sábado, 9 de enero de 2010

Sobre el racionamiento eléctrico en Venezuela: Cuando la sensatez no predomina, y las medidas no convencen al hábito de no sacrificar nada.

Lo que sería comúnmente un tema mas bien técnico, propio de estrategas, planificadores gubernamentales y políticos dedicados a bajar información verdadera a la gente a través de medios de comunicación que no solo vivan de lo que imprimieron o radiaron en esa jornada, hoy por hoy es un tema del que a esta alturas, quizás tengamos que hablar de lo que viene, y no de lo que se pudo haber hecho.

Quise terminar el párrafo anterior mencionando lo que se debió haber hecho en los últimos 25 años, pero recapacitando, me doy cuenta una vez más, que el asunto se traba en los últimos 11 años, dado el rompimiento de facto hecho -en apariencia- con los anteriores gobiernos, y en cuya marcha, se intentó acabar no sólo con lo malo, sino también con lo bueno.

La historia no puede romperse, y como un río, sus aguas no pueden ser contenidas indefinidamente…

Ya a estas alturas sabemos que no hay, por un lado, suficiente capacidad de transmisión eléctrica a nivel nacional, y por el otro, que no hay capacidad sustentable y estable para producir los megavatios de electricidad requeridos, por las limitaciones del sistema hidrogenerador, la saturada -y superada- capacidad del parque termoeléctrico, y el escaso éxito en la implementación de nuevas plantas de ambos tipos de generación eléctrica, mas que nada por los desaciertos políticos y de planificación.

Las interconexiones internacionales quedaron como “saludos a la bandera”, más que como sistemas de intercambio efectivos. Las mas mínima planificación estratégica, décadas adelantadas a las necesidades de la población y del aparato industrial venezolano, quedaron ahogados en pseudos tecnicismos, burocracia y corrupción.

Las voces alzadas de técnicos, trabajadores e ingenieros del sector, se silencian ante la autoridad superior, vertical y sorda, ocupada más de la política de partidos, que de las políticas de progreso nacionales.

Desde la década de los 70´s, el sistema hidroeléctrico del Gurí, nos fue vendido como el gran tomacorriente de Venezuela, capaz de “enchufar” incluso, a los países vecinos; muchos compraron esa mentira; los técnicos no.

El país hervía, y aún hierve en gas natural, pero la pdvsa del pasado no consideró necesario explotarlo por razones de costo, mientras que la nueva pdvsa no sabe que mas prostituir de si misma para enamorar a empresas extranjeras capaces de buscar, explotar y comercializar el gas que nosotros no hemos sabido en décadas extraer, para finalmente utilizarlo en plantas generadoras. Ni hablar de la orimulsión, utilizable en el mismo propósito, y en la actualidad, dejada a un lado.

Así se presenta el panorama eléctrico nacional. Ahora, se unen dos fenómenos nuevos. Uno de ellos, es utilizado activamente por los oposicionistas de costumbre, para atacar al actual presidente en ejercicio, mas que para plantear soluciones, mientras que el otro, nadie lo menciona.

Comencemos con el primero; es más sencillo, y lo conocemos. Lo mencionamos al principio, y se refiere a la reactiva política del gobierno, obedeciendo con ello a las situaciones del momento, y no ha una planificación cuidadosa y respetada con rigor.

La segunda cosa, es más delicada, y se trata de la resistencia que estamos poniendo, como población, como colectivo, al menor consumo energético, y al consecuente sacrificio, que se necesita.

Observen bien este comportamiento, porque guarda dentro de si una parte importante del problema medular que tenemos como venezolanos: la adversidad al sacrificio, por considerarlo inútil, cuando no nos sentimos conectados con la situación, como si dijéramos: “eso es culpa de otros; no mía”.

¡Ah!, ¡pero es que nunca nos sentimos culpables por nada!

Asumimos esa actitud igualmente a nivel de colectivo nacional, pese a que al final de cuentas, nosotros somos los que elegimos a nuestros gobernantes cada cierto periodo de tiempo, por lo que, como dice el viejo refrán: “La culpa no es del que golpea, sino del que le da el garrote”

La reacción casi exagerada que estamos teniendo, ante los racionamientos y algunas medidas mal notificadas de cortes en el servicio o los cierres de comercios que ello a veces implica, es un ejemplo perfecto de la carencia de sentido de nación que tenemos. ¿A quien ahora, del lado externo a nuestras fronteras vamos a culpar?; ¿al fenómeno del niño?; ¿a los meteoritos?, ¿a las profecías mayas del fin del mundo? (!)

Una cosa es exigir orden, y otra es rehuir las responsabilidades.

Terrible ha parecido el cierre temporal a horas más tempranas, de casinos y cines, en el entorno de los C.C. y otros negocios, y ello muestra nuestra ausencia de la realidad del país. Somos responsables de cada consecuencia hecha realidad hoy en día, pero negamos rotundamente esto.

Ligera ha sido también la reacción de algunos burócratas, al culpar a la población de derroche energético, resultando ello del hecho que es más fácil, una vez más, culpar a los demás, y no aceptar las culpas propias, esta vez, del gobierno.

No reconocen esfuerzos de ahorro que incluso, han salido de las propias empresas eléctricas en el país desde hace años, y niegan con ello también la fuerte imagen que desde el estado mismo, se vendió siempre del consumo de energía, como sinónimo de nación poderosa y prospera.

Recuerdo que alguien pidió que todas las empresas del estado bajaran en 20% su consumo eléctrico; muy bien, pero ¿cómo quedan aquellas empresas que ya habían logrado bajar hasta mas de 20% su consumo, por su buena previsión? ¿Van a bajar otro 20%?; ¿alguien les preguntó por sus logros?, ¿alguien se los reconoció? Es el problema de querer hacer pasar todo por un solo criterio, mas propio del hacendado en su hacienda, que de un gobierno para con su nación.

Nada de eso se evalúa con justa dimensión histórica, actual y de futuro; todo pareciera ser compulsivo, reactivo, como mencionaba anteriormente. Eso es un error, que comienza con los venezolanos de a pie, con el colectivo en general, y termina con lo venezolanos que poseen responsabilidad administrativa política directa.

Una vez más se plantea una sola tarifa eléctrica nacional, de golpe, sin considerar los años de acostumbramiento que tarifas congeladas tienen sobre la mente del colectivo, y de paso, como si el país fuera una sola, aburrida, plana y gris superficie, igual en toda su extensión. Cada zona geográfica tiene sus características de generación, distribución y consumo, que debe ser estudiada con cuidado. Las políticas planas, obtienen resultados igualmente planos.

No es lo mismo aumentar la tarifa en los andes venezolanos, donde los a/a (que consumen mucha energía) son mas una rareza que otra cosa, que en el Zulia, por ejemplo, donde el calor hace necesario la refrigeración que ofrecen los a/a. Maracaibo sufre no solo del calor húmedo, sino también del efecto amortiguador que tiene la masa de agua del lago de Maracaibo, -a la orilla del cual se encuentra la ciudad-, para evitar que el calor disminuya sensiblemente en la noche, lo cual si ocurre en ciudades cálidas, como Barquisimeto o Ciudad Bolívar, donde las temperaturas si bajan en las noches por no estar cerca de una masa de agua tan grande que acumula energía calórica en el día. El asunto no es tan simple como un político pueda explicarlo, como ven.

La creación de una sola empresa eléctrica nacional, como Corpoelec, que busca aglutinar los esfuerzos, aunque es perfectamente viable para maximizar los recursos, también demuestra que solo es necesaria en la medida en que un ente nacional sea incapaz de establecer y hace cumplir, las necesarias planificaciones y disposiciones que a nivel del país todo, deben cumplirse, como la misma corporación eléctrica nacional lo hizo patente en sus comienzos, al no lograr establecer un criterio y una autoridad única real. La remoción de sus primeras autoridades, bajo un halo de ineptitud y posible corrupción, lo demuestra.

Como siempre, lo importante es: comprender de donde venimos, porque estamos en donde estamos, hacia donde queremos ir, y como queremos hacerlo.

La historia reciente nos demuestra de donde venimos, y lo hemos mencionado. El por qué estamos donde estamos, debe incluir una explicación sobre como después de invertidos mas de 20.000 millones de dólares en el sector, la situación no sea mejor. Supongo que buena parte del dinero fue finalmente desviado por la corrupción, y para las ilegitimas, pero igualmente hechas hiper-campañas políticas de las últimas consultas electorales.

¿Se imaginan la cantidad de viviendas que se habrían podido hacer con esos recursos dilapidados en otras “acciones” distintas al eléctrico?; ¿Calculan a cuantos niños enfermos se les pudo haber pagado el tratamiento medico que los sacara de la miseria y el sufrimiento?

El hacia dónde queremos ir, necesariamente pasa por la planificación, y esta, como sabemos, debe estar estructurada por lo menos en tres etapas:

1. Corto plazo: Es decir, el tiempo inmediato; comienza con el racionamiento (léase, -el no uso- de electricidad). Primeramente hay que explicarle a la población, cada uno de los detalles sinceros que deben ejecutarse para frenar la necesidad de generar más electricidad, con lo cual los embalses duren más tiempo. Esto implica educación, y constancia. Igualmente involucra, el cambio de horario en Venezuela por estaciones, si es que no se quiere volver al antiguo uso horario. El reciente cambio terminó incrementando el uso de energía, y aumentando simultáneamente el tiempo que la gente, ya en la oscuridad, queda expuesta al medio y a la inseguridad, al salir de sus trabajos para volver a sus hogares. (Recuerden, geográficamente, el sol no sale al mismo tiempo en Tucupita, que en Maracaibo. Caracas esta sólo a medio camino de ambos usos horarios).

La segunda parte la constituye seguramente, la puesta a punto de TODO el parque generador existente, y el mantenimiento necesario del sistema de transmisión. La única fuente “alterna” de energía que tenemos, si no queremos consumir el llamado Diesel, que podemos seguir vendiendo al extranjero, es la abandonada Orimulsión. Las patentes son nuestras, y por tanto, la tecnología también.

La última parte seria el sacudirle el polvo a los proyectos hidroeléctricos y termoeléctricos ya proyectados o planteados, terminarlos y plantearlos sobre el terreno. Comenzar la planificación de emergencia de los recursos, suprimiendo aquellos que en verdad puedan postergarse, incluyendo, por ejemplo, el gasto superfluo que representan las campañas electorales actuales.

2. Mediano plazo: El inicio de la construcción de las plantas eléctricas de gran capacidad; esto incluye, primero las hidroeléctricas que aún pueden instalarse en el río Caroní, segundo, las termo-generadoras de mas de 1000 MV. Este punto es delicado, por cuanto sólo las primeras plantas de este tipo, (y si es que es necesario), deben ser instaladas por personal extranjero; creo que hoy en día, esto puede ser hecho por personal profesional venezolano casi íntegramente, y ello es parte vital de nuestra autosuficiencia y confianza nacional. Tercero: el estudio y puesta en ejecución de opciones realmente alternativas; eólicas, para zonas especificas como la Guajira venezolana y la península de Paraguaná, por ejemplo, y la geotérmica, para zonas posiblemente como la de manantiales de aguas termales en varios puntos del país, lo cual debe estudiarse en serio. Las mareas en el estrecho del lago de Maracaibo, y las corrientes del río Orinoco, son interesantes de estudiar igualmente, y quizás de aplicar como generadoras de electricidad.

La energía nuclear es factible, pero deseable dejarla como ultima opción, pues los recursos necesarios para instalarlas, superan con creces, los necesarios para las otros tipos de plantas generadoras, e incrementaría fuertemente nuestra dependencia tecnológica del extranjero, innecesariamente. Las fuentes de fusión nuclear, estarán disponibles para cuando por fin pudiéramos establecer apenas la energía producto de la fisión nuclear.

El plazo para las termoeléctricas no supera los tres años, lo cual delimita también la duración de la primera etapa ya mencionada y el comienzo de la segunda. Las hidroeléctricas, van a constituir el eje del largo plazo:

3. Largo plazo: La construcción de las hidroeléctricas que puedan ejecutarse en territorio nacional, con una previsión no menor a 25 años. Ese será también la duración de esta tercera etapa, que sufrirá modificaciones mas adelante, a través de las programadas revisiones estratégicas que deben existir.

El como queremos hacerlo.

En este último punto, necesariamente comienza con una pregunta: ¿Por qué la ingeniería y la tecnología venezolana no es tomada en cuenta para construir y mantener la industria eléctrica de la nación?

¿Por qué esa malsana actitud, de ignorar nuestra propia capacidad científico-técnica-industrial, lleva a que países como Argentina, Cuba, España, sin contar a Brasil, Irán o China, sean los que construyan y hasta mantengan un elemento tan estratégico para el país?

Sin dudarlo por un segundo, nuestra mentalidad tiene que ir más allá a la de creer que solo cooperativas para hacer motores eléctricos podemos hacer. Somos capaces de crear mucho más; estamos en control del conocimiento y la técnica necesaria para construir plantas, aunque debamos aceptar componentes importados. No creemos en nuestra propia grandeza, como no creemos en que existe nuestra mediocridad para aceptar las negativas consecuencias de tantos años de dejar erradamente que el dinero del petróleo, mantenga la sonda del suero del tercermundismo corriendo por nuestras arterias y venas, en vez de ser el liquido que aglutine el poderoso concreto de las bases que fundan nuestra nación.

La electricidad, como el agua y los servicios de manejo y procesamiento de aguas negras y desechos sólidos, es más importante de lo que pareciera en nuestra alegre y distraída manera de llevar la nación. Corregir es lo necesario.

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