domingo, 23 de mayo de 2010

Ni el ciudadano presidente ni alguno de sus colaboradores cercanos lavan dólares. Pero por otro lado: ¿Qué se ha hecho con tanto dinero en este país?

(Esto a raíz de las declaraciones presidenciales del día viernes 21-5-10)

Reconozco como una profunda y necia acción de cualquier gobierno extranjero o institución exterior (no mencionaré a ningún autonombrado grupo exiliado; esos no cuentan para esta reflexión), el tan siquiera insinuar esa hipotética acción delictiva por parte del presidente de la republica. Distinto escenario podría encontrarse en otros funcionarios inferiores, sin embargo.

Y es que pese a haber tocado el tema de los recursos del estado y su administración varias veces ya, no puedo olvidar que nadie en este país pues decir con certeza, y sin mentir de manera descarada si lo intenta, cuantos recursos se han gastado efectivamente, y cuantos se han perdido en el proceso, haciendo incluso multimillonario en dólares, a incontables individuos en las últimas décadas.

Es espantoso; es terrible.

Cuando sé de algún niño fallecido en un hospital, por la ignorancia acumulada en la sociedad, o por la decidía de los mismos centros de atención, debido a la falta de recursos, siento asco y visualizo las manos ensangrentadas de más de un político, por no hacer su trabajo de manera efectiva y honesta.

Millones, miles de millones de dólares se han perdido, en los 70, en los 80, en los 90 y en esta última década. Ninguna se escapa. Nadie es libre de pecado en la administración pública. Nadie.

Es como si el dinero en forma de petróleo, fuera una fuente inagotable, saliendo por un tubo de gran diámetro desde el suelo, a presión continua, pero justo al lado de un inmenso drenaje por donde se pierde sin remedio ese oro negro, y nosotros simplemente, -como la mayoría de las naciones monoproductoras y tercermundistas-, en tantos años, solo hemos aprendido a usar los pies, con mas apuro unas veces que otras, para patear algo de ese petróleo hacia un lado y recogerlo torpemente y con eso, apenas haber levantado, construido y permitido robar lo que tenemos por “país”, por “amigos” y por “aliados” a nuestro alrededor.

Es que ha sido tanto, pero tanto dinero, que hemos perdido hace rato hasta la decencia de la que Bolívar nos hablaba; igual hemos perdido la capacidad de asombro, y ni un anciano Rafael caldera estrenando el termino “millardo” justo cuando aumentaba el precio de la gasolina para captar aún más dinero, o un Hugo Chávez asignándolo a dedo de acuerdo a su juicio, sin que se observe limites a la cantidad existente, nos inmuta.

Sin que nos tiemble el pulso para afirmarlo, ha habido dinero para asignar una casa, becas de estudio y créditos de negocios a cada familia en este país, incluso sin esperar que las pagaran. Si el dinero fuera la marca del paraíso, Venezuela es la nación que mas cerca ha estado entonces de Dios. Afortunadamente, Dios no trabaja con petrodólares, y nuestra nación, no es el paraíso; al menos para nosotros los de a pie, porque para los que abusan, roban, y calumnian, si lo es. ¿Por qué no lo vemos?

¡Dios mío! No tienen idea de cuánto petróleo/dinero se ha ido por ese drenaje; no tienen idea de cuánto se han robado, de cuanto se ha malgastado; de cuanto se ha construido y vuelto a romper para hacer de nuevo otra vez. Es como si el Mesías cristiano o de los judíos hubiera nacido en Venezuela, y en una de las plazas de Caracas lo hubiéramos crucificado, acusado de malandro, enterrado y sus restos robados para los estudiantes de medicina, así como su madre atracada cuando salía del cementerio, y todo esto para que después del fin de semana de cervezas y juerga, nos diéramos cuenta de que…es lunes y hay que seguir criticando al gobierno, ¡como si no hubiéramos crucificado a nadie!

Una cosa así de bizarra; no se me ocurre otro ejemplito más patético.

Lo peor, es que existen políticos con poder para acusarme, sin ningún tipo de prueba o justificación moral en ellos mismos, de “apatrida”, de “traidor”, de “pitiyanqui” o cualquier peyorativo que se les ocurra, por lo que aquí digo, mientras que las verdades que pudren la carne muerta de nuestros errores, sigue en nuestras narices, ya acostumbradas a la fetidez del entorno.

Lamento profundamente que el presidente no encontrara colaboradores serios, honorables, profesionales y venezolanos que le permitieran crear una etapa de crecimiento transparente y nítido en nuestra nación.

Yo aún recuerdo sus primeras cadenas televisivas, hechas por voluntad propia de los grandes canales de televisión, ante la visión fascinante de un hombre que hablaba y reaccionaba como cualquiera de nosotros frente a esa estructura de poder: Con cuidado pero con seguridad; en ellas yo me sonreía de alegría.

Las cosas no siguieron el camino que esperaba, y eso Uds. saben que es en parte la inspiración de este blog. La del sueño de una visión que es mayor que todos nosotros, pero no posible de poner en practica si no lleva la firma característica de la humildad y el anonimato de quienes sólo quieren una nación grande, para ser ellos mismos grandes también, juntos.

Recuerdo en los 90 al presidente de EEUU en su visita, junto al ya anciano Caldera diciendo que todo estaba “chévere” en Venezuela; me causó tanto desagrado como ver al entonces celebre pero ni siquiera candidato Chávez, llegando a su salida de la cárcel en los mismos años 90, a la Habana y ser recibido por un Fidel oportunista, claro de las posibilidades en juego.

¿Cuándo comprenderemos el verdadero significado de la independencia?

Muchos miles de millones de dólares han corrido por debajo del puente hacia aquel drenaje sin que la mayoría de nosotros hiciera algo; algunos reacomodos han habido: unos tienen dinero ahora, y otros que lo tenían, ya no. Sin embargo, mis amigos en aquel barrio miserable que conocí en los 90, siguen allá, hundidos en sus propias ásperas realidades. Sus hijos ahora viven en un barrio más miserable, que se fundó con una invasión unos años después, unos kilómetros más allá, más lejos de todo, menos de la desesperanza.

Sin duda hay cosas buenas, y cosas malas. Nunca negaré los logros contundentes que puedo ver; tampoco las cosas que se impidieron seguir como estaban; sin embargo: ¿Qué paso?; ¿No hemos hablado de esto muchas veces?; ¿Y las terribles malas cosas y vicios que aún siguen intactos e incluso fortalecidos?

La pregunta ingrata es: ¿Por qué si podíamos hacer cosas en una escala del uno al diez; nos quedamos en tres?

Se que construir es la consigna: mirar hacia atrás sólo para resumir los errores y enumerar las soluciones; caminar hacia delante juntos; sin embargo, porque la justicia es un equilibrio en todas las direcciones del entendimiento humano, es que debemos equilibrar las malas acciones del pasado, con los castigos justos del futuro, y no dejar que el odio o la frustración respiren por nuestras heridas al momento de estudiar nuestra historia, que no debe ser para siempre, una historia ultrajada y sin culpables.

¿Hace falta rememorar a Bolívar para comprenderlo?:

“La libertad, esa preciosa planta, no nace ni en los páramos helados ni en los ardientes arenales, sino en aquellos terrenos donde la naturaleza ha combinado sabiamente los principios del calor y del frío.”

Termino pues diciendo que el presidente no es culpable de lavado de dinero e insisto que torpe sería cualquier acusación foránea o interna al respecto; sin embargo, tampoco es “culpable” de haber “lavado” nuestra dignidad, nuestras leyes, nuestra soberanía, ni nuestra venezolanidad. Todas ellas esperan por una equilibrada limpieza, que no puede venir de un solo hombre o mujer. El río de nuestras riquezas seguirá fluyendo, pero no se si servirá para algo. Decidan Uds.

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