de los recursos del estado por parte del candidato oficialista, y accedió a realizar las elecciones, en medio de un conjunto de irregularidades denunciadas por la oposición, -y de algunas en las que yo, sin ser oposición, he podido constatar-, (Expulsión de testigos, apertura de mesas sin todos los testigos, no entrega de credenciales a los testigos opositores al oficialismos, llamadas diciéndote que deber ir a votar para no perder la ayuda (o Misión) tal o cual, centros de votación situados en lugares ilegales y bajo control oficialista, votación asistida para personas que no lo requerían, cierre de frontera sin aviso, cierre de centros electorales, etc.), que en otros países (Colombia incluida), no habrían permitido hacer prosperar tal acto electoral.
Por eso es que ante esto, no es posible afirmar en Venezuela, que ganó uno, y perdió el otro. La credibilidad es tan baja, y la confianza sobre lo jurídico tan pobre, que la mortaja sobre un proceso muerto antes de llegar el día de las elecciones, pende sobre Nicolás Maduro y Enrique Capriles.
Una vez más les digo: La cosa no fue ganar, sino cómo supuestamente se ganó.
Muy mal hace el CNE al decir que es imposible realizar un conteo de votos total; es reconocer que el proceso electoral venezolano es como una brisa de viento pasajera y caprichosa, incapaz de ejercer sobre sí misma, una auditoria manual, humana, tangible e indiscutible.
Pese a lo que puedan decir los estadísticos o los técnicos sobre lo maravilloso e incorruptible que pueda ser el sistema electoral venezolano sobre la mesa, lo cierto es que solo es un artilugio electrónico y computacional, por el cual difícilmente alguien sería capaz de meter su mano en el fuego para afirmar y defender que es imposible de ser alterado por quien sepa activar el protocolo adecuado, con un simple ratón.
A todas estas, si aún afirmamos que el sistema en su hardware y software es infalible, no podríamos tapar con un dedo, -ni con la mano completa-, las inmoralidades de las que los contrincantes han sido capaces, con tal de garantizar la consecución del poder en Venezuela.

Es como en un juego de fútbol, Sr. Presidente Juan Manuel Santos: Podremos todos ver que el balón entro en la arquería, pero la cámara no registró y grabó “la mano” que todos en el campo, vieron, excepto el árbitro…

Así de amañado estuvo el resultado del juego, Sr. Presidente.

Por supuesto, comprendo que al hablar de diplomacia, o de política, o de economía, lo pragmático de cara a los mejores dividendos, es lo que cuenta. Por eso es que este mundo está así; justamente por eso, y es por ello que un tal Hugo Chávez, diciendo muchas veces las cosas sensatas que quizás luego no cumplía o hacía, ganó tantos seguidores. La gente ya no es estúpida, ni iletrada, ni mansos rebaños de votos llevados a las urnas electorales cada tantos años, cuando no son llevados en urnas a los cementerios por la negligencia de quienes se empeñan en gobernar, al más puro estilo déspota e insensible.

Chávez fue el hombre que recogió todos los sueños, como fue también el hombre de las oportunidades perdidas. Ahora rumiamos este viacrucis al que nos someten a todos, solo porque los que retenían el poder ilegítimamente, decidieron seguir haciéndolo de la misma manera, todo por no querer hacer un pendejo reconteo manual de votos, y reconocer todas las ilegalidades que pudieran salir en ese truculento camino.
Nadie aquí quiere ser hombrecito, con las manos desnudas y la frente en alto.
Para el CNE y los demás poderes públicos de la nación, resulta ahora un exabrupto que se  pida un reconteo total y manual, pero cuando fue la oportunidad de pedir una constituyente, nadie pataleó, como tampoco lo hicieron cuando Chávez pidió, -del modo más caprichoso posible-, un consecutivo e inmediato referéndum consultivo, cuando ya el primero lo había perdido. Una vez más, lo ancho para pocos, y lo angosto para el resto.
Por todas estas cosas, es que yo digo, que en Venezuela no existe una democracia libre, ni una constitución obedecida, ni mucho menos, un conjunto de poderes públicos legítimos y moralmente leales al pensamiento de Simón Bolívar. Todo es una farsa; todo es cinismo; todo es una enorme pérdida de tiempo, de la que hasta nuestros nietos, y los de estos, se lamentarán.
Por supuesto, estamos aprendiendo, pero ¿a qué costo?; ¿no podíamos ser simplemente honestos y reconocer las cosas por su nombre, sin que midiera de por medio pasión inútil alguna?; ¿Ha tenido que morir Chávez, y cualquier cantidad de miles de venezolanos y extranjeros en esta tierra venezolana, a manos del desorden y la injusticia social, para que ni siquiera aún nos demos cuenta de lo necesario por hacer y enfrentar?
¿Teníamos que llegar al punto donde un ahora presidente gana una elección presidencial a punta de abuso y sin siquiera sacar una ventaja que resultara incuestionable?

Eso, queridos compatriotas, lo califico como miserable y patético, porque ni siquiera nos da vergüenza.

Así las cosas, ¿dónde creen que queda nuestra verdadera soberanía?; nadie podrá decir que muy alto, o bien protegida por buenos misiles y aviones, porque saben que no me refiero a esa soberanía física. La verdadera autodeterminación de nuestro pueblo comienza en lo humano de su sociedad, y en lo cohesionado que ella este en torno a sus máximos valores republicanos.

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