El problema sigue siendo este; Proponer principios sociales y nacionales,
consensuados y respaldados por resultados de trabajos concretos e
incuestionables, mediante la exaltación de
lo moral y lo ético, es muy distinto a imponer principios sociales
unilaterales, basado en resultados cuestionables, y para completar, sin medir
la más mínima ética, en caso de que esta pudiera atentar contra los resultados
de una elección favorable.
Poe eso, aunque no pareciera haber fin para esta cadena de acontecimientos que
de a poco se va construyendo en nuestro territorio, donde vemos como eslabones al multiplicarse, crean
una encrucijada en la Venezuela dividida y neutralizada de hoy.
Quisiera basar esta entrada del blog, en dos declaraciones presidenciales
de estos días:
1.-Según Maduro, la gente no
estaba dividida: Sólo triste y confundida.
EFE; 25 DE ABRIL 2013 - 04:49 PM
El presidente de Nicolás Maduro dijo hoy que en Venezuela 60 % de la
población está de acuerdo con la revolución bolivariana pero aseguró que el
pasado 14 de abril muchos chavistas no votaron por "tristeza" por la
muerte de Hugo Chávez y otros lo hicieron "confundidos" por la
oposición.
"Tenemos un pueblo que llega casi al 60 % que apoya a la revolución,
pero que había una parte importante que estaba muy triste y que no salió a
votar, usted saben también quién, dónde", dijo Maduro durante un acto de
Gobierno.
Bueno, me imagino que el presidente en ejercicio de alguna manera descubrió
que ya están contentos. Ahora, -explica él-, “las mayorías” se encuentran
satisfechas y apoyando al nuevo gobierno.
Pese a esa “inocentona” explicación de parte del llamado a ser más serio y
congruente en este país, resulta obvio que aún la división sigue en el país,
aunque quizás el gobierno, -ya no tan revolucionario-, haya perdido adeptos en
las últimas semanas, al mostrarse tan
intolerante con quienes se aventuren a mostrar una opinión crítica,
desbalanceando este precario equilibrio que solo ha servido para inmovilizar
las cosas.
Resulta interesante descubrir que para Nicolás Maduro, solo un tipo de
sentimiento es digno de comprensión:
el de los “tristes y confundidos”.
Aquellos que estén “arrechos y claritos”, no cuentan.
Ahora, ¿Cómo hablamos de lo que él
denomina “mitad sólida” del electorado, que casualmente es la que lo apoya?;
supongo que la otra mitad para él será entonces una cosa “aguada” y “fofa”, apátrida
y de paso, contraria a su figura como
presidente.
Les digo algo: Que fácil es para un
presidente y su círculo íntimo de poder, decir y hacer lo que les venga en
gana, cuando todos los poderes obedecen al mismo dueño, que no es precisamente
“el soberano”.
Eso de dictaduras, golpes de estado y
regímenes totalitarios, son solo reminiscencias del pasado, -ahora innecesarias
y burdas-, cuando se tiene al presente la receta mágica para el éxito: recursos nacionales monetarios inmensos, y
un estado incapaz de auto limitarse, criticarse y corregirse.
Cualquier nación donde aproximadamente el 60% de una asamblea nacional es del partido
de gobierno, con un poder electoral en el que el 90% de los rectores son
oficialistas, un poder judicial laxo y acomodado en la estructura del
ejecutivo, de la misma manera que la cúpula militar y el “poder” moral de la
republica, díganme ustedes, ¿Cómo podría un
país evitar que el que manda haga lo que le venga en gana sin reparo alguno,
más al saberse elegible por siempre?
¿Cómo puede un país emerger de esto rápidamente,
si su población aún no comprende la importancia del acuerdo, la negociación, la
organización y el sacrificio justo?
2.- La opinión de Juan M
Santos, y de la de UNASUR, como protagonistas de una situación interna venezolana.
Todos han leído las declaraciones y los comunicados oficiales de UNASUR,
luego de recibir al nuevo presidente venezolano. Veamos a hora las de Santos,
en fecha muy reciente:
“Cuando una autoridad respetada por las dos partes da un veredicto, la
obligación de todo el mundo es aceptarlo”, añadió Santos.
(Domingo 28 de abril de 2013 10:32 AM .
AVN / Redacción WEB / Caracas)
Dentro de la dinámica política latinoamericana, estas declaraciones
parecieran muy bien ajustadas a la diplomacia que se podría esperar de un
presidente vecino, pero nuevamente, -como ocurrió con lo declarado por la
UNASUR-, las mismas resultan peligrosamente injerencistas, pese al maquillaje
de hermandad y buena amistad que parecieran acompañarlas. Esto lo digo porque
en el fondo, representan evidencia del cinismo que nos rodea y al mismo tiempo,
emana de nosotros como colectivo venezolano.
Evalúen bien como el apoyo internacional para un triunfo, es bien recibido,
pero el apoyo a la duda de ese mismo triunfo, es descalificado y amenazado al
identificarla como acto de traición a la patria a lo interno, y de intromisión,
a lo externo. Independientemente de que sea cierto o no el triunfo de un bando,
el sentido común, llano y cristalino (como
el que cualquiera de nosotros, -como pueblo-, podría expresar), sugeriría
dirigirnos a un ambiente más bien equilibrado, el cual podría recomendar el
realizar un conteo completo de los votos, o en su defecto, realizar la repetición
de las elecciones.
Quisiera decir que Juan Manuel Santos tiene razón, pero al sacar su
declaración del plano general y diplomático, para llevarlo al plano específico
venezolano, la cosa adquiere otro matiz, y lo hace, porque aunque muy
probablemente el CNE haya hecho un trabajo impecable y diera resultados
congruentes con lo votado por la población que decidió ejercer su derecho al
sufragio, lo cierto es que el CNE basó su actuación sobre un registro electoral
con desviaciones intolerables, permitió el abuso desmedido de los recursos del
estado por parte del candidato oficialista, y accedió a realizar las
elecciones, en medio de un conjunto de irregularidades denunciadas por la
oposición, -y de algunas en las que yo,
sin ser oposición, he podido constatar-, (Expulsión de testigos, apertura
de mesas sin todos los testigos, no entrega de credenciales a los testigos
opositores al oficialismos, llamadas diciéndote que deber ir a votar para no
perder la ayuda (o Misión) tal o cual, centros de votación situados en lugares
ilegales y bajo control oficialista, votación asistida para personas que no lo requerían,
cierre de frontera sin aviso, cierre de centros electorales, etc.), que en
otros países (Colombia incluida), no habrían permitido hacer prosperar tal acto
electoral.
Por eso es que ante esto, no es posible afirmar en Venezuela, que ganó uno,
y perdió el otro. La credibilidad es tan baja, y la confianza sobre lo jurídico
tan pobre, que la mortaja sobre un proceso muerto antes de llegar el día de las
elecciones, pende sobre Nicolás Maduro y Enrique Capriles.
Una vez más les digo: La cosa no fue ganar, sino cómo supuestamente se
ganó.
Muy mal hace el CNE al decir que es imposible realizar un conteo de votos
total; es reconocer que el proceso electoral venezolano es como una brisa de
viento pasajera y caprichosa, incapaz de ejercer sobre sí misma, una auditoria
manual, humana, tangible e indiscutible.
Pese a lo que puedan decir los estadísticos o los técnicos sobre lo
maravilloso e incorruptible que pueda ser el sistema electoral venezolano sobre
la mesa, lo cierto es que solo es un artilugio electrónico y computacional, por
el cual difícilmente alguien sería capaz de meter su mano en el fuego para
afirmar y defender que es imposible de ser alterado por quien sepa activar el
protocolo adecuado, con un simple ratón.
A todas estas, si aún afirmamos que el sistema en su hardware y software es
infalible, no podríamos tapar con un dedo, -ni con la mano completa-, las
inmoralidades de las que los contrincantes han sido capaces, con tal de
garantizar la consecución del poder en Venezuela.
Es como en un juego de fútbol, Sr. Presidente Juan Manuel Santos: Podremos todos ver que el balón entro en la
arquería, pero la cámara no registró y grabó “la mano” que todos en el campo,
vieron, excepto el árbitro…
Así de amañado estuvo el resultado del juego, Sr. Presidente.
Por supuesto, comprendo que al hablar de diplomacia, o de política, o de economía,
lo pragmático de cara a los mejores dividendos, es lo que cuenta. Por eso es
que este mundo está así; justamente por eso, y es por ello que un tal Hugo Chávez,
diciendo muchas veces las cosas sensatas que quizás luego no cumplía o hacía,
ganó tantos seguidores. La gente ya no es estúpida, ni iletrada, ni mansos rebaños
de votos llevados a las urnas electorales cada tantos años, cuando no son
llevados en urnas a los cementerios
por la negligencia de quienes se empeñan en gobernar, al más puro estilo déspota
e insensible.
Chávez fue el hombre que recogió todos los sueños, como fue también el
hombre de las oportunidades perdidas. Ahora rumiamos este viacrucis al que nos
someten a todos, solo porque los que retenían el poder ilegítimamente,
decidieron seguir haciéndolo de la misma manera, todo por no querer hacer un
pendejo reconteo manual de votos, y reconocer todas las ilegalidades que
pudieran salir en ese truculento camino.
Nadie aquí quiere ser hombrecito, con las manos desnudas y la frente en
alto.
Para el CNE y los demás poderes públicos de la nación, resulta ahora un exabrupto
que se pida un reconteo total y manual,
pero cuando fue la oportunidad de pedir una constituyente, nadie pataleó, como
tampoco lo hicieron cuando Chávez pidió, -del modo más caprichoso posible-, un consecutivo
e inmediato referéndum consultivo, cuando ya el primero lo había perdido. Una
vez más, lo ancho para pocos, y lo angosto para el resto.
Por todas estas cosas, es que yo digo, que en Venezuela no existe una
democracia libre, ni una constitución obedecida, ni mucho menos, un conjunto de
poderes públicos legítimos y moralmente leales al pensamiento de Simón Bolívar.
Todo es una farsa; todo es cinismo; todo es una enorme pérdida de tiempo, de la
que hasta nuestros nietos, y los de estos, se lamentarán.
Por supuesto, estamos aprendiendo, pero ¿a
qué costo?; ¿no podíamos ser simplemente
honestos y reconocer las cosas por su nombre, sin que midiera de por medio pasión
inútil alguna?; ¿Ha tenido que morir Chávez, y cualquier cantidad de miles de venezolanos
y extranjeros en esta tierra venezolana, a manos del desorden y la injusticia
social, para que ni siquiera aún nos demos cuenta de lo necesario por hacer y
enfrentar?
¿Teníamos que llegar al punto
donde un ahora presidente gana una elección presidencial a punta de abuso y sin
siquiera sacar una ventaja que resultara incuestionable?
Eso, queridos compatriotas, lo califico como miserable y patético, porque
ni siquiera nos da vergüenza.
Así las cosas, ¿dónde creen que queda nuestra verdadera soberanía?; nadie
podrá decir que muy alto, o bien protegida por buenos misiles y aviones, porque
saben que no me refiero a esa soberanía física. La verdadera autodeterminación de
nuestro pueblo comienza en lo humano de su sociedad, y en lo cohesionado que
ella este en torno a sus máximos valores republicanos.