Nuestro actual ciudadano presidente en ejercicio planteó, -quizás nuevamente como un hábil artilugio distractivo-, lo innecesario de un sucesor inmediato a su mandato y liderazgo, dada la actual y forzada posibilidad de reelección “hasta que no de mas”, de cualquier ciudadano a un cargo publico, lo cual complacerá como siempre, a sus simpatizantes y beneficiarios, así como seguramente ofuscará y enloquecerá a quienes lo adversan y rechazan visceralmente.
Sin embargo, el punto tratado por el presidente, desnuda nuevamente una realidad que no es observada por el limitado accionar de la oposición, ni por la poderosa y confiada maquinaria gubernamental: Los procesos coyunturales constituyen ETAPAS CONCATENADAS en la senda de crecimiento de una nación, por lo que la consecución de un nuevo proceso, nacido de las soluciones a los errores y limitaciones inherentes a las imperfecciones de concepciones no consensuadas por el colectivo, inevitablemente será quien en realidad supere y suceda al ciudadano presidente, a su proceso y a la llamada quinta republica.
Así pues, no se trata de conseguir a un sucesor en el proceso, sino de instaurar un proceso democrático sucesor, más elevado.
Es lo natural; la evolución es así. Es lo que cualquier venezolano honesto quiere.
De no estar constantemente girando la rueda del progreso, la llegada misma del Presidente al poder, no habría ocurrido, y muchos procesos viciados que se sucedían, no hubieran tenido la oportunidad de llegar a su fin, o de comenzar su secuencia de terminación.
Las connotaciones de tipo socialistas, derechistas, autocráticas y pseudo democráticas, darán paso como hemos mencionado, en el futuro que determinemos todos juntos, a un proceso extensamente democrático y venezolano, que sea justo con todos, bolivariano por lo honesto en todo su proceder, y buscador permanente de la prosperidad del colectivo, iluminada por Dios, y todo ello enmarcado inseparable y firmemente en el alma escrita de la nación: La constitución.
No podemos conformarnos con menos. Imprescindibles somos todos para aportar en el periodo de tiempo que nos corresponde, el trabajo que nos hace en lo personal y en lo colectivo, más grandes. Por eso la alternancia en la administración es fundamental: Ello oxigena el fenómeno innovador que perfecciona la aplicación de la constitución. Lo contrario, es decir la permanencia dilatada en la jefatura de la administración nacional de pocos individuos, sólo estanca el ritmo de crecimiento, ralentizándolo a lo sumo a como un hombre solo, pueda ver y decidir lo que es bueno o malo, convirtiéndose con ello a su vez, peligrosamente, en juez y verdugo, más que en administrador.
Los cambios a la medida de pocos, no tardarían en llegar, y la distorsión constitucional, que nos haría marchar a ciegas una vez más, tendría allí su génesis.
Permítanme repetirlo:
No se trata de conseguir a un sucesor en el proceso, sino de instaurar un proceso democrático sucesor, más elevado.
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