En estos tiempos en los que se cuestiona tanto los principios que llevamos en nuestras vidas, y los que deben unirnos como nación, y frente a los cuales se menciona con tanta insistencia la incorporación de valores socialistas, revolucionarios, democráticos, capitalistas y sabe Dios cuantos más como si de un inmenso batido con leche e insípido se tratara, ya que incluso en algunas naciones originarias de ellas, como Rusia y China, los han dejado de lado en la búsqueda de estructura sociales y económicas mas eficientes para ellos, dejándonos a nosotros cuales chatarreros ideológicos, recogiendo lo viejo y abandonado a ver que hacemos con ello, y ante lo cual no se me ocurre otra manera de cuestionar lo que se nos pide aceptar, y lo que llevamos ya con nosotros, de cara a definir con qué seguiremos.
Obviamente, si me preguntan, les digo ya que por delante de todo, por encima de todo, y antes de que exista oportunidad de pensarlo y mucho menos de cuestionarlo, Dios es lo primero, siendo el principio y el fin del camino, y la expresión máxima del amor a conseguir y experimentar.
Luego, sin embargo, la lista de cosas a escribir en nuestro decálogo de acción, o menú chatarrero, según la dirección que tomen, puede tender a complicarse.
Ante esto, elijo una vía de selección simple, cargada únicamente de sentido común.
Primero, reconozcamos que tenemos una larga lista de nombres que considerar, a la hora de ponerle titulo, por llamarlo de alguna manera, a las ideas, dogmas y doctrinas a confrontar y elegir como inspiración de la que contemporáneamente queremos aplicar, y que no olvidemos, existe ya en su raíz básica aunque no la enarbolemos como bandera fundamental, a la cual hemos estado definiendo como venezolanidad.
Vayamos con los nombres: Dios, Jesús el Cristo. Simón Bolívar, Carlos Marx, Fidel Castro, Jorge Washington, El camarada Lenin, el Che Guevara, o el argentino Perón.
Hagamos las respectivas preguntas, y parafraseando al ciudadano presidente: “¡no se confunda compadre!”:
¿A quien escogerían para inspirarnos entre Dios, Carlos Marx, y el camarada Lenin?
Luego:
¿A quien escogerían para guiarnos por su ejemplo del pasado: A Jesús el cristo, al Che Guevara, a Jorge Washington, o al argentino Perón?
Por último, pero no menos importante, claro:
¿Por el esfuerzo mostrado y sus frutos, a quien escogerían como inspiración de liderazgo para nuestro país: A Fidel Castro o a Simón Bolívar?
Bien, asumo humildemente que su selección para las tres preguntas sería esta. (Recuerden que no estamos hablamos en términos necesariamente religiosos; sólo de hechos y valores):
1.- Dios.
2.- Jesús el Cristo
3.- Simón Bolívar.
“¡No se confunda compadre!”; ¡no se me vaya por la tangente del asunto! Esto es sencillo; cuestión de selección simple. Algún día tenía que hacer una selección así, sin condiciones ni supuestos más allá de las de su propio corazón. Como cuando eligió algo muy importante en su vida. Así es esta selección para el país que queremos.
Asumo que si no respondió así es porque naturalmente no es venezolano; no hay problema. Después de todo, ¡Dios y Bolívar salen en la constitución de Venezuela! Entonces, si en general estamos claros con las respuestas… ¡Entonces por qué carajo insistimos en algo distinto!
¿Cual es el empeño de traer héroes y consignas externas como si de un programa de variedades del sábado se tratase, trayendo estrellas de la farándula para entretenernos?
¡No es lo mismo ser Presidente de Venezuela que animador de un programa de farándulas!; “¡No se confunda compadre!”
Si me dicen que somos un país vacío, incapaz de optimizarnos a nosotros mismos, sin capacidad para soñar e innovar, pues entonces les doy la razón, y yo no hablaré más de este tema, para no ser enjuiciado por ir contra las decisiones de alguien en particular, con más derecho que yo a decir por donde debemos ir.
Allí se los dejo; cosas del sentido común, pues.
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