miércoles, 12 de octubre de 2016

La ilusión de la impunidad.

Tierra arrasada por la barbarie de la que es capaz el ser humano; así se presenta Venezuela: Desde el frenesí por el perpetrado robo de dólares por parte de los llamados cuello blancos (funcionarios y relacionados con éstos), pasando por los crímenes “comunes” en una sociedad “acostumbrada”, hasta llegar a la locura del canibalismo y lo bizarro en las cárceles sin ley, a la sombra de un  sistema penitenciario corrompido y nefasto.
Toda acción tiene una reacción, como todo efecto ha sido originado por una causa. Por eso es que hasta el sol de hoy, hemos sido incapaces de ver el problema antes de que este aparezca, y ello ha traído el lamentable “cuadro situacional” que se nos presenta delante de nuestras narices, aunque no como el anuncio de final de los tiempos que muchos parecieran esperar, sino más bien como el ultimo crujir de algo que no puede seguir doblándose y cediendo más, amenazando ahora con devolverse hacia nosotros con violencia inusitada, a razón de la energía acumulada a través de los años de tanto errar al andar.
Ciertamente la justicia se antoja hoy inalcanzable, quizás de la misma manera en que la impunidad pareciera revolotear sin limitación alguna sobre nosotros, aunque siempre en medio de un aire que por ser transparente, no oculta la verdad de cómo aquello que es ofensivo, llegó hasta aquellas alturas.
El presente no es fácil para la mayoría de los venezolanos, y la verdadera dureza de estos tiempos viene del hecho de que los años que precedieron esta debacle anunciaban el desenlace que tales circunstancias toleradas por la sociedad, generarían más tarde.
Ese fue en parte el origen de este blog con sus  “reflexiones sinceras sobre Venezuela”, (y sobre los venezolanos); al menos así pensaba cuando lo titulé y así he procurado llevarlo desde que en el 2009 comencé a escribir sobre esta querida tierra que de a poco en poco se venía a menos en manos de gente que no terminaba de atinar que hacer para asumir un camino congruente de crecimiento y justicia social permanente.
He sido testigo, (como todos ustedes), en la manera en que la nación ha caído victima de su propia sociedad, incapaz de articular un gobierno coherente mas allá de las apetencias particulares de periodos tras periodos de gobiernos, y esto, que podía sin embargo verlo sintiéndome un poco como espectador, ya hoy no puede seguir siendo así, pues me encuentro envuelto en todas las vicisitudes concebibles que podía padecer el venezolano de a pie (esos que somos mayorías, insisto), y que en todo caso es como lo está pasando cualquier persona que en esta nación haya optado por ser honesto y en su propia capacidad, correcto.
Escribir se ha vuelto difícil, porque por un lado siento con cada vez más fuerza que lo que había que decir, dicho está, y las acciones que han de tomarse esperan más bien por las mayorías que en algún momento despertarán y reaccionarán al calor de sus conciencias, más que por la visceral reacción de sus estómagos.
Por otro lado, no puedo renegar que mi vida se ha estado circunscribiendo cada vez con mayor intensidad al solo esfuerzo de intentar lograr llevar el sustento del día a mi familia (ni de lejos para la semana), no ya con lo que gano en una quincena (que no representa en mi empresa ni un salario mínimo), sino con lo que logro hacer casi que en el día a día, consiguiendo algún trabajo extra, o vendiendo algo que tenia.
Ver en cada jornada que pasa con una lentitud angustiante, el cómo mi familia pierde peso y se desnutre por los desatinos nacionales de otros, resulta muy duro, y más cuando veo que a todos los que me rodean (compañeros de trabajo, familiares, amigos, vecinos) pasan por el mismo proceso al estar cada vez más limitados por sus menguados ingresos frente a la inflación galopante y sin control, donde reina la aberración de los precios en la economía nacional.
Desamparo frente a tanta injusticia; frustración ante tanta impunidad; impotencia ante los que se escudan en el hecho de ser gobierno para hacer lo incorrecto y censurable. Un cuadro desgarrador y desolador donde únicamente los valores propios y la resolución a no ser aplastado por las circunstancias te mantienen de pie, aferrado a lo que has concebido como moral y ético, como correcto y enaltecedor, pero sin saber a ciencia cierta a dónde te llevará aquella obstinación por hacer lo correcto.
Y es que la limitación como sino de todo cuanto nos rodea, se ha instalado entre los venezolanos, solo para mostrarles a los pocos que quieran verlo, que lo más difícil apenas comienza a tocar nuestras puertas, a causa de los responsables primarios de todo esto: El mismo pueblo, -el colectivo que somos todos-, hoy ultrajado y arrasado, dividido y aún así arrogantemente incapaz de dejar la prepotencia a un lado y buscar en comunión, la salida a la crisis conceptual que se han negado a aceptar, pero si a padecer.
Mientras, los responsables secundarios (los elegidos a cargos públicos, y los funcionarios que aun recibiendo una paga mensual, optan por el tráfico de influencias y el robo de bienes del estado), siguen “enlodazados” en medio de sus propias heces productos de tanta ineptitud y desprecio por lo moralmente correcto, hundiéndonos a todos nosotros en el proceso final de esta etapa humana en la que nos hemos empeñado en vivir y hacer eterna. Nada cambia en apariencia, y el fin de la republica (que no de la nación), pareciera casi que la única salvación concebible para sacudir desde sus cimientos a toda la sociedad, hambrienta de autoestima (como de alimentos), y por ello crédula ante la lisonja de quienes terminan abusándola.
Estas cosas las digo porque es claro a estas alturas de los acontecimientos y tendencias, que los que están aferrados del poder (el chiripero que hace vida bajo el cadáver del PSUV), no quieren perderlo a través de un “referéndum” que saben perdido de antemano, por lo que  lo entorpecen mediante el recurso del ardid político-jurídico, declarando abiertamente que no quieren que no se hará fuera de sus propias condiciones y tiempos.
A esto debemos unirle las declaraciones realizadas por varios diputados oficialistas, defendiendo que no se hagan elecciones de gobernadores este año, por los “problemas económicos” que hay en el país, lanzando con ello a la letrina todo mandato constitucional que apuntara al ejercicio de la voluntad popular en los plazos previstos, en una acción que resulta ser hecha a imagen y semejanza de lo hasta ahora orquestado por el gobierno y el CNE para impedir que el espíritu de la constitución se cumpla mediante un ejercicio soberano y democrático.
Ante estas cosas no podemos quedarnos con la boca abierta contemplando bizarras pretensiones, como si sorprendidos estuviéramos ante tamañas osadías, cuando lo que es realmente impresionante es la ceguera social que ha impedido ejercer entre todas las partes, ese ejercicio de soberanía que cualquier empeño republicano exige de todos.
El adjudicado presidente de la Republica (Nicolás Maduro), es ya poco menos que un loco jugando con su propio excremento en los pasillos del manicomio, mientras que el retorcido jefe de enfermeros que le cuida (Diosdado Cabello), se complace ante el espectáculo grotesco que le permite seguir tras bambalinas al mando de tan patético equipo de “cuidadores” del “psiquiátrico” en el que se ha convertido Venezuela.
No me pidan entonces que ante tanto sufrimiento personal y colectivo que nos rodea y atraviesa, siga siendo considerado con quienes abusan de lo que somos; no me pidan que no diga que metiendo en una licuadora a oposición y oficialismo juntos, no lograría conseguir ni siquiera comida para cerdos, porque ya no puedo. Todos somos patéticamente culpables de esta debacle que ahora nos arropa y ahoga: “ciudadanos y extranjeros” que en este país creyeron que con solo ir a votar cada 5 o 6 años por el personaje de turno que prometía amor eterno para su pueblo (Chávez incluido), todo se resolvía, sin que mediara algún tipo de control efectivo por parte del ahora ya desdibujado “soberano”.
Patética ilusión, que pareciera ser convalidada entonces por esa recientes encuestas misteriosas que afirman que la esperanza del venezolano está creciendo, al igual que su optimismo, y que mas que demostrar alguna mejora en la percepción que tienen los venezolanos sobre la situación, en realidad estarían demostrando qué tan disociados estamos del origen y sustento de la crisis existencial que vivimos, primero como sociedad, y luego como nación capaz de ser estructurada estratégicamente mediante el concepto de republica, para alcanzar un progreso determinado.
Cual territorio en guerra, solo devastación y dolor van quedando, y como siempre, únicamente los sobrevivientes podrán superar las barreras firmando la paz para cambiar aquellas cosas que dieron origen a la debacle original. Únicamente queda resistir y declarar a viva voz nuestra inconformidad con la situación, sin dejar de intentar actuar bajo todos y cada uno de los mecanismos institucionales disponibles y aún sobrevivientes, como única vía racional y controlable en el tiempo para obtener cambios, no ya para nosotros, sino para nuestros hijos.
No perdamos de vista que en ese cielo despejado donde revolotea la impunidad, también la justicia planea señorialmente y a mayor altura a la espera de un cambio social, que como en la Europa de la postguerra con los juicios de Núremberg, llegará y la impunidad no será más sobre este tiempo y esta tierra.
El referéndum debe ir, aunque sea en el 2017 para sacar a Maduro y marcarlo en la historia como el primer presidente revocado por su mal gobierno. Las elecciones para el 2019 llegarán, y otros cambios arribarán, en la medida en que el dolor de paso franco a la verdadera esperanza: Aquella forjada al calor de acciones coherentes, de pasos firmes dirigidos hacia la verdadera soberanía. La que nace de los que aquí vivimos, obsesionados por las verdad, el honor y el recuerdo de quienes quedaron en el camino intentando cambiar las cosas.
No lo olviden: “El honor no está en la rigidez con que procede, sino en la honestidad con que se hace”.

Consigan un político que trabaje en función de ello, buscando siempre el consenso de la gente, y tendrán un buen dirigente; un buen líder para iluminar el camino que nosotros hayamos escogido…

1 comentario:

Unknown dijo...

Cómo permiten la suspensión del revocatorio. Ese infeliz dictador de Maduro debe irse con su tropa de corruptos.
Solidaridad desde Bolivia.