miércoles, 9 de junio de 2010

¿Por qué es tan “fácil” el combate de la especulación y no el combate del hampa?; ¿Será porque los comerciantes no responden con plomo y sangre?

El practicar el cumplimiento de la ley cuando de mercados, empresarios y especulación se trata, es destacable y aplaudible, pero cuando esta acción se parece más a una isla pequeña en el inmenso mar que a un continente macizo e inmenso, el asunto toma otros matices y claro está, otro sentido de alarma ante la debilidad sobre los pilares fundamentales de la sociedad, y sobre la consecuente aplicación selectiva de lo que debería ser, el uniforme y sin fronteras imperio de la ley.

Así es que resulta mas bien incomodo ver como cual desembarco militar en una playa desierta, las autoridades parecieran, no sin premeditación, ensañarse con personajes comerciales de poca capacidad de defensa y respuesta, mientras que a los grandes empresarios, los que se ocultan detrás de los políticos y la tecnoburocracia gubernamental, permanecen intocables. (En el caso de las empresas Polar, la hipocresía les aseguro que es de lado y lado. No le creo al heredero multimillonario, L. Mendoza quien sólo “cuida” el imperio creado y expandido por su familia, ni a los funcionarios que 11 años después, es que se dan cuenta de lo que quizás no deba continuar con relación a esa empresa).

Mas palpable resulta sin embargo, la incapacidad de toda índole que las autoridades tienen para caerle cual desembarco militar, a la delincuencia y el hampa organizada. Como decíamos, esta última si tiene capacidad mortal de respuesta, y alardear de cualquier logro ocasional en radio, TV o prensa, por parte de figuras gubernamentales, seria más bien imprudente, sin importar el nivel jerárquico de quien lo haga en el gobierno; en cualquier gobierno.

La sangre de los policías si es fácil verla en su diario choque con la delincuencia, pero no verán la sangre de los INDEPABIS, o del SENIAT en sus redadas. El golpe mediático lo tiene la tecnoburocracia haciendo uso de procedimientos “limpios” como los de estos dos últimos entes; por eso su exaltación, mientras que la policía se limita a las quirúrgicamente asépticas escenas que nos muestras de una policía nacional mencionada sólo cuando conviene.

Como ven, no es fácil hablar de verdades absolutas donde la política evita que la realidad sea explicada sin censura, debido al impacto que sobre los intereses económicos o políticos de los gobiernos de turno, puedan existir. Creo que es una de los más grandes retos que la sociedad venezolana tiene por delante a la hora de tomar el control no de su destino, como dicen épicamente los políticos, sino el control efectivo de su administración publica, y hacer que le obedezca.

Parafraseemos a S Bolívar:

“Si la administración publica, la burocracia elegida y contratada, así como la burguesía tecnócrata y económica se opone a nuestros designios, ¡lucharemos contra ella, y haremos que nos obedezca!”.

¡Atención!: Fíjense que no decimos: “¡y la haremos papilla!”; tampoco decimos “¡y la pulverizaremos en millones de pedacitos!”

Insistamos amigos compatriotas: ¡Equilibrio y ponderación!; la sabiduría está en el equilibrio, en el correcto posicionamiento en nuestro corazón, de lo que es importante: Primero Dios, luego la Justicia, y por último, el Pueblo.

No se trata de denigrar a este último del que yo mismo soy parte inseparable; es sólo que debemos recordar que son los mismos “pueblos”, los que crucificaron a Jesús el Cristo, los que acompañaron a Hitler al holocausto de la II guerra mundial, y los que en la excitación del momento, eligen mal a sus lideres y gobernantes. Así pues, recordar que hay alguien (Dios) y algo (la Justicia) por encima de nosotros, no es más que una muestra de humildad producto de la sabiduría que la historia ha de darnos. Nada más amigos míos.

No podemos permitir que selectivamente los gobiernos de manera conveniente para si mismos o sus tecno burocracias y relacionados únicamente, ataquen unas cosas desviadas de la ley y otras no; el hampa, que devuelve al ser atacada plomo, ráfagas y sangre, se debe combatir con tanta decisión como al empresariado abusador y aprovechador sin ética que al ser igualmente atacado, responde con conspiraciones y desabastecimiento.

No somos tontos; no nos traten como tales.

Con los comerciantes, cuando alguno vende caro, simplemente lo podemos denunciar y no le compramos, pero cuando un delincuente nos atraca, sólo nos ha quedado Dios para encomendarnos, y eso si varios disparos en la cabeza nos dan tiempo de hacerlo.

Así pues, la prioridad está establecida.

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