EL UNIVERSAL
Jueves 3 de marzo de 2011 08:23 AM
Caracas.- “El Gobierno del Distrito Capital y la Alcaldía de Caracas colocarán este año 100.000 toneladas de asfalto en 32 avenidas de Caracas, lo que representa un total de 120 kilómetros, informó la jefa de Gobierno del Distrito Capital, Jacqueline Faria”
Ahora me pregunto yo:
¿Qué se podrá “asfaltar” con los 120.000 TM de alimentos perdidos de PDVAL?
Bueno, en verdad supongo que no podría hacerse más que unos inmensos composteros para abono con dicho material orgánico, pero la noticia del asfalto, con una cantidad de toneladas métricas tan parecida a la que se estima, se perdió en el caso de la red de alimentos de PDVSA (PDVAL), hacer paralelismos y traerlo a la reflexión era inevitable, pues ante todo, pasado ya este tiempo desde es destape de estos eventos, aún no veo que los responsables estén identificados, en juicio y cumpliendo condena.
Es que el tema es recurrente: Es uno de esos problemas medulares que nos están matando; es uno de esos antivalores que sin mucho esfuerzo, está sustituyendo aquello que fue valor del colectivo: Aplicar a todos por igual la justicia.
Estoy seguro que no podremos pavimentar 120 Kms de vías con estos alimentos descompuestos, pero si estoy convencido de que podríamos llenar diez veces esa distancia con los pies de todos aquellos que hacen colas diariamente en nuestro país, para acceder a algún alimento barato, protegidos artificialmente del cáncer llamado inflación, en cualquiera de los “centros de dadivas” que los mismos venezolanos nos hemos acostumbrado a instalar y utilizar desde que tenemos petróleo, a lo largo y ancho de la república, como paliativo a los problemas que insistimos en hacer “como si no existieran”.
Será un punto más a recodar cuando de buscar valores deformados se trata.
Estaremos de acuerdo en que vivimos en general, como humanos comunes y corrientes, con una cantidad importante de valores personales; todos ellos están estratificados pero interconectados en cadenas “lógicas”, que producen respuestas determinadas a eventos específicos. La falta de uno o más de ellos, o la deformación de los mismos, que al final produce la “Inactivación” de dicho valor, viene a detener la cadena de respuestas correctas que podemos dar, y de allí devienen en mi humilde opinión, la desvalorización que como sociedad venezolana estamos teniendo, y que bien hemos establecido ya, que ningún gobierno ha podido o ha sabido enfrentar con éxito.
Esta falta de éxito gubernamental viene dada por la desconexión entre los trabajos y estrategias a mediano y largo plazo, que tales desvalorizaciones propician, requiriendo justamente lo contrario para poder corregirlas efectivamente, y evitar así de parte quienes pueden gobernar, respuestas o soluciones inmediatistas que casi siempre terminan beneficiando solo sus imágenes publicas, más que aquel desempeño cabal y recatado que aspiramos de ellos.
El otro extremo de este asunto viene tomando forma en Venezuela desde hace bastantes años, con la presunta formación de alianzas con otros países, para atender distintos niveles en los procesos productivos y medulares del país. La atención de estos procesos agrícolas, industriales y de tecnología básica, con ayuda y control foráneo, no deja más que ver nuestra insensata debilidad y falta de organización para afrontarlos, -y usando una expresión del ciudadano presidente-, endógenamente.
Usar personal chino para producir palma aceitera, o brasileños para mejorar ganado, o cubano para mejorar caña de azúcar y otros, es tan bizarro como contratar gringos para sembrar maíz, o israelíes para cultivar tomates, cuando existe en Venezuela, personal sumamente calificado y presto a desempeñar liderazgos en sus distintas especialidades agrícolas y pecuarias, con tan solo darles el beneficio de la autoridad, la seguridad jurídica, y el apoyo económico y de resguardo de las autoridades competentes.
No hay un problema básico en Venezuela, que no tenga ya un estudio, una investigación y un conjunto de soluciones entrelazadas todas con un conjunto de estrategias de desarrollo, por parte de las excelentes universidades nacionales, y de sus equipos multidisciplinarios de profesionales e investigadores que no han dudado en buscar soluciones.
Como vemos, sin importar los ejemplos que utilicemos para ilustrar el problema, éste sigue siendo el mismo y persistente conjunto de tropiezos, que continúan “brillando” por su inmaculada presencia entre nosotros.
En verdad que desconozco cuantas “miles de toneladas más de miserias” deberemos enfrentar antes de que las lecciones de tanto error cometido, comiencen a causar algún efecto. Resentiría profundamente que mi generación dejara escapar la oportunidad de comenzar a construir algo que vaya mas allá de lo que hemos vivido, para que podamos antes de morir, voltear y ver con mirada orgullosa, las alturas de la obra emprendida.
Ignoro si los políticos con menos de 45 años de edad en la Venezuela de hoy, tendrán el suficiente “fuelle” para enrumbar la nación; desconozco si los más ancianos políticos alguna vez darán paso libre a los que vienen de aprender lo que ellos no pudieron, y si en algún momento de este intenso tiempo, como les decía la vez pasada, palabras como democracia o socialismo, serán únicamente pálidas imágenes imperfectas de lo que con estupenda eficiencia y justicia para todos, se volvió regla, y no excepción, en nuestra república: Gobiernos humildes y transitorios, enfrascados en hacer cumplir lo que el estado, construido alrededor del alma escrita de la nación, busca para su colectivo todo: La satisfacción de las necesidades comunitarias que permiten la exaltación de cada venezolano en la búsqueda de su máximo potencial como ser humano.
“Pavimentemos” con palabra cierta, el camino aún divisado y no andado.
Que la mentira, la traición y la corrupción de quienes no supieron entender la gloria de lo vislumbrado, queden como leña seca con la que encender fuegos útiles que iluminen nuestras más sagradas verdades.
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