domingo, 17 de enero de 2010

El presidente puede declararse marxista; sus posturas personales no deben afectar a un país serio. Ahora, la pregunta es: ¿Somos un país serio?

Si sus respuestas son afirmativas en su mayoría, definitivamente no tienen por qué seguir leyendo mi humilde reflexión. Estoy equivocado en lo que a continuación escribo, y quizás deba disculparme con el universo todo.

Sin embargo, si sus respuestas son mayoritariamente negativas, seria porque somos dependientes patriarcalmente, o por razones aún mas profundas e históricas, necesitamos de un guía máximo, de una figura paterna más grande que nosotros, -que por cierto, no por ello decidimos buscar a Dios para ese papel-, y entonces el tema dentro de la pregunta planteada, adquiere un matiz alarmante y triste.

Una nación donde un hombre se declare “x” o “z”, y en función de ello, el país entero sufra un cambio en su forma y rumbo, de seguro es una nación sin horizonte fijo, a la espera de que tarde o temprano, otro hombre, con otra postura, llegue a la presidencia, y comience una vez mas, el zigzagueo “estratégico” por los mares de la futilidad. (Nótese que sólo existe un cargo relevante en Venezuela: la presidencia; esto es debido a la concentración constitucional y de facto de todos los poderes decisorios en esa figura política administrativa)

Por eso me he detenido a veces a repasar conceptos elementales que nos aclaren lo que con tanto dramatismo, utilizan los políticos todos, para hablarnos y marearnos.

Hace unos días les hablaba sobre la devaluación, sobre la electricidad y otros temas, y ya hoy, en la actualidad, en Venezuela pareciera que eso pasó al baúl del olvido. Simplemente, se acostumbraron. Ahora lo que importa es que el presidente se declaró marxista, o que Daniel Ortega, Presidente de Nicaragua, declarase que los EEUU quieren apoderarse de la humilde y desolada Haití, al llevar a esas tierras, aprovechando la calamidad de ese hermano y querido pueblo nunca bien atendido, su poderosa y desproporcionada maquinaria bélica (como si en la mentalidad estadounidense, “la mitad de una isla chiquita, llena de negritos”, fuera un objetivo militar importante).

El ciudadano Sr. Presidente de la Republica ya explicó las bondades y asertivos beneficios que tales medidas económicas y técnicas traerán a la nación, para ahora si, sacarnos de los terribles daños infringidos única y malévolamente, por la cuarta republica; mientras, la misma oposición de siempre, desgastada y harta de si misma, demuestra en estos días, la casi nula capacidad de reacción que está teniendo para estructurar alguna alternativa seria para el país, -que no pase por un inútil referéndum que sólo sirva para una lista de Tascón II y para ciertos políticos, quienes necesitan de un “contrincante” a quien culpar y atacar, para no quedar ellos mismos como los obvios responsables; me dirán duro o negativo, pero lo cierto es que de lo patético, nos estamos deslizando a lo ridículo, sin prestar la mas mínima atención a los detalles.

Nuestra constitución, esa alma escrita de la nación, no está siendo estudiada, asimilada, ni mucho menos respetada, por quienes gobiernan, ni por quienes habitan en este país.

El recientemente aplicado, echado para atrás, vuelto a echar para adelante y ahora si, remodelado plan de racionamiento eléctrico nacional, es ejemplo clarísimo de lo que reaccionario significa dentro de la planificación mal hecha, y sobre la superficialidad con que se maneja un tema tan necesario e impostergable, aunque duro en su aplicación, como lo es el de la carencia de capacidad productora de energía.

¿Que el presidente se declaro marxista?; eso no tiene ningún problema; antes se declaró revolucionario, multipolar y antiimperialista; también bolivariano, soldado de la patria, cristiano, y el más humilde de los hijos de esta tierra.

¿Somos un país serio?; yo creo que no.

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