El tema lo hemos tocado anteriormente por las implicaciones tan serias que para el accionar de la venezolanidad, tienen la permanencia masiva de ciudadanos de otros países, que en ningún momento, han renunciado a su origen o nacionalidad para hacerse uno como ciudadanos venezolanos; ahora, con la admitida, -que ya harta conocida- cedulación igualmente masiva, grosera y apatrida de cuanto ciudadano extranjero presentara cualquier documento para procesarlo.
La debilidad creada en nuestra soberanía tendrá consecuencias grandes y penosas.
Una nación como la nuestra no se puede autodefinir como tal cuando camina con los pantalones abajo por el vecindario latinoamericano de esa manera.
Todo ciudadano extranjero deseoso de hacer vida honesta y en hermandad con nosotros, es bienvenido y protegido por las leyes, pero no puede aceptarse que la mayoría de ellos adquieran dicha ciudadanía en una orgía de despilfarro e irresponsabilidad, perfectamente premeditada por el gobierno. Eso Sr. Presidente, con el respeto adecuado hacia su investidura, es un importante error de su parte.
Aún hay tiempo sin embargo, para enmendar y corregir esta situación; se que la mayoría de los que ahora tienen cédula de identidad venezolana por esa vía, estarían dispuestos a que les fuera reconsiderada en justa ley esa condición. Se que muchos desearían volver a sus países de origen, y muchos otros estarían dispuestos a denunciar a quienes corruptamente les cobraron dinero a cambio de una cedula o un pasaporte venezolano. No podemos ser tan “baratos” de adquirir. El círculo vicioso tiene que romperse.
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