domingo, 4 de agosto de 2013

¿Por qué insistimos en ir caminando en círculos?

Aunque les he dicho que nada ocurre sin que tenga un efecto notorio en los eventos sociales que más adelante se suceden, no puedo negar por ello que en ocasiones, los derroteros de la existencia nacional parecen estancarse en especies de “salas de esperas”, donde los protagonistas visibles dan vueltas sobre sus propias limitaciones, en tanto que aquellos que están llamados a protagonizar pero se contentan con aguardar junto a las paredes de dicha sala, antojándose como con tristes imágenes de una sociedad descolorida y sin identidad, incapaz de criticarse a sí misma, y mucho menos, percibiéndose  habilitada para tomar decisiones trascendentales, sin importar lo que haya que desterrar del rígido o anquilosado imaginario colectivo.
Una triste triada se ha formado en Venezuela: Gobierno, oposición y sociedad sin poder real.
Ninguna de estos atina a tomar con la mano a la verdad; ninguna logra aún empujar contundentemente en una dirección acertada: Los venezolanos y extranjeros que forman una especie de “gobierno de coalición”, se revuelcan en el lodazal de sus errores, conveniencias y miopías, al tiempo que los venezolanos sumados en una terca e igualmente extremista oposición, solo sueñan con volver a imposibles esquemas pasados de cogobierno con distintos intereses, igualmente extranjeros.
Por último, esa sociedad desvenezolanizada, más allá de lo que entienden, y sin el poder real de una conciencia y una moralidad compartida y respetada, yace lánguida en sus propios y pequeños retos individuales de supervivencia económica y anímica, aferrada siempre a remedios pasajeros y sueños imposibles de mantener sin que haya de por medio hasta el sol de hoy, una sumisión tacita u desenfadada frente a uno u otro bando autoerigido como protagonistas políticos de oficio.
Tenemos entonces a un pueblo que ve en la palabra nacionalista, a un concepto retrogrado y amenazador para sus libertades -llevadas a veces a libertinajes-, para entregar así sin rubor lo poco que de venezolano le queda; un gobierno liderado por quien llega al poder como  recompensa al servicio hacia al caudillo ahora fallecido, más que por otra cosa, para ejercer en un giro irónico del destino el papel irrelevante y difuso en lo presidencial, que en los años ochentas le tocara a Jaime Lusinchi, con pareja femenina incluida, mientras que en la oposición, con dificultad, se levanta un político construido a partir del poder y la influencia de viejas estructuras, que sin embargo, no es capaz de hacer valer el triunfo electoral presidencial que se endosa.
En tanto sigan así las cosas y las vueltas en esta miserable sala de espera persistan, estaremos viendo titulares insulsos y pobres como estos:

“Toda la patria se moviliza contra la corrupción y los corruptos, y contra la sociedad de cómplices que funciona en la cúpula de la oposición” (02/08/2013: Nicolás Maduro vía twitter)

“…Porque lo peor que le puede pasar a nuestro pueblo es la resignación, el conformismo, lo más fácil es no hacer nada”. (02/08/2013: E. Capriles)

“…Es hora de elevar la voz, de exigir nuestro derecho a un cambio profundo en Venezuela” (02/08/2013: María C Machado)

¿Por qué Maduro cuando habla de “toda la patria”, insiste tercamente en referirse ciegamente a ese supuesto 50% que votó por él, ignorando con esta afirmación a la otra mitad que no votó por su opción?; ¿Seguirá siendo la negación el “leitmotiv” de su gobierno impuesto por la avasallante fuerza del abuso?; ¿Qué nación se mueve y avanza con la mitad de su gente atraída por el fardo de dinero que ponen delante de sus narices, mientras que la otra mitad avanza arrastrado de la mano gimiendo por su desventura al no sentirse protegido y guiado?; a todas estas,  ¿El oficialismo y el chavismo no tiene cúpulas corruptas?; son todos corderos de Dios?

En cuanto a Capriles, ¿Cómo pretende ahora defender lo que no defendió hace más de 3 meses? En lo particular, creo que ha defendido con más ímpetu su puesto de gobernador, que aquel de presidente que dijo ganar.
Al final, como dice el viejo refrán: “Los hombres están llenos de buenas intenciones, pero son sus actos los que escriben su historia”
El inofensivo (políticamente hablando), acto de calle de E. Capriles, 100 días después de aquel triunfo que probablemente le fue robado a punta de abuso, deja abiertas más interrogantes que afirmaciones, cosa inaceptable en quien aspira la silla presidencial y caudillera de este país.

Y María C Machado, la siempre marcada por su sonriente foto junto al entonces presidente estadounidense G. Bush hijo, que resulta ser ahora la pitonisa que  supone comprender en qué momento presente, -y no antes-, (debido a que esperaba la respuesta de quienes han sido cómplices siempre de sus intereses y no de los nuestros,  fuera de estas fronteras), los venezolanos debemos tomar el control de Dios sabe qué cosa, y esto lo digo porque difícilmente podrá ella señalar un camino realmente alejado en alguna manera de la influencia extranjera, en detrimento de cualquier estrategia propia de  crecimiento nacional.

Todos ellos lucharán sin cansancio para afirmar, (cada uno por su lado por supuesto, y con "Dios como apoyo contratado en exclusiva para si mismos"), que su socialismo "siglo veintipico", o su "capitalismo familiar" son la solución a todo, mientras que omiten por desconocimiento o ignorancia supina, que la corrupción superando a la honestidad, junto a la inflación superando a la estabilidad, son los verdaderos corrosivos que destruyen de a poco pero sin descanso, los pilares metálicos de cualquier sociedad humana, y en particular, de la nuestra.

Siguen todos sin entender que con mentiras y conveniencias políticas, no avanzaremos un ápice, y hasta que alguien no esté dispuesto a arriesgar su propio futuro como posible funcionario público elegido en elecciones honestas, mediante el uso sistemático de la verdad y la acción ejemplarizante mientras camina el sendero que pregona, no tendremos cambio alguno importante. Esto, claro, si es que llega a haber una sociedad  nacional capaz de sacrificarse para andar por semejante camino de retos y recompensas predeciblemente claras.

Me ocupa que Maduro sea sin desearlo, el tonto útil idóneo a mantener en la presidencia del país, -sin importar los medios para hacerlo-, solo mientras sea garantía de poder económico y político para los tentáculos tras él; eso es tan malo por lo menos como tener a otro tonto útil que confiera iguales ventajas a un grupo opositor con las mismas ambiciones…

Como en una película barata de vicio y azar, vemos que el juego está cerrado para un país con tanto apostado sobre la mesa, en manos de un jugador cansado, una prostituta ebria (la gran hacienda nacional) a su lado, y un tumulto de observadores trasnochados  a la expectativa, sin saberse los verdaderos dueños, de la fortuna apostada.

…Espero no caer yo mismo en el círculo inútil de hablar una y otra vez del mismo vicio mayor de este país: La imposibilidad de conseguir argumentos para dejar la ligereza en todo lo que abordamos y hacemos.


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