sábado, 30 de octubre de 2010

Hacia el país de potente estrategia (II).

(Este tema lo iniciamos en el blog, el 16 de noviembre de 2009).

Hace ya casi un año que comenzamos a hablar sobre estrategias; en ese tiempo trascurrido, sin duda podríamos decir que ha pasado mucha “agua” bajo el “puente” de la nación; ese puente que quizás, en vez de usarlo para pasar hacia una sociedad más congruente y prospera con decidida marcha, lo utilizamos para vivir en su estrecha y vieja estructura, viendo como justo debajo de nosotros, se desperdician las oportunidades, y el petróleo que mal oliente y derrochado, impregna desde el siglo pasado a nuestra sociedad, perezosa y cómoda. Lo hemos comentado innumerablemente, pero no hay manera de evadir el tema, sin que esto de ninguna manera suponga un arrojar de toalla, como si de perdedores se tratara. El éxito, pese a todo, lo tenemos en nuestras narices.

Volvamos entonces a ese largo y complejo, pero interesante tema que constituye las planificaciones estratégicas; dejemos a un lado las políticas sin consenso y las mentalidades populistas e inmediatistas, de sólo paños calientes, que únicamente han servido para demostrarnos por donde a veces no hay que seguir. ¡Es hora ya!

No pretendo con esta entrada al blog, -ni de lejos-, cometer el estúpido error de señalar, cual “Mesías político” o “adalid de la venezolanidad”, el camino glorioso que nos lleve a las cumbres épicas de la felicidad.

Los asuntos referidos a la planificación estratégica, pasan necesariamente por el consenso y la aprobación de la mayoría que deba decidir.

Otra cosa es cuando hablamos sobre qué alternativas tenemos para identificar prioridades, en términos del establecimiento de políticas claras, líneas de desarrollo, infraestructura investigativa, tecnológica e industrial, y por esto, si quisiera mediante algunos ejemplos, mostrarles lo que si podría convenir fabricar, previo diseño autóctono, y permitir con ello, un crecimiento real e inteligente del país, que claro está, conlleva también el de todos nosotros como colectivo trabajador, implicando con esto a su vez, el de cada persona con la sensatez para esforzarse, prepararse, defender sus deberes/derechos, y trabajar.

Hace un tiempo les decía lo importante que es para la sociedad, el innovar, el crear, el hacer algo con sus propias manos, y sentirse orgullosa de eso. Definitivamente:

¡Nos hace falta sentirnos vivos!

Como ven, el tema es decididamente extenso, y aquí no puedo más que tocarlo puntualmente en aquellos aspectos que considero claves a desarrollar. En todo caso, el humilde anhelo de quien esto escribe, es esbozarles un camino que considero distinto al que hemos tomado; Es necesario un camino que se perciba con sencillez, que sea comprendido por todos, y sea así duradero en sus resultados y beneficioso en sus dividendos, que más que monetarios, son en realidad sociales, económicos y estratégicos, verificables de acuerdo a la proyección inicial, en los muchos hitos de control establecidos para ello. Veámoslo por partes.

Es necesario entonces desglosarlo de la siguiente manera para definir con claridad no sólo lo que será necesario establecer, sino también lo que no deberá hacerse, y precisar así los seguros y controlables pasos básicos que tendrá cualquier proyecto estratégico que nos propongamos:

1.-El Estado exclusivamente como controlador-garante legal, inversor y estimulante de la innovación y el desarrollo industrial: invierte para hacer crecer, no para ganar dinero. Invierte evitando la usura y la acumulación de poder.

Se apoyará exclusivamente en las políticas emanadas de la constitución y su venezolanidad, por lo cual, no podrá tener matices políticos que lo asocien a ningún gobierno de turno.

El estado republicano, democrático, justo y soberano, será su única imagen valida, claramente comprendida por todos, en la sociedad venezolana.

Se puede basar en la idea de los decálogos de acción que les he mencionado; en este caso, el decálogo de lo económico (tercero de los cuatro aspectos básicos, relacionado con la mesa familiar venezolana: El trabajo).

Esto en general, debería incluir:

A.- El fortalecimiento del sector petrolero, en términos de capacidad productora, tecnología autóctona y agresiva pero honesta exportación de nuestras capacidades de producción, con fines de apoyo internacional y dividendos económicos racionales, como piedra angular de nuestra economía actual, que contará rigurosamente con fecha de término, para el despegue del resto del aparato productivo.

La dependencia del petróleo por el mundo, (y nuestra posibilidad de obtener ganancias honestas con ello), se mantendrá, en tanto las demás tecnologías de convertir energía en trabajo, sean más caras de construir, adquirir y mantener, que los fiables, baratos y simples, motores de gasolina, gasoil y gas, (mas si consideramos que los mal llamados países subdesarrollados y emergentes, con nuestras limitaciones, somos mayoría en el planeta, y seguiremos requiriéndolos).

B.- La creación de consejos multidisciplinaríos de planificación estratégica, ad honoren, orientados a diseñar los pasos que deben crear las directrices fundamentales en cada uno de los vectores de desarrollo, y actuar de nodos que interconecten los requerimientos generales de lo planificado, al mismo tiempo que facilitan el desmontaje de la tecno-burocracia parásita, donde sabemos, se enquistan las peores practicas corruptas entre los venezolanos y extranjeros que habitan aquí.

C.- La implementación definitiva de los centros de investigación y desarrollo.

D.- El estimulo sistemático y creciente de las facilidades de exportación.

E.- El establecimiento de una industria y una fuente de desarrollo tecnológico coherente distribuido por todo el país, obedeciendo a los consejos creados, con la meta de establecer la autonomía y la verdadera soberanía en los campos agrícolas, médicos, metalmecánico, y electrónico.

F.- La aplicación irrestricta y severa de las leyes en vigencia, como única manera aceptada de crear la confianza de “arranque y mantenimiento” que requiere la nación y su sociedad republicana. De esto deducimos que en la planificación estratégica que mencionamos, deberá estar operando el aparato jurídico venezolano, así como el legislativo y militar, dado que en las primeras de cambio, los servicios policiales del país deberán sufrir de una reestructuración medular, cuya purga implícita desalojará a más de un funcionario de su trabajo, por razones de justicia y procedimiento.

G.- No apoyaremos ni propiciaremos lo que convenga a algún sector productivo particular como generador de ganancia desmedidas únicamente, y donde centros alternos de poder político o económico puedan surgir mas allá de lo constitucionalmente establecido; permitiremos lo que necesitamos para alcanzar mayor beneficio social, en términos de las cuatro patas de la mesa de la que hemos hablado, sin que ello impida en justo y comedido enriquecimiento de quienes participen en cada actividad.

2.-Lo que debemos producir y fabricar. Tenemos que establecer una lista racional, modesta y lógica de lo que haremos, en cada una de las etapas concatenadas que deben existir, con plazos, metas y costos establecidos previamente, sin modificaciones que no obedezcan a consensos y recomendaciones de los consejos nacionales; debemos entender que de nada sirve comprar una licencia de algún componente o maquina o equipo completo(un automóvil, un camión o un tractor, por ejemplo), y ponernos como locos a producirlo, pagando regalías por cada unidad fabricada, o quizás apenas ensamblada, mientras nos felicitamos por nuestros ilusorios logros. En esto descansa uno de los aspectos que nos permitirán ser autónomos, y no sólo por lo que fabriquemos, sino con qué componentes los fabricamos. Permítanme explicarles: Si vamos a fabricar un vehículo de carga básico, los componentes claves deberán ser de patente propia; es decir, deberemos diseñarlo y construirlo nosotros mismos, sin requerir de licencias extranjeras. Esto es fundamental. La verdadera soberanía oculta, esta justo allí. Por eso es importante entonces contemplar al unísono de esta intención estratégica de construcción, -como les decía ya en el punto “C”-, la implantación de los Centros Nacionales de Desarrollo Tecnológicos, (CNDeTec´s, si me permiten darles nombre; se pronunciaría “cendetecs”, en el caso plural. Cendetec para cada uno), presupuestados exclusivamente por el estado, y que distribuidos por todo el país, (esto lo mencionamos hace un tiempo también), se dediquen al desarrollo, con nuestros propios científicos y profesionales de las ramas necesarias, del diseño autóctono que nos permita entonces fabricar sin depender de las mencionadas patentes y de los intereses en términos de dividendos económicos esperados por cualquier inversión privada en este sentido. De poco servirá construir un carro, si su motor, electrónica y transmisión son importadas o dependen de una patente a la que hay que pagarle por cada unidad construida, o peor, para la cual nos veamos atados y obligados a importar el componente, limitándonos al mismo tiempo ante cualquier oportunidad de exportación.

Estos centros se dedicarán a proyectos específicos, absorbiendo para ello, de nuestras universidades, institutos y becados en el extranjero, las mentes y capacidades necesarias para partir de cero. Tal como lo leen: ¡Partir de cero! Será la única manera de convertir nuestros minerales, recursos y energía, en productos literalmente 100% venezolanos, capaces entonces de competir en términos ventajosos, con lo que antes importábamos y que terminaba drenando todos nuestros recursos, capacidades y moral. Permítanme aclararles que en mi humilde opinión, las instituciones educativas vigentes poseen muchos vicios que resultarían ser lastres en esta nueva estrategia; por eso una de las razones de los nuevos centros, casados con la ley desde el principio, sin distracciones.

Dicho esto, les doy un ejemplo de lo que harán estos centros: Una de las cosas básicas que considero debemos crear, son motores de combustión interna; las maquinas de un país petrolero deben comenzar moviéndose con la mencionada combustión interna. Olvídense de modernismos innecesarios, como los autos híbridos o eléctricos al cien por ciento: de esa manera, solo lograremos seguir dependientes. Quizás en otra etapa, pero no en definitiva, para comenzar.

Deberemos crear unidades (automóviles familiares, vehículos de carga y de trasporte público), quizás de cuatro y seis cilindros, de gasolina y diesel o gas. Así, uniendo los elementos, para lo cual se trabaja simultáneamente, uno de estos centros se dedicará a su diseño y construcción; otro centro diseñara y elaborará los componentes eléctricos y electrónicos necesarios; otro centro desarrollará y construirá las trasmisiones, mientras que otro se dedica a integrar los resultados de los anteriores en unas maquinas viables de construir y mantener en el país.

Misma metodología resultaría para otras metas dentro de la estrategia: computadoras, electrodomésticos, maquinaria petrolera, pesada y agrícola, así como equipos básicos de salud.

Lo primero será entonces: Motores de combustible y eléctricos, vehículos básicos, electrodomésticos básicos, medicinas, maquinarias para el agro y la industria manufacturera y petrolera.

El tema agrícola y pecuario merece mención aparte, pues el verdadero éxito vendrá de una producción agrícola con asesoramiento y financiamiento propio, autóctono, coherente y permanente en el tiempo, con planes de desarrollo cuya duración necesariamente cubra más de un periodo presidencial, a fin de sustraerlo de la diatriba política del momento.

No se necesita en general, grandes, suntuosos (y perjudiciales) acuerdos internacionales, para traer expertos extranjeros en el campo agrícola, teniendo acá miles de técnicos e ingenieros agrónomos altamente calificados, que han dedicado a veces toda su vida, buscando mejorar nuestro conocimiento y tecnología, sin que la política estatal o gubernamental, los reconociese y sobretodo, se dedicase a implementar lo aprendido.

Me disculpan los señores “especialistas” de otras nacionalidades que han venido a raíz de algunos de esos torpes convenios gubernamentales en medio de la reincidente miopía de la bonanza petrolera (no económica), pero déjenme decirles que ellos no saben más que nosotros, de por ejemplo, palma aceitera, sólo por darles un rubro especifico. (No hablemos de los innecesarios acuerdos internacionales para construcción de viviendas en el país, porque el tema me da nauseas).

En fin, lo segundo a producir, para esas siguientes etapas mencionadas, puede estar relacionado a:

I.- La industria naval;

II.- La aviación civil y militar (esta última puede pagar más y por más tiempo en términos de presupuestos necesarios, con fines de defensa nacional).

III.- La industria bélica básica: municiones, y armamento ligero. Cero exportaciones en este rubro.

IV.- Los explosivos para la industria minera y de construcción, incrementando las capacidades de CAVIM.

V.- La conexión ferroviaria nacional, que pueda por su durabilidad y capacidad de trasporte, servir de recurso económico para el traslado de todos los insumos que produzcamos.

3.-La celosa interconexión entre los pasos iniciales y los pasos sucesivos. Espero que tengan idea, queridos compatriotas, de lo importante que resulta la continuidad en los planes de desarrollo nacional: Allí estriba la más importante de las estrategias a asumir y practicar: La de la persistencia.

4.-Lo que podemos importar y hasta cuando.

Creo que resulta obvio que no podemos seguir importando al errático y compulsivo ritmo que llevamos, propiciando más bien el desarrollo de los países a los que compramos. Lo primero entonces será mantener la adquisición de aquello que necesitamos para producir las cosas iniciales; luego, sólo serán los componentes de “nivel 2” en complejidad que estemos por desarrollar, y finalmente, sólo aquello que consideremos no practico estratégica, económica o políticamente, para producir aquí.

5.-Las divisas extranjeras: Debe haber un control, primero preventivo, y luego racional en su distribución (la de las divisas), control que será eventualmente desmantelado, en la justa medida en que la confianza efectiva, producto de la sindéresis jurídica y política, y una verdadera y seria “ley anti-fuga de capitales”, se vayan exitosa y solidamente, aplicando. El Norte en este asunto debe ser simple: Las divisas producto del negocio petrolero, deben servir como herramienta de inversión esencialmente en Venezuela. Su circulación en un sistema bancario ético, claro y regulado, pasa a ser fundamental, haciendo innecesaria en general, la inversión extranjera.

Tenemos que deslastrarnos de esas creencias tercermundistas que relacionan el desarrollo de un país, a los recursos que proviene de otras naciones o instituciones. (Que indudablemente regresarán a su “fuente” de origen con las convenientes ganancias por los intereses aplicados).

6.-Los petrodólares como única fuente de financiamiento. Como decíamos, no es necesario el endeudamiento foráneo, a condición de que el inmenso caudal de recursos que nos ingresa vía industria petrolera, se administre correctamente. De hecho, contamos con suficientes recursos para convertirnos en proveedores de apoyo económico (con ganancias en varios sentidos, y siempre con el consenso nacional y la honestidad por delante), para el desarrollo social de otras naciones.

Los proyectos sólidos como rocas graníticas, esbozados en el crisol de la planificación estratégica, requerirán estas y muchas otras cosas aun por considerar. En fin, posiblemente podríamos seguir adentrándonos en este tema, pero como esto es sólo un humilde blog, y no un libro sabelotodo (!), ni yo soy un político (!), ¡démosle un respiro!

Si quisiera antes de culminar, hacerles una pregunta:

¿Para que molestarnos con todo esto?

Me permitiré decirles que la respuesta a esto viene dada por la dirección que nos indica que no existe autonomía, ni confianza, ni autoestima, donde, (a parte de que las leyes no se respetan), no se fabrica mayor cosa, y los alimentos vienen en su mayoría del exterior, comprados con el petróleo que nadie produjo. Para colmo, lo sacamos casi sin esfuerzo, como decíamos al principio.

En definitiva, la respuesta a esta pregunta, si nace de la conciencia colectiva, de esa mayoría que construirá el camino hacia una sociedad republicana, coherente y prospera. No será de otra manera en que construiremos el país de potente estrategia; ese país que podremos definir por primera vez como país desarrollado.

El desarrollo no es un concepto que se compra en alguna parte: Tiene que trabajarse y sudarse en el material mas difícil de esculpir: La conciencia de los individuos y su sociedad.

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