lunes, 25 de junio de 2012

Si se cree en una revolución, se concibe que nadie está por encima de ella.


Lo digo porque ninguna acción sistemática en el plano político de una nación, llámese revolución o llámese resolución a progresar con sensatez y sentido común elemental, puede ponerse por encima de la ley, y en todo caso, no puede supeditar el progreso de una sociedad nacional, a su adhesión a un movimiento político particular, dependiente de una persona, de un líder.
                                         
Traigo esto en el presente momento, -no sin dejar de sentir extrañeza por ver tan solo a un periódico venezolano, haciendo referencia a ello-, por el siguiente fragmento (sin descontextualizarlo yo…), de las declaraciones de Chávez, a propósito del acto de conmemoración del 24 de junio:

"El chavismo ya no es Chávez, el chavismo es el patriotismo, ser chavista es ser patriota, los que quieren patria están con Chávez, no tienen otro camino"
EL UNIVERSAL, domingo 24 de junio de 2012  01:58 PM

Aprovecharé otra frase del presidente, manifestada a través de su cuenta Twitter, hace varias semanas, "Critiquen al gobierno, pero apoyen la revolución", para manifestar lo siguiente:

En mi opinión, si esta soberbia demostrada sin miedo por el presidente, no hunde cualquier proceso serio y sostenido de cambio, nada lo haría.
Con su afirmación, acaba de escribir el epitafio de una revolución.
Cuando morirá esta etapa, sin embargo, dependerá de la gente, y del grado en que comprendan lo importante que es identificar el concepto de patria, únicamente con Venezuela, y con su historia, acrisolado todo ello en un solo conjunto de valores republicanos superiores a todos nosotros, y por ello, justamente posibles de sobrevivir y a través del tiempo, a pesar de nuestros egoísmos individuales y colectivos, productos de décadas de desaciertos.
Chávez comete un error elemental, y se aleja raudo de la visión de Bolívar. Jamás El Libertador condicionó el proyecto de unión americana, a un término tan subjetivo como el de, por ejemplo, “bolivariano”, en algún tipo de alusión directa a su obra personal, como soldado del proceso de independencia en aquel entonces. Con esto, el actual presidente colocó a la noción de “chavismo”, por encima del de “revolucionario”, y así comienza la degradación final del mal concepto revolucionario ejercitado hasta ahora, en sí mismo.
Desde un punto de vista amplio, su declaración es necesaria, para dar el siguiente paso lógico en una sociedad que desea progresar: vivir el desengaño de una ilusión distorsionada por el tiempo y los actores que la protagonizaron (incluyéndonos a nosotros mismos, por acción u omisión).
Los venezolanos deben cuestionar las afirmaciones de bando y bando; deben evaluar donde está el verdadero eje de la “revolución” que requerimos, dependiente de todos nosotros, y no de unos pocos, o peor, dependiente de un líder que se hace a sí mismo de facto, centro del universo ideológico de una nación, al llamar por su propio nombre, al sentido más excelso del patriotismo, según él.
Sigo pensando que una revolución real en Venezuela, seria aquella que impusiera por acuerdo colectivo, a la constitución y a las leyes,  después de Dios, como techo de nuestra sociedad, convirtiéndose así en una estructura incapaz de ser pisada por alguien. Es como si decidiéramos con ello, montarnos todos en un mismo, enorme y poderoso barco, en vez de hacerlo sobre millones de escuálidas e individualistas canoas, pretendiendo enfrentar con ellas, la tormenta que se mantiene delante de todos.
“La verdadera revolución, es la aplicación de la ley, bajo un mandato divino y realmente bolivariano, donde las necesidades de cada uno, sean atendidas.”
El poder de cada uno, suma el poder colectivo; la atención a cada ciudadano, es la atención al colectivo; escuchar a cada habitante, es escuchar a toda la sociedad, cuando se suma cada necesidad.
Chávez ha dado a este país un conjunto de acciones valiosísimas, que hasta su llegada, se mantenían flotando en la difusa conciencia colectiva, sin que nadie actuara para llevarlas a la práctica, como pasos necesarios para progresar con sensatez; lo demás, lo que se hizo y lo que se dejó de hacer, todo aquello que frustró y frenó en verdadero progreso, alejado de dependencias foráneas, y de concepciones nacionalistas mas fantasiosas que sensatas, alejadas por cierto del elemental sentido social bolivariano contemplado magníficamente en la constitución, son las que nos han llevado al actual estado de cosas, donde somos testigos de un revolución que pudo terminar bien, si desde el principio, se deslastra del mesianismo que hasta hoy, la ha caracterizado, y si desde su comienzo, se hubiera puesto una fecha para su autorevision y sustitución, ya por un proceso adaptado a una nueva realidad, con nuevos actores, y con nuevos presidentes, todos ellos ya trabajando en pos de una estrategia venezolana, autónoma, orgullosa de sus sacrificios y de sus aciertos.

Nada de eso ha ocurrido. Hoy, llamarse revolucionario, pero no chavista, es cometer suicidio si se dice en público, aunque ello es lo correcto. Decir que la revolución continuará aún sin Chávez, es buscar que te den una patada, o que te boten de tu trabajo, o que te discriminen, o peor, que te llamen escuálido apátrida, aún cuando la realidad fuera justamente lo contrario. La frase “Con Chávez todo, sin Chávez nada”, representa la némesis de lo que una revolución venezolana, hubiera demostrado al mundo: que se es posible progresar, sin derramar sangre, pues bastaría sudor y esfuerzo mancomunado, sin discriminación, sin diferencias sociales, y resueltos todos a limar las diferencias halladas en el camino, en todo sentido y en cualquier limitación que se detectase.

Creo que la sensatez, el cultivo de los pilares fundamentales de la familia y sociedad de nuestra Venezuela, sin sometimientos más allá de Dios y la constitución, son las únicas vías. Chávez lo ha reafirmado así sin pretenderlo, y a su pesar, con su última y lacónica frase célebre.

Decídanse ustedes a marcar la diferencia (y que conste que no hablo de Capriles y sus pretensiones políticas), a no ser mas chavistas u oposicionistas, para por fin ser venezolanos, juntos todos. Sea Dios el gran océano de nuestras esperanzas por donde navegar, y la constitución la poderosa vela de nuestro gran barco nacional. Vayamos todos juntos.
Es la humilde petición de un amigo, de un compatriota.

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