domingo, 19 de junio de 2016

Venezuela con Maduro: Más riqueza (sin justicia), es más corrupción.

En el proceso inevitable de la debacle nacional (dado que las verdades aún no se han dicho y ello se mantendrá así en tanto exista un resquicio de interés de no “herir” susceptibilidades por el interés de ganar los votos precisamente de los susceptibles), es bueno aprovechar al menos una estupidez de las soltadas por Maduro para aclarar un punto clave en cualquier cosa que pretendamos hacer para salir del entuerto republicano y existencial en el que nos estamos ahogando:

Maduro dice que hay que generar más riquezas, y yo digo que se equivoca.

Voy a comenzar con unas simples preguntas: ¿Si genero más riqueza en medio del cuadro político, jurídico, ético y económico actual, no se va seguir gastando y robando exactamente en lo mismo y por los mismos?
¿O aún hay alguien que diga lo contrario y necesite unos años más quizás de otra “bonanza petrolera”, para descubrir que realmente todo se lo robaron y dejaron que otros también robaran?
Y a propósito de esto último, les hago otra pregunta: ¿Cuándo se den cuenta de que en efecto, TODO se lo robaron (y TODO el que tuvo oportunidad robó), lo que se va a comenzar a decir es: “Aquí lo que hace falta es un tipo con pantalones y botas militares para que arregle esto”?
¿Va a ser así?;
¿El viejo y nauseabundo círculo de “la debacle - el golpe - la bonanza - la corrupción – la impunidad y un nuevo golpe”, girará otra vez alrededor de nuestros cuellos ya estrangulados por la realidad que nos pisa sin misericordia?

Todo esto viene al caso porque al contrario de lo que dice el “científicamente” comprobado incapaz de Nicolás Maduro, No hace falta generar en este momento más riqueza, pues de lo que se trata es de ADMINISTRAR LA RIQUEZA QUE YA SE TIENE.
No podemos perder las perspectivas: En Venezuela hay demasiado dinero y recursos, solo que se ven empequeñecidos ante la avaricia y el derroche constante del que hacemos gala como Nación y República. Nunca ha tenido sentido que un país petrolero que le entra dinero a manos llenas por la venta de ese recurso y de paso mantiene un enfermizo control cambiario por más de diez años, adicionalmente se endeude mediante créditos, -unos tras otro y cada uno más grande que el otro-, en una orgía de recursos a los que finalmente hay que inventarles destinos y beneficiarios inescrupulosos; eso por si solo es evidencia de la incapacidad que se ha manifestado con los años para que nosotros mismos administremos y auditemos nuestros recursos con sabiduría, y eso tiene que cambiar, si queremos seguir siendo medianamente independientes.
Si lo que entra al fisco no alcanza para el nivel de gasto que se tiene (habida cuenta que existen pruebas suficientes que demuestran que hay gastos y desviaciones de recursos injustificados), pues sencillamente (aunque resulte duro e implique sacrificios temporales), debe dejar de gastarse lo que se tiene más allá de lo prudente.
Debemos volver a lo tantas veces manifestado en este blog: “Si ganamos un Bolívar, no podemos gastar dos”
La relación es sencilla, pero durísima de asimilar.
Ciertamente será difícil dejar de gastar más de lo que ingresa, aunque más duro resultará el evitar que el dinero sea desviado y robado (lo que es tan malo como cuando es despilfarrado), antes de que terminemos (como lo hacemos ahora), pagando con los dineros de la República, la deuda extranjera que termino siendo generada por nuestros propios ladrones políticos y conectados a estos.
Contrario a lo que sostiene Maduro, la diversificación del ingreso llega sola cuando las políticas son las correctas y equilibradas; esa riqueza se crea cuando el marco jurídico se estabiliza y da muestras de rigurosidad al aplicar la Constitución y las Leyes; de allí surge precisamente toda la fuente que restablece la confianza y la credibilidad en el sistema republicano hoy vapuleado y destruido en su superestructura.
Verán que al restituir la República a través de una “Venezuela 2.0”, hasta el dinero robado por bandidos que comienzan a caer en las garras de la justicia, iniciará el largo pero seguro camino de la repatriación. Por simple decencia propia, no podemos permitir que ni una casa comprada en USA o España, Costa Rica o Panamá, se mantenga a nombre del corrupto o el testaferro que la compró. Nuestras buenas relaciones diplomáticas incluso tendrán que depender de ello; pasar por ese crítico filo de justicia, ansioso de demostrar a sus conciudadanos, que la impunidad no será más.
Insisto: La riqueza monetaria que ingresará o será repatriada, debemos entender que solo puede ser consecuencia de la extinción de la impunidad como expresión regular de la inmoralidad, y ello DEBE pasar por la necesaria exposición pública y notoria de los culpables de corrupción, de sus botines, de sus juicios, y de su posterior encarcelamiento sin beneficios ni indultos. (Necesario será crear el canal por cable “Cárcel TV”, para que cualquier venezolano pueda comprobar por el mismo que la justicia está en movimiento y ejercicio)
No puede haber dialogo si ello implica acuerdos innombrables; no puede haber trato alguno que signifique perdonar a quien se sabe que es culpable de corrupción y robo de dinero, por no decir aun menos si por sus negligencias, inocentes murieron en las calles u hospitales, sin dejar a un lado lo casos aun más graves de entrega de soberanía y territorio, por acción u omisión, y que califican (esos sí y verdaderamente), como “traición a la patria”.
Si queremos un nuevo modelo, este debe partir de cosas nuevas y nunca vistas en el país como formas de demostrar que no habrá más oportunidad para el robo y el comportamiento anti ético sin castigo.
Mientras un solo ex presidente, ex ministro, ex militar, ex juez, ex alcalde, o en definitiva, cualquier funcionario/comunero a cualquier nivel, salga impune de un señalamiento por corrupción comprobables, NADA en realidad habrá cambiado, y muy probablemente TODO siga igual en la esencia misma de lo que nos condena a caminar en círculos de subdesarrollo y miseria.

Si en esta equilibrada y deseada perspectiva política para el país, logramos que “por cada Bolívar obtenido, impedimos que se roben o desperdicien diez”, veríamos como la riqueza material (distinta y necesariamente diferenciada de la riqueza republicana en lo moral y ético), se hace suficiente y hasta en exceso.

Una cosa es procurar un sistema de gobierno equilibrado (ya contemplado en la constitución, -y para nada con espacio para alternativas improvisadas y personalísimas, plagadas de clichés ideológicos que ocultan por igual a los que ambicionan poder-), buscando evitar que la injusticia arrolle a las personas en medio de sus desventuras sociales, y otra cosa muy distinta es pretender mantenerles una “sonda anal” insertada a cada ciudadano hasta el cerebro para que dependan todos juntos económica y mentalmente del Estado y de los que tras ello, impulsan esas políticas populistas llenas de “etapas necesarias pero premeditadamente concebidas para el bien social”, a fin de mantenerse ellos mismos como elementos necesarios, irreductibles e inseparables del poder  de la nación, en aras de la supuesta “felicidad social”.
Creo que aún hay algunos millones de venezolanos y extranjeros cedulados como nacionales, que no están preparados -y por tanto no dispuestos-, a soltar la cuerda de la que sus respectivas concepciones de país justo, penden del entramado revolucionario que Chávez construyó y procuró imponer sin resistencia alguna, al no existir una alternativa que aún anidando en la oposición, argumentara un camino distinto, por lo que esos millones aún no están preparados para lo que considerarían como una “exposición voluntaria” de sus propias yugulares políticas, ante lo que pareciera ser un enorme vacío conceptual alternativo real, tangible.
Esta última realidad es la que parece sugerir que aún como sociedad (fragmentada y cada vez más resentida/crispada), no se está listo como para exigir y al mismo tiempo auditar, los cambios requeridos en la República.
Debido a esto, el camino de la “representatividad” posiblemente siga predominando como estrategia de trabajo en tiempos que forzosamente serán agitados y rápidos, (como estos han sido lentos y reprimidos), posiblemente en detrimento del concepto participativo que quisiéramos, y ello casi inevitablemente ante la poquísima confianza/credibilidad de los personeros que en la Venezuela actual, se levantan como políticos más o menos sensatos. (No doy nombres, porque no los he conocido aún), pero por sus huellas y frutos, les conoceréis…

Como en una trillada y barata historia de fantasía épica para leer un domingo, sigo viendo a Maduro y a los que él representa (el resto de los depredadores políticos; no al pueblo), en el papel del “destructor de mundos”; esa la criatura torpe pero maligna necesaria para que la historia tenga sentido, al crear la adversidad extrema que finalmente hace que los héroes dejen sus diferencias a un lado, y trabajen juntos…

Medio país voto por poner a Maduro en el poder, creyendo que la bonanza imaginaria seguiría; ahora todos pagamos el alto precio de aquellos que fueron incapaces de buscar en el consenso, el destino bueno de la República de Venezuela.

No siento dolor por aquellos que sufren conmigo y que nos hacen mayoría sumidas en la subsistencia; siento impotencia por lo que siendo menos, se han llevado todo para disfrutarlo, ante nuestra mirada descoordinada.

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