viernes, 8 de julio de 2016

El dialogo en Venezuela es un acto de hipocresía, con los actuales protagonistas

Estemos bien claros en esto, porque de otro modo no lograremos cambiar el paradigma que se antoja monolítico frente a nuestras desencajadas miradas:
Con el actual gobierno no hay dialogo posible, ni son los representantes de la MUD los interlocutores idóneos.
Primero porque el gobierno NO REPRESENTA ni siquiera a la porción de la población que se alinea con los conceptos chavistas que pueden aun sobrevivir, y segundo, porque la MUD por su misma CORRESPONSABILIDAD en el entuerto en que vivimos, no representan tampoco ni a la mitad de la gente que adversando al gobierno por su mal andar, no se alinea con la clásica oposición venezolana y su monocromática visión de las cosas.
                                                     
EL INTENTO DE DIALOGO SOLO SERIA UTIL CON LOS PRESENTES PROTAGONISTAS, PARA DEMOSTRARLE A TODOS QUE NO HABRÁ TAL COSA (el dialogo), sin que haya de por medio componendas, hipocresías y falsedades a granel.
NINGUNO DE LOS PROTAGINISTAS termina de representar a ningún sector  poblacional, porque sus acciones los han desautorizado frente al común de la gente, que somos la inmensa mayoría en este país.
No se dejen seducir por los “cantos de sirena” de ningún bando; aquí lo único que la constitución menciona sin dejar visos de dudas, es que llegada la mitad de un mal gobierno, este puede ser revocado, para luego confrontar con la justicia verdadera, a quienes con sus decisiones y traiciones, destruyeron una esperanza.
NO HAY DIALOGO POSIBLE. ESO SERIA COMO PERDIRLE A LOS ALIADOS DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, QUE SE SENTARAN A CONVERSAR CON HITLER O EL EMPERADOR HIROITO, PARA DARLES SALVOCONDUCTO.
No hay posibilidad de cambio real, sin la sincera intención de reconstruir el país y llevarlo a la “Venezuela 2.0”, (o a la sexta republica, como deseen decirle).
Un verdadero dialogo comenzaría con un acto de contrición, donde observaríamos renuncias de importantes cargos de elección popular y de libre asignación; de ministros y gobernadores; de funcionarios poniéndose a derecho frente a una justicia renovada. Mientras esto no se dé, TODO INTENTO DE DIALOGO NO SERA MAS QUE UNA FARSA, sin importar que hasta el mismo papa Francisco, o Almagro, se sienten en la misma mesa con los barrabas y judas que quieren acompañarlos.
NO TENGAN MIEDO AL NO "DIALOGO" QUE ASPIRAN LOS ACTUALES PROTAGONISTAS: VARIOS MECANISMOS LEGÍTIMOS Y CONSTITUCIONALES, AGUARDAN POR NOSOTROS PARA HACER JUSTICIA.
No hay un solo funcionario político en este gobierno y los asociados a nivel de estados y municipios, que no esté actuando en complicidad con el paquetazo de control totalitario que nos está llevando a un punto de inflexión paradójicamente no desead por nadie; no hay un solo político que levante testimonio contra los errores cometidos, y que esté dispuesto al mismo tiempo a aceptar las consecuencias de ello. En todos y cada uno de ellos palpita el interés de permanecer activo en la política nacional, y ello lo compromete automáticamente con el statu quo construido.
La necesidad de una  transición desde el político funcionario hacia el funcionario de carrera, aun no termina de cuadrar en la mente de la sociedad, y ello se vuelve parámetro medible para estimar el camino que aún queda por andar. Mientras más intentos de “dialogo” en las actuales condiciones, tanto más tiempo será necesario sufrir para llegar a la misma inevitable conclusión.
Del cuestionado triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones del 2013, hasta llegar al “estado de excepción”  solo han sido necesarios tres años direccionados siempre y exclusivamente por los sobrevivientes de Chávez, dejados solos a sus anchas y sin control popular posible.
Ese “estado de excepción” ha dejado en evidencia innegable el ahora muy patente “estado de intransigencia” que domina el panorama político nacional, mientras la republica como tal, se resquebraja ante la mirada -indolente a veces, impotente en otras-, de todos cuantos viven a lo interno de la frontera venezolana.
La verticalización de la estructura de gobierno, inclinándose tenazmente hacia el control militar (y por los militares) en detrimento de lo civil (y los ciudadanos no uniformados), propicia todo tipo de abusos y carencias de justicia (impunidad continuada), que no han hecho más que descomponer a la sociedad, pero sola al tiempo que desnuda su propia realidad inoperante, manifestada ahora a través de ese estado existencial cual cosa congelada en el tiempo, que el gobierno exclama lacónicamente como estado de excepción, sin que se sepa excepción de que, dado que todo lo constitucional, ha sido sistemáticamente desmontado, en tanto signifique un freno a la pretensión de militarizar “a lo venezolano”, la concepción socio económica y política del país, con el desangrante resultado que estamos observando.
¿Y ante este "estado de excepción - estado de intransigencia”, algunos aun pretenden invertir el tiempo para el revocatorio, en un escupitajo hacia arriba llamado esta vez DIALOGO?
Recuerden que las palabras arrogantes de Nicolás Maduro se han vuelto medida cierta de esa fatídica impunidad con la que la nación toda ha decidido convivir voluntariamente, perdiendo poco a poco su vida republicana en ese proceso.  

Entiéndanlo: Necesitamos "terminar de apretar las tuercas" aunque ello signifique asumir el sacrificio de terminar de caer para luego tener que levantarnos, pero ahora sin la ayuda de quienes de por si, destruyeron el país con nuestro consentimiento. No valen las palabras de Rodrigo Cabezas, Jorge Rodríguez, Aristóbulo Isturis o Jorge Arreaza que intentan justificar aberración. Todas son falsas, pues son ya imposibles de sustraerlas del contexto de la incredulidad, como las de algunos líderes de la MUD, que hablan o tuitean sin medir demasiado las palabras y sus consecuencias.
El tiempo de ser mansos debe quedar atrás, para dar paso más bien al momento de ser radicales, pero solo para exigir e imponer la justicia que emana del espíritu constitucional; solo para ser condescendientes con todo un pueblo que se equivocó y perdió la dirección, manteniendo la disposición a perdonar, a cambio de que los culpables no salgan impunes del imperio de la ley. Cualquier dialogo a partir de esto (ya con distintos actores y distintas actitudes nacionales), si logrará construir dos cosas: Nuestro breve futuro y el largo futuro de nuestros hijos y nietos.

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