lunes, 7 de marzo de 2011

“Alrededor de 16 millones de temporadistas viajarán por el país en carnavales”

(Declaraciones del ministro del Poder Popular para el Turismo, Alejandro Fleming, en declaraciones al Correo del Orinoco que circuló este lunes 28 de Febrero )

A veces hay que detenerse en este tipo de declaraciones para estudiar con ellas, más o menos donde queda el horizonte del reino de las exageraciones. Lo digo así porque en un país, donde el instituto nacional de estadística (INE), indica que para el 2011 la proyección poblacional esta en el orden de los veintinueve millones (29.277.736) de almas, me cuesta creer que más o menos la mitad de toda la gente que somos, se va de vacaciones para otros sitios.

Vamos, si tan siquiera supongo que solo una cuarta parte de ellos va a llegar a un hotel o a una posada, y que van en familias de 5 miembros como mínimo, y dispuestos a estar apretados: ¿significa que hay ochocientos mil (800.000) habitaciones disponibles en el país? Si las vías terrestres de nuestro país están colapsadas entre semanas normales, ¿Cómo estarán con 16 millones de almas rodando en automóviles y buses?

Le voy a pedir disculpas al Sr. Ministro, porque no le creo.

Así como me parece que exagera con estadísticas que sabrá Dios con qué variables llegó a ellas, igual me parece que ocurre con una diáspora de cifras que los gobiernos siempre se apuran en declarar, (como triunfos, ¡…por supuesto!), en Venezuela.

Basta con mencionar el “excelente” estado de nuestra economía, o la “manejable” inflación de “solo” dos dígitos desde hace ya no sé cuantos años, para entender por dónde va la distorsión de la información que se nos ofrece.

Cosa parecida ocurre con los índices de precios al consumidor, manejados por ciudad, y siempre desde hace un tiempo, referenciados por los precios de MERCAL. Obviamente, utilizar con referencia los precios de una cadena gubernamental que no sube los precios pese a la inflación, prefiriendo incrementar los subsidios, traerá como resultado un índice de precios irreal, que cuando nos afirma que el incremento porcentual del año tal, fue de 30%, resulta que en el bolsillo de la gente, en realidad la depreciación del bolívar, ya no tan fuerte, ha estado cercana al 37 o más por ciento.

Cuando los números se utilizan para maquillar realidades, también se esta distorsionando el escenario que incluso los mas capaces, pueden preveer, de cara a una planificación sensata que pudiera subsanar el problema económico y social asociado.

Al final, perdemos todos.

Sigo sin creer que la mitad de la población de Venezuela haga de su vida en estos días, un bochinche. Simplemente me cuesta creer que tan mal estemos y no nos demos cuenta. “irse a descansar de los problemas”, cuando estos no dan señas de disminuir o desaparecer, es tan ilusorio como aquel que en un campo de concentración, (con el permiso de quienes si han estado en esos terribles infiernos hechos por los hombres), se diera vuelta y mirando a la pared, se dijera a si mismo que “voy a descansar un rato de todo esto”.

Supongo que aquel viejo adagio que dice que de tanto decir una mentira, esta se vuelve realidad, aplica en este caso:

¿Decir 16 millones de veces una mentira, la hace verdad?

¿Es este el pueblo descrito en tantas mentiras, el que va a remediar las cosas en este país?

¿La mentira se hará verdad?

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