domingo, 16 de enero de 2011

Un perro lastimado aún con tres patas camina.

Como esa triste imagen que alguna vez hemos visto, en donde un perro con una pata partida, luego de un accidente aún entre nosotros puede seguir caminando y viviendo en medio de su limitación aunque esté cojeando, así va la ilustre nueva asamblea nacional. Fiel al amo que le da de comer, -que no nosotros-, pese a su estado.

En estos días he visto de parte de la novel asamblea, más pavoneo y prepotencia que en los meses anteriores, con un presidente de la republica que en medio de su tono conciliador mientras contaba sus irreverentes y fuera de lugar historias, muestra sin embargo, control de la situación y de la asamblea, mediante una cadena de más de 6 horas, donde todo lo dicho es repetido, y en todo caso, nada que no se haya incumplido anteriormente. Como el perro (la asamblea), la pata rota (la oposición), se queja y hace gemir de dolor al animal, por la dificultad para andar, pero las otras tres patas (el oficialismo), simplemente ignoran a la malograda compañera; así, en la asamblea no hay indicios de dialogo claro, de conversar a ver si de lado y lado, buenas ideas pueden ser unificadas en beneficio del colectivo. Eso no existe: La orden publica es arrasar, como en una anacrónica batalla, entre diputados “heroicos y fieles al proceso” y los “pitiyanquis y apátridas opositores, elegidos por un pueblo confundido y engañado, razón por la cual no valen políticamente”, donde la ansiada victoria, vestida de revolución, se hace en apariencia más grande que sus artífices, garantizando así que la atención se centre en lo fútil e incorrecto. Trampas clásicas de la guerra psicológica, donde los políticos civiles caen torpemente. Mientras, los políticos militares avezados en estas artes, avanzan en sus metas particulares.

Todos estos “golpes de timón”, con cambios intencionales en toda la estructura de mando y gobierno venezolano, persiguen el mismo objetivo: Distraer, dividir y sistematizar, para alcanzar el control sin oposición. Una meta legitima, cuyas consecuencias dependerá de las intenciones finales del que diseñó y ejecutó el plan. Lo que se ha perdido en el proceso, durante esta década y tanto, a la vista del ejecutor, puede ser simple daño colateral, o peor, daño no anticipado, debido a una simple incapacidad real para gobernar.

La meta de este control, estimados compatriotas, queda entonces, a vuestra interpretación.

Les digo que no podemos seguir esperando logros concretos y avances significativos y sostenidos en nuestra nación, sin hacer del culto a la ley, nuestra máxima de vida después de Dios. Es simple: Elegimos la cordura y la humildad, o continuamos con ese hueco orgullo de fanático sin sentido.

Lo visto hasta el día de ayer en el mundo político venezolano, les digo con franqueza, me asquea, y hasta me quita las ganas de escribir. Ver como el ciudadano presidente, por ejemplo, luego de haber dicho hace unos meses que quien invadiera terrenos no tenía derecho a casa propia por parte del estado, ahora se contradice al aupar las invasiones por parte de quienes muerden el anzuelo, para darle así “casa al pueblo glorioso”, no hacen con este tipo de cosas más que alejarnos de aquel escenario donde el actual gobierno, hubiera podido efectivamente sacar a Venezuela de donde estaba.

“Pueblo glorioso”: Así define el presidente, en un mismo “saco”, a los que luchan trabajando y aguantando injusticias mientras buscan una vida tranquila y digna, con los que justifican cualquier acto ilegal y escandaloso, con tal de lograr sin costo, un terreno, una vivienda, un servicio eléctrico, una conexión de Tv por cable, o el servicio de agua, teniendo hijos mal alimentados y con menos valores éticos aún que ellos mismos, producto todo de la promiscuidad sexual, la falta de prevención, y por sobre todo, por la incapacidad permanente del estado y el gobierno para reconocer que en lo elemental de la existencia misma de la nación, están anclados los peores males, que sin tocarlos o mencionarlos, pretendemos aún hoy llegar a ser un país justo, social, desarrollado y prospero.

¡Tamaña estupidez en la que vivimos!

Para completar el singular cuadro, la asamblea peca al seguir “al dedillo”, la fórmula sorda y descarada del anterior periodo legislativo, mientras que el ciudadano presidente de la republica comete su mayor “pecado” cada día, al no utilizar su poder de convocatoria y liderazgo, ya disminuido y cansado, para poner el dedo en esa llaga cancerosa que pudre nuestra medula de nación republicana.

Su única miseria será esa: El saber quizás que pudo haberlo hecho, pero no supo cómo, ni con quien. Aunque muriera solo como Bolívar, en nada se parecerá a este; aquel salió de este mundo con gloria, habiendo consumado una epopeya independentista que hace difuso cualquier error; el presidente saldrá de este mundo, cuando sea viejo, con el crujir de dientes que produce todo aquello que sopesado con sus logros, se hace como montaña monumental de fracaso y oportunidades pérdidas.

Voltear la página nos tocará, y seguir adelante buscando aquello más grande que nosotros: La humildad, la unidad y la sabiduría que como nación, debemos mostrar.

Perdonen mi franqueza.

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