lunes, 18 de noviembre de 2013

¿Qué pasa con Maduro? (II)

No me refiero con esa pregunta al hecho de que Maduro tiene ya sobre si el peso del que no atiende los problemas limítrofes con Colombia y Guyana; el peso del que usa la imagen de un muerto que también fracasó en la oportunidad de oro que le duró 14 años, y el peso del que se encadena una hora diaria en televisión para repetir como perico, el mismo desgastado e inútil discurso sin piso ético o político justo y humano capaz de aliviarlo de semejante peso, monumento de por sí a lo desperdiciado.

Me refiero por cierto, al ”Desperdiciómetro” que sigue inclementemente registrando las oportunidades derrochadas en Venezuela, mientras la historia, paradójicamente, continua registrando a su vez y de forma apropiada, los hechos que de apoco van construyendo el episodio que quedará como el de los cambios duraderos en Venezuela, porque estas cosas tienen que pasar para que los hombres y mujeres que viven en este país, prueben por fin el sabor de la tierra del agujero donde todos estamos, y que solo se quitará de nuestros sentidos cuando la humildad, -y con ella la sumisión hacia las leyes-, germine en el corazón no solo en las individualidades del colectivo que somos al padecer juntos todos y cada uno de los errores y patadas de quienes han gobernado y gobiernan, sino también en la sociedad congruente y justa que estamos en realidad llamados a ser.
Hace poco reflexionaba con ustedes, y les decía que el país se ha reducido en sus opciones a un estrecho corredor donde solo las medidas sinceras, sencillas, justas y sostenibles en el tiempo previsto dentro de un plan organizado en etapas cortas y verificables, son viables y realizables.
El ejemplo de los “bachaqueros” en el estado Zulia de hace unos días, resultó ser premonitoria para lo que vendría a ser un impactante presente: el decreto, -de carácter electorero-, que baja los precios no por la vía de las acciones justas y sensatas de las que hablábamos, sino por el camino de la arrogancia que no es capaz de sostener en el aire, -como lo hace un profesional al hacer malabares-, varias acciones simultáneamente, deviniendo en el paroxismo que observamos en los fragmentos sociales que nos constituyen, que es una especie de orgia, mezcla de oportunidad para comprar lo que no tenia planificado adquirir, en un claro ejercicio de consumismo capitalista, y una para bachaquear y negociar más adelante dichos productos en Colombia.
No se puede atacar la consecuencia, dejando la causa intacta; es así de simple. No si se pretende hacer trabajo de lucha social, de justicia, que no tiene nada que ver con esquemas capitalistas o socialistas de la vieja o “nueva” escuela.

Maduro ha hecho todo lo que podía apuntar a un fin politiquero y electoral que solo busca retener el poder en pro de la visión de mundo que tiene este Jaime Lusinchi de la “quinta” republica: Ignorar los problemas limítrofes, políticos y económicos de fondo, mientras asume acciones que van contra los detallistas y el menudeo, al tiempo que los distribuidores, empresarios de maletín y todos aquellos políticos, jerarcas y burócratas corruptos que permiten estas fechorías y desmanes a escala macroeconómica que de verdad pegan sobre el factor inflación, especulación y los terribles mecanismos venezolanos de devaluación, permanecen intocables y anónimos, debido al peso especifico que tienen en el sostenimiento del status quo que exige el “objetivo táctico revolucionario” final, y que solo el diablo conoce.
Por eso es específicamente que medidas difíciles que cabria esperar, luego de tantos desatinos económicos, año tras año, como una nueva devaluación, o el aumento de la gasolina, o de la electricidad, o del mismo IVA, no se tocan por el momento, en tanto pasan las elecciones del 8D, cuando sí con la habilitante y el resto de los poderes en la mano, se podrá proseguir este camino que ningún jerarca gubernamental se atreve a aclarar, arrastrándonos a todos en el proceso.
Insisto: Bastará con que pasen las elecciones, para que estos pasos (ojo: medidas aún sin sentido efectivo y sostenibles en el tiempo, al no estar casadas a una verdadera política de saneamiento político-jurídico y económico, facetadas en el tiempo para evitar traumas sociales mayores), sean decretados en medio de “lagrimas de cocodrilo”, o mejor dicho, en medio de “lagrimas de Maduro”…
¿Acaso creen que después de más de 10 años de congelación de electricidad, gasolina y otros, estos precios se van a mantener así otros 10 años?
“Quien se acuesta a dormir y a soñar, eventualmente despertará…”

Otras preguntas: ¿Qué es lo que pretende Maduro?; ¿A quién obedece?; ¿Por qué el silencio frente a las declaraciones oficiales desde Guyana?; ¿Por qué el bajísimo perfil cubano en los últimos meses de vida de Chávez, y durante este paupérrimo gobierno?
En fin, este es el país que tenemos entre manos al día de hoy. ¿Ataca el gobierno casualmente a la parte más visible del sistema económico regular de Venezuela, (y del que no podemos decir que es un sector “inocente”, ni tampoco que lo empezaran a hacer ayer nada más), donde a su vez la parte más visible de la población (que es la nacida y crecida al calor de la “cuarta” y “quinta” republica), es la que puede caer en una espiral descendente de inmoralidad, donde las colas de la miseria humana, ahora se confunden con las de la suprema felicidad social?.

Les aseguro que los intocables, aquellos que realmente manejan el país, seguirán con sus beneficios, pese a las vestiduras rasgadas, y al pseudo socialismo gritado a los cuatro vientos como la panacea de todos nuestros males.
La verdadera revolución aun no llega, a la espera de que la última etapa de la cuarta republica, termine de caer ante su propio peso.
La miseria política sigue envolviéndonos, mientras que el país carece de un presidente moralmente legítimo, y de una opción real y creíble a este.

Marchar en lo que pareciera ser  la dirección contraria por parte de Maduro, con mas medidas populistas tratando de tapar  las grietas de otras igualmente populistas del pasado, y que en irritantemente  siguen manteniendo en el mismo agujero económico a quienes se aferran a seguir creyendo en mesías políticos y líderes supremos a la altura de Bolívar, no hará que estas navidades, -y quizás las próximas-, sean mejores.
Estoy convencido de que a este país lo arreglan quienes permanecen aquí; sin embargo, y como hemos repetido, ellos deben estar preparados primero para entender lo que pasa, con una humildad tal,  que sean capaces todos de aceptar los errores y las idolatrías en que se hayan incurrido, sin señalar y despreciar, para entonces, -y solo entonces-, alcanzar un estado de conciencia donde la palabra compromiso, resuene por primera vez como la única vía para constitucionalmente, pasar el desierto de las amarguras y los sacrificios, sin sentir que será en vano.
Estemos claros: Maduro está equivocado; ser nombrado sucesor y heredero de un imperio de personalismo enfermizo no le da el poder para pretender  seguir violando la constitución, en medio de una actitud pro cubana, que resulta tan dañina como lo sería una actitud pro estadounidense.
Del otro lado de la calle, con la mitad de una nación que votó soberanamente por él, Capriles no lo habría hecho mucho mejor quizás, dadas las prebendas que de seguro trasladaría de beneficiario, y agreguemos a este punto que ningún otro candidato se avista en el horizonte.  
Yo opino que Maduro sigue sin mostrar dotes para presidir una republica, y de ello ha resultado esta bajada permanente en tobogán que estamos experimentando vertiginosamente. Su actitud y aptitud parecen hacer resonar aquel viejo adagio que dice que cada pueblo tiene el gobierno que merece.
Algo ha demostrado, sin embargo: Ser sombra de Chávez, ex sindicalista, obrero, estudiante en Cuba, y ungido por un hombre que acumuló todo poder concebible en Venezuela, no es suficiente para ser un buen presidente.
Ojalá él cambiara y en un acto de conciencia y modestia, mostrara el camino humilde y de Fe a seguir, haciendo en el proceso, que cada culpable de corrupción, fuera perseguido, atrapado y enjuiciado, mientras se dictan con contundencia y consenso nacional, las verdaderas medias sociales y económicas requeridas. ¡Con qué gusto entonces aceptaría yo que estaba equivocado!
Pero no se confundan; tengan en claro algo: Un hombre verdadero ante lo que hemos vivido y se ve magnificado con cada día que pasa, renunciaría a su cargo de presidente,  y condicionaría su retiro precisamente a la creación de un gran consenso nacional para gobernar mediante un amplio frente político venezolanista, cuya primera prioridad seria el restablecimiento del imperio de la ley, que sería llevarse por lo signado exclusivamente en nuestra carta magna; en eso que debemos con razón llamar el alma escrita de la nación.        

A la espera de una cosa u otra, seguiremos transitando este doloroso camino, de la mano de un Mujiquita que por no terminar de ser ni venezolano ni colombiano en su dimensión humana, ha sido incapaz de tirar del carro en la dirección correcta. 

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