(Pero no de agua fresca, sino de candidatos…)
Como hablábamos hace días, cuando para no mentirnos a nosotros mismos, pintábamos el peor de los escenarios electorales en el 2012, y suponíamos que el desfile de candidatos por el lado opositor debía comenzar pronto, vemos ahora como de a poco, están comenzando a aflorar todos aquellos ilustres y no tan ilustres que pretenden ocupar la silla de Miraflores.
Comenzando por el presidente de la república, que sin mediar mucho se autoproclamó (sin derecho a réplica), como abanderado del PSUV para las próximas elecciones presidenciales, pasando por varios gobernadores y algún alcalde o ex alcalde seguro de su capacidad y triunfo, hasta llegar a la miríada de aquellos ilustres y no tan ilustres, como les decía hace rato, que ven en la presente oportunidad, el momento de gloria para sus pacientes movimientos.
Ahora les voy a decir resumidamente, los problemas que tantos candidatos suponen (excluyendo al mismo presidente que se erige como el tipo a derrotar por quienes le adversan), y que de no llegar absolutamente unidos, centrados en un único candidato contrincante, no llevan ni chance de lograr un triunfo. (Debemos obviar a los candidatos folklóricos y de conveniencia para uno y otro bando, que de seguro habrá como maleza, pero que no tendrán peso específico a considerar)
¡Triunfo!; esa será la palabra por la que todos lucharán, y millones tras millones de bolívares fuertes serán utilizados sin control ni vergüenza, de parte y parte, para alcanzar el objetivo político de controlar el poder. Miles serán transportados desde sus casas para que voten, sin importar donde quedara su centro de votación por obra y gracia del negligente y politizado CNE. Otros tantos cientos de miles tendrán ese día desayuno y almuerzo gratis; obviamente recibirá más de uno su recompensa en la forma de “algunos” bolívares fuertes, como estimulo al conveniente voto. Los numeritos serán llevados celosamente junto a las puertas de cada centro de votación, por parte de cada comando de campaña, con lo que las partes sabrán si deben seguir buscando más votantes rezagados para mejorar dichas cifras parciales.
Y claro, el portentoso sistema electoral venezolano, híper-digitalizado y del siglo 22 y medio, se ocupará quizás de dar los resultados de una sencilla elección, a eso de las 12 y tanto de la madrugada del día siguiente, cuando todos los “cuadres” convenientes hayan sido hechos o por lo menos, intentados de hacer.
Les hablaba de los problemas; seguramente se me escapará alguno, pero en general, tenemos estas variables que pueden estar fallando estrepitosamente:
- Proyecto de nación. Solo el presidente presenta lo que más se parece (pero que ni de lejos se le acerca, pues se trata de una estrategia retentora de poder), a un proyecto de país, donde los problemas esenciales, medulares, estructurales o como prefiramos decirles, tratan (algunos de ellos nada mas, insisto), de ser abordados. Si el candidato definitivo de la oposición no lleva un proyecto de país que este por lo menos un paso más adelante que el del presidente y con una estrategia de poder subordinada al colectivo nacional, se va a estrellar contra la pared de la derrota. Eso proyecto necesariamente deberá incluir cada uno de los logros del presente gobierno, y asumir con sentido constructivo, los problemas por afrontar, muchos de los cuales, como hemos dicho una y otra vez, son medulares y allende a la venezolanidad misma.
- La certeza que deberá tener el colectivo para guiar a un candidato “joven” (35 a 50 años), por el sendero correcto, asumiendo para ello la experiencia de los años precedentes, si alguno de estos llegara a ganar las elecciones.
- El asunto impostergable de regenerar la constitución a su estado inicial en 1999. Las reelecciones deben ser eliminadas, y los cambios en ella, como les decía hace poco, deben quedar para ser aplicados solo cuando los proponentes no puedan beneficiarse directamente de su aplicación.
- La aparición de viejos aspirantes. Aquí deben incluir a todos aquellos políticos que estando activos en la política desde finales de los 70 y los 80, se lanzan ahora como precandidatos, (algunos de ellos con la arrogancia suficiente para decir que no quieren ser precandidatos, sino presidentes), cuando ninguno de ellos hizo nada más efectivo que teorizar sobre las soluciones que nunca daban en el clavo, lo que trajo una absoluta y nefasta inercia política durante los ochentas, y noventas, con la consiguiente “colisión” contra las consecuencias de ello en la década del 2000; al final ninguno de estos hizo algo para cambiar lo que consideraran necesario dentro del marco legal, ético y constitucional. Ahora muchos de ellos pretenden levantarse como los paladines de la justicia y la razón, cuando en su momento fueron perdedores todos en algún proceso interno partidista, o en elecciones presidenciales previas. Sirvan las experiencias latinoamericanas con este tipo de candidatos reincidentes, para ilustrar el riesgo que se corre. Más de una nación suramericana ahora está en tal mala situación, que ven como antiguos ex candidatos y ex presidentes señalados en su momento como culpables de males mayores, vuelven a la palestra pública, en medio de la colección de desaciertos más grandes que conocieran sus respectivos pueblos, y para rematar, con oportunidades de ganar. Veámonos en ese espejo no sea que también repitamos presidentes.
No pretendo ser grosero o desconsiderado con todos estos candidatos que flaco favor considero le harán a la república. El hecho es que en el pasado no pudieron ganar allá donde se midieron, y ahora pretenden ser los tesoreros de nuestras esperanzas. Como dicen por estas tierras: “¡Zamuro cuidando carne!”
Lo único cierto aquí es que los que adversan a Chávez, deberán medir milimétricamente a quien eligen como el “concretador” de su propuesta de País. Si solo eligen al “retador”, como si de peleas de boxeo se tratase, den por seguro una paliza por “knock-out” por parte del viejo y cansado, pero aún con buena pega, Hugo Chávez.
En otras palabras: El que vaya con la intención de atacar a Chávez, solo le estará siguiendo el juego estratégico que la política del presidente necesita para tener la figura del “enemigo a vencer”, con muy probable éxito, si me permiten sentenciar.
Que sea aquel que elijan, el que menos posibilidad tenga de salirse de vuestro control. Entiendan queridos compatriotas, que la elección presidencial del 2012, solo es el principio; el comienzo de un proceso que alargará el mandato del actual presidente, (donde se podrán materializar cosas buenas o malas), o pondrá sobre las manos de cada venezolano, la responsabilidad de guiar y controlar a la alternativa a éste (H Chávez), que gane esas elecciones, siempre y cuando nos coloquemos por delante de las estrategias electorales de casi todos ellos, que buscan en definitiva, obtener el poder y retenerlo. El presidente Hugo Chávez no es controlable: El ciudadano presidente es un caballo viejo en la sabana; ya nadie lo monta ni lo agarra, y solo come cuando y como él quiere.
La verdadera revolución, -insisto-, aún está por llevarse a cabo tal como la hemos aspirado en nuestros corazones. La manera en que se haga, depende de cada uno. La cantidad de injusticias y miserias que se reparten gratuitamente entre nosotros, mientras las estructuras de poder se mantienen incólumes en Venezuela, no tiene ya nombre.
No dejen que esta lluvia de candidatos les “aguachine” el ánimo; no se dejen vencer por la inundación que estos puedan producir. Recuerden que solo la “semilla” que ustedes siembren, dará frutos. El dulzor o la amargura de los tales, dependerán de lo que elijan.
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