miércoles, 8 de julio de 2020

La Guía política del moderno ciudadano de Venezuela; cómo dejar de ser rebaño, y convertirse en manada.

Introducción.
Este artículo tiene una sola y breve finalidad: Hablar de la política actual, y del modo de salirnos de ese mal.
Cuando definimos a un “moderno ciudadano”, hacemos referencia a aquel que debe surgir, y no a uno que ya exista, porque en principio, éste individuo deberá tener una mínima soltura en el manejo de la política real como forma de expresión, comprendiendo los modos en que los caminos políticos pueden torcerse en cuanto el verdadero “oficio más viejo del mundo” (si, ese de ser un político de oficio), se dedica a la tarea de hacerse insustituible y necesario, en vez de temporal y provechoso.
A propósito de esto último, comencemos el tema con un axioma:
Hacemos la política nacional, o la hacen por nosotros”
Frente a ese escenario de alta vulnerabilidad para todos, es necesario aceptar una realidad:
En el caso de Venezuela, los que pueden hacerla por nosotros, -o al margen de las opiniones que tengamos incluso-, no serán precisamente los pocos políticos y buenos políticos que quedan libres, presos o exiliados, sino por aquellos que se mantienen con el control partidista y “ONGista” (*), y que seguirán sus propias visiones como lo hacen en la actualidad (de buena o mala fe), con lo que el beneficio de sus entornos inmediatos será lo más “natural” a medida que se hace de la política de Estado, la política de “ellos”.
(*): Nuevo termino para definir a aquellas ONG que bajo el pretexto de ser “representantes” de la “sociedad civil”, busquen apoderarse de los espacios públicos llamados a ser tribuna de libre expresión, para ellos convertirlos en rediles de sumisión y plataforma para lanzar sus propios intereses económicos.
La política, (tomando el hecho de que somos individuos que nos interrelacionamos racionalmente como sociedad buscando el bien común), no nos puede ser ajena ante la necesidad que tenemos de ir evolucionando como nación, tomando en cuenta además, que guste o no, la tendencia “natural” al equilibrio de las cosas hará que el desinterés de nosotros, sea llenado por el de alguien más.

Sé que no es sencillo de asimilarlo, particularmente cuando nos podemos definir a nosotros mismos como una sociedad subyugada por parásitos conceptuales y en espera de ser libre, pero acaso, ¿no es nuestra actitud displicente frente al régimen y su oposición, a tenor de una raquítica cultura política, la misma que hemos tenido hacia nuestra propia soberanía y libertad?
Y hablando de libertad, ¿Acaso ésta debe venir siempre en una “caja de galletas” como un premio que ni siquiera esperábamos?

I.
El meollo del asunto.
Lo lógico es que al querer analizar algo, elijamos un método para recabar la información necesaria y otro para analizarla, por lo que vamos a establecer de arrancada, un punto común en esta conceptualización que requerimos manejar frente al panorama político inoperante que reina en el país; primeramente veamos lo que es un ciudadano, (para que nos introduzcamos en contexto), según la Real Academia Española: “Es una persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometida a su vez a sus leyes.”
Apelemos ahora a lo que dice la Wikipedia sobre la política: “Es el proceso de tomar decisiones que se aplican a todos los miembros de una comunidad humana. También es el arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.”
Si tomamos literalmente ambos conceptos, encontramos que en efecto, 1: no nos sentimos representados en esa definición de ciudadanos, y 2: que en definitiva, están decidiendo por sobre nosotros, encima de nuestras opiniones y sobre nuestros más elementales derechos, siendo el “proceso estandarizado” en Venezuela para tomarlas, por donde ha comenzado precisamente nuestro vía crucis existencial como sociedad.

Entendiendo lo que “no somos” como ciudadanos y a lo que es el fenómeno del constructo político al que nos enfrentamos en Venezuela, podemos decir que El ciudadano político es aquel que sensibilizado frente a los problemas sociales existentes que también lo involucran en el contexto de una República, emite opinión sobre el correcto curso de actuación, y es capaz de acordar con los demás mediante el dialogo, el consenso y el referéndum, la dirección a tomar para efectivamente crecer, bajo la luz de los valores humanos preestablecidos, como conglomerado bajo la definición de “venezolanos”.

Ahora, dicho esto, ¿Qué es la política en la realidad presente?
Comencemos por decir que responder esta pregunta es ir en contra de muchos académicos y autoridades que argumentarán frente a cualquier descripción que no sea la aceptada por el statu quo predominante, bien sea al mando del poder, o sea por su primera y segunda línea de sucesión (niveles segundarios de oficialismo y oposición, respectivamente).
Al menos en Venezuela, la política se ha vuelto un oficio donde la mayoría (no todos), termina siendo cómplice de conversaciones y actos indecibles, mientras que un reducido grupo de políticos, tanto mujeres como hombres, sufren el aislamiento y la persecución mientras se han resistido a ceder sus espacios morales y éticos.
Sobre ese pequeño reducto de políticos que al mirar con atención, aún encontraremos deambulando con su moral y su ética intactas, allí entre el régimen ilegitimo “chavomadurista” y la oposición de pacotilla con cara de Guaidó, y que sobreviven a duras penas entre todo ese “fruto dañado” por el clientelismo partidista y ONGista, deberán ser salvados de entre los “muertos vivientes”, si queremos contar con alguna base política de arranque congruente y auditable.
Y esta observación viene al caso, porque los Partidos políticos, al igual que muchas de las nuevas ONG´s de carácter político, se han vuelto con asqueroso desparpajo, meras plataformas para que unos pocos controlen en base a las apetencias de poder, los caminos que apenas comenzaban a definirse desde el mismo 2002 (con la caída de Chávez y el “carmonazo”), de cara a una transición bajo el amparo de una Junta de Gobierno, y esto es sumamente grave porque en la Venezuela presente, el parcelamiento ideológico ha elevado la división a niveles de paroxismo, bloqueando de facto casi toda posibilidad de cohesión y empuje en una sola dirección en la actualidad, y eso, ha sido un obsequio de los dioses paganos para los que regentan el poder.
En otras palabras: Venezuela está siendo jalonada en tres direcciones: la del Régimen, la Oposición y las ONG´s.
Cualquier otro actor ha quedado desdibujado, y como su población, reducida a una especie de “presos sin sentencia emitida”, mientras juntos y mansos todos, aguardan a quien sabe qué,  en tanto sobreviven en la “Colonia Penal Venezuela”.
Así en definitiva, cualquier pequeña facción, (como también cualquier pequeño interés foráneo), logra sistemáticamente permearnos y derrotarnos miserablemente en el escenario que escojan enfrentarnos (fronteras, recursos, reclamos judiciales, administración pública, economía, PDVSA, CORPOELEC, y un largo “etc.”).

Los partidos tradicionales siguen precariamente “funcionando”, ya más como músculos ancianos de una maquinaria para pastorear y controlar a la gente hacia un voto determinado bajo la extorsión de prebendas, más que para otra cosa; simplemente colapsaron frente a la escases de ideas y particularmente, ante la falta de ética delante de los principios que incluso ellos mismos sustentaban.
NOTA: Este fenómeno de deterioro ético y conceptual también es palpable en la inmensa mayoría de los críticos de oficio del régimen y hasta de la oposición.
No perdamos de vista que todo este “hitos” como mojones fronterizos en la debacle nacional, no viene exclusivamente de la “revolución” o de la “quinta república” con su oposición; involucra casi totalmente a la “cuarta república”, como correspondiente “otra cara” de esta “moneda falsa” con la que nos han comprado y manipulado, y para esto nada más un ejemplo: Al menos un Personaje que ahora es miembro del CNE asignado conveniente por el TSJ del Régimen, es el mismo que en plena era del auge de los partidos AD y COPEI, apoyó la división ilegal y anticonstitucional de las elecciones del ´98 para “evitar” que Chávez arrasara (como que al final de todas maneras hizo), con los comicios de esa oportunidad.
La debacle estaba anunciada y en pleno desarrollo desde ese entonces a manos de los mismos verdugos que siguen cebados e intocables entre nosotros.

¿Cuál es la política que necesitamos entonces?
Cuando todo lo demás falla, solo queda admitir lo que siempre estuvo frente a nuestras narices: que requerimos de una política capaz de ser manejada conceptualmente por la ciudadanía, en el sentido específico de que pueda ser reconocida por la gente como expresión orientada a la consecución de beneficios colectivos sin afectar a minorías ciudadanas, y sin perderse el control sobre sus cuadros de ejecución, al eliminar conscientemente la intromisión de fuerzas tras los bastidores de los partidos políticos y las ONG que aún no salen del closet político.
Es que no podemos seguir permitiendo que nos enreden en falsos tecnicismos leguleyos o de “alta gerencia” (y “alto Twitter”, tipo: “son líderes políticos aquellos con más de 10 mil seguidores”). No podemos volver a caer en la tentación de que gobiernen ellos, porque son buenos en lo suyo”.

La política que buscamos es una que debe:
PRIMERO: Respetar la ley por encima de todo, excepto por encima de los valores humanos esenciales que hayamos aceptado como elementales, y que serán su guía máxima al estar reflejados en la CRV;
SEGUNDO: Que obedezca a reglas sencillas para explicarlas y hacerle seguimiento y auditoria, de tal manera que cualquiera con educación elemental en el país, pueda comprender. (“Lo que pocos entiendan, pocos podrán aplicar y controlar”).
TERCERO: Que no obedezca a lineamiento partidista alguno ni de ONG´s, sino exclusivamente a una guía estratégica o plan nacional de trabajo aprobado por  consenso y referéndum.

¿Cómo sobrevivimos a la presencia de los políticos?
Este asunto es retador, porque exige disciplina, debido a que requeriremos:
·       Templanza para investigar la historia y entender qué es la política y por qué surgieron los políticos de oficio;
·       Asimilar como ciudadano del siglo XXI el rol protagónico que las nuevas tecnologías nos permiten tener con nuestra propia opinión política, sin necesidad del proselitismo clásico y la presencia “permanente” de un funcionario político actuando como “comisario político”, ahora incluso desde la palestra de lo virtual (*);

(*): Miren, entiendan que no hay cosa más económica y sencilla para obtener perfil “político” y ganar espacios y accesos al poder que hemos permitido amasar a las cúpulas izquierdistas y derechistas, que montando una tramoya virtual mediante el eufemismo de una ONG. Muy poco tienen que gastar, y si mucho que aprovechar. No seamos tontos útiles. Recuerden que ellos son parte de la triada que desgarra al país con esta división enfermiza.

·       Asumiendo como Norte fundamental para todos, el apego estricto a estrategias y recursos procedimentales acordados a fin de no solo mantener a la política y sus políticos bajo control público, sino además para garantizar razonablemente que los pasos a ejecutarse, serán los pasos que previamente acordamos.


¿Se puede prescindir del político del oficio?
¡Si, se puede!
Es fundamental para esta respuesta positiva, el entender que al lograr el surgimiento de un Estado robusto, basado por decisión de todos en el cuadro de sus leyes y la aplicación de éstas obedeciendo a los valores humanos señalados por nosotros en la constitución que esté vigente en la República para el momento, que el Gobierno resultante no necesitará de nuevas “ideas” ni “proyectos” extemporáneos, que estarán siempre más allá de los que en consensos y referéndum habríamos aprobado.
Para esto requerimos de funcionarios verdaderamente administradores, sin alineación política partidista (pues obedecerán a la política del Estado venezolano ya establecida por la ciudadanía, ahora capaz por sí misma mediante canales ampliados constitucionalmente, para hacerle seguimiento y auditoria al ejercicio de éstas), y que les exigirá a dichos funcionarios que en consecuencia, que tengan incluso en la sociedad, un trabajo del cual mantenerse una vez terminen sus periodos para los que fueran elegidos.
El mismo marco legal Venezolano puede incluir leyes y reglamentos que administren los permisos que un ciudadano puede requerir en su trabajo civil, a fin de asistir y ejercer cargos públicos por un periodo determinado, cuando no sea una función de ejercicio profesional permanente (caso de los cargos de elección popular, por ejemplo)

¿Puede el ciudadano dar pie a la verdadera Democracia?
Acá la respuesta es también un enorme “SI “.
Aunque hemos hecho algunos ejercicios sobre los acontecimientos futuros en el corto y mediano plazo en anteriores entradas del blog, hoy podemos señalar posibles rutas de desenvolvimiento, partiendo PRIMERO de lo obvio al momento de escribir estas líneas (los del régimen siguen en el poder), de lo SEGUNDO (si caen, los líderes de la oposición de pacotilla actual se haría con el poder, mientras que los  lideres virtuales de las ONG´s intentarán conquistar espacios), y TERCERO y menos probable, (aunque no imposible y si muy deseable): le damos al clavo en lo estratégico, e imponemos como sociedad en consenso, el modelo de gestión a seguir.

Debemos entender que la “sexta república”, o será de renovación, o será de perdición. Depende de nosotros.

II.
Delimitando el actuar político, y no a la idea política.
Volvemos al comienzo: Hacemos la política nacional, o la hacen por nosotros.
Para este momento todos debemos tener claro que mientras la idea política y su discusión tienen que ser eje fundamental del sistema que rija a nuestra sociedad bajo el marco de las leyes aprobadas, el actuar político está regido primeramente por un marco ético que solo funciona si 
A: el ciudadano político que eleva su discurso a la palestra pública, actúa bajo principios de valores apegados a la CRV, y
B: si los ciudadanos deciden que a la luz de los hechos históricos acaecidos desde los años 80´s, el hacer cumplir la ley se vuelve suprema convicción nacional.

Es necesario entender que requerimos hacer una “triangulación” de esfuerzos sociales que contrarresten el destajo que le hacen al país los partidos políticos, el régimen y las ONG´s (*), y que ello lo logramos si conjugamos por consenso una “guía de actuación ciudadana” con una “guía de ética política”, a lo cual le añadimos el mantener presente una “hoja de ruta” o “decálogo de acciones”, puesto que así, sin la necesidad de tutorías por parte de terceros, tendríamos verdaderamente como sociedad de ciudadanos, una noción clara de lo que funciona y de lo que debe ser rápidamente corregido.
(*): Cada uno de estos poseen su propio grupo de interés internacional respaldándolos.

“La guía del moderno ciudadano político” es un compendio de directrices que simplifican para el ciudadano la tarea de identificar, caracterizar y valorar al político y al funcionario público tanto de carrera, como electo, en el contexto de una sociedad que ahora sea capaz de emitir su opinión política y no matarse en el intento.
Su ventaja principal: Todos la entienden (la guía), y con ello podemos facilitar el camino para crear consensos en “tiempo real” y así dar pie a una dirección congruente de acción y trabajo Nacional.
Su ventaja colateral: No podrá venir nadie (ni Gobiernos, ni Partidos, ni las ONG´s), a decirnos cómo evaluar y juzgar el trabajo de aquellos que nosotros, colocamos en la administración del poder.

¿Qué dice la guía del moderno ciudadano político?:
  1. La política es la expresión constitucional de tu visión de los asuntos públicos al calor de la ley, orientada al bien común, y en consecuencia debe ser atendida con tanta valía como la de todo ciudadano apegado al marco jurídico venezolano, para así llegar a consensos y consultas efectivas, capaces de delinear estrategias nacionales y locales”;
  2. “Un ciudadano en ejercicio político, es una mujer o un hombre capaz de argumentar ideas en beneficio de todos, alinearse u organizarse con otros, mostrar probidad para así tener el derecho a optar por cargos administrativos de profesión, y a cargos electos para un periodo determinado, sin repetición en el mismo, y sin dependencia financiera de ese puesto, más allá de su justo salario”;
  3. “La expresión política no tiene que estar condicionada a una adhesión partidista o, a ONG´s; El ciudadano defenderá su derecho mediante la unión con los demás, consciente de que si pierden contacto con sus valores y con la realidad social, debido a esas organizaciones, darían pie a la intervención de terceros”;
  4. El político de oficio, que lo es por ser sin profesión o trabajo privado estable y auditable, es de facto, un hombre o mujer que quiere vivir nada más de expresar su opinión política, ser escuchado y volverse imprescindible para ocupar un cargo remunerado o con acceso a nodos influyentes, -éticamente o no-. Por esa razón su existencia como figura del viejo modo de hacer política, debe ser progresivamente eliminada y altamente auditada en tanto es retirado del proceso político venezolano”;
  5. “Todo político de oficio que lo es por ser sin profesión o trabajo privado estable y auditable, es sospechoso hasta que se demuestre que es inocente en cada ocasión; particularmente si se corrobora su colaboración con partidos y/o ONG´s que intentan alinearse políticamente al poder de turno.”En cambio, el ciudadano político que trabaje honrosamente por el bienestar de todos, será reconocido y protegido.
  6. Al político no se le sigue ciegamente, no importa lo que prometa, y ni siquiera lo que haga; solo es un ciudadano como tú, a menos que lo quieras poner por encima de ti; se valora su trabajo, pero no coloca en minusvalía tu ciudadanía u opinión a causa de ello”;
  7. La máxima será:Es mejor elegir para cargos de Gobierno, a hombres y mujeres capaces de administrar, y no de partidizar. El partidismo enferma al Gobierno y envenena al Estado”;
  8.  Los partidos políticos y ONG´s relacionadas a la promoción política, no deben estar relacionados luego con los funcionarios contratados o elegidos para cargos públicos; estos deberán renunciar públicamente a cualquier activismo, participación o entrega de información sensible que no sea lo autorizado por la Constitución y las leyes de la República, desde el momento mismo en que se postulen”; Los gobiernos tendrán sus cuerpos de asesores independientes; no se requerirá de la asesoría partidista o ONGista.
  9. Los partidos políticos no son requeridos para el ejercicio democrático, porque en su lugar si lo son las coaliciones de carácter político entre diversas organizaciones sociales, no vinculantes con la obtención de cargos contratados o electos, que promocionarán el ejercicio democrático, requerido de una sociedad libre pero dispuesta a cumplir la ley y ejercerla como única vía de gobierno;
  10. Los militares no deben tener participación política ni partidista, como tampoco derecho al voto, y esto debe ser retomado en la CRV; son ciudadanos altamente valorados y recompensados por la sociedad, debido a la naturaleza del trabajo para el cual se preparan, aunque a causa de ese manejo del poder de las armas, no pueden tener injerencia política, ni los políticos sobre ellos, en los términos establecidos por la Constitución y las leyes”.


Conclusión.
“Prefiero la rudeza de la verdad, al oprobio de la mentira”.
Mis queridos amigos; nos querrán manejar, en tanto sigamos actuando como ovejas en un rebaño, y no como bravas y nobles criaturas de virtud, en una manada...
Venezuela ha sufrido de una permanente incapacidad para coordinarse, siempre disgregada al calor de los debates fatuos y las arrogancias individuales, que hacen hasta hoy, que en el núcleo de nuestra sociedad sea imposible el consenso, en tanto mantengamos una especie de “doctrina pervertida”, referida a que “donde dos acuerdan algo, tres discutirán y cuatro conspirarán”.
En teoría, el poder para cambiar sigue estando en nuestras manos (la de unos 30 millones de nosotros), que deben decidir si algunos cientos, pueden seguir secuestrando a lo que fue una nación.

Prefiero la rudeza de la verdad, al oprobio de la mentira: Hacemos la política nacional, o la hacen por nosotros.

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