sábado, 27 de septiembre de 2014

El llamado a una constituyente en Venezuela: peligros reales.



Recientemente, la iniciativa del partido político Voluntad Popular, para recolectar firmas con la intención de solicitar un referéndum que llame a una constituyente, -asumiendo que el CNE lo permita-, probablemente pueda poner al país en su conjunto, ante una nueva prueba, con resultados impredecibles.

No quiero ser extenso, porque las cosas están tan mal, que no se requiere de largas disertaciones ni de trabajos de investigación profundos, para identificar lo que nos está carcomiendo como sociedad y nación. En lo referente a una constituyente les digo a todos puntualmente que:

1).- La oposición que lo apoya cree que logrará votos para activarla, modelarla y ganarla al final, (de la mano del los constituyentistas opositores y los independientes), luego que se haga una propuesta emanada de la constituyente convocada.

2).-De activarse la constituyente, los candidatos a constituyentistas saldrán en su mayoría de la misma sopa de políticos corruptos y desatinados que hoy gobiernan o son oposición agria y sin sentido. ¿Cómo cambiar las cosas, si seguiríamos haciendo lo mismo?; ¿Alguien puede meter “la mano en el fuego” por los constituyentistas que serían elegidos?

3).-Asumiendo que el gobierno actual mantenga el control del país para ese momento, hay que partir del hecho de que el CNE parcializado de hoy, con el amañado registro electoral existente, y la extraña (y conveniente para el gobierno), forma de determinar el número de representantes por estados en el país, sería el mismo CNE del momento de elegir a los constituyentistas, con lo que seguramente propiciará que el oficialismo obtenga la mayor cantidad de estos y con ello, el control de la constituyente, lo que implicaría que dirigirían el proyecto de nueva constitución nacional, y con ello cimentarían aún más el control del poder que ya tienen como régimen dictatorial en Venezuela, quedando únicamente a esas alturas del juego político, (entre la concreción de ese proyecto o su rechazo), todo en las manos de un Sí o un NO, arbitrado por ese mismo CNE profundamente cuestionado, a través de un hipotético, pero seguramente amañado,  referéndum aprobatorio.

4).-La oposición llegaría a la constituyente exactamente con la misma actitud disfuncional y errada con que ha manejado toda intención política en los últimos 20 años, lo cual no garantiza ni de lejos, la obtención de algo distinto a “querer volver al pasado”, cuando según ellos, “éramos felices y no lo sabíamos”.



En otras palabras: La constituyente representa hoy en día, más un peligro que una opción civilizada de progreso.

No hay manera de que un referéndum y una constituyente tengan éxito, si todos parten de que el bando político contrario, tiene la culpa de todo; esto significa queridos compatriotas, que llegar a ese escenario divididos y polarizados por la torpeza política que reina hoy en Venezuela, augura un nuevo fracaso para todos quienes anhelan lo justo y avanzado, lo que solo dejaría amargas lecciones para aquellos que les toque en el futuro, reconstitucionalizar al país.

No hay un político al que le pueda confiar al cuido ni la basura de mi casa, porque la crisis de valores es total.

No hay manera que en el PSUV, la MUD, o en el pírrico gobierno que tenemos hoy emergido de la confabulación de mezquinos intereses nacionales e internacionales, emerja algo distinto a lo que nos tiene sumidos en esta profunda coyuntura de toda índole, que no tenía por qué ser.

Perdimos la capacidad de creer en la representatividad como gobierno, porque se perdió también la capacidad de confiar. Nos arrojamos al “canto de sirenas” de la participación, el protagonismo y la soberanía del pueblo, para darnos finalmente cuenta de que no podíamos confiar ni en nosotros mismos y nuestro grado de cinismo y corrupción.

Entiendan que las opciones del binomio cuarta-quinta republica, se agotaron.



Si nadie comprende la compleja opción de trabajo de solidaridad y justicia que nos queda por delante, lo único que veremos crecer ante nuestros ojos, será el desierto que queda tras haber lanzado al lodazal de los cerdos de la política, las oportunidades ahora perdidas, de la mano de un pueblo que en su mayoría indolente y sin sentido de venezolanidad, optó por poner toda su esperanza y comodidad, en las manos de un solo hombre llevado a las cumbres imaginarias de la comandancia suprema.

Mientras no aprendamos a soñar con una sexta republica, todo seguirá igual, menos la pobreza, la injusticia y la resignación, que seguirán creciendo y devorándolo todo.

¿Palabras duras?: No tanto como lo que vendrá por no haber admitido, -si la corrupción y el aprovechamiento fueran licores-, que somos una sociedad alcoholizada, que se ha negado a reconocerlo y a buscar ayuda en los valores y moralidades que hace tiempo hemos dejado tiradas y pisoteadas en el pasado.

“El ultimo que salga, que cierre la puerta”, decían hace tiempo los uruguayos ante una crisis allende a la nuestra; eso no ocurre en la realidad, sin embargo, pues lo cierto es que quienes siempre quedan allí en las naciones, son los llamados a sufrir y crecer, si tienen las agallas de reconocer sus propios errores, y son capaces de sentarse todos en la misma mesa, para negociar la manera de que justo y equilibrado, el sacrificio por hacer; ese que finalmente es el que siempre en la historia queda escrito como ejemplo a ser narrado para inspirar a los que están por nacer.


Haganse las siguintes preguntas, y decidan el futuro inmediato: ¿Estamos listos para ir a una constituyente?; ¿Estamos claros en lo que queremos obtener y hacer?; ¿Cómo logramos que lo que queremos, sea lo mismo que hará aquel que elijamos para representarnos?

Permítanme recordarles que:

-La constituyente es peligrosa cuando los que van a ella llevan rencores y sed de venganza.

-El “binomio cuarta-quinta republica”, se agotó en su capacidad de llevarnos a un destino distinto.

-Mientras insistamos en pagarnos con la “moneda” cuyas dos caras acuñadas al mismo tiempo (la cuarta y la quinta republica), gobierna, nos estaremos embaucando a nosotros mismos con moneda devaluada y por salir de circulación.

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