domingo, 1 de julio de 2012

Si se cree en una revolución, se concibe que nadie está por encima de ella. (II)


Comenzó, como dicen en mi tierra, ¡“la guachafita”!
Este primero de Julio, ha comenzado en Venezuela la carrera, sin freno ni medida, por llegar primero a la silla presidencial. El que la ha estado desgastando por 14 años, aspira otros 6 para llevarla hasta los resortes, mientras el nobel pretendiente, ya busca al tapicero que la reparará.

Considero esta una segunda parte a la reciente entrada que publiqué en el blog, debido a la cantidad de material electoral que me ha llegado, todo el centrado con mas furia que nunca, en la imagen "mesiánica", "heroica" y "amorosa" (por lo menos, cuando no amenaza con pulverizar a la oposición), del actual presidente.
No había visto tanto entusiasmo, en tantos miembros (Por convicción o por conveniencia…) de un partido; al menos, no desde que lo vi en las filas adecas de la cuarta, muchos de ellos ahora camuflados en las filas del PSUV (PCHUV, como le digo yo…)
La imagen “.gif” con la que ilustré esta entrada, (si no ven que se mueve, necesitan un programa que abra estos archivos), es un reflejo del extremo que estamos presenciando en nuestra sociedad: “Soy Chávez de corazón”, es el lema ahora; veo que no fue accidente la reciente expresión del presidente asegurando que ser chavista era la única forma de ser patriota; no. Solo era el comienzo de una etapa donde no solo debo ser chavista para ser patriota, sino que en realidad, descubrimos que verdaderamente, ¡Somos unos Chávez de corazón!
Cualquiera con un celular BlackBerry en Venezuela y en el mundo, puede colocar como imagen en su messenger, a este maravilloso “.Gif”, y demostrar con ello, que en verdad, también él o ella, es Chávez.

Por supuesto, ello es solo en sentido figurado. Ninguno de nosotros contará con el Staff de médicos que lo han atendido en sus supuestas dolencias, ni contaremos con la seguridad que le rodea, o con la zalamería que rodeándolo, se baja los pantalones por él. Tampoco podremos viajar como él, ni tener el poder que él tiene, para poder cometer sus mismos errores.
No pretendo ser sarcástico. Solo me limito a usar el mismo cinismo que usan todos los políticos y no políticos que rodeándole, se benefician de su influencia y poder.
No quiero que las cosas buenas logradas en estos 14 años, como las logradas antes de Chávez, se pierdan en manos de unos sediciosos que se esconden dificultosamente detrás de la fachada electorera. Tampoco quiero que él, (H. Chávez), siga cometiendo los mismos errores de donde ya nadie lo sacará, al estar obcecado con un aún improvisado y mal montado socialismo incapaz de impartir verdadera justicia y constitucionalidad, que no se mantendría sobre sus propios pies sin la inmensa masa inauditada de dólares que la respaldan a discreción de quien manda. Odio pensar que salgan unos círculos de influencia, para que se instalen otros círculos igualmente nefastos. Reniego de tener que ver a Venezuela incapaz de poder elegir una opción que unificara a todos, al no existir esta, siendo paradójicamente, ese el reto aún no desvelado a afrontar en un tiempo del que desconozco su llegada.
Estoy atascado en una situación nacional que no ofrece moverse rápidamente con las próximas elecciones, y donde no puedo descartar que unos facinerosos, pretendan patear la mesa y busquen dar un fatídico y fútil golpe de estado. La estupidez tras esa idea se acuna de ambos lados. Oficialistas y oposicionistas juegan a los soldaditos, en tiempos donde deberíamos estar pensando en nuestros nietos, y en los hijos de estos.
Entiendan, -y disculpen-, mi frustración. Gracias.

El caso, queridos compatriotas y amigos que venidos de otras tierras no hallaron quien les diera un sentido social y de porvenir mas allá del que ustedes mismos trajeron, es que las oportunidades siguen colándose entre nuestros dedos, y la humildad para aceptar nuestras debilidades y errores, se alejan de nosotros con la misma velocidad con que se aproximan la necedad, la arrogancia, y la certeza electorera de que “Con Chávez todo, sin Chávez nada”.
El fanatismo se acentúa en la medida en que se aproxima la hora de las intrigas, en la medida en que se aleja la buena voluntad y la hermandad entre los venezolanos.

Tenemos que lograrlo. Si se ha volcado tanto “amor y pasión” por uno que se erigió como líder en Venezuela, es simplemente porque no hay donde más derramarlo. No existe una venezolanidad clara y definida, y ello queridos compatriotas, es nuestro mayor reto: Darle por fin valor a eso que nos amalgame a todos, con una luz por encima de todos: La constitución. Nuestra alma escrita de nación.
Lo dije en la entrada anterior: La cosa no es elegir entre Chávez y Capriles; entre Barrabás y Barrabás junior.
El asunto es desprendernos de la idea parásita de que necesitamos un líder para salir de la miseria en la que gustosos nos revolcamos todos.
Una revolución verdadera, nos haría a todos protagonistas reales de nuestra sociedad; nos haría voz individual imposible de acallar. Voz colectiva incapaz de ser ignorada.

Seamos verdaderos revolucionarios. Hagamos del poder de uno, del poder de cada uno, escuchados y atendidos, el verdadero poder de todos, en sociedad, ahora sí, justa, ahora si decidida a ser una nación.

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