domingo, 6 de diciembre de 2009

Cuando la memoria es débil, o los pueblos no han conocido el horror de las guerras, se suele arriesgar la vida apostando al “líder” más cautivador…

¿Eso significa que el colectivo en su mayoría se equivoca al elegir generalmente, o que sencillamente, en ocasiones no hay mejores opciones?

Si lo último es cierto, ¿Entonces debemos decir que dada la coyuntura socio política económica venezolana, se ha elegido correctamente a los que nos dirigen?

Aunque otros puedan decir lo contrario, podemos afirmar, y creo que sin dudarlo, que los 11 años del actual gobierno han sido estrictamente necesarios, dada la debacle que décadas de incapacidad para corregir lo cada vez más grave, ha producido. Simplemente, los gobiernos copeyanos y adecos (a falta de los otros partidos políticos que aunque queriendo, no llegaron al poder, salvo en la ocasión del “chiripero” aglutinado por el ya anciano ex presidente Rafael Caldera…), en su “disciplinada” alternatividad en el poder, no lograron, -porque no supieron-, cual era la esencia nacional a exaltar, y a hacer prosperar.

Millones han sido cautivados por el ahora democráticamente electo presidente, y no por porque sean masas iletradas e ignorantes, sino porque son venezolanos que no consiguieron nada mejor. ¿Qué le pretenden pedir a quienes no han tenido más esperanza que sacarse una lotería para salir de la miseria?; ¿Cómo no estar agradecido con quien ha llevado alimentos baratos y salud primaria a los barrios donde ninguna autoridad quería entrar?; El actual presidente mostró en un acto insurrecto, en 1992, lo que muchos sentían, debía hacerse. Seguro habían caminos mas decorosos, justos y prósperos, pero ese barranco era lo que al final del camino, gobiernos tras gobiernos mediocres en Venezuela, forjaron en el corazón del colectivo; ese colectivo llamado por algunos con amor, y por otros con soterrado desprecio discriminador, pueblo.

Hemos hablado mucho ya de las oportunidades perdidas, y de los recursos dilapidados; el presidente Hugo Chávez ha tenido el poder, los recursos económicos y la voluntad colectiva a seguirle que alguna vez gobernante venezolano alguno haya tenido en los últimos 150 años, lo cual no ha sido -en modo alguno-, garantía del éxito, del progreso y del bienestar que hemos soñado. Era previsible: Somos venezolanos en camino de autoconcientización.

Hasta el sol del hoy, y usando el verbo táctico-militar del primer mandatario, nos hemos contentado con algunas y muy puntuales batallas ganadas (barrio adentro, mínimo analfabetismo, etc.), pese a que a la guerra ya no se le ve fin (reelecciones indefinidas con recursos públicos a discreción del que gobierna), las batallas perdidas han sido mayoritarias (justicia, economía, seguridad social, etc.), y los bajas por muertes, ya nadie las cuenta…

Aún en medio de ese escenario, la primera pregunta que formulé al principio de este artículo, sigue siendo determinante. No había opción política aceptable, a fines de los años ´90, si queríamos por fin, enfrentar nuestros males y nuestras fallas que como tabúes sociales, y hasta personales, nadie quiere comentar, y menos afrontar.

Copeyanos y adecos solo hubieran seguido con lo mismo. La causa R (el partido –club-político del líder obrero Andrés Velásquez), allá cuando ese mismo candidato obrerista perdió dudosamente frente al reelegido Rafael Caldera, fue quizás el único asomo de cambio respirado en esta nación en los ochenta y noventa, hasta la llegada insurrecta de los militares en 1992.

El pasado, -incluso este momento presente que acaba de convertirse en pasado al leerlo-, solo sirve para aprender de los errores y aciertos, como única vía para construir con solidez el presente por llegar, y el futuro mas lejano…

Aun las próximas elecciones a producirse en Venezuela, no son ni de lejos, oportunidades claves a ser usadas con sabiduría; los oposicionistas volverán a ir divididos, con dos o tres candidatos por cargo disponible, mientras que el oficialismo, rígidamente controlado por el líder, llevara una sola opción, la que casi seguramente, ganará; “Divide y vencerás”.

Los procesos de cambio, llevan años en el caso de un individuo, pero puede llevar mucho mas tiempo que ese, cuando de colectivos dinámicos e indómitos como los pueblos, se trata. No existen colectivos sometidos por mucho tiempo; eventualmente la fuerza interna del ser humano, lejos de cualquier pragmatismo, se libera a si mismo para seguir explorando en la búsqueda eterna de lo que se es.

Vean con cuidado lo que ofrece cada bando en los que se encuentra dividido el país, y observen como concretan al final para esas elecciones: por muy buenas palabras y discursos que se digan, y por muchos “analistas” y “lideres” politiquitos que declaren en los medios de comunicación, la crudeza del interés particular, de los intereses económicos de los grupos de poder y de la sordidez de la política corrupta venezolana, harán que finalmente, el espíritu de nación sea pisoteado, y los venezolanos, en su mayoría, seguirán esperando por lo ofrecido, anhelando seguramente, -y aunque no nos guste decirlo-, no tener que mover un dedo para conseguirlo.

Creo que aquel refrán que dice el que siembra vientos, cosecha tempestades, es correcto; la Venezuela de hoy, y sus habitantes, son prueba viviente de ello. Como las tempestades verdaderas, lo que queda después, en lo arrasado, es construir con más fortaleza.

El buen tiempo llegará, cuando las masas no busquen líderes a quienes seguir, sino a representantes servidores del espíritu nacional.

No hay comentarios: