sábado, 5 de septiembre de 2015

El viacrucis hacia Europa.

Usualmente me prohíbo tocar temas internacionales, por cuanto resultan ser como laberintos donde buscando lo justo, te pierdes con facilidad. Sin embargo, el drama que observo en las costas y caminos hacia Europa, producto de la migración desesperada de miles buscando salir de aquellas tierras donde la explotación pasada de las entonces potencias del mundo, solo ha dejado miseria, muerte, fanatismo y división, me obligan moralmente a decirle al mundo esto:


Yo no dudo que Europa está cosechando lo que sembró durante mucho tiempo en tierras de África y Asia; lo que se ve en las rutas de la miseria, -terriblemente captado en la imagen de un pequeño que consiguió la muerte sin siquiera saber qué es eso-, no deja lugar para ser delicado ni condescendiente con los europeos; nos guste o no, son responsables de millones de muertes, de millones que emigraron y que migran, así como de miles de oportunidades perdidas, al calor de los intereses económicos de naciones siempre al norte del Mediterráneo.

Ese niño no tenia por que morir, como no lo tenían que hacer muchos miles más. Cada miseria humana en África, tiene un perpetrador histórico que estuvo, -o está-, cómodamente sentado en Europa.
Que otras naciones, en otras coordenadas geográficas del globo, estén dispuestas a tomar el “testigo” de esa despreciable carrera, es otro asunto. Hoy, ese niño murió en las costas de un país que se jacta de ser “desarrollado”.

Abogo porque los latinoamericanos, y en particular los venezolanos, nos sinceremos y aceptemos lo que hemos desperdiciado, pero también lo hago con los europeos, porque aun bajo sus pies, esta la sangre desperdiciada en el fragor de las luchas económicas, políticas, y de imperios monárquicos que soñaron y materializaron la miseria en la que ahora como sociedad mundial, vivimos.

Me imagino con dolor y lagrimas a ese pequeño bebé, criatura indefensa y pura, muerto ahora en una playa europea luego de atravesar un mar de miserias, como lo hizo aquel Jesús de Nazaret que teniendo que atravesar la cuidad hogar de sus verdugos, lo hizo solo para terminar crucificado, entregado a la eternidad.

No hay necesidad de toda esta miseria humana. No hay razón. 
Sigue tu camino hacia las estrellas, pequeño hijo. Ya no sufrirás más.

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