lunes, 3 de mayo de 2010

Un tema externo, más no ajeno a nuestras fronteras venezolanas: las armas nucleares.

Quizás es la primera vez que me dedico a escribir de un tema aparentemente lejano a nuestra realidad subdesarrollada y tercermundista. Tal vez lo sea, pero si llegaran a usarse dichas armas, las consecuencias nos afectarían, en términos políticos, económicos y hasta medioambientales.

Unos construyen las armas; otros se desviven por poseerlas; los menos, que son los que más las tienen, se ponen de acuerdo para disminuir a solo unos “miles”, las cabezas de guerra por bando. En todo caso, siguen siendo sinónimo de poder planetario, y hasta de arrogancia para permitirse abusos sin que el escenario mundial, haga algo al respecto.

Rememoremos un poco: Desde el final de la segunda guerra mundial, -y debido a ella misma-, por aquellas fechas que la gente ya ni recuerda, comenzó el desenfundar y pavonear de este nuevo tipo de arma; una capaz de destruir con dramatismo, uniendo en una sola imagen de horror, todas aquellas visiones que a través de todas nuestras leyendas, creencias y mitos, hemos asociado con el infierno, la destrucción y la dolorosa muerte, en todas las culturas humanas desde aquel ancestral día en que los hombres sintieron el miedo por primera vez.

A partir de los ataques a las torres gemelas en EUA por parte de fuerzas violentas opositoras a esa nación, el tema atómico se ha venido manejando con más efervescencia que con realismo y justo análisis retrospectivo. La sola idea de que una fuerza antagonista, sin territorio físico definido al cual invadir -o pulverizar-, pueda llegar a poseer armas nucleares, es suficiente para que la histeria se apodere de quienes se sienten sujetos susceptibles de ataque, por lo que de la idea del “control del material fisible para hacer armas nucleares, capaces de ser robado por grupos terroristas”, se ha pasado a la prohibición de que “algún nuevo país tenga esos materiales o esas armas”, lo cual a mi juicio, es determinante y clave en este reflexión, pues ha sido motivo y buena excusa para invadir a Irak, amenazar a Irán, confrontar a la beligerante Corea del Norte, y controlar cualquier aspiración en esta materia de los países latinoamericanos y africanos.

El extremismo en este asunto se ha vuelto tal, que incluso las grandes potencias interesadas en ejercer estos controles, tienen planes específicos y discretos para “recuperar” las armas nucleares que las potencias emergentes ahora con dicho armamento, han construido, en caso de que sus gobiernos fueran derrocados, (suponiendo con ello que no convenga dicho derrocamiento a los intereses de o las potencias “primerizas” mencionadas).

Estas son las cosas que hacen que el tema atómico haya resaltado ahora como nunca desde la caída del muro de Berlín, la perestroika y el colapso soviético. Vayamos de una vez a los “actores” del momento entonces: ¿Quieren los iraníes hacer armas atómicas?; ¿Hay alguien más en capacidad de hacerlo antes que ellos?; ¿Cuál es el problema con los iraníes?; su “vecino” Israel, ya las posee (las bombas atómicas y hasta termonucleares quizás). Los iraníes no son unos infantes amamantando: saben que pese a su retórica anti israelí, si las construyen y usan (las bombas), para atacar al estado de Israel, seguramente serán arrasados nuclearmente por la propia nación hebrea. ¿Qué nación quiere suicidarse?

¿Suena rudo?; bueno, recordemos que cuando se posee este tipo de armas, se juega con las reglas de la barbarie. No hay atajos decentes para reflexionar este tema humano. Es barbaríco, en su más cruel acepción del término. Por eso se vuelve suicida.

En general, es difícil lidiar con una nación entera con armamento atómico por esta razón; mucho mas difícil lo es entones, si venimos a ver, hacerlo con una “organización” (terrorista, claro), que dependerá mas de decisiones radicales y unipersonales, influenciadas por iconos religiosos o por traumas de cualquier tipo, con o sin razón. (El tema de cómo más de una nación ha sido explotada, humillada y devastada por potencias económicas y hasta imperiales de los siglos 19 y 20, da para muchas páginas, a la hora de explicar, -más no justificar-, la aparición de grupos reaccionarios, subversivos y terroristas en dichas naciones, a veces con proyección más allá de sus propias fronteras)

A todas estas, luchar contra la posesión de armas nucleares por parte de facciones sin territorio es fundamentalmente correcto, pero no lo es necesariamente el luchar contra el derecho que cada país en este mundo tiene de construirlas y resguardarlas, al mismo tiempo que tiene la obligación de someterse al viejo concepto de la mutua destrucción asegurada, si llegase a usarlas. Creo que solo los Estados Unidos tuvieron la justificación militar y hasta moral para construirlas, como decíamos, en el clímax de la segunda guerra mundial. Todo lo demás fue un “caer de piezas de dominó”, una tras otra.

EUA, Rusia, Francia, Inglaterra, Israel, Pakistán, India, China, y quizás Corea del Norte: Estos son los “selectos” miembros del club atómico que aceptaron ese viejo concepto de destrucción mutua del que hablábamos.

Irán y Brasil, son los candidatos a futuro para ingresar a ese club.

Alemania, Japón, Italia, Canadá, son los que pudieran construirla, pero hasta ahora se han negado a cualquier investigación en esa dirección. Alemania por su trauma post guerra, y los japoneses por igual motivo, exacerbado este por haber sido los “ganadores del premio atómico”, debido a sus desvariaciones militaristas de principio de siglo XX, que desembocaron en las invasiones niponas en el Asia y el Pacífico.

No culpen de esta paranoia atómica necesariamente a los mencionados lanzamientos nucleares estadounidenses sobre las ciudades japonesas de Nagasaki e Hiroshima; estoy convencido que sin esas pruebas de poder destructor en su momento, por las razones que sean, hace décadas ya que sobre nuestro planeta, tendríamos no el recuerdo de dos ciudades devastadas, sino el de enormes zonas radiactivas, cementerios abiertos e inaccesibles de millones de muertos, producto de nunca haber visto previamente y de manera limitada pero cruda, sobre tierra japonesa, los resultados terribles y siempre censurables de la reacción nuclear explosiva militarmente usada.

El tema nuclear sigue sin duda, como vemos, evolucionando en nuestro mundo, al menos tecnológicamente, ya que en términos de civilización, aún se balancea cual espada de Damocles sobre nuestras cabezas. No hemos destruido aún, sin embargo, nuestra capacidad de entendernos y superarnos. La sinceridad entre los pueblos del mundo no puede limitarse a una vieja película de Mario Moreno -Cantinflas-: aquella donde se dirige a la comunidad internacional en una ficticia organización de naciones unidas, donde los intereses particulares de las grandes potencias lo presionaban para que no votara a favor del otro, para decirles finalmente que solo la sinceridad y la tolerancia, buscando, por que no, el amor, pueden alejarnos de aquel mundo donde la muerte, la mentira, el hambre y la injusticia, parecieran ser las únicas direcciones en nuestra miserable brújula de existencia.

Ustedes saben muchas de estas cosas, sin duda; mi intención solo es recordárselas y pedirles por favor, que no las olviden a la hora de hacer los juicios de valor que correspondan hacer contra la hipocresía mundial y la “diplomacia de carrera” que lo justifica todo, para dar el próximo paso en nuestra humanidad: el de la paz duradera.

Mientras sigamos midiendo nuestra prosperidad en términos de producción económica, de comida incinerada para mantener los subsidios y los precios nacionales y de exportación, en términos de armas nucleares y de dólares guardados, no necesitaremos de la detonación de armas nucleares para vivir en el infierno.

Señalemos a los que poseen armas atómicas, y a los que se “mueren” por tenerlas, no para acusarlos, sino para preguntarles: ¿Hasta cuando?

Provoca tener el poder para colocarlos a todos ellos juntos en un solo planeta distinto a este, para que se maten con sus bombas, pero… ¿no seria eso, ser igual de bárbaros que ellos?

Nosotros, -la mayoría pacifica-, deberemos seguir esperando por la sensatez de la minoría que en cierta manera nos tiene secuestrados. Dios seguramente ha evitado nuestro propio exterminio como raza, y seguramente también es El quien finalmente nos de la inspiración para alcanzar la paz, dejando quizás abierta la puerta para que la tecnología atómica, sea usada por fin con fines pacíficos, posiblemente en la propulsión nuclear espacial, hacia otras estrellas y planetas.

Un gran viraje, ¿no?: ¡de la barbarie en la tierra, a la exploración y colonización espacial! Todo es posible, cuando decidimos hacerlo juntos, siguiendo nuestro impulso de crecimiento y prosperidad.



No hay comentarios: