domingo, 8 de junio de 2014

Difícil decir algo que no se dijera ya.

Este hombre que llegó al poder en Venezuela montado sobre el esqueleto de aquel asno viejo, malnutrido y cansado en el que se ha convertido la política en nuestro país, no hace más que errar de manera inverosímil frente a los ojos de quienes hayan comprendido la desolación en la que trata de sobrevivir la debilitada sociedad venezolana, permeada por todos sus sentidos y desde todas las direcciones imaginables.
Ver a Maduro afirmar que la pobreza a disminuido, es ver un signo inequívoco del descalabro que sufrimos en la capacidad política para percibir las cosas. Ya la verdad es un bien prescindible; incómodo incluso en el mundo del marketing publicitario-político de hoy. Creer que las misiones no han sido fundamentalmente un instrumento político, -más allá de ser una muestra fehaciente de la incapacidad gubernamental para hacer que las instituciones y organizaciones con que cuenta el mismo estado funcionen, aprovechándose de eso para crear un estado paralelo, a su imagen y semejanza, convenientemente controlado y sometido-, es negar entonces que en realidad han sido meramente un "artilugio flotador" arrojado a los desposeídos en medio de una tormenta en el océano, para que no se ahoguen, aunque en realidad nadie esté haciendo algo para rescatarlos definitivamente.

Tal será la situación, que ni el mismo instituto  nacional de estadística pudo ocultar la cifra negativa en términos de pobreza en Venezuela. No bastó en esta oportunidad maquillar los números con efímeros tecnicismos que antes garantizaban mantener en más de dos cifras porcentuales por debajo (cuando no más, incluso), la realidad en números del país. Ante esto, no le ha quedado más al gobierno de Maduro que tratar de minimizar o descalificar sutilmente tales datos.

Agréguenle a esto el buen trabajo que hacen operadores como José Vicente Rangel con su manejo contra-informativo, u operadoras como Hinterlaces y otras, que con eufemismos y atajos interpretativos pseudo-científicos, buscan reinterpretar la escases general y el parón industrial y agropecuario que sufre el país como consecuencia de mas de una década de desaciertos jamas cuestionados por los subalternos hoy en Miraflores y alrededores, como una mera mala implementación de los instrumentos de encuestas utilizados, o como el resultado de no tomar en cuenta que el país es ahora mas "rico", con "mas gente", con "mayor almacenaje" de productos en los propios hogares (a manera de acaparamiento nervioso), y que por eso es que lo que hay, no alcanza, sin que en ello para nada influyan las malas políticas económicas, el "trafico industrializado" de contrabando hacia Colombia, o la más que ultrajada de continuo frontera venezolana, donde no vale a quien pongan, pues siempre dejan pasar el 99.9% de todo lo que pretende irse del país.

El país está acéfalo, y muestra clarísimos signos de no poder vivir sin una paternalista (o maternalista) figura que le diga a donde ir. Eso es característico de una sociedad inmadura, atomizada y ocupada de sus propios y mundanas necesidades individualistas, sin que las terribles injusticias con los cientos de presos políticos, o los muertos sin sentido alguno, tengan incidencia sobre la moral de la república. Ante esto, no queda, -como decía Chávez-, más que la nada...

Sirva recordar las palabras humildes de un hombre que nunca pretendió ser un comandante eterno ni infalible:

"La disipación de las rentas publicas en objetos frívolos y perjudiciales; y particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores, provinciales y federales, dio un golpe mortal a la República"

                                                                                              Simón Bolívar, 15/12/1812.


Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero debo decir que estoy convencido que lo peor aún no lo vemos llegar...

...y aunque nadie me crea (y quisiera estar equivocado), igual ocurrirá el rechinar de dientes. 

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