domingo, 9 de septiembre de 2012

¿Por qué el asunto se redujo a elegir entre Barrabás y Barrabás Jr?


Quisiera comenzar retomando unas palabras que compartí con ustedes hace unas semanas:
“Chávez solo pierde por una razón posible: Sus propios y torpes errores.
Chávez solo gana por una razón posible: La estúpida estrategia de “oposicionista acérrimo”, que gente como usted, (Julio Borges), asumen”
Así están aún las cosas en mi opinión. No hay más.
Está de más casi que recordar que estamos a un mes de aquella fecha que muchos consideran la de un cambio para Venezuela, sea porque ratifiquen a Chávez y termine de “fundar” lo que denominan revolución, sea porque gane Capriles y se monten en el aparato burocrático todos los que ansían despertar de un supuesto mal sueño de 14 años. En lo personal, no veo en realidad mayor cambio; ya lo he dicho. No hay manera de que alguien me garantice que con el próximo gobierno, independientemente de su color, las cosas vayan a tener un viraje importante hacia esa dirección magnifica y comprometedora de la que tanto hemos reflexionado en este blog; una rectificación profunda en palabras cortas. Pero no; ni siquiera la necesidad real de concebir una rectificación se visualiza con fuerza en el horizonte de nuestras expectativas. Ya en un plano más amplio, y quizás filosófico, podríamos ver que lo que se ha dado hasta hoy, pareciera ser justo lo posible en función de la poca claridad que tenemos como sociedad en lo que respecta a nuestras metas, expectativas y propósitos. Está de más volver a decir que no sabemos aún desarrollar un gobierno estable sin un líder presidencialista que esté encima de todos nosotros.
Por eso es que continuaremos observando sin rubor alguno, en mi humilde opinión, esta precaria situación en donde por cada “ladrillo” bien hecho, pero mal pegado en la estructura del progreso nacional, cinco son rotos, y cuatro “desaparecen” en el proceso, yendo a veces a parar a bancos de “ladrillos” de Europa y EEUU…
Hemos sido testigos de una lucha que es salvaje y por ello sin decoro alguno, de un lado y del otro observamos como usan los recursos del estado, de la gobernación o de  la alcaldía, -como a sus respectivos funcionarios-, para realizar todo aquello que justamente la ley prohíbe. La política partidista, que exige cualquier esfuerzo y justifica cualquier atropello que pueda ser medianamente maquillado o desmentido luego por un vocero oficial, lleva a las maquinarias electoreras a su máxima eficiencia, y al país en ese proceso, a su mayor dispersión social.
Seguramente han notado como ni los oficialistas, ni los oposicionistas, logran ir a unas elecciones mediante una tarjeta unitaria; el interés de mantener cuotas de poder individuales en sus respectivos clubes políticos, puede más que cualquier argumento colectivo. Los ejemplos saltan a la vista de manera escandalosa, y solo veamos dos: Primero justicia cree que ganando Capriles, ellos determinarán todo en la repartición de los cargos, cuando en realidad, solos como partido, sin el apoyo del resto, no llegarían ni a la esquina; igual cosa ocurre con Chávez y su PSUV, donde primero, se niegan a compartir poder con sus demás socios estratégicos, y luego, terminamos viendo como la gente se inscribe más por tener el carnet partidista que facilite cualquier trámite burocrático, que por convicción política alguna, pese a lo que cualquiera de su enquistada cúpula de mando y poder, pueda tratar de desmentir, y todo esto en el más puro y rancio estilo del viejo partido Acción Democrática.
Luego de todo este cuadro, y al entrar en las estrellas del show electoral, lo cierto es que tenemos a un Chávez agotado en su capacidad para “revolucionar” las cosas. No puede inventar mucho más; no quedan muchas cosas a las que no le haya cambiado el nombre ya. Al presente, no puede enderezar lo que ha crecido enrollado en torno a si mismo durante 14 años. Solo él lidera, y a los demás únicamente les ha quedado la opción cruda y sin sentido de ser burocracia partidista donde pelearse entre ellos por ver quien encabeza la jaladera de bolas presidenciales. 14 años han permitido encostrar la cultura del no reclamar, del no criticar, y en definitiva, del no proponer mejores opciones a la que la línea presidencial, -irónicamente casi siempre desviada y manipulada por quienes jalan más duro debajo de Chávez-, imponga. Solo una revolución dentro de la revolución, si ello aún fuera concebible, (que en lo personal dificulto ya), que sea capaz de llevarse por los cachos al mismísimo Chávez si fuese necesario, podría salvar de entre los escombros de la ya vieja revolución, a los buenos “ladrillos” aún enteros.
En aquel otro lado, -el derecho-, de la política venezolana, Capriles no logró despertar su musa estadista; no fue capaz de ir más allá de sí mismo y de las limitaciones de Chávez, para ofrecer, no algo distinto, sino algo más adelantado, más cercano a la sindéresis que se esperaría de un presidente que hubiese aprendido lecciones importantes de este periodo de aciertos y errores revolucionarios de gobierno.
Capriles, dejándose rodear de personajes insulsos como Aveledo, Borges o Briquet, (y pese a mantener distancia de M. Machado), no hizo más que ponerse plomo en las alas que la experiencia deseaba entregarle para otros propósitos. Tan nefasto son estos personajes para él, como lo son para Chávez Rafael Ramírez, Jorge Jiordani o Jorge Rodríguez, sin saberlo quizás.
No digo con todo esto que exista una alternativa a estos dos personajes; eso no existe. No en este momento. Lo que hago es poner el dedo sobre una llaga de la que muchos se quieren hacer los desentendidos: La mayoría terminará votando porque están apasionados con Barrabás o con Barrabás Jr., o porque quieren castigar a uno, poniendo al otro. Nada más; así de elemental termina siendo nuestra concepción del mundo: Buscar al menos malo.
Quizás por eso es que nadie dirá:
Ey!, hay que corregir esto en la revolución, caiga quien caiga”; o
Chávez, te has equivocado en esto y en aquello; corrige ya o te despedimos de tus funciones!”;
Chávez, las cárceles y la inseguridad están en el reino del caos; has fracasado en eso. Admítelo”;
Chávez, has fracasado en controlar la inflación; jamás pudiste bajarla del 10 o del 20%, en 14 años!”;
Chávez, ¿Eres capaz de contabilizar todos los dólares dilapidados en tus 14 años de gobierno?
“Chávez, ¿Cuántos corruptos hay presos en estos 14 años?;
¿Recuperamos el Esequibo?; ¿Ya nadie roba oro?

 O quizás alguna frase así:

Capriles, por qué no te deslindaste de todos esos dinosaurios políticos?”; “¿Cuál fue el miedo?
Capriles, ¿Por qué no eres capaz de explicar en una conferencia de tres horas corridas, tu visión de lo que debe ser la republica?
Capriles, ¿Por qué no fuiste capaz de erigirte como candidato alternativo a Chávez, sin la necesidad de ir a unas primarias para medirte con aficionados?”
“Capriles, ¿Por qué en un momento tan aciago, permites que otros expliquen y justifiquen por ti?”
“Capriles, ¿Por qué dejas que tus asesores engañen a la gente con lo de las misiones, si sabes que de funcionar el gobierno como debería ser, estas no serian necesarias sin afectar a nadie?; ¿Por qué hacer demagogia tal como la hace la revolución de Chavez?

Es obvio para ustedes seguramente, que no termino de estar conforme con ninguno de los dos candidatos; creo que pueden reconocer que yo solo estoy sumando aquello que en privado me diría un fanático chavista, de la oposición, y viceversa. (El problema es que cuando un solo individuo resume ambas perspectivas y las dice, todos lo quieren amedrentar y ridiculizar, como castigo por semejante blasfemia). El caso, pese a los deseos de las partes con respecto a la otra, es que Capriles por la forma en que ofrece hacer las cosas, -con el saco de gatos que lleva a sus espaldas-, y Chávez por lo que ofreció y finalmente no entregó, (dejando tras de sí una enorme lista de acciones incapaces de mostrarse con la cara limpia de culpa, de injusticias, o de marañas), es por lo que ambos candidatos tienen rabo de paja. Hace un tiempo les decía que Chávez es como el médico especialista que identificó e intervino quirúrgicamente todas las áreas ciertamente afectadas del cuerpo nacional con éxito, pero por tener la mala maña de no lavarse las manos antes de operar y de hacerlo sin usar guantes, todo lo infectó, y ahora el paciente está de pronóstico reservado. Irónicamente, frente a esto, Capriles luce más como un médico limpio y cuidadoso, pero recién graduado de la misión Barrio Adentro.

Cada quien con la posibilidad de votar, debería reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro, para buscar comprender por donde y hacia donde debemos ir, pese a que a fin de cuentas, todos tengamos finalmente que pararnos frente al vacio del abismo que siempre se interpone entre nosotros y la esperanza, para votar y seguir con esta evolución nacional, que va mas allá de las escalas de tiempo de los individuos, y de las sociedades que en sus momentos conforman.
Para concluir, no quiero dejar de dirigirles unas palabras a los dos candidatos, a los venezolanos, y a quienes también votarán con nosotros:
Chávez, a ti te digo: “Mancillaste tus aciertos con los errores y las oportunidades desperdiciadas; aún no hablas con toda la verdad que logras entender; entregaste soberanía y justicia a cambio de apoyo y pleitesía. No has sido capaz de propiciar a una generación de relevo; una que no tenga que rendirte honores,  que sea capaz de superar tus propias carencias y limitaciones”
Capriles, a ti te digo: “Tu pasado pareciera pesar más que tu presente o tu futuro; el primero es difuso; el segundo es claro como el cristal que deja ver a los parias que en torno a ti danzan pese a tus buenas intenciones; muchos de ellos son representantes del pasado que precisamente trajo a un Chávez al poder, cuando tú eras más joven. El último, -el futuro-, se te ve disperso, como incapaz de generar con claridad un compromiso que pudieras escribir con tu propia vida frente al país”
A los venezolanos: Les ruego una vez más, analicen a donde hemos ido a parar, con todo lo bueno y todo lo malo, y en cómo debemos dar los siguientes pasos. Este blog está dedicado a ustedes.
A los millones de amigos venidos de otras tierras, y a quienes se les regaló la ciudadanía plena y con ello el derecho a elegir presidente, les pido encarecidamente:
Voten con sensatez; vean las fallas con que ya inevitablemente llegamos a estas elecciones, y escojan a quien pueda corregir los errores de los que fueron también testigos en sus respectivos países de origen. Les pido que con la sensatez que no aprendieron aquí, escojan junto a nosotros a quien nos va a gobernar, (no a representar), bajo este ambiente que pese a todo esfuerzo, sigue teñido de desorden e injusticia, pues la ley aún es más débil que el sentido de viveza nacional.
Suena duro, pero es la realidad. A esto hemos llegado, y no hay signos de que vayamos a rectificar pronto. Medítenlo.


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