domingo, 12 de julio de 2015

La Venezuela que se engaña a sí misma.

Las encuestas de “Hinterlaces” me gustan; Son como el país: Una contradicción. “Estamos mal, pero vamos bien”, diría alguien por allí en la jungla política venezolana…

Me aprestaba para escribir una entrada nueva en el blog (una que será ahora la que siga a esta), cuando leo una magistral nota de prensa, que dice:

“Un nuevo estudio de la encuestadora Hinterlaces revela que el 59% de la población electoral encuestada prefiere que el gobierno del presidente Nicolás Maduro resuelva, así sea en parte, los problemas económicos del país, contra 33% que preferiría que lo hiciera un gobierno de oposición.
Por otra parte, Hinterlaces también estudió el clima socioemocional de los venezolanos y resultados indican que 78% de los venezolanos considera estar esperanzado y 60% se sienten optimistas.
Asimismo, el informe demostró que 38% de la población venezolana se siente pesimista, mientras que 21% asegura que estará frustrado.
El estudio indica que 41% de los entrevistados manifestaron sentirse contentos en contraste a 56% que aseguran estar molesto

Seguramente el bien recordado “Cantinflas”, se reiría mucho con esto; como dirían en mi tierra: “defínanse; o son chicha, o son limonada”. ¿Están contentos por la situación del país, o están molestos?; ¿Que quiere decir esa encuesta?; No sé donde empieza la manipulación, aunque si se donde termina: EN EL BOLSILLO DEL DUEÑO DE LA ENCUESTADORA.
Lo que más me gusta es que casi el 60% de la población de Venezuela (asumiendo que la encuesta sea “seria”, cosa que en lo personal no creo) quiere y se conforma con que el adjudicado y negligente Nicolás Maduro, resolviera por lo menos “algunos” de los problemas. Eso se llama conformismo puro y enfermizo, compatriotas. Ni más ni menos.
En realidad, eso explicaría muy bien el por qué de esta patética situación nacional que como testigos de piedra, contemplamos en la actualidad con la más absoluta resignación. A nadie escucho estar contando el tiempo que falta para activar un revocatorio para sacar a Maduro, a falta de que el sin vergüenza renunciara por alguna traza de dignidad que pudiera tener; nadie dice “Es claro que ninguno de los dos bandos políticos ya son opción en el país”; tampoco leo que se dice: “Destituido y enjuiciado el ministro tal, o el funcionario aquel, por delitos de corrupción, tráfico de influencias y sobornos”, sin que se trate únicamente de algún segundón que usan como chivo expiatorio de cara a sus propios cómplices. Menos aún poder leer algo como que: “Destituido Nicolás Maduro por traición a la patria, debido al haber manejado con negligencia el asunto de la delimitación con Guayana y Colombia desde los tiempos de Hugo Chávez”.

Nada de nada; aquí todo está “Chevere”, como dijo Bill Clinton cuando Caldera lo recibió allá en los años noventa.
Esa encuesta es imagen fiel del país que se autoengaña en sueños de grandeza: Se dice modelo de progreso para América, mientras que en realidad yace en el suelo desnudo y bañado en el vomito de su propia borrachera, como el alcohólico que en su arrogancia insiste en estar bien y nada más espera la salida del sol para seguir bebiendo.
Por estas cosas, por esta desfachatez a la que nos hemos acostumbrado, siempre con explicaciones miserables basadas en argumentos sin sentido, es que la oposición y el oficialismo están como perros callejeros tras la perra (elecciones para la asamblea) en celo, esperando la oportunidad que sus instintos viscerales, lee dicen que no pierdan para preñarla de nuevos “parásitos” que vivirán de ella (La República enferma y raquítica).
Mientras, las contradicciones seguirán yendo y viniendo entre nosotros, lo que posibilita que podamos ver panoramas insólitos como por ejemplo, el de una Guasdualito inundada por la mala planificación, mientras el gobierno reacciona con una torpeza inusitada, al tiempo que una enorme ciudad como Maracaibo, se encuentra a solo días de quedarse sin agua potable y de una crisis humana y sanitaria nunca vista en el país.


La fiesta continúa, hasta que como en un “open” de esos que vemos en nuestros barrios, el licor se suba a la cabeza y la locura lleve la sangre a la pista de baile.

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