sábado, 30 de abril de 2016

Las minorías en Venezuela.

No lo duden: Este país en uno de minorías.
Mientras la nación toda sigue rodando cuesta debajo a punta de las patadas de Maduro y su oposición (El como representante de cuanta cosa mala se ha hecho en el país desde el 99, y la oposición como imagen de los que han permitido con sus torpezas y omisiones que esto transcurra incólume durante 17 años en manos de Chavez/Maduro), no puedo dejar de ver como tan pocos deciden por tantos…
Y es que contra todo pronóstico, en la Venezuela donde siempre se habla del “pueblo” como único dueño del poder soberano, lo patéticamente cierto es que en realidad esta masa de gente que se ha quedado por voluntad propia sin capacidad real de alterar el rumbo del país más allá del escueto mecanismo electoral que el gobierno y CNE dispongan, está cruzado como “pueblo”, y desde todas direcciones, por una cantidad inaudita de minorías que controlan, articulan y gestionan hipócritamente toda decisión que aquí se toma, a espalda de quienes son las mayorías.
Podría comenzar a hablar de esos grupúsculos desde el siempre rocambolesco ángulo de lo político, habida cuenta que la situación que atraviesa el país, flotando en su limbo  autodestructivo, (seco y de escasa electricidad, alimentos y medicinas), siempre manteniendo su fútil esfuerzo por flotar en esa especie de fenómeno etéreo creado a partir de la impresionante e innecesaria colisión entre corrupción y dinero, (como si del impacto entre partículas y antipartículas en el reino de la física subatómica se tratara, dando origen a un entorno extraño, lleno de nuevas expresiones de “energías” y “materia” nunca vistas).
Al final, esta “nada” etérea que se antoja como inútil esfuerzo frente al gran círculo por el cual estamos deambulando, (siempre para terminar llegando al mismo punto muerto y coyuntural de donde partimos), en hasta hoy, una inutilidad hecha hombre y funcionario en la carne de Nicolás Maduro, (del cual ni se conoce a ciencia cierta su nacionalidad originaria, aunque ello parece que importe ya).
Si algo estamos demostrado como sociedad, es que conocer la verdad no nos hace libres.
El acto simple pero contundente de hacernos la pregunta sobre ¿Qué debemos hacer como sociedad?, sencillamente no llega.
No hay siquiera algún resplandor en la distancia que indique que ello puede ocurrir; (No: ni siquiera la perspectiva de un Referéndum Revocatorio). No hay nada, salvo la esperanza de que llegado al final, (y derramada quién sabe cuánta sudor y lagrimas), la locura de paso a la sensatez, como la tormenta destructiva da paso al cielo soleado. Solo hay a nuestro alrededor, “la nada” política, “la nada” económica, “la nada” militar, “la nada” educativa, “la nada” laboral, y “la nada” contrabandista/bachaquera; hasta la impunidad se ha vuelto un territorio de  “la nada”, como si fuese algo sin sentido, algo que difícilmente podría contrastarse con algo que pareciera justicia.

No demos más rodeos al asunto: En Venezuela gobiernan las minorías: La de la cúpula del PSUV, que se hicieron para sí de los huesos del otrora caudillo que enamoraba a todos a lomo de petróleo a 100$; la minoría del TSJ, la del mando militar, la de la cúpula empresarial, tanto oficialista, como opositora (y también la que tira para ambos lados discretamente); la de las iglesias, y la de los sindicatos en cada empresa donde sobrevivieron y triunfaron sobre los intentos de crear el control obrero; la minoría encumbrada en el petróleo a través de PDVSA y otras empresas petroleras creadas ex profeso para darle poder reforzado incluso a la “minoría” del mando militar, sin olvidar la otra minoría que copula sobre los minerales. La minoría que controla las mafias del contrabando, y del bachaqueo; la minoría que reparte y comparte los dólares preferenciales, sin olvidar a propósito, la minoría sentada en el gobierno de Cuba. La minoría que desde China presta dinero, y la de los chulos que en el Caribe y en América gozan de lo ajeno sin repartirlo con sus pueblos. No nos olvidemos de las minorías que controlan los medios, ni de la que administra al CNE. Incluso la actual “minoría” en la Asamblea nacional, que irónicamente antes se asociaba con “mayorías”, y que en realidad nunca dejó de ser la pequeña cofradía de donde emanaban las acciones para concretar los deseos de las otras minorías, todas juntas y en orgia, disfrutando del poder.
Incluso, entre las víctimas de esta gran tragedia general no puedo dejar de mencionar con cierta ironía a la que finalmente sería la minoría que se aglutina como ciudad por derecho propio, constituyéndose en la denominada “gran minoría”: La gran Caracas; esa a la que no le cortan el servicio eléctrico de manera programada como al resto del país. La Caracas que aún siendo revolucionaria hasta hace poco, se ve a sí misma como la entrada de Venezuela, aceptando que al resto de todo el territorio nacional se le denomine aún con el epíteto de “interior”.  
Recuerden esto: las minorías mandan, porque la mayoría que conforma la verdadera sociedad (que como plastilina vieja de niño que ha mezclado todos los colores que originalmente tenia), ahora da para moldearla para lo que se quiera, y lo mismo ha pasado con la interpretación de los principios como valores de vida en nuestro país: Por eso es que las interpretaciones legales de las cosas, y de los instrumentos incluso creados y refrendados en procesos propios concernientes a la soberanía del pueblo, se han vuelto más importantes que los principios morales y éticos que les precedieron y guían, abriendo con ello el compás para que miles de injusticias ocurran unas tras otras sin cesar, con lo que por cierto, lejos de aliviarse la presión social, lo que se hace es aumentarla, retroalimentando y reforzando los controles que la misma “interpretación estricta de la legalidad” (a través del establishment político instaurado por Chávez), posibilita hacia sus conciudadanos, en un ciclo sádico donde todos por estar en el mismo país, (y hasta en el mismo planeta), perdemos.
Si no fuera así, ¿Por qué creen que medidas tan injustas como la de sacarle el servicio eléctrico por 4 horas a todo el país, -menos a Caracas y a un par de sitios más-, no genera en estos últimos una “corriente de solidaridad” que debidamente expresada, obligue al gobierno a sacárselo a todos por igual, resultando ello quizás en una media aritmética de menor cantidad de horas para todos?
Es simple la respuesta: El individualismo, (y la falsa sensación de beneficio neto que ello genera en cada persona que la practica), nos está matando, y a nuestros “demonios y vampiros” criollos, enriqueciéndolos.
Seguimos dándonos de golpes entre las paredes del socialismo y el capitalismo, creyendo que ellos son todos los modos de concebir la administración social en la vida, y manteniéndonos con ello entonces incapaces de accionar en un sentido distinto, capaz por cierto de darnos identidad y sentido de dirección como nación.
Así, viendo todo en realidad bajo ese soterrado ángulo, -el del empoderamiento de las minorías como controladores del resto mayoritario de la sociedad de un país y todo lo que hay en él-, era en todo sentido, evidencia inevitable de observar antes del colapso en el marco muy amplio del ciclo de las sociedades.

No se extrañen por las manifestaciones violentas de estos tiempos; no necesariamente por ser posibles de interpretar en términos bíblicos, sino porque son señales inequívocas de que la olla donde se cuece la sociedad venezolana, está por rebosarse.

No dejen de ver los arboles, por contemplar solo el bosque...

No hay comentarios: