domingo, 22 de agosto de 2010

“Llegó la hora de hacer leyes por iniciativa popular”

Estas palabras, con la cara del presidente de fondo, en las vallas publicitarias del país, es una de las tantas propagandas del PSUV, tan manipuladoras como la de todas las otras tendencias involucradas en las próximas elecciones parlamentarias, (entiéndase: oposición).

La estrategia oficialista busca endulzar el paisaje político con la idea de la legislación directa del pueblo, como queriendo, ahora si, hacer del pueblo, su propio gobierno.


¡La simpleza hecha insulto!


El tema me ha resultado particularmente difícil de tratar sin herir mortalmente la susceptibilidad de los entusiastas de lado y lado.


Eso de la “iniciativa popular” es, como muchas expresiones en política y en manos de políticos, bastante engañosa.


Veámoslos así:

¿La iniciativa popular, -es decir, la gente- tiene que trabajar por si misma las leyes que son requeridas?

¿No sirve entonces nombrar un representante-vocero en las asambleas legislativas y nacionales?

¿Cuál es la falla que existe actualmente?

¿Si la iniciativa popular erradica la necesidad de políticos tradicionales, no se volvería la misma iniciativa y el pueblo que la genera, en un político más?

¿La figura de la “iniciativa popular”, no es en si misma un dulce con el cual atraer la atención del inocente convertido en pueblo?

Y por ultimo:

Un pueblo, y un estado que no cumplen con la constitución y las leyes, ¿Se van a poner como locos, invirtiendo millones de horas hombre de “parlamentarismo”, para hacer más y más leyes que igual no se cumplirán?


La imagen idílica de un pueblo supuestamente soberano, ejerciendo esa soberanía a través de la creación sin pausa de una plétora de leyes y modificaciones constitucionales consecutivas, asfixiando con ello la constitucionalidad sólida, y desfigurando lo que apenas comenzábamos a conocer, no sirve mas que para darle oportunidades a nuevas castas políticas, a nuevas burocracias estatales, y a nuevas burguesías gubernamentales para hacerse millonarias con nuestros dólares.


Ahora, para completar, y pese a nuestra costumbre a verlo en cada ocasión que toca, una vez más el asombro se hace presente, cuando todas estas “campañas” electorales se están realizando fuera de los periodos aprobados por el CNE.

La oposición, patética y dividida por un lado, y un presidente de la republica totalmente parcializado a través de su propio partido político, creado a su imagen y semejanza, con su propia casta de ortodoxos, se ocupa sin medir la inversión necesaria, en juramentar a miles y miles de patrulleros de su tolda política, incurriendo en gastos de desplazamientos presidenciales por el país para estos menesteres, con un claro sesgo discriminatorio e irreverente.

El CNE estableció una campaña que comienza el próximo 25 de agosto a las 6:00 de la mañana y termina el 23 de septiembre, a la medianoche.

Naturalmente, mediante paredes pintadas, vallas gigantes, concentraciones en estadios y movilizaciones del presidente, de los gobernadores y de los alcaldes, el disparo de arrancada en ambos bandos, de la campaña ilegal, se dio hace ya varias semanas.


¿Y con este irrespeto a las normas se quiere hacer parlamentarismo por iniciativa popular?


O somos inocentes hasta los huesos, o somos tremendos ignorantes, o somos hipócritas de corazón. ¿Será acaso una rara mezcla de todas ellas?


Yo no quiero tener razón; yo no quiero criticar, pues les he dicho que prefiero hacer observaciones a puntos que considero, mejorables. Lo único que quiero, es ver a la Venezuela que puede ser, levantada sobre sus propios pies: los pies de cada uno de nosotros, mirando hacia el horizonte con dignidad y orgullo por el sacrificio hecho para lograr una nación anhelante de Dios, y deseosa de la paz y la prosperidad.

No quiero huir del país, como roedor que abandona un barco que parece hundirse; tampoco quiero dejárselo a los miserables corruptos e incapaces políticos que no han podido, ni antes ni ahora, sacar a Venezuela del excremento que nosotros mismos defecamos alegremente.

¡Despreciables todos ellos!, es la expresión que mi instinto me pide gritar, pero mi mente me pide aguardar con calma, recordando de corazón que todos somos una misma nación, y que debe ser el trabajo de todos juntos, el que logre primero, establecer el imperio de la justicia y la venezolanidad, y luego, a propósito de ello, podamos entonces ver como cada esfuerzo realizado en lo social, en lo económico y en lo político, se convierte en bloque firme sobre el cual construir la prosperidad que aguarda por nosotros.


No se dejen llevar por la propaganda electoral; el que es rojo se vestirá de azul, y el que es oposición se vestirá de falsa revolución. Nadie dirá la verdad, porque esta no ganará simpatías. La mentira será la gran protagonista una vez más, pero quizás por última vez: Dependerá de nosotros y de nuestra vocación de paz, armonía, verdad y trabajo para hacer de la verdadera constitución vigente y del legado bolivariano, los puntos de inicio.


No se ustedes, pero yo estoy harto de tanta incapacidad y fracaso en todos los niveles de gobierno. Venezolanos todos ellos, revestidos de autoridad inutil, que contando con todos los millones de dolares del mundo, no han hecho más que un canto a la estupidez, con las voces de los miles y miles de muertos y secuestrados en este país, que dejan en pañales a los mismos indices, pero en Colombia, con su guerrilla y todo, o a los mexicanos, con su narcoguerra incluida, juntos.

Patetica; no hay otra expresión. Patetica es nuestra situacion.

Festejamos los caramelitos y espejitos que nos arrojan al pasar la comparza politica venezolana, mientras casi todo está aún por hacer.



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