jueves, 15 de octubre de 2009

El país de las bodegas, tienditas, ventas de comida y los pequeños servicios.

Este tema, -el de nuestro actual estado, y la situación deseable a la que queremos llegar-, siempre tendrá, digamos. mucha tela de donde cortar, y nos arriesgaremos a quedarnos, como mínimo, cortos. Sin embargo, no es posible postergarlo más; simplemente no se habla de ello con la claridad, y mucho menos con la contundencia que requiere tan vital punto para la salud de la nación, y por ende, la de la sociedad en la que vivimos y pretendemos coexistir.

Varias veces comentaba la necesidad de hablar de estrategias claras para la nación, y esto debe ir unido invariablemente a lo que reflexionábamos hace poco, sobre las fallas que laten aún en nuestra nación. Parece increíble, pero es sencillo: Venezuela apenas está probando lo que es tener una estrategia, que en cualquier caso, debe buscar alcanzar un objetivo: la materialización absoluta de lo planteado en el alma escrita de la nación.

Cuando digo “probamos”, es en serio: nos encontramos como testigos de una muy “a tientas” estrategia planteada. Conforme los eventos se van presentando, y no antes, por el gobierno, -que no por la nación-, para alcanzar algunos objetivos.

Son ejercicios útiles, no porque estén teniendo el éxito que se espera, sino porque nos ofrecen un primer vistazo a lo que debemos y no debemos tomar en cuenta a la hora de esos diseños estratégicos. Actualmente observamos como la nación ha sufrido un desbalance grave en su maquinaria productiva, su política, su administración y sus leyes de carácter económicas, mientras el poder despiadado y sin patria del dinero, pasa de unas pocas manos a otras.

Por esa razón, éste tópico parte de un punto muy simple nuevamente: Venezuela se ha convertido en un país de cada vez más comercio básico a lo interno (hipermercados, supermercados, tiendas, abastos, quincallas, restaurantes, ventas de comida y puestos improvisados de cuanta cosa vendible, en cualquier plaza, calle o avenida de nuestras ciudades, barrios y urbanizaciones), y encontrándose únicamente en crecimiento leve y mas bien errático, la superestructura de servicios del tipo tercerizado (limpieza, despacho, reparto, reparación, inspección, instalación, etc.). Fuera de eso, y en términos generales, a sabiendas que ignoraremos algunas cosas puntuales importantes por ahora, insisto, fuera de esto, nos encontramos en la mínima condición de producción, casada esta a la monumental importación de cuanto adminículo necesitemos o deseemos.

¡Vamos!, ¡no se resistan a admitirlo!; fuera de algunos rubros agropecuarios, metalúrgicos, textiles, y manufactureros, todos ellos a un nivel muy básicos, NADA se produce en el país sin la necesidad de algún componente, tecnología o conocimiento clave, traído del extranjero.

¿Petróleo?, claro que tenemos mucho, pero…, no traigan maquinarias y tecnología de otros países a ver si encuentran, explotan y venden ese fulano petróleo. ¿Electricidad?; bueno, los grandes equipos, los transformadores de gran capacidad y un sin fin de cosas, no las producimos aquí. ¿Automóviles?, (¿Es necesario responder esta pregunta?); pues claro que no producimos lo necesario para fabricar un carro. Quizás alguno me pudiera afirmar que podríamos irnos hacia algo más pequeño y simple: ¿Un motor de combustión interna, digamos, para una motocicleta? …¡claro que no lo podemos producir!

Quizás podrían decir que por lo menos clavos de hierro, o codos galvanizados para conexiones de aguas blancas fabricamos, y podrían sin duda tener razón; sin embargo, -y he aquí el otro problema a falta de conciencia, estrategia y políticas claras-, es más barato y “rentable” traerlos de China…(Por eso los chinos, al igual que otras potencias económicas, en lo civil o militar, nos hacen generosos préstamos: para poder comprarles a ellos mismos, lo que necesitamos, pero ese es otro tema.)

Analícenlo con sumo cuidado, y se darán cuenta que lo poco que producimos en la actualidad, esta sujeto a tecnologías y paquetes de componentes importados, con patentes intocables, que nos limitan siempre a ser meros operarios y propietarios. Antes producíamos mas cosas, ciertamente con una injusta distribución de los beneficios, pero incluso eso quedó en el pasado; hoy en día el principal daño esta hecho, y consiste en nuestra sumisa actitud hacia lo más simple: la importación, amen de las cuantiosas divisas que diariamente entran al fisco por concepto de renta petrolera e impuestos a los mismo ciudadanos.

Desde el bolígrafo o lápiz, pasando por el perfume de un jabón o el repuesto del vehículo familiar, y sin pensar en medicinas, ropas, alimentos, electrodomésticos básicos, TODO es o posee un componente clave que es importado.

No se trata de una descripción alarmista producto de una especie de xenofobia hacia los productos extranjeros, sino mas bien de la aplicación sensata de los conceptos básicos de soberanía, y ello desde la soberanía agroalimentaria, que no consiste precisamente en tener dinero para comprar en otros países, sino en capacidad nacional para producir lo que necesitamos, hasta los implementos, tecnologías, pericia, y aparatos necesarios para que la maquina nacional se mueva por si sola, lo cual si podríamos denominar con certeza como verdadera soberanía técnico-industrial..

Esto amigos míos, es uno de esos fabulosos, aunque huidizos pilares donde una nación con personalidad propia se fundamenta.

Ahora, ante la difícil situación económica, cualquiera puede ver lo que una persona sin empleo formal (y que sabemos que se aproxima al 45 % del total de la población económicamente activa de la nación), se dedica a hacer: vender comida o dulces; vender ropa contrabandeada o adquirida legalmente; instalar un cibercafé, o una empresa pequeña desde donde prestar servicios como reparación de computadoras, limpieza o fotocopiado, por decir solo algunas cosas. Al final de todo esto, nos encontramos con que el motor de la economía nacional se basa en el comercio interno de pequeños productos terminados provenientes del exterior, y los servicios igualmente a nivel de insumos importados, generalmente con una relevante dependencia de factores exógenos. El resto que aún queda, ciertamente lucha para no ser asfixiado en esta vorágine de degradación.

¿Necesitan la descripción de más escenarios para admitir la situación?

No piensen en comparaciones fútiles con otras naciones del globo, porque de hacerlo, podríamos darnos cuenta de que no estamos de ultimo en el ranking mundial, pero no por ello podríamos sentir alivio o tranquilidad ante eso, puesto que lo esencial, es decir, la autonomía como país, hoy en día, y como desde hace muchísimos años, esta comprometida.

Debemos recoger toda la experiencia que hemos sido capaces, por un lado, de generar nosotros, buena y mala, y por otro lado, capturar toda aquella vivencia de otras naciones que puedan inspirar ideas novedosas en el país.

Política y estrategia van de la mano; muchos las reconocen como partes de un mismo conjunto, pero con el fin de dejar claro los componentes que necesitamos para crecer sostenida y exitosamente en todos los ordenes, prevaleciendo siempre el social para todos, detallaremos cuales son, e incluso, haremos un alto para analizar algunos conceptos necesarios antes de seguir. Los conocimientos profundos y justos que necesitamos, se los dejaremos a los varios concejos multidisciplinaríos y de alto nivel, que requeriremos estructurar en todo el país para entramar la estrategia colectiva que asumiremos en un futuro aun no determinado.

En sucesivas entradas, veremos algunas elementales ideas que podrían quizás, servir como referencia para los que en conjunto deberemos decidir para nuestra Venezuela.


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