jueves, 21 de abril de 2011

Las fuerzas de seguridad en Venezuela.

¿Solución radical a un problema ya extremo?

Quiero detenerme sobre la vida y caminos de quienes constituyen en tiempos de “paz” -entre comillas, adrede-, el cuerpo ejecutor de la justicia, garante de las libertades y responsabilidades ciudadanas.

El tema me parece tan interesante, como triste en estas latitudes tercermundistas. No puedo abordar el tema como si de policías estadounidenses o rusas se tratara. El asunto es venezolano, como son todos los policías, y sus penurias.

Creo que es uno de los aspectos que mas desprecian los venezolanos en el sentido de la poca atención que les damos. En un país donde el nivel de delincuencia necesitará probablemente de represión fuerte y suspensión de algunas garantías constitucionales para ponerle orden en un principio y un tiempo bien delimitado, la planificación estratégica que diseñemos para este menester, también será vital, como lo es desarrollar aquella policía consejera y comunitaria que a la postre, asumirá en control de los ya “apaciguado”.

Permítanme decirles en mi opinión, (y con la seriedad que esto requiere y aún a riesgo de ser censurado por muchos venezolanos), que, aunque la pena de muerte suena correcta en estos tiempos para los asesinos de niños, violadores y corruptos responsables de desfalcos multimillonarios, se hace necesaria por lo menos durante 5 o 10 años a partir de la fecha de implementación de este plan nacional de emergencia judicial, la instauración constitucional de la pena a cadena perpetua, con la misma efectividad y contundencia con la que a los jueces elegidos para este proceso, se les asegure la inmunidad y la garantía de asilo en otro país, si lo desean para garantizar sus vidas, al final del periodo pautado para impartir justicia de acuerdo a las leyes vigentes y/o temporales.

Por estas razones, y sin ir más lejos, en lo puntual, estemos claros en varias cosas que no pueden mantenerse como conflictos sin sentido:

I. Un policía incorrupto no puede vivir y tener su familia allá donde la delincuencia lo tiene “medido”.

II. Un policía decente necesita de un salario acorde (¡pero muy acorde!) a su peligroso trabajo.

III: Un policía ético necesita de una estructura judicial “a prueba de balas”.

IV. Un policía ejemplar necesita de una población que lo valore por lo que es y hace.

V. Un policía venezolano, debe manejar la constitución, las leyes y la venezolanidad por igual.

Por estas cosas:

a. Las fuerzas policiales elites y anticorrupción inicialmente instauradas deben vivir en puntos protegidos.

b. El resto de las policías recibirán facilidades para casas fuera de las zonas peligrosas.

Independientemente de lo que se materialice como estrategia contra el crimen, contra la corrupción y el tráfico judicial, y en contra del desprecio colectivo y la “sub-remuneración” de los hombres y mujeres del orden público, esto tiene que ponerse en práctica muy pronto.

La iniciativa de la policía nacional, debe erigirse como un importante hito en la definición de esta gran policía que debe administrar el orden que la justicia en nuestro país, pero no deben quedarse los esfuerzos en ella, pues aspectos básicos se están dejando a un lado, casi con el pretexto de incorporar a los agentes policiales a sus comunidades, como si su sola presencia fuera a cambiar las cosas mágicamente. Esta línea de pensamiento es típica del subdesarrollo.

…y compatriotas: Somos subdesarrollados.

La guardia nacional, al igual que la policía nacional, tienen serias fisuras en su estructura, lo cual las hacen “permeables” a lo que justamente queremos ser intolerantes. Comportamiento como estos, secundados por paupérrimos sueldos, frente a cuantiosas ganancias que les pasan por el frente producto del contrabando de aquellas cosas que, por estar incorrectamente amparadas por políticas comerciales, aduaneras y fronterizas supinamente desacertadas, solo hacen más débil nuestra frontera, las zonas fronterizas y las autoridades involucradas en ellas.

Harto conocidas son las soluciones que múltiples universidades, institutos de investigaciones y personajes académicos del país, han ofrecido para este complejo y político problema. Su solución definitiva comienza justamente con la parte política, donde el colectivo primero exija respuesta clara y sostenida en el tiempo, y segundo el gobierno de turno haga suyo el problema para el cual se le puso al frente.

Una última cosa les digo: El policía es un ser humano expuesto a lo más terrible que nuestra sociedad en tiempos de “paz” puede concebir. El trato que se les da, el reconocimiento y la oportunidad de superación que debe ir unido a nuestro esfuerzo por apoyarlos, debe ser intachable, como la labor que han de hacer.

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