domingo, 26 de agosto de 2012

El caso Amuay: Las ligerezas son peligrosas.


La nación está de luto. No hay duda de eso. Hemos perdido sin ningún sentido, gente del país. Niños mujeres y hombres, cayeron abrazados por el impacto del infierno desatado. Solo Dios puede darles, -y darnos- consuelo.
No pensaba escribir aun mayor cosa en el blog, porque los dos individuos que se pelean por la piñata presidencial no hacían nada fuera de lo ya hablado por este medio. Sin embargo, llegado este triste evento, y vista las reacciones, los comentarios y hasta las cadenas por celulares a propósito de ello, creo ajustado al momento hacer un comentario, meramente como reflexión, como llamado a la prudencia, y a la necesidad de sacar lecciones que se apliquen para honrar a los caídos y heridos, que quizás nunca se curen de las heridas que las quemaduras dejarán en sus cuerpos y rostros.

Simplemente es muy pronto para decir que falló. No se puede afirmar aún que fue falla en los protocolos de mantenimiento o de calidad; tampoco se puede hablar aún de saboteos, o de descargas eléctricas, o de iguanas o zamuros llegados al sitio equivocado. No podemos señalar a ciencia cierta, sin la debida forénsica aplicada con rigurosidad.
Tampoco se puede descartar, o apuntar, según le convenga a algún actor político, que hubo fuga de gas detectada con suficiente antelación y aun así no atendida por algún procedimiento de emergencia.
Lo que sí se puede establecer con suprema claridad y con la luz que arroja el más elemental de los análisis, es que había gente viviendo dentro del radio de acción de una explosión como la que ocurrió, y ello no tenia por que suceder.
Una primera falla resulta obvia: las autoridades, sean cuales sean las encargadas de esa situación de presencia de pobladores dentro del radio de acción de esa explosión, son corresponsables de las víctimas que estuvieran fuera de la cerca del complejo petroquímico.
Misma situación se presentó con la explosión en la fábrica de CAVIM meses atrás, y misma potencial situación se presenta de seguro, en incontables lugares del país hoy en día, por la misma razón de siempre: la falta de voluntad para hacer cumplir las leyes.

No sé si se trata de buscar cabezas que cortar ante esta terrible situación; conseguir responsables no sería fácil, en instalaciones y poblaciones levantadas a sus alrededores desde hace décadas seguramente.
El punto de honor es sacar lecciones, como les decía, para evitar que suceda nuevamente, sin necesidad alguna, pues estas cosas no tienen justificación. Una es que ocurra un accidente dentro de una instalación, mueran trabajadores e incluso personal que combata el incendio ocurrido, pero que además, muera gente a la que se le permitiera vivir justo al lado de depósitos de gas o de cualquier producto altamente flamable, de los que se conoce el alcance de la onda explosiva y calórica, así como de escombros en el peor de los casos, es intolerable.

Como siempre,  (aunque espero equivocarme), el gobierno insistirá en que fue un accidente sin causa alguna, -como si fuera una acción sobrenatural del mismísimo demonio-, sin ningún responsable a quien nombrar, salvo que sea un opositor político, mientras el oposicionismo a Chávez determinara rápidamente que la culpa es del presidente de la republica, sin medir que tan profundo tengan que caer en la estupidez para ello.

Si al final de cuentas, ninguna acción concreta se toma para eliminar este tipo de situación en otras partes del país, y en Amuay mismo, seria porque en realidad, todos habremos decidido vivir en el mismo agujero de estupidez y miseria donde acostumbran pulular nuestros políticos más avezados. Dios nos proteja, porque los políticos no lo van a hacer.